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Estudio sobre la
salud mental de una población de niños y niñas escolarizados desde la
perspectiva epidemiológica
Study on the mental
health of a population of school children from an epidemiological perspective
Laura Ramos lic.ramoslaura@gmail.com.
Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Daniela Bardi danielacarlabardi@gmail.com.
Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Marcelo Grigoravicius mgrigoravicius@hotmail.com.
Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Vanina Aguiriano vaguiriano@gmail.com.
Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Deborah Borthiry deborahborthiryou@outlook.com.
Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Ramiro Martínez Mendoza ramo2670@gmail.com
Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Ana María Luzzi aluzzi7@gmail.com.
Universidad de Buenos Aires,, Argentina
Estudio sobre la salud mental de una población de niños y niñas
escolarizados desde la perspectiva epidemiológica
Interdisciplinaria,
vol. 40, núm. 2, pp. 373-391,
2023
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
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Recepción:
10
Julio 2021
Aprobación:
11
Abril 2023
Resumen:
Se presentan resultados de una
investigación empírica sobre problemas comportamentales en niños y niñas
escolarizados entre 6 y 11 años. El objetivo principal es describir, desde la
perspectiva epidemiológica, los problemas comportamentales de una muestra clínica
(N = 395; edad: . = 7.92 y DE
= 1.75) y de una muestra no clínica (N =
363; edad: . = 8.78 años y DE = 1.73). Son objetivos específicos el analizar las diferencias
por sexo y variables sociodemográficas en ambos contextos: clínico y no
clínico. No se efectuó un estudio comparativo entre ambas muestras.
Se administró el formulario Child Behaviour Checklist (CBCL) y una encuesta sociodemográfica a los adultos responsables. El análisis cuantitativo se efectuó mediante estudios de frecuencia, distribución y asociaciones entre variables con el objetivo de describir a ambas muestras desde el punto de vista de los resultados del CBCL y de las variables sociodemográficas. Se estudiaron asociaciones entre los valores de las escalas de síndromes del CBCL y las variables sociodemográficas mediante el análisis de la varianza (ANOVA).
Se obtuvieron asociaciones estadísticamente significativas entre
la presencia de problemas comportamentales y las condiciones socioeconómicas de
la familia: a mayor vulnerabilidad socioeconómica y educativa, mayor deterioro
en la salud mental infantil. Este estudio se encontró con la dificultad de las
restricciones sanitarias por la pandemia de COVID-19 para continuar el trabajo
de campo. Interesa replicar el estudio y considerar el impacto de la pandemia y
el presunto deterioro de las variables sociodemográficas. Se debe priorizar la
continuidad de una indagación sostenida para un seguimiento de la salud mental
infantil.
Palabras clave: salud mental, niñez,
Child Behavior Checklist, condiciones sociodemográficas.
Abstract: This article shows the results of an empirical research study on
behavioral and emotional problems in schoolchildren between 6 and 11 years old.
From an epidemiological perspective the goal is to describe the behavioral problems of a clinical sample (N= 395, age: . = 7.92 y SD = 1.75) and a non-clinical sample (N = 363, age: M = 8.78 años y DE = 1.73). The specific objectives are to analyze the differences by sex and possible sociodemographic variables in both clinical and non-clinical contexts. A comparative study between both samples is not carried out.
We administered the Child Behavior Checklist (CBCL) and a
sociodemographic survey to the responsible adults. The quantitative analysis
was carried out through studies of frequency, distribution and associations
among variables in order to describe both samples from the point of view of the
CBCL results and of the sociodemographic variables. In order to identify the
possible sociodemographic conditioning factors in the childhood and youth
psychopathology, we studied the associations among the CBCL syndrome scale
scores and the different sociodemographic variables through the analysis of
variance (ANOVA).
The results of the clinical sample show mental health
deterioration in boys and girls compared to previous studies. The increase of
the internalizing and externalizing syndrome scores is significant. The
prejudices and gender stereotypes constitute obstacles to gain access to mental
health services in childhood, especially for girls whose psychological
conditions may often go unnoticed.
In the non-clinical sample, the gender distribution is even and
the total average of average scores is lower compared to studies performed in
other populations in previous years.
In both samples we observe a significant relation between the
psychological and behavioral problems and the socio-economic conditions of the
family. The higher the educational and socio-economic vulnerability, the higher
the deterioration of the children’s mental health.
The simultaneous study from the epidemiological perspective in
both samples is necessary to detect psychopathological problems in childhood.
This study encountered some limitations: the difficulty to
continue the field work due to sanitary restrictions because of the COVID-19
pandemic. We want to replicate the study in both samples considering the impact
of the pandemic and the alleged deterioration of the sociodemographic variables
and family conditions. Another limitation has been the socio-economic
homogeneity of the clinical sample. It would be useful in the future to include
clinical samples that belong to other socioeconomic sectors who receive mental
health care from private medical insurances or medical insurances run by labor
unions.
The shortage of epidemiological studies on emotional and
behavioral problems in children and the lack of research work on the right to
receive mental health care in childhood, indicate the absence of this topic in
the political agenda. This deficit prevents the implementation of efficient
programs to prevent and early detect mental health problems in children, to
extend clinical care proposals in the community and to train professionals so
that the programs can have an accurate impact on the population.
It is a priority to continue the sustained inquiry in both
populations in order to ensure the follow-up of the mental health conditions.
Also, it would be useful to extend and deepen the analysis incorporating the
examination of other family problems such as violence situations, consumption
of psychoactive drugs, suicides and other loss situation.
Keywords: mental health,
childhood, Child Behavior Checklist, sociodemographic conditions.
