Artículos
Efectos del apoyo al
ambiente familiar en el lenguaje y la alfabetización de niños de 4 a 6 años en
contextos desfavorecidos
Effects of family
literacy workshops in literacy skills development among 4–6-year-old children
from low socioeconomic status
Pelusa Orellana porellan@uandes.cl
Universidad de los Andes,
Chile
María Francisca Valenzuela mvalenzuela@uandes.cl
Universidad de los Andes,
Chile
Malva Villalón malvavillalon@fundacionalma.cl
Fundación ALMA, Chile
Magdalena Rosati magdalenarosati@fundacionalma.cl
Fundación ALMA, Chile
Efectos del apoyo al ambiente familiar en el lenguaje y la
alfabetización de niños de 4 a 6 años en contextos desfavorecidos
Interdisciplinaria,
vol. 39, núm. 3, pp. 107-122,
2022
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
Afines
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publicación, con el trabajo registrado con la licencia de atribución, no
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Recepción:
15
Noviembre 2021
Aprobación:
23
Agosto 2022
Resumen:
En las últimas décadas han surgido
distintas iniciativas de alfabetización familiar para contribuir al desarrollo
de las habilidades de lectura y escritura a través de experiencias lingüísticas
tempranas de alta calidad, que compensan las brechas de origen socioeconómico
en la población infantil. Este estudio da cuenta de las mejoras obtenidas por
estudiantes chilenos de los dos últimos años de preescolar (prekindergarten y
kindergarten) de nivel socioeconómico bajo, cuyos padres y/o cuidadores
asistieron a un programa de talleres para implementar actividades de lectura de
cuentos y juegos verbales compartidos en el hogar. Usando un diseño cuasi
experimental se constató que aquellos niños cuyos padres asistieron a los
talleres de habilidades de alfabetización obtuvieron mejoras significativas en
dos habilidades de alfabetización: la competencia narrativa y el reconocimiento
del alfabeto. Estos resultados fueron significativamente superiores a los de
sus pares cuyos padres no participaron de los talleres, lo que sugiere que
programas de intervención en el ambiente familiar permiten fortalecer
habilidades de lenguaje y de alfabetización de los niños, contribuyendo a
mejorar la condición de quienes ingresan al sistema escolar con mayores
desventajas por su situación de vulnerabilidad.
Palabras clave: programa de apoyo,
familia, lenguaje, alfabetización, competencia narrativa.
Abstract: Several family literacy initiatives to promote early reading and
literacy skills have emerged in the last few decades. These initiatives provide
high-quality linguistic experiences that compensate for socioeconomic gaps
among young children. Among other activities, family literacy programs provide
families with books, strategies, and other materials that allow them to engage
in meaningful linguistic interactions, enhance vocabulary and syntax
development, and build conceptual knowledge through conversations about
stories, rhymes, and other printed material. Children’s ability to construct
narrative discourse from stories and picture books that have been explored and
discussed with adults is of particular importance. For example, converging
evidence demonstrates that children who can produce coherent narrative
discourse have less difficulty learning to comprehend texts in school.
Similarly, facilitating children’s interaction with written text through shared
reading and dialogue over printed material has proven to facilitate alphabet
knowledge acquisition, a skill that later facilitates learning to read and
write in school. This study discusses the gains of low socioeconomic background
Chilean students ages 4 to 6, whose parents enrolled in family literacy workshops
to implement read aloud and language games at home. The purpose of the
workshops is to provide parents and caregivers with a structured,
evidence-based framework with the purpose of promoting literacy and
socioemotional development among children. Parents and other caregivers who
volunteered to participate in the program attended 12 biweekly workshops where
they learned and engaged in shared reading, oral interactions and language
games at home with their children. These activities were modeled by coaches,
and parents later practiced them and received feedback. Each family received
books and games at every workshop session, and these materials were utilized by
them when they read to their children. Using a quasi-experimental design, it
was possible to see that, although both groups increased their narrative and
alphabet knowledge skills over the 12-week period, students whose parents
attended the program had significantly higher scores on a narrative skills task
and alphabet knowledge than their peers whose parents did not. As expected,
older children in the treatment group outperformed their younger peers in
narrative skills. In terms of alphabet knowledge, the children in the treatment
group nearly doubled the scores of those in the control group, suggesting that
the interactions and language games facilitated the acquisition of this kind of
knowledge. These findings suggest that well-structured, evidence-based family
literacy intervention programs can strengthen children’s language skills,
particularly among those who enter school with lower literacy levels given
their vulnerability status. In high-poverty contexts as those of most Latin
American countries, family literacy programs are an important asset to narrow
the learning gaps prior to school entry.
Keywords: support program,
family, language, literacy, narrative skill.
Introducción
La noción de que la adquisición de habilidades de alfabetización
es el sustento sobre el cual se basan los aprendizajes escolares está
ampliamente validada tanto desde lo teórico como lo empírico (IRA/NAEYC, 1998;Snow et al., 2005; Guardia, 2018). En línea con ello también
ha sido posible evidenciar que el desarrollo temprano de estas habilidades
resulta crucial para potenciar el aprendizaje lector en la enseñanza formal (Suggate et al., 2018).
