Artículos
La teoría del
conflicto sociocognitivo del desarrollo: Una mirada retrospectiva a partir de
investigaciones propias
The theory of
socio-cognitive conflict of development: A retrospective approach from our own
research
Néstor Daniel Roselli nestorroselli@uca.edu.ar.
Universidad Católica Argentina, Argentina
Mariano Castellaro castellaro@irice-conicet.gov.ar
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Nadia Soledad Peralta nperalta@irice-conicet.gov.ar
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
La teoría del conflicto sociocognitivo del desarrollo: Una
mirada retrospectiva a partir de investigaciones propias
Interdisciplinaria,
vol. 39, núm. 3, pp. 275-291,
2022
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
Afines
Los autores/as
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publicación, con el trabajo registrado con la licencia de atribución, no
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Recepción:
22
Enero 2022
Aprobación:
26
Julio 2022
Resumen:
La teoría del conflicto sociocognitivo
del desarrollo cognitivo emerge en la psicología europea en la década de los
70, sobre todo a partir de investigaciones de la llamada Escuela de Psicología
Social de Ginebra, que alcanzó notable difusión en las décadas siguientes.
Representa una postura neopiagetiana crítica que pone el acento en el papel
determinante de la interacción sociocognitiva entre iguales (y más
específicamente de la confrontación de puntos de vista distintos) en el
desarrollo de la inteligencia. En este artículo se analiza la especificidad del
constructo que perimitirá determinar con claridad los elementos teóricos que lo
definen y analizar las confusiones y malos entendidos a que dio lugar la
notable difusión del paradigma en la psicología y la educación. En una segunda
parte se reportan diversas ilustraciones experimentales sobre la temática, fruto
de la labor de un equipo compacto de investigadores del IRICE (CONICET). Se
trata de una selección en torno a tres ejes de extensión del paradigma: el
conflicto como promotor del desarrollo de la operacionalidad formal, el
microanálisis de los tipos y modalidades de conflicto sociocognitivo, y el
papel de este en el aprendizaje de conocimientos y el cambio conceptual. Estas
ilustraciones son solo un ejemplo de la vitalidad que el paradigma generó en el
seno de este equipo de trabajo, y marcan una evolución que también se registra
en el contexto científico global. El artículo también hace referencia a estos
aportes, aunque el acento se pone en las investigaciones propias, entendido
como una muestra de construcción colaborativa.
Palabras clave: desarrollo cognitivo,
conflicto sociocognitivo, interacción sociocognitiva, socioconstructivismo,
descentración cognitiva.
Abstract: The theory of socio-cognitive conflict emerges in European
Psychology in the 1970s, particularly from the research of the social psychology
school of Geneve, that had a strong diffusion in the following years. This
theory represents a neo-piagetian critical view of Piaget’s theory of cognitive
development, in the sense that the attention is focused on the role of peer
socio-cognitive interaction (specifically in the social confrontations of
different points of view) enhancing cognitive growth. The value of the
socio-cognitive conflict promoting cognitive development lies in the
decentration effect that it produces. According to this view, disturbance
resulting from socio-cognitive conflicts gives way to a superior state of
equilibrium. The first part of the article focuses on the theoretical and
methodological analysis of the concept. In that way, two periods are
distinguished in the evolution of the paradigm attending the inclusion of the
communicational analysis of the verbal exchange between subjects. Also, this
analysis refers to many confusions and misunderstandings in the larger
application of the paradigm to psychology and education. The aim of the second
part is to present some experimental illustrations produced by the IRICE
(CONICET) research team’s work. These illustrations concern three conceptual
axes: the application of the paradigm to the development of the formal-logical
intelligence, the microanalysis of modalities and types of socio-cognitive
conflict, and the extended application of the paradigm to the knowledge
learning and conceptual change. The research reported in the first axis
concerns the comparison of two experimental conditions: collaborative (dyads)
and individual problem solving task (problems of Raven’s test), in a sample of
12-13 year old students. The comparison concerns to the performances both in
the experimental treatment and in the individual post-test of equivalent
problems applied to all participants. Results show, in both cases, the
superiority of the collective condition. The second axis focuses on some
studies concerning the modalities and types of socio-cognitive conflicts.
Particularly, a system of categories for the analysis of the social behavior of
children of different ages (4, 8 and 12 years old) in a block construction task
(to build a house) is reported. This system differentiates many kinds of
interactional behavior: dissociation, dominance-submission (both lower social
coordination), cooperation (implicit and explicit) and collaboration (these
three are modalities of higher social coordination). The third axis examines
some illustrations referring to the extension of paradigm to the epistemic learning.
After some references to the difficulty of this extension to the educational
settings, two studies are reported. The first one concerns an experimental
comparison between a collaborative learning condition (dyads) and an individual
learning condition in university students of Psychology and Physics. Also, two
kinds of collaborative learning are considered, one that assures alternating of
participation, the incentive of argumentation and the reciprocal evaluation (in
other words, the promotion of the socio-cognitive conflict), and one that is
carried out without any intervention (spontaneous collaborative learning).
Results show the superiority of the promoting socio-cognitive conflict
condition upon the others, both in a written production and in individual
learning post-tests. In a second research the comparison is between three
instructional modalities to teach an epistemic topic: expositive, participative
(with teacher’s scaffolding) and collaborative (only peers), in students of the
first grade of secondary education (13 years old), in samples taken from two
schools. Results for individual learning show that there are not great
differences between the three modalities when the initial level (pre-test) of
cognitive competence is high, but not if the cognitive level is low; here the
collaborative condition (without scaffolding) has many difficulties. Finally,
the article presents some general conclusions specifically concerning the
socio-cognitive conflict.