Introducción
El presente trabajo expone y analiza los resultados de una
indagación sobre los problemas comportamentales de niños y niñas escolarizados
entre 6 y 11 años de edad, residentes en una localidad del sur del conurbano
bonaerense[1]. La investigación tuvo, como objetivo general,
realizar un relevamiento de corte epidemiológico de los problemas
comportamentales de una muestra clínica y de una muestra no clínica (Muestra
clínica: N = 395; edad: M = 7.92 años, DE = 1.75. Muestra no clínica: N = 363;
edad: M = 8.78 años, DE = 1.73). Se analizaron las diferencias según sexo y según
variables sociodemográficas en ambas muestras. Cabe mencionar que no se realizó
un estudio comparativo.
Los niños y niñas –a partir de ahora, “los niños”–
pertenecientes a la muestra clínica reciben asistencia psicológica en un
servicio gratuito dependiente de la Universidad de Buenos Aires, ubicado en un
partido del conurbano bonaerense. Los niños que conforman la muestra no clínica
concurren a escuelas primarias y clubes barriales en la misma localidad, y no
recibían asistencia psicológica al momento del estudio ni en los últimos seis
meses.
En investigaciones anteriores (Slapak et al., 2002; Slapak et al., 2004; Slapak et al., 2008) se efectuaron
estudios de la población clínica del mismo servicio asistencial con el objetivo
de construir un perfil más ajustado, que permitiera su comparación con otras
poblaciones clínicas.
En el estudio que se presenta, el propósito de la investigación
es actualizar y describir las características de la muestra clínica con el fin
de adecuar las estrategias asistenciales. Respecto de la muestra no clínica, el
propósito es indagar la existencia de problemas comportamentales en los niños
escolarizados que no hayan sido advertidos por los adultos a cargo.
El estudio epidemiológico sistemático de los problemas
psicológicos que afectan a la población infantil de nuestro país resulta
insoslayable a la hora del diseño de políticas en salud mental. Se observa
escasez de estudios en la temática y dificultades en la continuidad (Bianchi, 2009; Etchegaray, 2011).
Un estudio nacional (Ministerio
de Salud de la Nación, 2011) efectuó un relevamiento de las investigaciones
epidemiológicas y concluyó que entre el 5 % y el 15 % de los niños en edad
escolar (entre 5 y 12 años) presentaban algún tipo de trastorno mental.
Asimismo, se estimó una prevalencia de trastornos psiquiátricos entre el 16.4 %
y el 20.7 % en niños entre 3 y 12 años de edad. Se observó que los pediatras y
adultos a cargo solo identificaban parcialmente la psicopatología infantil.
En la literatura internacional, los estudios epidemiológicos en
salud mental infantil suelen utilizar el Child Behavior Checklist (CBCL) debido
a sus adecuadas propiedades psicométricas y solidez multicultural (Ivanova
et al. ,2007; Rescorla et al., 2007;
Viola et al., 2011). Este instrumento
posibilita evaluar una amplia gama de psicopatologías y considera los aspectos
evolutivos, como sexo y edad, y resulta adecuado para discriminar entre
población clínica y la no clínica (Cui et
al., 2021;Rescorla et al., 2012).
En Argentina, el CBCL comenzó a utilizarse para el estudio
epidemiológico de la salud mental infantil en los precursores estudios de
Samaniego, quien realizó la adaptación y estandarización del instrumento para
población no clínica y pudo comprobar su validez para diferenciar población
clínica y no clínica (Samaniego y Vázquez,
2014;Vázquez y Samaniego, 2017).
En la bibliografía internacional se encuentran estudios que
señalan la relación entre el sexo y los problemas comportamentales en población
no clínica: hay predominio de conductas externalizantes en niños e
internalizantes en niñas (Bolsoni-Silva et
al., 2015; Soler et al., 2010).
En Argentina, se registra un antecedente importante que arrojó
resultados concordantes (Samaniego, 2008).
En este estudio se incluyeron niños de entre 6 y 11 años, residentes en CABA.
La muestra no clínica (N = 240) fue estratificada por conglomerado, con un
mínimo de 20 casos por sexo y por edad. En la muestra clínica (N = 241) se
intentó controlar la distribución por sexo y por edad. Esto no fue posible,
dado que los niños varones consultan con mayor frecuencia a los servicios de
salud mental infantil. Los puntajes promedio para las escalas y el puntaje
total del CBCL fueron calculados separadamente para cada sexo, en la muestra
clínica y en la no clínica. Respecto de los resultados, el puntaje de problemas
comportamentales fue mucho más alto en la muestra clínica que en la no clínica
(58.28 vs. 34.96 en niños; 57.67 vs 34.11 en niñas). En la muestra no clínica
las medias fueron más altas en niños que en niñas en casi todas las escalas,
excepto en quejas somáticas, ansioso-depresivo e internalizante.
Algunas investigaciones indagan la relación entre los problemas
comportamentales y distintos condicionantes ambientales. Un estudio
longitudinal, realizado en ocho países con una muestra de 1190 familias de 11
grupos culturales diferentes, revela que el riesgo socioeconómico está
relacionado con los problemas internalizantes y externalizantes de los niños (Lansford et al., 2019). Un estudio
realizado en Uruguay afirma que tanto la educación de la madre como la
situación socioeconómica de los hogares presentan una relación positiva con la
psicopatología infantil (Failache y
Katzkowicz, 2019).