En Chile, un estudio realizado por la Agencia de Calidad de la Educación (2017)
con una muestra representativa nacional de más de 7 000 estudiantes de segundo
año básico mostró que dos de los principales predictores de la comprensión
lectora, en segundo básico, son la capacidad de identificar las letras del
alfabeto y las competencias narrativas. En este mismo estudio también fue
posible constatar la persistencia de importantes brechas socioeconómicas en el
desarrollo de estas dos habilidades, predictivas de la comprensión lectora. En
efecto, aquellos estudiantes provenientes de hogares con menos recursos
obtuvieron puntajes significativamente inferiores en comprensión lectora a los
de sus pares provenientes de hogares con más recursos. Lo más complejo es que,
salvo que existan intervenciones de calidad y en forma temprana, la brecha no
se reduce, sino que se ensancha (Juel,
1988; Snow et al., 1998; Contreras y Puentes, 2017). Desde la
perspectiva bioecológica del desarrollo (Bronfenbrenner
y Morris, 2006), surge el concepto de ambiente familiar de lenguaje y
alfabetización (HLLE, por sus siglas en inglés), que se centra en factores
proximales del desarrollo, como las interacciones entre adultos y niños en el
contexto familiar y no en factores distales, como los ingresos y la educación
de los padres (Scheele et al., 2012).
Existe evidencia que indica que son estos los factores que impactan el
desarrollo del lenguaje y la alfabetización en los niños, en un ambiente
familiar caracterizado por prácticas como la lectura compartida de cuentos, las
conversaciones de eventos pasados y la enseñanza de las letras, así como por la
disponibilidad de recursos, como libros infantiles y materiales para la escritura
(Mendive et al., 2020). Se trata de
procesos en los que los niños participan activamente y no de procesos pasivos
en los que observan a sus padres leyendo o conversando.
El dominio del lenguaje oral y escrito, el complejo sistema de
representación y comunicación creado por la cultura humana, requiere de
oportunidades de aprendizaje y práctica, guiados y apoyados por los adultos (Dickinson y Morse, 2019). Desde esta
perspectiva, el foco de las intervenciones en el contexto familiar debe estar
centrado en la calidad de las interacciones familiares como oportunidades de
aprendizaje para los niños con mayor vulnerabilidad socioeconómica (Park, 2008; Barone et al., 2021). La evidencia
disponible indica que entre los diversos procesos proximales que influyen en el
desarrollo del lenguaje y la alfabetización se destaca la importancia de los
procesos activos, que involucran directamente a los niños (Burguess, 2002; Mendive et al., 2020). En línea con ello,
la pregunta de investigación que orienta el presente estudio es: ¿existen
diferencias significativas en el desarrollo de la competencia narrativa y el
conocimiento del alfabeto de niños cuyos padres o cuidadores participan en
talleres grupales que promueven un ambiente familiar de lenguaje y
alfabetización versus quienes no participan?
Marco teórico
Alfabetización familiar
El concepto de alfabetización familiar se utilizó por primera
vez hace unos cuarenta años para describir el tipo de discurso al interior de
las familias (Wasik y Van Horn, 2010).
Recientemente, este concepto se ha ampliado, para hacer referencia a todas las
actividades de comunicación oral y escrita al interior de la familia,
principalmente aquellas que promueven y apoyan el desarrollo del lenguaje y la
alfabetización de los niños. Más específicamente, las intervenciones de
alfabetización familiar se definen como cualquier programa intergeneracional
centrado en apoyos directos o indirectos a niños y adultos, e incluyen
actividades de alfabetización entre padres e hijos, capacitación para los
padres para apoyar el desarrollo de la alfabetización de sus hijos y para el
éxito escolar. El rol que juegan las interacciones con otras personas en torno
a ciertos objetos e instrumentos juegan un rol importante en la construcción de
conocimientos (Arrúe et al., 2019). Por ello, focalizar la interacción en torno
a un libro de cuentos aparece como un elemento importante en el desarrollo de
este tipo de programas.
El interés por crear, implementar y evaluar programas de
alfabetización familiar busca entregar a niños y familias, especialmente de
escasos recursos, un apoyo importante que impactará su aprendizaje escolar (Niklas y Schneider, 2013). Mediante la
entrega de materiales de lectura y escritura y el modelamiento de estrategias
como la lectura compartida de cuentos, se busca favorecer la lectura de cuentos
de calidad en el hogar de manera que los niños tempranamente se familiaricen
con estructuras lingüísticas, conceptos y conocimiento del mundo, para así
ampliar su vocabulario y desarrollar habilidades de comprensión como la
predicción, secuenciación, o formulación de inferencias.