Keywords: cognitive
development, socio-cognitive conflict, socio-cognitive interaction,
Socio-constructivism, cognitive decentration.
Introducción
En la década de los 70 emerge con fuerza una propuesta
teórica-experimental neopiagetiana crítica del desarrollo cognitivo que fue
conocida como la Escuela de Psicología Social de Ginebra (Doise y Mugny, 1991; Pérez y Mugny, 1991; Lacasa, 1993). Los promotores más
reconocidos fueron Willem Doise y Gabriel Mugny, a quienes se sumaron Anne
Perret-Clermont, Alain Quiamzade, Fabrizio Butera, Céline Darnon, por citar
solo algunos, que ampliaron el campo conceptual originario (Quiamzade, Mugny y Butera, 2013, 2014). Esta posición teórica, que dio en
llamarse paradigma interaccionista de la inteligencia, psicosociología genética
o socioconstructivismo cognitivo, centró su análisis en el conflicto
sociocognitivo como impulsor del desarrollo cognitivo, por lo que también se la
conoce como teoría del conflicto sociocognitivo. En la cuna de la psicología
genética de Piaget, esta posición teórica confrontó con algunas de sus ideas
ortodoxas y abrió las puertas a una visión renovada del desarrollo cognitivo,
con indudable influencia neovygotskiana, pero con una originalidad y
especificidad teórica que este trabajo se propone rescatar.
Para estos autores, la interacción social es factor determinante
de progreso cognitivo por la multiplicidad (conflictiva) de perspectivas que
convergen y el consiguiente efecto de descentración cognitiva individual que
esto supone (Perret-Clermont, 2022).
El concepto de conflicto cognitivo está implícito en la teoría
de la equilibración, frecuentemente entendido como una perturbación del
equilibrio en la relación sujeto-objeto. Como dice Coll (1991):
“[…] En lo que podríamos llamar la versión ortodoxa piagetiana,
el conflicto cognitivo aparece básicamente como resultado de la falta de
acuerdo entre los esquemas de asimilación del sujeto y la constatación de los
observables físicos correspondientes, o bien como resultado de las
contradicciones internas entre los diferentes esquemas del sujeto” (p. 116).
Para la escuela de psicología social de Ginebra, esta es una
idea individualista del desarrollo. El conflicto cognitivo que posibilita el
progreso operacional es ante todo social, o sea que ocurre en situación de
intercambio (cognitivo) con otros. Antes de ser individual, el conflicto es
social. Es gracias a este que el sujeto puede superar el egocentrismo cognitivo
(centración en sus esquemas propios preexistentes), pues solo a través del
conocimiento de las perspectivas ajenas el sujeto puede modificar sus propios
esquemas (Carugati y Mugny, 1988; Doise y Mugny, 1981; Mugny, De Paolis y Carugati, 1991).
Un ejemplo empírico puede ayudar a comprender esta tesis. Para
un niño que aún no domina la noción de conservación de la longitud, dos
varillas de la misma longitud colocadas paralelamente, si ambos extremos
coinciden, pueden ser reconocidas como iguales de largo. Pero si se desplaza
una de ellas de modo que los extremos dejen de coincidir, el niño juzgará más
larga una de las varillas según la centración parcial que tenga sobre uno de
los extremos del problema (derecho o izquierdo). Obviamente, el niño no
comprende que el desplazamiento de la varilla en una dirección implica una
compensación en el otro sentido y que la reversibilidad puede restituir el
estado anterior de las mismas varillas. Para que el niño se dé cuenta de esto
es necesario que un alter le plantee explícitamente
una centración alternativa y contradictoria (el otro extremo de las varillas),
lo que creará una perturbación a la vez social e intraindividual que permitirá
acceder a un esquema cognitivo superador de esta contradicción. Esto se puede
lograr con un montaje social muy simple: ubicar a dos niños (sin el dominio de
la noción de conservación de la longitud) frente a la tarea en posición
enfrentada.
La novedad del paradigma interaccionista consiste en que lo que
era un factor de facilitación en Piaget, se transforma en factor determinante.
Pero no toda oposición de puntos de vista conduce al progreso cognitivo. En
primer lugar, se requiere un cierto nivel de competencia inicial en la función
cognitiva en juego. La hipótesis interaccionista se verifica solo en niveles de
transición del pensamiento. En segundo lugar, es fundamental que los sujetos
tomen conciencia de la pluralidad de perspectivas (metacognición) y discutan
epistémicamente en torno a ello. En otras palabras, la gestión del conflicto
debe ser cognitiva y no meramente relacional (De Paolis y Mugny, 1988; Zittoun, 1997). Uno de los recursos
metodológicos utilizados para garantizar la discusión y la coordinación
integradora de los puntos de vista diferentes es requerir a los sujetos una
solución de consenso (por ejemplo, plantear tareas que demanden intrínsecamente
la coordinación de perspectivas). El valor y la originalidad de esta teoría
reside en destacar la posibilidad del progreso cognitivo a partir de la
confrontación entre sujetos igualmente incompetentes (sin ningún tipo de ayuda
competente o experta) en una determinada función lógica.
La noción de conflicto sociocognitivo no tiene una versión
unívoca. Algunos autores (Gilly, 1992,
1998) adoptan una semántica más
extendida que incluye no solo la oposición explícita, sino también lo que es el
conflicto implícito a partir de una propuesta alternativa o curso de acción
diferente (en la ejecución de una tarea).