Conclusiones similares se obtuvieron en la investigación
realizada por las unidades académicas de Psicología de universidades nacionales
(AUAPSI) en 2007. Este estudio tuvo el objetivo de estimar la prevalencia de
trastornos psicológicos en niños escolarizados de entre 6 y 12 años. Se
conformó una muestra proporcional al número de habitantes de las ciudades
seleccionadas, compuesta por 5697 niños escolarizados de 6 a 12 años. Esta
investigación permitió establecer que el 4.3 % de los niños del país se
encontraba en una vulnerabilidad muy alta; el 10.9 % en una vulnerabilidad
alta, y el 28.3 % en una vulnerabilidad media. Es decir que el 43.5 % de los
niños de Argentina presentaban algún tipo de vulnerabilidad en salud mental. Se
registró que el sexo no estaba asociado a la presencia de problemas
psicológicos, excepto la agresividad, que es mayor en los niños. Se comprobó
una estrecha relación entre la presencia de problemas psicológicos en los niños
y el nivel socioeconómico de sus familias. El comportamiento antisocial, la
agresividad, el retraimiento, la ansiedad-depresión, las quejas somáticas, los
problemas sociales y los problemas de atención presentaron una relación
estadísticamente significativa con el nivel socioeconómico: cuanto más bajo es
el nivel socioeconómico, más altos son los porcentajes en las escalas
mencionadas. Asimismo, se halló una relación estadísticamente significativa
entre el nivel de instrucción de los progenitores y el síndrome internalizante
y externalizante: cuanto menor es el nivel de instrucción, hay mayores
problemas comportamentales (Ministerio de
Salud de la Nación et al., 2010).
Desde hace dos décadas, este equipo realiza estudios
sistemáticos desde la perspectiva epidemiológica de la población asistida en el
servicio. En un estudio sobre una serie histórica de 10 años (Luzzi y Slapak, 2013), las niñas
consultantes fueron el 29.2 % de la muestra (N = 1804) y obtuvieron una media
de puntajes totales superior a la de los niños. Sus problemas comportamentales
revestían mayor seriedad, especialmente respecto de sintomatología de índole
depresiva (síndrome internalizante y escala ansioso-depresivo). Según ese
estudio la población clínica de niñas constituía un grupo de riesgo en
concordancia con investigaciones internacionales (Cova et al., 2005; López-Soler et al., 2009, Rescorla et al., 2007).
En el estudio que se presenta se abordarán las siguientes
preguntas: (a) ¿Cuáles son los problemas comportamentales observados con mayor
frecuencia en los niños en una localidad del conurbano bonaerense?; (b) los
factores sociodemográficos ¿Tienen alguna incidencia en los problemas
comportamentales de los niños?; y (c) respecto de la muestra no clínica,
¿Existen problemas comportamentales que no han sido advertidos por los adultos
a cargo?
Se plantean las siguientes hipótesis: (a) los problemas
comportamentales en las niñas están asociados al síndrome internalizante y en
los niños al síndrome externalizante; (b) las condiciones sociodemográficas
adversas –tales como niveles altos de hacinamiento, familias monoparentales y
bajo nivel educativo de los padres– se relacionan con mayor puntaje en los
problemas comportamentales en los niños; y (c) en la muestra no clínica se
registran problemas comportamentales no advertidos por los adultos.
Metodología
Diseño
El diseño es epidemiológico y consiste en estudios de
asociaciones ex post facto explicativos no
experimentales (Manterola y Otzen, 2014).
Participantes
Población: niños y niñas escolarizados de entre 6 y 11 años de
edad, residentes en la zona sur del conurbano bonaerense (Partido de Avellaneda
y aledaños).
Muestra clínica: N = 395 N = 395; (edad: M = 7.92, DE = 1.75).
Se trata de consultantes al Servicio de Psicología Clínica de Niños (SPCN) que
depende de la 2da cátedra de Psicoanálisis: Escuela Inglesa, de la Facultad de
Psicología, ubicado en el Centro Regional Sur de la Universidad de Buenos
Aires. Criterio de inclusión: todos los niños y niñas de entre 6 y 11 años que
fueron admitidos en el Servicio entre marzo de 2018 y diciembre de 2019. Los
niños tenían entre 6 y 11 años y pertenecían a familias cuyos adultos
responsables tenían, en su gran mayoría, trabajos informales y carecían de
cobertura de servicios de salud, excepto la estatal. Habían sido derivados por
escuelas y juzgados en razón de sus problemas de conducta, dificultades de
aprendizaje y por otras perturbaciones.
Muestra no clínica: N = 363 (edad: M =
8.78 años, DE = 1.73). Son niños y niñas entre 6 y
11 años de escuelas y clubes barriales en el partido de Avellaneda y aledaños,
zona de influencia del SPCN. Se trata de una muestra intencional, no
probabilística, de sujetos voluntarios. Criterio de inclusión: niños y niñas
entre 6 y 11 años que no hubieran estado en tratamiento psicológico o
psiquiátrico, en los últimos 6 meses. Se construyó una muestra estratificada y
se incluyeron las distintas escuelas primarias de gestión estatal y privada del
partido de Avellaneda (93 establecimientos, según datos de ME. DIE. 30/04/21),
y su distribución por año de estudio, por lo que se seleccionaron niños y niñas
de 1.º a 6.º año. Asimismo, se consideró la población de niños que concurren a
los clubes barriales cercanos al SPCN (en barrios bonaerenses como Gerli y
Sarandí).
La población no clínica es más heterogénea que la población
clínica en cuanto a nivel socioeconómico, ya que han participado familias cuyos
adultos tenían trabajos informales, otros en relación de dependencia, y
profesionales universitarios con varios trabajos. La muestra se obtuvo mediante
la participación voluntaria de los adultos responsables.
Instrumentos
Child Behaviour Checklist (CBCL) (adaptación de
Samaniego, 1998)
Posee adecuadas propiedades psicométricas y ha sido estandarizado,
validado y empleado en distintos países (Achenbach,
1991; Albores-Gallo et al., 2006; Nakamura et al., 2009; Samaniego, 2008) y en Argentina fue
validado por Samaniego (1998). El
instrumento presenta buenos niveles de confiabilidad. Los resultados del
test-retest arrojaron un valor de .91 para el que se usó el coeficiente de
correlación de Pearson. Respecto de la consistencia interna, fueron altos los
valores observados a través del cálculo del coeficiente alfa de Cronbach para
las escalas amplias externalizante e internalizante del CBCL para ambos sexos,
tomados separadamente y en conjunto (rango .85 a .90). Respecto de las escalas
estrechas, la mayor parte obtuvo valores superiores a .65. La validez de
criterio fue evaluada en términos de diferencias significativas (p < .01)
entre grupos de población normal y clínica para todas las edades y sexos, y se
tuvo en cuenta el hecho de ser derivados a servicios de salud mental como
criterio. El alto poder discriminativo del instrumento en la población urbana
argentina fue confirmado a través de efectuar un ANOVA factorial (Samaniego, 2008).