Los programas de alfabetización familiar son sumamente variados
en términos de objetivos, enfoques, materiales e impacto (Van Steensel et al., 2011). Numerosos
estudios metaanalíticos (e. g., Van Steensel et al., 2011; Lonigan et al., 2008; Sénechal y Young, 2008, entre otros), han
analizado el impacto de estos programas en los resultados de alfabetización de
los niños. El más reciente, publicado en 2021, examinó 48 publicaciones que
incluyen 42 programas evaluados con un diseño cuasi experimental (Fikrat-Wevers et al., 2021). Según este
análisis, el tamaño de efecto promedio de los programas revisados es mediano (d
de Cohen = .50), considerando el postest inmediato, mientras que el efecto
marginal se reduce a .16 en evaluaciones de seguimiento. El estudio también
establece que los niños se benefician más cuando estos programas se centran en
un conjunto delimitado de habilidades y no tratan de abarcar muchos ámbitos. El
metaanálisis también comprobó que la lectura compartida al interior de la
familia tiene un impacto poderoso, en particular por el hecho de exponer a los
niños a un lenguaje más sofisticado y promover su comprensión narrativa. Este
antecedente es consistente con los datos que indican el mayor impacto de las
actividades en las que los niños se involucran activamente (Burguess, 2002).
Habilidades de alfabetización
Cunningham y Zibulsky
(2014) relevan la importancia de las interacciones y conversaciones que
ocurren durante la lectura compartida como espacios de desarrollo para el
lenguaje oral que sienta las bases para el aprendizaje de la lectura y la
escritura. El proceso de la adquisición de la lectura es parte integral del
desarrollo infantil, y se caracteriza por tener hitos bien definidos que
comienzan mucho antes de la escolaridad formal. El desarrollo lingüístico es un
proceso transaccional, lo que significa que tanto las habilidades como las
experiencias y el entorno verbal tanto en el hogar como en la escuela son
mutuamente influyentes (Dickinson y Morse,
2019). Es en este contexto que se desarrollan habilidades de alfabetización
específicas, como son la conciencia fonológica, el concepto de lo impreso, la
motivación e interés por el texto impreso, el conocimiento léxico, semántico y
pragmático del lenguaje, y los primeros intentos que se observan en los niños
por “jugar a leer y escribir”. Todas estas habilidades constituyen un sustento
necesario para la adquisición de la lectura y la escritura, y se nutren de los
intercambios verbales que se originan en la lectura compartida (Glickerson et al., 2017; Demir-Lira et al., 2019). En el presente
estudio nos centraremos en dos de ellas: la competencia narrativa y el
conocimiento de las letras del alfabeto.
Competencia narrativa
El discurso narrativo expone, de forma oral o escrita, una
progresión de eventos organizados en torno a un eje argumental. Estos eventos
presentan acciones protagonizadas por unos actores y ocurren en un espacio y
tiempo definidos. La narración es una forma de discurso complejo, al que los
niños están expuestos desde los primeros años, como parte de las actividades
cotidianas del contexto familiar y comunitario (Dickinson y Snow, 1987; Aguilar, 2014). La narración es una
actividad eminentemente humana, y las formas de narrar varían de acuerdo con
factores sociales y culturales, lo que da cuenta de que las formas de
construcción narrativa son propias de cada cultura y de su evolución en el
tiempo (Rollins, McCabe y Bliss, 2000).
La narración segmenta el tiempo a través del desarrollo de los acontecimientos
particulares, cuya importancia está dada por el significado que estos tienen
para sus protagonistas y/o el narrador (Aguilar,
2014). La competencia narrativa se define, por tanto, como la comprensión y
la producción de relatos y se desarrolla para ser compartida, por lo que es
esencialmente interpersonal (Haden et al,
1997). Las narraciones compartidas exigen situarse en la perspectiva de los
otros y desarrollar procesos de metacognición y autorregulación que contribuyan
a una mejor comunicación entre los interlocutores (Tomasello, 2000).
Estudios longitudinales han comprobado la contribución única y
directa de la competencia narrativa y otras habilidades lingüísticas como el
vocabulario a los 5 años, en la posterior comprensión lectora de niños,
controlando por habilidades cognitivas, habilidades de alfabetización
(conciencia fonológica), memoria, y nivel educacional de la madre (Babayiğit et al., 2021). El estudio
longitudinal de Babayiğit et al. (2021),
por ejemplo, demuestra con contundente evidencia el impacto de habilidades como
la comprensión del lenguaje y la competencia narrativa en el desarrollo lector
de los estudiantes más allá de los primeros años de escolaridad. Por otra
parte, se ha logrado establecer que las dificultades en la capacidad de relatar
o recontar eventos tiene implicancias importantes para el desarrollo de la
alfabetización emergente, y la competencia narrativa es un predictor importante
de la capacidad de adquirir habilidades de alfabetización y lectura en la
educación escolar (Dickinson y McCabe,
1991; Rollins et al., 2000; Law et al., 2017).
Conocimiento de las letras del alfabeto
El conocimiento de las letras del alfabeto es reconocido como
uno de los mejores predictores de la adquisición de la lectura y la escritura
(Bravo et al., 2006; Lerväg et al., 2009). Se entenderá por
esto la identificación de los nombres y/o sonidos de los signos gráficos de la
lengua, tanto en mayúsculas como en minúsculas (Villalón, 2016).