También hay que destacar que las tareas que se vehiculizan en
los diversos experimentos propuestos en la etapa fundacional son de muy
diversos tipos, aunque todas están dirigidas a crear situaciones de conflicto
sociocognitivo entre díadas de niños y niñas en el período de transición a la
operacionalidad lógica objetiva (5-6 años). Una de dichas tareas es ponerse de
acuerdo para repartir en partes iguales jugo de fruta en recipientes de volumen
diferente (conservación de líquido); otra es tener que coordinar, de manera
conjunta, el trazo de un lápiz sujeto a una polea única; otra, tener que
ponerse de acuerdo para trasladar piezas (casitas) a un plano rotado a 45, 90 y
180 grados, con cada niño ubicado en posiciones enfrentadas; una más sería
tener que reconocer la igualdad numérica de un conjunto de elementos alineados
en longitudes diferentes (igualdad numérica). Estas diferentes tareas implican,
además del conflicto sociocognitivo presente en todas, distintos aspectos
complementarios. Precisamente, es a partir de estos aspectos complementarios
diferenciales que se abrieron líneas de investigación distintas, que sin
renunciar a la centración en el conflicto sociocognitivo, enfatizaron otros
aspectos incipientemente insinuados en las formulaciones iniciales (Rojas-Drummond, 2009). El objetivo básico
de este trabajo es explicitar las derivaciones más importantes que inspiró la
teoría del conflicto sociocognitivo a lo largo de los años posteriores. Muchas
de estas derivaciones aparecen con rótulos teóricos nuevos, enmarcadas en
teorías o líneas más abarcativas, pero es innegable la inspiración subyacente
del paradigma propuesto por la escuela ginebrina crítica. Algunos de estos
rótulos ampliatorios son: aprendizaje colaborativo, aprendizaje cooperativo,
cognición distribuida, socioconstructivismo cognitivo, aprendizaje entre
iguales, interacción sociocognitiva entre pares, tutoría entre pares”, e
incluso algunos más generales como psicología social de la construcción del
conocimiento (tanto en el desarrollo como en el ámbito escolar), teoría de la
argumentación (centrada en el discurso argumentativo y contraargumentativo),
teoría de la intersubjetividad (de inspiración neovygotskiana o
histórico-cultural, con el acento puesto en el andamiaje recíproco),
aprendizaje en equipo” (como estrategia de enseñanza), por citar los más
usuales. Esto habla del carácter inclusivo del concepto conflicto
sociocognitivo, presente como trasfondo de problemáticas muy diversas. Esta
diversificación fue producto de una evolución histórica que tuvo como punto de
partida el ámbito experimental acotado a una psicología social del desarrollo.
Aquí se imponen ciertas aclaraciones. La teoría del conflicto
sociocognitivo ha recibido varias críticas (Fernández
Berrocal y Melero Zabal, 1995). La más importante tiene que ver con el
papel determinante central del desarrollo cognitivo que se le suele otorgar. Al
respecto, se ha señalado que no se debe olvidar la importancia de la relación
cognitiva madre/padre-hijo y del rol del experto adulto, sobre todo en la
escolaridad formal (Zittoun, 1997).
Tampoco se debería olvidar que el conflicto no es el único factor de progreso
cognitivo reconocible en la interacción entre iguales –por ejemplo, fenómenos
de tutoría enseñante y estimulación recíproca– (Batista y Rodrigo, 2002). Por eso, muchos
prefieren considerar el conflicto sociocognitivo como un factor facilitador del
desarrollo, más que determinante o, como en el caso de Gilly (1992) ya aludido, quitarle el
sentido de confrontación.
Precisamente, para superar ciertas limitaciones de los
experimentos fundacionales, se suele hablar de una segunda generación dentro de
este paradigma, iniciada por Perret-Clermont
(1984), que se focalizó en el análisis del proceso comunicacional de la
interacción, y no solo en el registro de las respuestas o resultados. Este
análisis permite identificar con mayor precisión las situaciones específicas de
conflicto sociocognitivo y diferenciarlas de otros fenómenos interactivos. Es
en esta línea que se ubican en general las investigaciones para este artículo.