El CBCL permite valorar una amplia gama psicopatológica en los
aspectos evolutivos, sexo y edad. Además, discrimina adecuadamente entre niños derivados
a servicios de salud mental y sus pares de población normal; consta de escalas
estandarizadas que permiten valorar un amplio espectro de manifestaciones
psicológicas, y registra problemas comportamentales de niños de entre 6 y 11
años. El CBCL recoge la percepción de los adultos responsables respecto de los
síntomas manifiestos de los niños: se solicitó que estimaran la presencia,
frecuencia o severidad de los problemas de conducta seleccionados en los
últimos seis meses: 0 = No es cierto; 1 = Es cierto algunas veces o de cierta manera; 2 = Es muy cierto o a menudo cierto. El puntaje total se
obtiene a partir de la suma de los valores en cada ítem. Cuanto más alto es el
puntaje, mayor es el nivel de trastorno del niño.
El cuestionario utilizado en este estudio es la versión para
padres y contiene 118 ítems de problemas comportamentales. Se trata de una
aproximación estadística multivariada que revela covariación entre los
problemas reportados. Los síndromes derivados empíricamente solo reflejan tendencias
respecto de la convergencia de ciertos problemas comportamentales que no
conforman un psicodiagnóstico de los casos estudiados.
Este método se basó en un modelo dimensional de clasificación en
psicopatología infantil que concibe el desorden como un grupo de síntomas que
forman una dimensión o un continuo en el que todos los individuos tienen lugar
y presentan el trastorno en un grado mayor o menor. Mediante este método,
Achenbach obtuvo nueve escalas estrechas: problemas de pensamiento; quejas somáticas;
problemas sociales; conducta antisocial; retraimiento; problemas sexuales;
problemas de atención; ansioso-depresivo, y agresividad, y dos escalas
ampliadas de síndromes: internalizante y externalizante (Achenbach, 1991; Luzzi y Slapak, 2013; Slapak et al., 2002).
Encuesta sobre datos sociodemográficos para la
investigación epidemiológica
Fue construida por el equipo en investigaciones anteriores (Cervone et al., 1999) para ser
administrada a los padres o adultos responsables. Se recaban los siguientes
datos: sexo y edad de los niños, y año de escolaridad. Para los datos de los
adultos responsables del niño, se indica quién responde el cuestionario (padre,
madre, familiar u otro), edad, ocupación, estado civil y nivel de instrucción
de ambos padres, y se indaga en quién recae principalmente el sostén económico
del hogar. Para conocer las características de los hogares, se tuvo en cuenta
el número de integrantes; cantidad de habitaciones, y la cantidad de niños en
la familia o en el hogar (índice de hacinamiento).
Procedimiento
En la población clínica, la administración del CBCL y de la
encuesta sociodemográfica forman parte de los procedimientos habituales en la
admisión de pacientes al SPCN. Por lo tanto, el cuestionario fue respondido por
el adulto responsable que solicitaba la consulta y se les pidió el
consentimiento informado a los fines de la asistencia psicológica y, en forma
independiente, de la investigación. Se aclaró a los adultos que la asistencia
psicológica se brindaría igualmente, aunque se negaran a participar en la
investigación.
En la población no clínica se administró el CBCL y la encuesta
sociodemográfica a los adultos responsables de los niños que concurren a
escuelas y clubes barriales de la zona de influencia del SPCN. Se contó con la
autorización de las autoridades de las instituciones educativas y deportivas y
con el consentimiento informado de los adultos responsables de los niños para
la participación en la investigación. Cabe reiterar que la recolección de datos
en la muestra no clínica se basó en una participación voluntaria por parte de
los adultos responsables convocados.
La administración del CBCL y de la encuesta sociodemográfica fue
realizada por estudiantes avanzados de la carrera de psicología y graduados
integrantes del equipo de investigación, altamente capacitados para la
administración de los instrumentos.
Se realizó un análisis cuantitativo: estudios de frecuencia,
distribución y asociaciones entre variables con el objetivo de describir ambas
muestras desde el punto de vista de los resultados del CBCL y de las variables
sociodemográficas. Para identificar los posibles condicionantes
sociodemográficos en los problemas de psicopatología infanto-juvenil, se
estudiaron las asociaciones entre los valores de las escalas de síndromes del
CBCL y las distintas variables sociodemográficas, mediante el análisis de la varianza
(ANOVA).
Resultados
Problemas comportamentales de niños y niñas: Child
Behaviour Check-list (CBCL)
Muestra clínica
Promedio total y
promedio de puntajes de síndromes.
La media total fue 60.12; la media del externalizante fue 22.10
y la del internalizante 16.19. En cuanto a las escalas estrechas con medias
altas: agresividad fue 17.82; ansioso–depresivo de 9.61; problemas de atención
8.88 – Tabla 1.
Distribución por
sexo.
Los niños tienen valores mayores que las niñas en el promedio
total de las escalas (61.13 y 57.87 respectivamente); en externalizante (23.29
y 19.45 respectivamente); en agresividad (18.58 los niños y 16.13 las niñas), y
en problemas de atención (9.18 los niños y 8.20 las niñas). Las niñas presentan
valores mayores que los niños en internalizante (17.44 y 15.64 respectivamente)
y en la escala ansioso-depresivo (10.30 niñas y 9.31 niños) –Tabla
1.
Tabla 1.
Promedio, Desvío
Estándar y Anova de Puntajes Escalas de Síndromes de CBCL según sexo del niño
en la muestra clínica
Muestra no Clínica
Promedio total y
promedio de puntajes de síndromes.