El conocimiento de las letras del alfabeto es esencial para
aprender a leer y escribir en un idioma alfabético, por lo que es un componente
importante de la alfabetización temprana (Justice
et al., 2006; Clay, 2002). Este
conocimiento se adquiere a través de experiencias de alfabetización e
interacción con el entorno letrado que se dan de manera natural o espontánea en
instancias como la lectura de cuentos, la atención al texto escrito que aparece
en señaléticas, envases, y otros objetos cotidianos. Para ello, los adultos
dirigen la atención de los niños hacia las formas de las letras, sus sonidos y
palabras o nombres que comienzan con una determinada letra del alfabeto. Esta
sencilla actividad lleva paulatinamente a los niños a asociar la forma gráfica
con el sonido que representa, y a identificarla cuando la observan en otras
palabras.
Los niños con altos niveles de conocimiento de los nombres de
las letras tienden a desarrollar mejores habilidades de lectura, y los niños
que demuestran un conocimiento bajo tienden a mostrar dificultades en la
adquisición de la lectura (Torppa et al.,
2006; Clay, 2002). La importancia
de este componente puede relacionarse con el hecho de que las letras ayudan a
establecer asociaciones entre palabras orales y sus formas ortográficas (Pollo et al., 2008).
Pese a que el aprendizaje de los nombres y/o sonidos de las
letras parece ser una tarea sencilla, no todos los niños lo logran en el nivel
inicial (Diuk y Ferroni, 2014), y
quienes no presentan un conocimiento de todas las letras del alfabeto al
momento de aprender a leer experimentan dificultades importantes en la
adquisición de la lectura (Snowling et
al., 2013). Asimismo, la evidencia señala que el dominio del conocimiento
de letras en niños que provienen de contextos de pobreza se hace más desafiante
que en niños pertenecientes a otros NSE (Diuk
y Ferroni, 2014). Variables ambientales relacionadas con la mayor o menor
exposición al alfabeto explican en parte esta dificultad (Stein y Rosemberg, 2012). La intervención
examinada en este estudio se centra en el ambiente familiar de lenguaje y
alfabetización, que incluye prácticas como la lectura compartida entre adultos
y niños y actividades de enseñanza de letras y palabras, además del acceso a
cuentos de calidad en el hogar.
Métodos
Diseño y
participantes
El estudio se estructuró de manera cuasi experimental, con un
grupo de intervención y uno comparativo. El grupo de intervención estuvo
compuesto por 62 estudiantes de prekindergarten (4 a 5 años) y kindergarten (5
a 6 años), de colegios ubicados en comunas de alta vulnerabilidad en dos
regiones urbanas –una al centro (72 % de la muestra) y otra al sur (29 %) de
Chile. Los padres y/o familiares de estos niños asistieron a los talleres de
capacitación de una intervención que se detalla en la sección Intervención. Aproximadamente
la mitad de los participantes eran mujeres (52 %), y la edad promedio era de 4
años y 10 meses, con un rango entre 4 años y 5 años y 11 meses de edad. El
grupo control, por su parte, incluyó a 59 estudiantes pareados en género y edad
con el grupo con intervención, y cuyos padres no asistieron a los talleres,
pero asistían a los mismos establecimientos que sus pares del grupo de
intervención. Es importante resaltar que la vulnerabilidad promedio de los
establecimientos participantes en el estudio es de un 86 %, con un rango de 75
% a 97 %. En Chile, el Índice de Vulnerabilidad Escolar (IVE) se utiliza como
medida de riesgo de deserción escolar y se calcula en función de variables
socioeconómicas obtenidas de encuestas aplicadas anualmente a los padres de los
estudiantes de cada establecimiento. A mayor índice de vulnerabilidad mayor es
la tasa de deserción escolar (Espínola,
2011). En el presente estudio, todos los estudiantes vivían en niveles
altos de vulnerabilidad.
El diseño contempló la aplicación de instrumentos de evaluación
que se detallan más abajo, antes y después de la intervención.
Intervención
El programa está dirigido a adultos a cargo de niños de 4 y 5
años en el contexto familiar, y se implementa en centros educativos que
atienden a familias en situación de pobreza. Los participantes se organizan en
grupos de 20 personas y asisten a 12 talleres quincenales de 50 minutos de
duración, durante el año escolar. Los talleres buscan fortalecer en los padres
y otros familiares las habilidades para fomentar el desarrollo del lenguaje
oral y escrito de los niños a su cargo en el hogar. Luego de una primera sesión
de presentación de estos objetivos y de la metodología de trabajo a los
participantes, en los siguientes talleres una monitora describe, modela y
practica la lectura compartida de un libro de cuentos ilustrado por sesión y un
conjunto de juegos verbales. Cada participante recibe un ejemplar del cuento y
participa en una lectura dialogada del texto y las imágenes, en la que la
monitora guía el conocimiento de lo impreso, la lectura conjunta del texto, el
análisis de las imágenes, la definición de las palabras poco frecuentes y la
comprensión explícita e inferencial del relato. Después de la lectura, la
monitora plantea preguntas y genera un diálogo con los participantes, orientado
a ampliar la comprensión y generar interés en el relato y la temática. Esta
instancia de intercambio se complementa con la práctica de tres a cuatro
actividades lúdicas de desarrollo del lenguaje y la alfabetización en cada
taller. Estas actividades compartidas, en turnos de participación, consisten,
por ejemplo, en la construcción de frases con palabras del texto e imágenes
representadas en las caras de unos dados o en la síntesis de palabras a partir
de tarjetas en las que se presentan las sílabas y un conjunto de distractores.