Una distinción fundamental que debe hacerse es entre aquellas situaciones de
real conflicto sociocognitivo epistémico -que conduce a una superación
cognitiva individual- y regulaciones puramente relacionales, tal como un mero
conflicto de competencia y afirmación identitaria (Darnon, Butera y Mugny, 2008; Zittoun, 1997). También es importante no
confundir con los procesos subyacentes de enseñanza, sobre todo cuando el alter es alguien de mayor experticia o competencia
cognitiva. En el fondo, se trata del control de procesos de influencia social,
que van más allá de lo puramente cognitivo (Pérez
y Mugny, 1993). Incluso se ha vinculado al conflicto cognitivo microsocial
con fenómenos de conflicto macrosocial, tal como el de minorías versus mayorías (Staerklé
y Butera, 2017),
Precisamente, uno de los desafíos metodológicos que plantea la
investigación sobre el conflicto sociocognitivo es lograr la focalización
exclusiva en el fenómeno estudiado y evitar la contaminación con otros aspectos
propios de la interacción social. En efecto, la extensión del paradigma a otros
dominios -en especial al aprendizaje de conocimientos, como se verá después-
produce muchas veces una contaminación teórica-metodológica, en la que se
mezclan consideraciones de la teoría del conflicto sociocognitivo con otras
referencias teóricas. Es por eso que este artículo se circunscribirá a una
mirada ortodoxa del conflicto sociocognitivo y reportará hallazgos de
investigaciones propias específicamente centradas en este. Ello implica diseños
metodológicos muy puros para evitar las contaminaciones teórico-metodológicas
referidas anteriormente. Esto permite sacar conclusiones válidas
específicamente para el fenómeno estudiado, sin pretender agotar la riqueza
fenoménica de la interacción sociocognitiva entre iguales. Así, este centro
puesto en el análisis específico del conflicto sociocognitivo es el valor
fundamental del artículo. En él se presentan ilustraciones experimentales
propias referidas a una diversidad de dominios, siempre, no está demás
repetirlo, encuadradas en la ortodoxia del paradigma. Por supuesto, se trata de
una selección de ilustraciones experimentales destinadas a mostrar de manera
general tres destacables derivaciones a que el paradigma interaccionista dio
lugar. Cuando se habla de investigaciones propias no se alude a una autoría
personal, sino a producciones de equipo de un grupo de investigadores
realizadas sobre la temática, en el seno del Instituto Rosario de
Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE), de Argentina. El centrarse
solo en investigaciones producidas en un contexto local permite visualizar de
modo concreto la evolución progresiva que tuvo la investigación dentro de esta
corriente, de la mano de un desarrollo que también tuvo expresiones en la
comunidad científica global, sobre todo europea. Es también un reconocimiento a
los colegas que inspiraron los aportes de esta investigación a lo largo de
muchos años.
Si bien el núcleo fundacional de la teoría del conflicto
sociocognitivo fue la escuela de psicología social de Ginebra (Doise y Mugny, 1981, 1991), pronto se expandió por otras
universidades suizas, principalmente Neuchâtel, de la mano de Perret-Clermont,
y Lausanne, merced al trabajo de Butera y Quiamzade, y europeas en general (ver
Gilly, 1998; y Perret-Clermont, 2022 para estos
desarrollos). Incluso la expansión alcanzó un nivel global –y este trabajo es
una muestra–, aunque, como se dijo, muchas veces en una formulación compartida
con corrientes encuadradas en un socioconstructivismo más genérico. En este
sentido, cabe una referencia a las corrientes norteamericanas referidas al
aprendizaje cooperativo (Johnson y Johnson, Slavin) y neovygotskianas (Cole,
Tudge, Rogoff), expresiones de este socioconstructivismo ampliado (ver Melero Zabal y Fernández Berrocal, 1995).
La extensión del paradigma del conflicto sociocognitivo
al desarrollo del pensamiento lógico formal
Como se dijo, las investigaciones fundacionales del paradigma se
centraron en el período de acceso de la operacionalidad concreta (5-6 años).
Quedaba pues intentar una verificación experimental del paradigma en un período
más avanzado del desarrollo lógico (12-13 años). Es lo que se intentó en la investigación
que se expone (Roselli, 1983). Al
reproducir el diseño metodológico básico propuesto por la Escuela de Ginebra,
se planteó una comparación entre una condición experimental (resolución diádica
de problemas lógicos extraídos del test de inteligencia de Raven) y una
condición de control (resolución individual de los mismos problemas a una
muestra equivalente). El diseño fue de pretest/tratamiento
experimental/postest. El pretest consistió en la aplicación de una serie de 11
problemas a cuatro divisiones de primer año del ciclo secundario (13 años en
promedio), a partir del cual se formaron 11 ternas de alumnos en base a una
igualdad de performance, tanto a nivel general
(puntajes ubicados todos en el nivel medio de la escala) como a nivel de
problemas específicos no resueltos correctamente por los integrantes de cada
terna. Esto permitió asegurar una total homogeneidad entre las dos muestras
(muestras relacionadas), lo que garantizó la igualdad de incompetencia al
interior de cada díada y neutralizó cualquier sesgo de enseñanza por parte de
los sujetos más competentes. Incluso se tuvo en cuenta que las respuestas
incorrectas no fueran las mismas al interior de cada díada (hay que recordar
que cada problema del test Raven propone ocho opciones de respuesta, de las
cuales solo una es la correcta). En otras palabras, se cuidó de crear las
condiciones metodológicas exigidas por el paradigma: igualdad de incompetencia
(ubicable en un nivel de transición a la lógica correcta), diversidad de
perspectivas y gestión cognitiva del conflicto.
Una semana después del pretest, ya constituidas las ternas en
base a los resultados, se realizó el tratamiento experimental que, para la
condición experimental, consistió en la resolución en equipo de problemas
paralelos a los no resueltos correctamente en el pretest, y, para la condición
de control, consistió en la resolución individual de los mismos problemas. Como
se aprecia, se recurrió a la estrategia de solicitar (en el caso de las díadas)
una respuesta colaborativa para asegurar un real intercambio cognitivo y una
discusión argumentativa. Inmediatamente después del tratamiento experimental se
realizó el postest, individual en todos los casos, en el que se reiteraron los
problemas no resueltos del pretest. Es importante señalar que, tanto en la fase
de tratamiento experimental como en la de postest, las respuestas fueron
evaluadas en base a un interrogatorio clínico (diádico o individual según el
caso) de los sujetos sobre el criterio empleado. Así, las respuestas pudieron
ser evaluadas no de manera dicotómica (correcta-incorrecta), sino incorporando
un grado intermedio (.50 punto). Este complemento metodológico, inscripto en la
más pura tradición piagetiana, ya había sido incorporado por la Escuela de
Psicología Social de Ginebra.