La media total es 25.56; la media del externalizante: 8.96 y la
del internalizante: 7.23; escalas estrechas con medias altas: agresividad:
7.16; ansioso–depresivo: 4.03; problemas de atención: 2.99 –Tabla
2.
Distribución por
sexo.
Los niños y las niñas tienen valores similares en el promedio
total de las escalas (25.90 y 25.24 respectivamente); en la escala amplia
externalizante, los niños obtienen un puntaje superior a las niñas (9.15 y 8.78
respectivamente) y en la internalizante, la relación se invierte (7.27 las
niñas y 7.19 los niños).
En las escalas estrechas, las niñas presentaron valores mayores
en retraimiento (2.16 vs 2.15); quejas somáticas (1.17 vs 1.07 los niños);
problemas sociales (2.20 vs 2.14), y en problemas de pensamiento (.58 vs .52).
Los niños, en cambio, mostraron valores superiores en las
escalas problemas sexuales (.19 vs .15); problemas de atención (3.34 vs 2.67);
conducta antisocial (1.94 vs 1.67), y en agresividad (7.21 vs 7.11) –Tabla 2.
En la escala ansioso depresivo las niñas y los niños obtuvieron
los mismos puntajes.
Tabla 2.
Promedio, desvío
estándar y Anova de puntajes escalas de síndromes de CBCL según el sexo del
niño en la muestra no clínica
Sexo y edad de los niños y niñas
Muestra clínica
Está conformada por niños en un 69.1 % (n = 273) y por niñas en
un 30.9 % (n = 122); edad: (M = 7.92 años, DE = 1.75). La mayor proporción se
concentra alrededor de los 6 años de edad. Respecto de los niños (M = 7.78
años, DE = 1.688), presentan la distribución siguiente: el 88.3 % (n = 213)
está representado por niños de entre 6 y 9 años; en niños de 6 años la edad de
mayor frecuencia fue 24.9 % (n = 68). Respecto de las niñas (M= 8.23 años; DE =
1.84), la mayor proporción se concentra entre los 7 y 10 años (68.1 %, n= 83) y
los 7 años fue la edad de mayor frecuencia, 23.8 % (n = 29).
Nivel de
escolaridad.
En ambos sexos, la mayor frecuencia (49.9 %, n = 197) se
encuentra en niños y niñas que cursan primero y segundo grado y la frecuencia
disminuye a medida que avanza el grado de escolaridad.
Muestra no clínica
Está conformada por niños en un 48.5 % (n = 176) y por niñas en
un 51.5 % (n = 187). Edad: (M = 8.78 años, DE = 1.73) y la mayor proporción se
concentra entre los 8 y 11 años de edad.
Respecto de los niños, (M = 8.81 años, DE = 1.59), el 28.4 % (n
= 50) está representado por niños de 8 años y el 18.3 % (n = 32) por niños de
11 años. Respecto de las niñas, (M = 8.75 años, DE = 1.85), la mayor proporción
se concentra en los 11 años (18.2 %, n = 32),
Variables sociodemográficas
Muestra clínica
Los cuestionarios fueron contestados en una amplia mayoría (80
%) por las madres de los niños y niñas.
Edad de los padres.
En cuanto a las madres (M = 34.47 años, DE = 7.508), el 58.2 %
tiene hasta 35 años. En cuanto a los padres (M = 37.34 años, DE = 8.743), el
55.9 % tiene hasta 35 años. Como dato a destacar, más del 10 % de los adultos
responsables desconoció la edad de los padres varones de los niños.
Nivel de instrucción
de los padres.
La mayoría de las madres tienen estudios primarios
completos-incompletos (31.1 %) y, en segundo lugar y estudios
secundarios-incompletos (26.1 %). Se destaca que solo una quinta parte de las
madres de la muestra clínica completó los estudios secundarios. Respecto de los
padres, el 33.4 % posee estudios secundarios incompletos y el 24.1 % completos.
Una menor proporción (16.5 %) tiene estudios superiores completos o
incompletos.
Estado civil de los
padres.
El 28.1 % (n = 111) manifiesta estar casado o en uniones de
hecho; separados o divorciados el 68.4 % (n = 270); viudos el 1.5 % (n = 6), y
no saben o no contestan el 2 % (n = 8)
Tamaño de la
familia.
El 52.4 % (n = 207) de los hogares están compuesto por 2, 3 o 4
miembros.
Nivel de
hacinamiento.
El 42.8 % (n = 169) de los hogares presenta un índice de
hacinamiento alto, mientras que los hogares con índices medios y bajos
comparten valores que oscilan entre el 26.8 % y 29.4 % respectivamente.
Cantidad de niños en
la familia.
El 26.6 % (n = 105) de las familias tienen un niño; el 35.7 % (n
= 141) dos niños; el 22.5 % (n = 89) tres niños, y el 12.7 % (n = 50) más de 4
niños.
Muestra No Clínica
Los cuestionarios fueron contestados en una amplia mayoría (80
%) por las madres de los niños y niñas.
Edad de los padres.
En cuanto a las madres (M = 38.83 años, DE = 6.30), el 54 %
tiene entre 36 y 45 años. En cuanto a los padres (M = 40.89 años, DE = 7.40),
el 43 % tiene hasta 35 años. Más del 10 % de los adultos responsables
consultados desconocen la edad de los padres varones del niño.
Nivel de instrucción
de los padres.
El 26.6 % de las madres han terminado la escolaridad secundaria
y un 31.4 % no la ha finalizado. El 25.3 % de los padres completó la educación
secundaria y el 13.4 % no la completó. El 54 % tiene algún tipo de educación
terciaria o universitaria.
Estado civil de los
padres.
El 69.1 % de los padres están casados o en uniones de hecho (n =
251) y el 26.2 % (n = 95) de los padres están separados o divorciados.