Los participantes se llevan el libro y los juegos practicados para
implementarlos diariamente en el hogar, con sus hijos, durante las dos semanas
siguientes. Luego del segundo, el séptimo y el undécimo taller, los
participantes completaron sendos autorreportes en los que indicaron la
frecuencia semanal con la que realizaron la lectura compartida del cuento y los
juegos de lenguaje con sus hijos en el hogar, como medida de fidelidad a la
implementación.
Instrumentos
Para obtener los datos se evaluó a los participantes en forma
individual con la Prueba de Competencias Narrativas y con la prueba de
identificación de letras del alfabeto basada en Clay (2002) y Dialect (Orellana y Melo, 2015). La Prueba de Competencia
Narrativa diseñada por Paris y Paris
(2003), en una versión traducida y adaptada en Chile por Silva, Strasser y Cain (2014), consiste
en presentar al niño un libro de imágenes sin texto (A
boy, a dog and a frog, de Mayer,
1967) en el que aparece una secuencia clara de eventos, y a partir del cual
se realizan tres tareas narrativas: una visión preliminar, un recuento del
texto y un cuestionario. En este estudio no se incluyó la tarea de recuento con
el fin de disminuir el tiempo de evaluación. En la visión preliminar (picture walk), el evaluador muestra el libro al niño y le
indica que no tiene letras ni palabras, sino que la historia se narra a partir
de las ilustraciones. El evaluador va mostrando las imágenes desde la portada e
indica al niño que la historia trata de un niño, un perro y una rana, y luego
se le pide que mire atentamente las páginas y vaya relatando lo que ellas
muestran. A continuación, se presenta nuevamente la portada del libro y se
formulan 10 preguntas acerca de distintos elementos de la macroestructura:
personajes, contexto, evento inicial, problema, solución, pensamientos,
sentimientos, diálogo, predicciones y tema del cuento. Para las dos primeras
preguntas el evaluador no presenta el libro abierto sino solo la portada.
Posteriormente se formula cada una de las preguntas siguientes mostrando una
página específica del relato, salvo la última pregunta que se relaciona con el
tema del libro y que se formula con el libro cerrado. De las diez preguntas
formuladas, cinco evalúan comprensión literal (por ejemplo, evento
desencadenante) y cinco, comprensión inferencial (por ejemplo, pensamientos).
Para el presente estudio se reportan los resultados de preguntas escogidas:
tres literales y cinco inferenciales solamente, pues se eliminaron dos
preguntas menos relevantes para así disminuir el tiempo de evaluación. Para
asignar puntaje a las respuestas, y siguiendo a Silva et al. (2014), se consideró el
siguiente esquema de evaluación: 0 puntos si no había relación con el elemento
planteado, el sujeto indicaba que no sabía la respuesta o no respondía; 1 punto
si la respuesta incluía la identificación o la elaboración del elemento
solicitado; 2 puntos si ambos elementos estaban presentes en la respuesta.
Evidencias de validación de este instrumento se encuentran en Orellana et al. (2022), que demostraron
que el instrumento cuenta con una consistencia interna de .72, lo que se
considera aceptable (DeVellis, 2016; Tavakol y Dennick, 2011). Asimismo, este
estudio da cuenta de que el instrumento posee una sensibilidad evolutiva
suficiente para distinguir resultados según edad y nivel educativo (Orellana et al., 2022).
La prueba de reconocimiento del alfabeto consiste en mostrar al
niño una a una las distintas letras del alfabeto y preguntarle si conoce su
nombre o sonido. Por cada letra identificada correctamente (ya sea nombre o
sonido) se asigna 1 punto. Para la interpretación de estos resultados
consideramos los criterios de la prueba Dialect de Conocimiento del Alfabeto (Orellana y Melo, 2015), en la cual se
establecen las siguientes categorías de desempeño para fines de kindergarten:
(a) deficiente: 0 a 8 letras identificadas; (b) básico: 9 a 16 letras; (c)
satisfactorio: 17 a 25 letras; y (d) avanzado: 26 o más. Estos criterios se
fundamentan en la noción de que el conocimiento de las letras del alfabeto
(nombre y/o sonido) a fines de kindergarten tiene un impacto positivo en el
aprendizaje escolar, lo cual ha sido confirmado tanto por estudios nacionales (e. g., Bravo,
Villalón y Orellana, 2002) como internacionales (Piasta, Purpura y Wagner, 2010; Treiman, Pennington, Shriber y Boada, 2008).
Es importante precisar que el reconocimiento de las letras del alfabeto no es
evaluado en prekindergarten (Orellana y
Melo, 2015). La evidencia de su validez predictiva y concurrente fue
reportada por Denton y otros (2006). Clay (2002) también reportó una validez
concurrente de .85 y confiabilidad split-half de
.97.