Siguiendo la tradición del paradigma, el análisis de los
resultados comparó tanto las performances de la
condición experimental y de control referidas al tratamiento experimental, como
las referidas al postest individual. La Tabla 1 presenta, de
manera simplificada, ambos resultados.
Tabla 1
Tratamiento
experimental |
Postest individual |
|||
Condición colectiva |
Condición individual |
Condición colectiva |
Condición individual |
|
M |
1.13 |
0.59 |
1.27 |
0.50 |
SD |
0.55 |
0.43 |
1.25 |
0.70 |
Nota: En ambos casos, el test de Wilcoxon otorga p < .025. Para el
tratamiento experimental el tamaño del efecto es: d de Cohen: 1.09, r: .47.
Para el postest individual el tamaño del efecto es: d de Cohen: .76, r: .35.
En conclusión, los resultados son ampliamente coincidentes con
los de las investigaciones fundantes del paradigma, lo que demuestra que el
conflicto sociocognitivo produce no solo una mejor performance
diádica respecto a la individual, sino un posterior efecto de avance
individual. Es notable que el estricto dispositivo metodológico empleado, al
neutralizar explicaciones alternativas, habilita a atribuir al conflicto
sociocognitivo los efectos benéficos señalados. Tal como lo señalan Fawcett y Garton (2005), estos efectos
positivos requieren un real intercambio argumentativo, como ocurrió en este
caso.
Modalidades y tipos
de conflicto sociocognitivo
Una limitación inicial del paradigma del conflicto
sociocognitivo fue la prescindencia de un microanálisis comunicacional de la
interacción que permitiera identificar distintas modalidades interactivas y
distintos tipos de conflicto. Como ya se dijo, Perret-Clermont (1984) fue la iniciadora
de una corriente que enriqueció al paradigma en este aspecto, a la que se
sumaron otros aportes (Perret-Clermont y
Nicolet, 1992; Perret-Clermont et al.,
2015). En el presente estudio, diversas investigaciones apuntaron a
identificar distintas modalidades interactivas, tanto en tareas lógicas (Roselli, 1999), como en el aprendizaje
colaborativo de conocimientos (Roselli et
al., 1993, 1995). A modo de
ejemplo se destacan dos modalidades especialmente importantes.
En una de ellas (Peralta y
Roselli, 2016), a partir del análisis de las interacciones verbales en el
aprendizaje colaborativo de conocimientos, se diferenciaron tres tipos de
conflictos en díadas de estudiantes universitarios: el conflicto no-cognitivo o
puramente relacional; el conflicto sociocognitivo ortodoxo o de confrontación
argumentada de puntos de vista distintos, y el conflicto sociocognitivo
ampliado que, según Gilly (1992),
implica aportes complementarios en el marco de una construcción intersubjetiva
integrada. Cada una de las 24 díadas analizadas (12 de estudiantes de Física y
12 de Psicología) registró la predominancia de uno u otro tipo de conflicto. La
distinción entre situaciones de conflicto meramente relacional y las que
implican un auténtico trabajo sociocognitivo resulta fundamental dentro del
paradigma socioconstructivo del desarrollo (Darnon
et al., 2008: Darnon et al., 2010;
Staerklé y Butera, 2017). También es
importante la distinción entre negociación de significados y construcción
intersubjetiva integrada. Esta distinción entre negociación y construcción
intersubjetiva se encuentra en diferentes autores (Mejía-Arauz et al., 2018) y remite a
fuentes teóricas diferentes: neopiagetiana y neovygotskiana.
Otra investigación a destacar del equipo es la de Castellaro (2013) y Castellaro y Roselli (2015), en la que se
analiza el comportamiento y la verbalización de díadas colaborativas de niño de
4, 8 y 12 años en la ejecución conjunta de dos tipos de tarea: construcción de
una casa con bloques y dibujo libre. En el análisis del comportamiento social
de ejecución de ambas tareas, se propuso el siguiente sistema categorial,
aplicado a cada uno de los segmentos temporales de 10 segundos de ejecución
diádica de la tarea (Tabla 2).
Posteriormente, se pudo establecer el patrón predominante de cada ejecución en
función del peso relativo de cada categoría.
Tabla 2
Sistema de categorías
para el análisis del comportamiento social de ejecución de la tarea
Cantidad de
participantes que ejecutan acciones |
Sentido de las
acciones en función de una producción común |
Regulación de la
distribución de funciones |
Comentarios
adicionales |
|
Disociación (DI) |
Dos |
Cada participante
orienta sus acciones hacia la realización de un producto individual y no
integrado respecto al elaborado por su compañero (dos producciones disociadas
entre sí). |
No corresponde |
|
Uno |
El participante que
trabaja orienta sus acciones hacia la realización de un producto individual.
El otro individuo no trabaja con los materiales y se muestra indiferente
respecto a las acciones del compañero. |
Algunos indicadores
complementarios de disociación en el sujeto que no trabaja: no observa la
tarea; no manipula materiales; postura corporal pasiva (por ejemplo,
recostado sobre la mesa). |
||
Dominio-sumisión
(DO) |
Uno |
El participante que
trabaja orienta sus acciones hacia la realización de un producto individual.