Tamaño de la
familia.
El 63.1 % (n = 229) de los hogares están compuestos por 2, 3 o 4
miembros, y el 12.7 % (n = 46) de los hogares están compuestos por 6-10
miembros.
Nivel de
hacinamiento.
El 18.2 % (n = 66) presenta un nivel alto y el resto de la
población niveles medios y bajos (34.4 % y 39.9 % respectivamente).
Cantidad de niños en
la familia.
El 21.8 % (n = 79) cuenta con un niño; 45.2 % (n = 164) dos
niños; 21.5 % (n= 78) tres niños, y el 8.8 % (n = 32) 4-8 niños.
Asociaciones entre los valores de las escalas de
síndromes del CBCL y las variables sociodemográficas por medio del cálculo de
ANOVA de un tratamiento
Con el objetivo de observar qué variables sociodemográficas
podrían condicionar los comportamientos de los niños y establecer
características de cada muestra, se utilizó el análisis de varianza (ANOVA) con
un factor. El funcionamiento básico de un ANOVA consiste en calcular la media
de cada uno de los grupos para, a continuación, comparar la varianza de estas
medias (varianza explicada por la variable grupo, intervarianza) frente a la
varianza promedio dentro de los grupos (la no explicada por la variable grupo,
intravarianza).
A continuación, se presentan las principales variables asociadas
a cada una de las escalas.
Muestra clínica
Sexo del niño.
Hay asociaciones estadísticamente significativas en las escalas
quejas somáticas (sig.= .022; α = .05) e internalizante (sig.= .042; α = .05)
con promedio mayores para las niñas; problemas de atención (sig.= .018; α =
.05); conducta antisocial (sig. = .000; α = .05); agresividad (sig. = .006; α =
.05) y externalizante (sig. = .001; α = .05) con promedio mayores para los
niños –Tabla 1.
Edad del niño.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en las
escalas retraimiento (sig. = .003; α = .05) e internalizante (sig. = .014; α =
.05); a medida que aumenta la edad del niño, se incrementan los valores
promedios. En las escalas problemas de atención (sig. = .010; α = .05);
agresividad (sig. = .021; α = .05), y externalizante (sig. = .021; α = .05). A
medida que aumenta la edad del niño, disminuyen los valores promedios.
Edad de la madre.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en las
escalas agresividad (sig. = .030; α = .05) y externalizante (sig. = .041; α =
.05). Los niños cuyas madres son más jóvenes –menos de 25 años– obtuvieron los
mayores puntajes en las escalas agresividad y externalizante.
Edad del padre.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en las
escalas ansioso depresivo (sig. = .015; α = .05), problemas de pensamiento
(sig. = .026; α = .05) e internalizante (sig. = .028; α = .05). Los niños cuyos
padres tienen menos de 25 años obtuvieron los mayores puntajes en dichas
escalas.
Nivel educativo de
la madre.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en las
escalas agresividad (sig. = .004; α = .05) y externalizante (sig. = .004; α =
.05). A menor nivel educativo de las madres mayor puntaje en esas escalas.
Nivel educativo del
padre.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en la
escala problemas de atención (sig. = .030; α = .05). A menor nivel educativo de
los padres es mayor puntaje en la escala problemas de atención. En la muestra
clínica, compuesta en su mayoría por parejas separadas, se registra una
ausencia notoria de la figura paterna de acuerdo con el registro de las
historias clínicas.
Hacinamiento.
No se encontraron asociaciones estadísticamente significativas
entre las escalas y el nivel de hacinamiento, ya que todos los valores
estadísticos superan el valor de α = .05.
Muestra no clínica
Sexo del niño.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en la
escala problemas de atención (sig. = .030; α = .05). Los niños tienen una media
de 3.34 y las niñas de 2.67. Los niños presentaron mayor proporción de
problemas de atención con una diferencia estadísticamente significativa –Tabla 2.
Edad del niño.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en las
escalas agresividad (sig. = .021; α = .05) y externalizante (sig. = .032; α =
.05). A medida que aumenta la edad del niño, disminuyen los valores promedios.
Grado que cursa el
niño.
Se hallaron valores estadísticamente significativos en la escala
retraimiento (sig. = .024; α = .05), a mayor grado escolar aumentan los valores
promedio.
Edad de la madre.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en todas
las escalas, con la única excepción de quejas somáticas. En la escala problemas
sexuales (sig. = .002; α = .05), los mayores valores se ubican en los extremos
de los rangos de edad: 25 a 30 años y 46 a 50 años. En retraimiento (sig. =
.000; α = .05) y problemas de pensamiento (sig. = .000; α = .05), los niños
cuyas madres tienen entre 25 y 35 años obtuvieron los mayores puntajes. En
ansioso depresivo (sig. = .000; α = .05), obtuvieron mayor puntaje cuando la
madre tiene entre 25 y 40 años. En problemas de atención (sig. = .000; α = .05)
el mayor valor se ubica en el rango de 31 a 35 años. En la escala conducta
antisocial (sig. = .002; α = .05); agresividad (sig. = .007; α = .05);
internalizante (sig. = .000; α = .05) y externalizante (sig. = .001; α=.05) los
valores promedios disminuyen cuando aumenta la edad de la madre.
Edad del padre.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en
retraimiento (sig. = .000; α = .05) en padres de 25 a 30 años y de 41 a 45. En
problemas sociales (sig. = .002; α = .05); ansioso depresivo (sig. = .000; α =
.05); problemas de pensamiento (sig. = .001; α = .05) con padres de 25 a 30
años y de 46 a 50. Las escalas problemas de atención (sig. = .005; α = .05);
conducta antisocial (sig. = .002; α = .05), y agresividad (sig. = .022; α =
.05); internalizante (sig. = .000; α = .05) y externalizante (sig. = .05; α =
.05) están asociadas con padres de 25 a 30 años.
Nivel educativo de
la madre.