Análisis
Para responder a la pregunta de investigación respecto de
posibles diferencias significativas entre niños cuyos padres implementan la
intervención y aquellos que no, se realizaron análisis estadísticos
descriptivos que permitieron establecer el comportamiento adecuado de los datos
en el pre y postest. A continuación, se realizaron análisis de varianza con el
fin de determinar si la diferencia entre pre y post test era estadísticamente
significativa. También se compararon las medias del pretest en ambos
instrumentos para verificar mediante una ANOVA que no existiesen diferencias
significativas entre los grupos. Finalmente, se calculó el tamaño de efecto
usando el d de Cohen.
Resultados
Resultados
generales
En la Tabla 1 se presentan las estadísticas
descriptivas (media, desviación estándar y rango) para cada una de las
variables de interés, sin desagregar los resultados por curso.
Tabla 1.
Grupo intervención |
Grupo control |
|||||
M |
SD |
rango |
M |
SD |
rango |
|
Competencia
narrativa (pre) |
5.75 |
3.46 |
0-15 |
4.83 |
3.21 |
0-13 |
Competencia
narrativa (post) |
10.20 |
2.92 |
3-16 |
8.79 |
3.33 |
2-15 |
Alfabeto (pre) |
5.17 |
5.85 |
0-25 |
3.49 |
4.77 |
0-23 |
Alfabeto (post) |
12.37 |
8.07 |
0-27 |
7.93 |
6.23 |
0-26 |
Estadísticas descriptivas
Como muestra la Tabla 1, ambos grupos
mejoraron su desempeño tanto en competencia narrativa como en conocimiento de
las letras del alfabeto en el período de tiempo que duró la intervención. Sin
embargo, el grupo de intervención obtiene una ganancia de 4.45 puntos en
competencia narrativa mientras que el grupo control solo incrementa su puntaje
en 3.96 puntos. De la misma manera, en el conocimiento del alfabeto, el grupo
de intervención aumenta su puntaje en 7.2 unidades y el grupo control en 4.44.
Al realizar los análisis de varianza se pudo confirmar que estas diferencias
son estadísticamente significativas para ambas evaluaciones: F(1, 123) = 4.692,
p < .032 (competencia narrativa) y F(1, 126) = 8.674, p > .004
(alfabeto).
Si bien el grupo control tiene un resultado inferior al grupo de
intervención en los pretest, tanto de competencia narrativa como de
conocimiento del alfabeto, los análisis de varianza reflejaron que no existen
diferencias significativas entre ambos grupos: F(1,127) = 2.184, p = .142
(alfabeto) y F(1, 128) = 2.182, p =.142 (competencia narrativa).
Resultados
por curso
Al dividir los resultados en los grupos de prekindergarten y
kindergarten se puede observar que los puntajes de los estudiantes de
prekindergarten son inferiores a los de kindergarten. La Tabla 2
presenta este desglose y se ve que, en prekindergarten, los niños del grupo de
intervención incrementan en 5.3 letras su conocimiento del alfabeto, versus un
aumento de 3.4 letras para el grupo control. En kindergarten, el incremento es
de 9.1 letras para el grupo de intervención versus 6.4 letras para el grupo
control.
Tabla 2.
Grupo intervención |
Grupo control |
|||||
M |
SD |
rango |
M |
SD |
rango |
|
Pre Kinder |
||||||
Competencia
narrativa (pre) |
4.70 |
3.10 |
0-13 |
3.90 |
2.80 |
0-13 |
Competencia
narrativa (post) |
9.10 |
2.90 |
3-16 |
8.70 |
3.10 |
2-15 |
Alfabeto (pre) |
3.14 |
4.10 |
0-24 |
1.90 |
1.80 |
0-10 |
Alfabeto (post) |
8.40 |
6.20 |
0-26 |
5.50 |
3.70 |
0-18 |
Kinder |
||||||
Competencia
narrativa (pre) |
7.40 |
3.80 |
1-16 |
7.20 |
3.30 |
1-13 |
Competencia
narrativa (post) |
11.50 |
2.70 |
4-16 |
9.40 |
3.40 |
3-14 |
Alfabeto (pre) |
8.40 |
6.50 |
3-25 |
7.90 |
6.60 |
1-23 |
Alfabeto (post) |
17.50 |
5.80 |
6-27 |
14.30 |
6.80 |
3-26 |
Estadísticas descriptivas según nivel
Conocimiento
del alfabeto
En la Figura 1 es posible observar la
distribución de puntajes por categorías en cada uno de los grupos y para pre y
postests. Como ya se ha mencionado, dado que no hay criterios para la
evaluación del conocimiento del alfabeto en prekindergarten no se utilizaron
los criterios para su análisis, sino que se considera que el avance de 3.14 a
8.4 letras identificadas por el grupo de intervención constituye un avance importante
que deja a estos estudiantes mejor preparados para consolidar su conocimiento
del alfabeto al finalizar el curso de kindergarten.
Figura 1.
Resultados Conocimiento del Alfabeto Kinder
Los resultados se dividen según grupo (intervención y control) y
según período de evaluación (pre y post). Al inicio del estudio hay más
estudiantes del grupo de intervención que del grupo control en la categoría
deficiente. En el postest, sin embargo, el grupo de intervención se concentra
en las categorías básico y satisfactorio, al igual que el grupo control. No
obstante, el grupo control tiene menos estudiantes en estas dos categorías, al
igual que en el grupo avanzado. Después de la implementación de los talleres,
hay 12 niños del grupo intervención en las categorías más altas (satisfactorio
y avanzado), mientras que en el grupo control hay solo 8 y todavía 4 niños
están en la categoría deficiente. La proporción de niños en las categorías
intermedias es menor a la del grupo de intervención.