El otro individuo no trabaja con los materiales, pero participa pasivamente
de la acción colectiva, a partir de la observación silenciosa y una atención
sostenida a la actividad individual del compañero. |
No corresponde |
A diferencia del
código anterior (DI), el niño que no trabaja no mantiene una actitud de
indiferencia absoluta sobre la tarea, sino que está atento y observa, aunque
sin participar en la toma de decisiones y/o ejecución de acciones
(pasividad). Este patrón de interacción se puede originar a partir de tres
situaciones: a) el que actúa impone sobre su compañero una actitud de dominio
(coacción), impidiéndole participar. Acciones específicas: quitarle
materiales que está utilizando; interrumpir su verbalización o acción sobre
los materiales; sustraer de modo arbitrario una pieza colocada por el otro;
impedir su participación; b) un sujeto adopta una actitud pasiva por propia
iniciativa, dejando la decisión de las acciones en manos de su compañero; c)
uno de los participantes monopoliza la ejecución de la tarea y,
coactivamente, intenta sumar al otro como colaborador de su propio accionar. |
Tabla 2 (Cont.)
Sistema de categorías
para el análisis del comportamiento social de ejecución de la tarea
Cooperación
implícita (CPi) |
Dos |
Cada participante
orienta sus acciones hacia la realización de un aspecto específico de la
tarea, para ensamblar posteriormente ambas producciones y lograr una
integración final colectiva. |
Cada participante
asume una función específica de manera espontánea, sin apelar a una
explicitación verbal. |
Un indicador
habitual es el recurrente monitoreo visual de cada sujeto respecto a lo que
hace el compañero, como mecanismo de coordinación alternativo al acuerdo
verbal. |
Cooperación
explícita (CPe) |
Dos |
Cada participante
asume una función específica a partir de una explicitación verbal previa. |
La regulación social
se produce por un acuerdo verbal entre ambos o cuando uno de ellos explicita
al compañero la asunción próxima de una función o rol específico. |
|
Colaboración (CO) |
Dos (Opción: uno
ejecuta las acciones ideadas por ambos, quienes se encuentran implicados en
la construcción conjunta de estrategias y soluciones) |
Las acciones están
orientadas hacia la realización de un producto colectivo, a partir de las
estrategias construidas colectivamente por ambos sujetos. |
Ambos se encargan de
resolver conjunta y simultáneamente un mismo aspecto de la tarea. |
Ambos individuos
participan equitativa y simétricamente en la resolución de un mismo aspecto
de la tarea, proponiendo alternadamente ideas, soluciones, sugerencias,
correcciones, etcétera. |
Conversación
pertinente a la tarea sin manipulación (AE+) |
Ninguno ejecuta
acciones |
No corresponde |
No corresponde |
Ambos detienen la
acción con el fin de dialogar y planificar estrategias de resolución sobre la
tarea, reevaluar y corregir una acción, y/o definir explícitamente roles. |
Conversación ajena a
la tarea sin manipulación (AE-) |
Ninguno ejecuta
acciones |
No corresponde |
No corresponde |
Ambos detienen la
acción para dialogar sobre temas ajenos e irrelevantes a la resolución de la
tarea. También puede ocurrir que directamente no emitan verbalizaciones. |
Las modalidades interactivas que permite distinguir este sistema
categorial son bastante coincidentes con las clásicas etapas evolutivas de la
socialización propuestas por Piaget (egocentrismo, relación dependiente
niño-adulto, relación simétrica entre iguales), que inspiraron la tipología
desarrollada en otras investigaciones (Roselli
et al., 1993, 1995). También son
congruentes con la ya aludida distinción entre negociación y construcción
intersubjetiva, y con la distinción entre modalidad individual-instructiva y
constructiva-plural (Roselli, 1999).
Extensión del
paradigma al ámbito escolar
Por último, y esto tiene que ver ya con el aprendizaje escolar
de conocimientos y el cambio conceptual, la teoría del conflicto sociocognitivo
puede trascender los límites de una psicología social genética y proporcionar
un marco sugerente para iluminar ciertos procesos instruccionales. La extensión
del paradigma al aprendizaje de conocimientos, sobre todo en contextos
educativos formales, es quizás la más común. El análisis del discurso áulico y
la comunicación educativa (Coll y Edwards,
1996; Mercer, 2010; Muller y Perret-Clermont, 2009) ha
registrado desde las dos últimas décadas del siglo pasado un fuerte desarrollo,
lo que permitió un microanálisis comunicacional preciso del intercambio
enseñante docente-alumnos y entre pares-alumnos.
La práctica educativa formal, realizada básicamente en contextos
sociales, genera situaciones de intercambio y confrontación permanentes. Se
podría decir que el conflicto sociocognitivo es una de las bases de la
construcción áulica del conocimiento. Cuando hay múltiples actores el conflicto
de puntos de vista y de representaciones mentales es insoslayable. Y es bueno
que sea así. Es más, el docente no tiene que asumir esa pluralidad de
perspectivas como un factor negativo y perturbador, sino como la ocasión de un
enriquecimiento conceptual o, si se lo mira con los ojos de la teoría del
conflicto sociocognitivo, como el prerrequisito para un auténtico aprendizaje (Buchs et al., 2008; Darnon et al., 2008). Para esta teoría,
el único consenso cognitivo válido es el que está precedido de una real
confrontación. Es por ello que el estímulo de la multiplicidad de perspectivas,
y sobre todo de su explicitación, debe guiar la acción docente. El conflicto
sociocognitivo puede transformarse en un importante recurso didáctico, esto es,
convertirse en una estrategia de enseñanza (Darnon
et al. 2008; Perret-Clermont y
Nicolet, 1992).