Se obtuvieron asociaciones estadísticamente significativas en la
escala problemas sexuales (sig. = .020; α = .05). A menor nivel educativo de la
madre, mayor puntaje en los valores de la escala.
Nivel de
hacinamiento.
Se obtuvieron valores estadísticamente significativos en la
escala ansioso-depresivo (sig. = .020; α = .05); problemas de pensamiento (sig.
= .001; α = .05) e internalizante (sig. = .022; α = .05). A mayor nivel de
hacinamiento, mayores valores en dichas escalas.
No se encontraron asociaciones estadísticamente significativas
entre las escalas y el nivel educativo del padre, ya que todos los valores
estadísticos superan el valor de α = .05.
Discusión
Los resultados de la muestra clínica denotan un deterioro en la
salud mental de los niños y niñas asistidos, respecto de investigaciones
anteriores (Luzzi y Slapak, 2013; Samaniego, 2008). En coincidencia con lo
observado en la mayoría de los servicios de salud mental infantil (López-Soler et al., 2009), los varones
representan una alta proporción en la muestra clínica (69.1 %). Esto podría
indicar que desde la mirada de los agentes de derivación –maestros y
orientadores escolares–, su comportamiento tiene un mayor impacto. La baja
proporción de las niñas (30.9 %), no indicaría que padezcan menos problemas
emocionales. Tal vez las manifestaciones del padecimiento psíquico de las niñas
no son visualizadas fácilmente por los adultos que realizan las derivaciones a
los centros de salud mental infantil. Desde una perspectiva de género, es
posible pensar que algunos comportamientos de las niñas no son entendidos como
manifestaciones de padecimiento al considerarse atributos naturales de las
niñas –docilidad, sumisión, acatamiento– y pueden encubrir cuadros
psicopatológicos. En ese sentido, de acuerdo con otros estudios (Tajer, 2020), habría que preguntarse qué
se considera normal y anormal para cada género.
En cuanto a la edad, la mayor proporción de niños que
participaron de la muestra clínica tenía 6 años, coincidentemente con el inicio
del nivel primario. Estas derivaciones, al inicio de la escolaridad, pueden
responder a la detección temprana de dificultades en el desarrollo de los niños
por parte de los actores del sistema educativo, o también, a cierto grado de
intolerancia por parte de estos frente a las dificultades en la adaptación a la
nueva rutina escolar (Slapak et al., 2002).
Respecto del sexo de los niños y las escalas del CBCL, las niñas
presentan una asociación estadísticamente significativa con quejas somáticas e
internalizante, y los niños con problemas de atención, conducta antisocial,
agresividad y externalizante. Este resultado coincide con estudios nacionales e
internacionales (Luzzi y Slapak, 2013;
Navarro-Pardo et al., 2012; Ocampo y Palos, 2008; Rescorla et al., 2007; Soler et al., 2010). Como ya fue
mencionado, las niñas suelen presentar manifestaciones sintomáticas más
adaptativas en la consideración social, mientras que los niños presentan
síntomas más desadaptativos como nerviosismo, inquietud y desobediencia. La
sintomatología de las niñas es detectada más tardíamente e incluso muchas veces
subdiagnosticada (Cova et al., 2005).
Esto merece particular atención ya que, según los datos de este estudio, la
sintomatología internalizante aumenta a medida que aumenta la edad de los
niños. Debe destacarse que las niñas de la muestra clínica también puntúan alto
en el síndrome externalizante, aunque menos que los niños. Las conductas disruptivas
y agresivas en la niñez, pueden ser expresión de diversa caracterización
psicopatológica, que pueden ser manifestación de defensas maníacas contra
afectos depresivos, sentimientos que surgen ante situaciones de pérdida y
separaciones. El intenso uso de defensas maníacas genera un disturbio
caracterizado por la hiperactividad y la dificultad de concentración. Los altos
puntajes en el síndrome externalizante en los niños y niñas de esta muestra
podrían guardar relación en algunos casos con pérdidas no elaboradas, tales
como la separación de los padres, que en esta muestra constituye el 68.4 %.
Las conductas violentas e impulsivas en niños y niñas suelen
estar relacionadas con dificultades en la capacidad de contención familiar (Lansford, 2019). Los niños y niñas llegan
a la consulta, en su gran mayoría, por la detección del agente escolar. Esto
comporta, como mínimo, cierto grado de negligencia o de desatención por parte
de la familia, ya que según datos recogidos en CBCL y en las historias clínicas
la sintomatología estaba presente al menos un semestre anterior a la consulta.
La menor edad de madres y padres y el menor nivel educativo de
las madres inciden en la sintomatología de los hijos. La menor edad de la madre
está asociada estadísticamente con los mayores puntajes en las escalas
agresividad y externalizante, y la menor edad de los padres con escalas de
síndromes internalizantes y externalizantes. Es probable que la crianza de
niños durante la adolescencia y la incidencia negativa de la vulnerabilidad
socioeconómica obstaculicen el desarrollo de la capacidad de mentalización y la
función reflexiva (Fonagy y Allison, 2014),
necesarias para la contención emocional. El menor nivel educativo de la madre
también está estadísticamente asociado con las escalas agresividad y
externalizante, en ambos sexos, y con síndromes relacionados con la dificultad
para el control de los impulsos agresivos. Estos comportamientos en la niñez
–fallas en el control de los impulsos– suelen relacionarse con una dificultad
de las madres para el desarrollo de la empatía. La capacidad de reflexión del
adulto sobre sí mismo y sobre sus vínculos tempranos, permite una mayor
objetivación de la problemática del hijo y permite abordar la crianza sin
repeticiones patogénicas. En el caso de madres adolescentes, la escolaridad
pudo verse obstaculizada por un embarazo precoz.
En la muestra clínica, el nivel de hacinamiento es muy alto
(42.8 %), pero no se registra una asociación estadísticamente significativa con
alguna de las escalas, probablemente por tratarse de una muestra muy homogénea
socioeconómicamente. Su incidencia debe considerarse en el análisis particular
de cada caso.