Competencia
narrativa
Los alumnos de kindergarten son también quienes obtienen mayores
ganancias en competencia narrativa, pues incrementan su puntaje en 4.1 puntos,
versus los estudiantes del grupo control que mejoran en apenas 2.2 puntos. En
prekinder, en cambio, el incremento es mayor para el grupo control: 4.8 vs. 4.4
puntos del grupo de intervención.
Para la interpretación de los resultados de competencia
narrativa se utilizó la tabla de niveles de desempeño construida por Orellana et al. (2022) y que especifica
cuatro niveles de competencia: “adquisición”, “en construcción/básico”, “en
construcción/avanzado” y “competente”.
Como indica la Tabla 2, los niños de
prekindergarten tienen resultados inferiores a los de kindergarten, tanto en el
grupo experimental como en el de control. Al realizar los análisis de varianza
para examinar las diferencias según nivel, estas resultaron ser
estadísticamente significativas para el pre y postest del alfabeto en el grupo
de intervención: F(1, 74) = 18.511, p < .000, y F(1, 74) = 36.37, p <
.001 respectivamente, y para el pre-test de competencias narrativas en el grupo
intervención: F(1, 74) = 10.412, p < .002, y F(1,74) = 11.650 p < .001
respectivamente. En el grupo control, las diferencias resultaron también
significativas en todas las variables, salvo el postest del reconocimiento del
alfabeto en el grupo control: F(1, 72) = 49.005, p = .253. Asimismo, si se examina
el desempeño del grupo experimental en prekindergarten se observa que el grupo
de intervención obtiene puntajes superiores al grupo control en el postest en
todas las preguntas, a excepción de las preguntas 6 y 8 tal como se observa en
la Figura 2. La pregunta 6 se refiere a sentimientos, y
apunta a la capacidad de realizar inferencias en relación con los sentimientos
de los personajes en el relato. La pregunta 8 apunta al tema del relato, lo que
requiere que el evaluado sea capaz de integrar múltiples elementos del texto a
fin de construir un tema a nivel global (Silva
et al., 2014). En kindergarten, como se aprecia en la Figura
3, los niños del grupo de intervención obtienen en el postest resultados
superiores al grupo control en todas las preguntas.
A partir de los resultados del pretest, los niños del grupo
control se ubican en el nivel “adquisición” mientras que los del grupo de
intervención están en el rango inferior del nivel siguiente (“en
construcción/básico”). Posterior a la intervención, el grupo control pasa al
nivel “en construcción/básico” mientras que el grupo de intervención avanza al
rango inferior del nivel siguiente: “en construcción/avanzado”). En el caso de
los estudiantes de kindergarten, ambos grupos se ubican en el nivel “en
construcción/básico” al inicio del estudio, mientras que después de participar
en los talleres, ambos avanzan al nivel siguiente (“en construcción/avanzado”)
aunque el grupo intervención está en el rango superior de la categoría con 11.5
puntos, mientras que el grupo control se ubica en el rango inferior con 9.4
puntos en promedio.
Con el fin de estimar el tamaño de efecto de la intervención se
calculó el d de Cohen para cada variable evaluada. En el caso de la competencia
narrativa se obtuvo un valor de .45, lo que sugiere un tamaño de efecto medio,
mientras que en el conocimiento del alfabeto el valor fue de .61, lo que
también sugiere un efecto medio. Para ambas mediciones, este tamaño de efecto
indica que un 69 % de los estudiantes en el grupo control se ubica por debajo
de la media obtenida por el grupo experimental.
Figura 2.
Resultados por pregunta, competencia narrativa prekinder
Figura 3.
Resultados por pregunta, competencia narrativa kinder
Discusión y
conclusiones
Este estudio buscó determinar si los niños cuyos padres recibían
capacitación para practicar la lectura compartida de cuentos con sus hijos, a
través de talleres grupales de práctica guiada, obtenían un mejor desempeño en
habilidades de alfabetización predictoras de la comprensión lectora, como la
competencia narrativa y el reconocimiento de las letras del alfabeto. El
desarrollo de estas dos habilidades a través de actividades de alfabetización
familiar constituye una ventaja importante para el aprendizaje lector,
ampliamente documentada en la literatura. En comparación con el grupo control,
los niños cuyos padres se capacitaron para leerles cuentos obtienen resultados
superiores al finalizar la intervención, y estas diferencias resultaron ser
estadísticamente significativas tanto para la competencia narrativa como para
el conocimiento de las letras del alfabeto. Las mejoras se observaron tanto
para niños de prekindergarten como kindergarten en el grupo de intervención, lo
que sugiere que la lectura compartida, la conversación sobre el cuento y los
juegos que los niños y sus padres o cuidadores realizan después de leer
favorecen el desarrollo del conocimiento del alfabeto y las competencias
narrativas, aún a una edad temprana como es prekindergarten. Asimismo, el hecho
de que se obtuviera un tamaño de efecto medio para ambas habilidades sugiere
que estos talleres son una intervención favorable en contextos en los que las
familias tienen poco acceso a libros de cuentos, juegos, y sugerencias de
actividades que representan oportunidades para apoyar el aprendizaje con sus
hijos. Es necesario recordar que esta intervención a nivel familiar no busca
intencionar la enseñanza de la competencia narrativa o el alfabeto, sino
promover su desarrollo a través de interacciones que se dan en un contexto
natural de apego emocional como es la lectura de cuentos, en el que ocurren
intercambios verbales en torno a un texto. El hecho de que la lectura de
cuentos se complemente con juegos que fomentan la expresión verbal de los niños
es también un medio a través del cual los niños internalizan y luego emplean
estructuras sintácticas más elaboradas, vocabulario más preciso, y relatos más
complejos. Todo esto constituye un capital lingüístico valioso que les
permitirá acceder al lenguaje escrito con una ventaja comparativa importante a
la hora de aprender a leer y escribir.