Un ejemplo puede ayudar a comprenderlo: en una de las
investigaciones realizadas para este trabajo (Roselli, 2002) se le preguntó a
un grupo de alumnos “¿Por qué vuela un avión?, ¿por qué no se cae?”. Las
respuestas iniciales eran diversas: “porque son livianos; están hechos de un
material especial”, “por el diseño”, “porque tienen alas”, “por el impulso que
toman”, “por la velocidad a la que van”, “porque vencen la resistencia del
aire”, “porque se apoyan en el aire”, “porque la presión en lo alto es menor
que la presión en la tierra”, y muchas más. Curiosamente, todas son erróneas y,
sin embargo, todas tienen que ver o aportan algo a la respuesta correcta, que
básicamente remite a una diferencia de presión entre el aire que circula en la
parte superior del avión y el que circula en la parte inferior. Pero esta
diferencia de presión tiene que ver con la velocidad del desplazamiento del
móvil, con su volumen y peso, con el diseño de su fuselaje y de sus alas, con
el tipo de materia que es el aire, y en general con todos los emergentes
grupales. Precisamente, la confrontación de todas estas perspectivas cognitivas
permitió acceder (construir, si se quiere) a un consenso superador que implicó
un salto cualitativo respecto a las opiniones iniciales.
Con todo, la extensión del paradigma del conflicto
sociocognitivo al aprendizaje de conocimientos no es tarea metodológicamente
fácil. En primer lugar, corresponde decir que aquí no sea trata solamente de
procesos lógicos, ya que el contenido interviene activamente. Aprender un
conocimiento supone razonar conceptualmente en base a informaciones; debe
haber, pues, una fuente proveedora de la materia prima que permita una
construcción conceptual. Surge así la figura del experto que, de manera más o
menos directa, asegura el contenido básico. Se suele hablar de andamiaje: aquí
la teoría neovygotskiana de la intersubjetividad se presenta como un elemento
teórico difícil de separar de la teoría del conflicto sociocognitivo (elemento
competitivo o complementario, como quiera mirárselo). Pero, además, el
aprendizaje de conocimientos se produce normalmente en contextos formales, en
los que es difícil plantear diseños experimentales rigurosos que permitan el
control de variables y las posibles explicaciones alternativas. Esto convoca a
definir el objeto de investigación de una manera holística. Es lo que ocurre,
por ejemplo, con el campo del aprendizaje colaborativo, constructo teóricamente
complejo, en el que concurre tanto el paradigma del conflicto sociocognitivo
como la teoría neovygotskiana de la intersubjetividad y la teoría de la
cognición distribuida, entre otras (Alam y
Rosemberg, 2009; Peralta, 2010).
Sin duda, el cambio conceptual que supone todo aprendizaje es un fenómeno
complejo y reclama el reconocimiento de múltiples factores, como lo hacen notar
muchos investigadores (Carretero, 2013; Limon, 2001). Lo más común es comparar
los logros de aprendizaje colaborativo con los de aprendizaje no colaborativo,
sea este individual o de escasa interacción horizontal entre aprendices (Roselli, 2002). La dificultad
metodológica en el análisis de la interacción entre aprendices consiste en
identificar situaciones dialógicas de conflicto sociocognitivo y diferenciarlas
de las constructivas no conflictivas. Para ello, se hace necesario un
microanálisis pormenorizado de la interacción, tanto verbal como
comportamental. En otras palabras, para el análisis específico del conflicto
sociocognitivo al interior de situaciones de aprendizaje colaborativo se hace
necesario el microanálisis de la modalidad interactiva, tal como se propuso en
el apartado anterior. En este contexto, plantear un análisis centrado
específicamente en el conflicto sociocognitivo es un desafío difícil. Diversas
investigaciones se han ocupado del análisis del discurso de situaciones educativas
(Baker, 2020, 2016; Hennessy
et al., 2016; Mercer, 2010; Van der Veen y Van Oers, 2017). Sin
embargo, en general estos análisis no se han centrado específicamente en el
conflicto sociocognitivo. Seguidamente se describe una intervención que intenta
una aproximación al aprendizaje de conocimientos desde la óptica específica de
la teoría del conflicto sociocognitivo (Peralta
et al., 2012).
Esta intervención, realizada en díadas de alumnos de dos
cátedras universitarias (Física I de una Facultad de Ciencias Exactas, y
Psicometría de una Facultad de Psicología), tuvo por objetivo manipular
experimentalmente la producción de conflictos sociocognitivos. Se buscó
incentivar la interacción argumentativa conducente a la confrontación de puntos
de vista distintos junto con la alternancia de la participación y de los roles
(básicamente en la lectura y escritura) y el incentivo sistemático de la
escucha y evaluación del otro.
Los alumnos tenían que estudiar juntos un texto disciplinar ofrecido,
y la intervención del docente estuvo fundamentalmente dirigida a insertar la
colaboración en un marco de pluralismo cognitivo, haciendo explícitas las
situaciones de disidencia sociocognitiva y fomentando la participación
equitativa, la escucha del otro y la evaluación recíproca. Metodológicamente se
compararon una condición experimental de estudio-aprendizaje diádico basado en
el fomento del conflicto sociocognitivo (GE), una condición de control de
estudio-aprendizaje diádico espontáneo (GCI) y una condición de control de
estudio-aprendizaje individual (GCII).
La hipótesis que guio esta investigación-acción, que recibió un
significativo apoyo empírico, fue que el incentivo del conflicto sociocognitivo
en contextos de interacción colaborativa posibilita una construcción
sociocognitiva más rica y plural. El incentivo de las diferencias de puntos de
vista y la explicitación de estas diferencias, unido a la participación
simétrica, la alternancia de roles, la escucha del otro y la evaluación recíproca,
involucra a los sujetos en una auténtica colaboración y enriquece la
construcción colaborativa. La posibilidad de una real confrontación
sociocognitiva (esto es, argumentativa) mejora la colaboración en sí misma y,
por ende, el aprendizaje individual logrado por cada uno (postests
individuales).