Respecto de la muestra no clínica, su estudio mediante el CBCL
funciona como prueba de screening o cribado, que al
aplicarse a personas que a priori se consideran
sanas, constituye una estrategia de prevención para detectar posibles
patologías de forma precoz. En nuestro estudio, al tratarse de una muestra
intencional, no probabilística, los resultados constituyen una orientación
respecto de la salud mental de niños y niñas escolarizados que no reciben
asistencia psicológica.
La distribución por sexo es pareja y el promedio total de
puntajes es menor respecto de otros estudios nacionales (Samaniego, 2008). Respecto del sexo, los
varones presentan puntajes más altos en problemas de atención con una
diferencia estadísticamente significativa. En el resto de las escalas no se
encuentran diferencias importantes entre los valores obtenidos en ambos sexos.
La presencia de problemas de atención en los niños señala la necesidad de
continuar la indagación en estudios posteriores con el objetivo de encontrar
otras problemáticas asociadas. Este dato alerta acerca del impacto que esta
dificultad podría tener en el desempeño académico de los niños y la necesidad
de detección temprana de problemas de aprendizaje incipientes.
También se registra una asociación estadísticamente
significativa en casi todas las escalas de síndromes del CBCL y la edad de la
madre. La madre, en cualquiera de sus rangos de edad, evidencia ser una figura
influyente. Los valores promedio de conducta antisocial, agresividad,
internalizante y externalizante disminuyen a medida que aumenta la edad de la
madre. Las madres más jóvenes podrían tener dificultades en la contención
emocional y en el manejo de los impulsos de sus hijos, condición emocional y
cognitiva, que también se podría pensar respecto de los padres varones más
jóvenes. La edad del padre también se asocia estadísticamente en casi todas las
escalas con rangos de edad variados e incide, fuertemente, en las problemáticas
de los niños.
El nivel educativo de la madre está estadísticamente asociado
con problemas sexuales: a menor nivel educativo, mayor puntaje en los valores
de la escala. Las dificultades en el acceso a la educación suelen estar
relacionadas con prejuicios o mitos sobre la sexualidad. Esto podría explicar
que las madres con menores recursos educativos entiendan ciertas
manifestaciones de la sexualidad de sus hijos como problemáticas.
El nivel de hacinamiento está estadísticamente asociado a las
escalas ansioso depresivo, problemas de pensamiento e internalizante. A mayor
nivel de hacinamiento, mayores valores en esas escalas. La mayor cantidad de
niños en el hogar y el nivel de hacinamiento repercuten en la valoración del sí
mismo; el hacinamiento vulnera el derecho a la privacidad e intimidad, que
complejiza la socialización y educación (Tuñón
y Poy, 2019). Las dificultades de los adultos para reconocer diferencias y
particularidades entre los niños convivientes, seguramente en asociación con
otros factores, favorecen en ellos conductas de retraimiento y otras
modalidades defensivas.
Merece destacarse que, en ambas muestras, el adulto que
respondió el instrumento fue la madre del niño, que alcanzó el 80 % de cada
muestra. Este dato evidencia que las madres continúan siendo aquellas figuras
encargadas de las tareas relacionadas con la crianza y cuidado de los hijos, se
hacen cargo de la salud, educación y actividades deportivas de los niños y
niñas, aun cuando están en pareja. En el mismo sentido, se ha registrado una
elocuente ausencia de datos, en ambas muestras, respecto de los padres varones
de los niños y niñas, que evidencia la ausencia de su figura en la
cotidianeidad de las familias y la existencia de familias monoparentales, en
las cuales solamente la madre es quien está a cargo de la familia.
Algunas reflexiones finales
A partir de los resultados de este estudio se evidencia una asociación
entre la presencia de problemas comportamentales en la niñez y algunas
variables sociodemográficas de las familias.
Son exiguos los estudios epidemiológicos sobre las problemáticas
en salud mental que aquejan a la población infantil en Argentina. Esta carencia
constituye un obstáculo para la creación de programas eficientes en prevención
y detección temprana de problemáticas de salud mental, con el fin de ampliar
las propuestas de atención clínica y capacitar a los profesionales para que las
ofertas logren un impacto certero en la población.
Este estudio se encontró con algunas limitaciones para continuar
el trabajo de campo por las restricciones sanitarias implementadas por la
pandemia de COVID-19. Los datos que aquí se presentan despiertan el interés de
replicar el estudio en ambas muestras y considerar el impacto de la pandemia en
la población, dado un presunto deterioro de las variables sociodemográficas y
las condiciones familiares y educativas de los niños y niñas.
Otra limitación es la homogeneidad socioeconómica de la muestra
clínica. Resulta de interés para futuras indagaciones incluir poblaciones que
pertenezcan a otros sectores sociodemográficos, asistidas en servicios de salud
mental infantil de obras sociales o en forma privada.
A partir de los resultados obtenidos en la muestra no clínica,
en próximas investigaciones sería relevante continuar el estudio a través de
una muestra probabilística, representativa estadísticamente, que permita
efectuar comparaciones tanto con muestras clínicas como con muestras de
diferentes poblaciones.
A pesar de estas limitaciones, este estudio permitió describir,
desde la perspectiva epidemiológica y en forma contemporánea, una muestra
clínica y una muestra no clínica de niños y niñas escolarizados de una misma
localidad. Debe priorizarse la continuidad de una indagación sostenida a los
fines de garantizar un seguimiento de las condiciones de la salud mental,
especialmente de la patología depresiva que se agrava con la mayor edad de
niñas y niños. Resulta de interés ampliar y profundizar el análisis al
incorporar la indagación de problemáticas familiares tales como situaciones de
violencia, consumo de sustancias psicoactivas, situaciones de pérdida, entre
otras problemáticas.
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