Los resultados encontrados son consistentes con los reportados
por intervenciones con familias de escasos recursos en otras regiones (Dickinson y Morse, 2019) y con un tamaño
del efecto superior a los reportados en poblaciones desfavorecidas. Los
resultados obtenidos en el presente estudio están alineados a hallazgos previos
para niños chilenos (e. g., Barra y McCabe, 2012), en los que también
se han observado asociaciones entre competencias narrativas y otras habilidades
de alfabetización emergente. Las mismas autoras también destacan una evolución
de la competencia narrativa desde prekindergarten a kindergarten similar a la
observada en niños hablantes del inglés y a la obtenida en este estudio. El
presente estudio muestra cómo actividades tan sencillas como la lectura de
cuentos en el entorno familiar puede contribuir positivamente al incremento
tanto de la capacidad de recontar un relato como de identificar las letras del
alfabeto, las que a su vez traen enormes beneficios más allá del período de
adquisición de la lectura (Coloma, 2013; Paris y Paris, 2007; Grolig et al., 2019). Sin embargo, se
requiere de mayores antecedentes acerca del ambiente familiar de lenguaje y
alfabetización de las familias participantes, antes y después de la
intervención, y de un seguimiento del desempeño de los estudiantes en su
trayectoria escolar posterior para establecer conclusiones definitivas y
generalizables.
Desde el punto de vista de la alfabetización inicial, la
capacidad de identificar letras se ve favorecida por el contacto físico con los
libros y las conversaciones que los padres inician con sus hijos (Dickinson y Morse, 2019; Cunningham y Zibulsky, 2014). En las
capacitaciones, los adultos aprenden a dirigir la atención de los niños al
texto impreso desde el inicio de la actividad de lectura. Comienzan por mostrar
la portada del libro y en ella apuntan al título y autor, deteniéndose en cada
palabra. De este modo, los niños van incorporando nociones tales como que las
palabras están compuestas por secuencias de letras y que se separan dejando
espacios en blanco entre cada una. A medida que van escuchando y observando el
texto, es probable que reconozcan letras vistas en otros contextos (por
ejemplo, la letra inicial de su nombre) y que asocien su forma al sonido que
producen. Como la lectura de un mismo cuento se va repitiendo varias veces
durante la semana, estos conceptos, formas y sonidos se van consolidando como
aprendizajes adquiridos a partir de los cuales los niños van ampliando su
conocimiento del lenguaje y su uso. En esta intervención, los padres y
cuidadores se familiarizan también con juegos para trabajar explícitamente el
lenguaje propio de cada cuento (por ejemplo, el vocabulario, estructuras
sintácticas repetidas, etc.), lo que hace que las interacciones verbales
ocurran en contextos lúdicos, activos, y seguros desde el punto de vista afectivo.
Esto pudo haber impactado positivamente el desempeño de los niños en las
habilidades de alfabetización evaluadas.
Las instancias de lectura compartida en el contexto familiar no
solo potencian las habilidades de alfabetización; también se vinculan al
desarrollo de la autorregulación (Kuhn,
Willoughby, Vernon-Feagans y Blair, 2016), a la atención durante interacciones
sociales (Tomasello, 2000), y a la
comprensión verbal más compleja (Grolig et
al., 2019). Una limitación importante del presente estudio es la cantidad
de participantes y su delimitación a solo dos zonas geográficas de Chile. Si
bien la muestra era bastante homogénea en cuanto a su nivel de vulnerabilidad,
hay otras variables sociodemográficas no analizadas y que pueden ser tomadas en
cuenta en estudios futuros. En ellos se podría determinar si existen
diferencias asociadas al lugar donde se vive (urbano-rural, norte-centro-sur
del país), a la etnia, y a la situación de ciudadanía de cada familia. La
evidencia acumulada muestra importantes variaciones en los resultados obtenidos
en una misma intervención con poblaciones diferentes (Dickinson y Morse, 2019). Esto último es
especialmente interesante considerando los grandes cambios que la migración ha
traído a la conformación de la sociedad chilena, y que puede mostrar
variaciones en la manera en que se interactúa durante la lectura compartida de
cuentos.
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