La Tabla 3 permite comparar los distintos
niveles de calidad de las producciones escritas realizadas durante el proceso
de aprendizaje. La Tabla 4 muestra los resultados de los
postests individuales, o sea el aprendizaje logrado.
Tabla 3
Puntaje de calidad de
las producciones escritas de los estudiantes de Psicología y Física en las tres
condiciones experimentales
Nota: La escala va de 0 a 5GE: grupo experimentalGCI: grupo control diádico espontáneoGCII: grupo control individual* Tamaño del efecto: d de Cohen : .59, r : .28** Tamaño del efecto: d de Cohen : 1.44; r :.58.*** Tamaño del efecto: d de Cohen: .67, r: .32**** Tamaño del efecto: d de Cohen: 1.16, r: .50.
Tabla 4
Resultados de los
postests individuales de los estudiantes de Psicología y Física
Nota: La escala va de 0 a 100.GE: grupo experimentalGCI: grupo control diádico espontáneoGCII: grupo control individual.* Tamaño del efecto: d de Cohen: .63, r: .30** Tamaño del efecto: d de Cohen: .71; r:.33*** Tamaño del efecto: d de Cohen: .63, r: .30**** Tamaño del efecto: d de Cohen: 1.55, r: .61
Resulta evidente la superioridad de la condición intervenida
respecto de las otras dos (la colectiva espontánea y la individual), tanto en
lo que hace a la calidad de las producciones escritas como en el aprendizaje
individual logrado.
Una investigación complementaria, esta vez con grupos de cinco
alumnos de primer año del ciclo secundario (13 años), comparó tres modalidades
de enseñanza-aprendizaje epistémica: expositiva, participativa y colaborativa (Roselli, 2002). Aunque el conflicto
sociocognitivo fue analizado en el contexto más general de la colaboración
entre pares, los resultados fueron interesantes por cuanto permitieron separar
metodológicamente una modalidad neovygotskiana de enseñanza basada en el
andamiaje del docente (participativa), de una modalidad totalmente
colaborativa, prescindente de tutoría experta (salvo un material de apoyo muy
indirecto). Los resultados mostraron que los logros del aprendizaje de la
modalidad colaborativa fueron notables y no se alejaban mucho de los obtenidos
con las otras modalidades. Pero estos logros del aprendizaje autogestionado se
obtuvieron en una escuela privada de nivel socioeconómico medio-alto (Rosario).
El resultado fue diferente en otra escuela de nivel social desfavorable
(Paraná), de menor nivel cognitivo promedio. Esto puede ser leído como la
necesidad de un cierto nivel de competencia cognitiva con respecto a la tarea
para que el conflicto sociocognitivo pueda promover desarrollo, en este caso
conceptual (Tabla 5).
Tabla 5
Logros de aprendizaje
–postests de los ítems conceptuales centrales– de las tres modalidades de
enseñanza
Mdn |
R |
SD |
n |
|||
Rosario |
Expositiva |
11.00 |
11 |
7 |
2.12 |
9 |
Participativa |
11.21 |
12 |
7 |
2.01 |
14 |
|
Colaborativa |
11.64 |
12 |
5 |
2.01 |
11 |
|
Paraná |
Expositiva |
9.50 |
10 |
8 |
2.27 |
10 |
Participativa |
10.60 |
12 |
9 |
2.84 |
10 |
|
Colaborativa |
7.00 |
7 |
4 |
1.32 |
9 |
Nota: la escala va de 4 a 16. La prueba de Kruskal-Wallis no otorga
significatividad estadística en el caso de Rosario, aunque sí en Paraná (p =
.011). Tamaño del efecto comparación entre Modalidad Expositiva y Colaborativa
en Paraná d de Cohen: 1.34, r: .55.
Conclusión final
Las ilustraciones presentadas en este artículo se refieren solo
a los tres grandes ejes nombrados, y han omitido aportes del equipo referidos a
otros aspectos vinculados con la teoría del conflicto sociocognitivo, tal como
el de la simetría-asimetría de competencia, los procesos tutoriales recíprocos,
los distintos tipos de tareas y epistemes, el análisis argumental, los nuevos
entornos tecnológicos y los diferentes contextos sociales y etarios. También se
podría objetar el hincapié en los aportes propios. Una vez aclarado que tales
aportes se inscriben en la evolución del paradigma a escala global, se concluye
que mostrar el proceso de construcción epistémica al interior de un sistema
científico local es una manera de probar la bondad del socioconstructivismo
colaborativo como práctica de investigación. Finalmente, corresponde enfatizar
que los aportes presentados se refieren específicamente al constructo
teórico-metodológico del conflicto sociocognitivo, para evitar contaminaciones
y confusiones con otros enfoques. Quizás la dificultad mayor, tanto teórica
como metodológica, sea la diferenciación con las teorías neovygotskianas del
andamiaje (scaffolding), que involucran tanto la
interacción tutorial experto-no experto, como las tutorías espontáneas entre
pares. Esto no niega la posibilidad de un enfoque plural, complementario e
integrado de perspectivas, pero no anula la necesidad de diferenciación que
rescata el valor de la especificidad, sobre todo en el plano de la
investigación empírica.
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"HIGS" (2022-12-10)