Artículos
Narrativas colectivas
y memorias del conflicto armado colombiano: Sentidos y prácticas de abuelas y
madres de niñas y niños de la primera infancia
Collective Narratives and Memories of the Colombian Armed Conflict: Meanings and Practices of Grandmothers and Mothers of Early Childhood Children
María Camila Ospina-Alvarado1 mospina@cinde.org.co
Universidad de
Manizales, Colombia
Viviana Varón Vega2 vivivar21@gmail.com
Universidad de
Manizales, Colombia
Lina Marcela Cardona Salazar3 lmcardona@cinde.org.co
Universidad de
Manizales, Colombia
1Psicóloga. Magister en
Psicología Clínica. Doctora en Estudios de Medios y Comunicación Free University of Brussels – Taos
Institute. Candidata a Doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud.
Investigadora principal del estudio a la base del artículo. Coordinadora
nacional campo de investigaciones y producción de conocimiento del Centro de
Estudios Avanzados en Niñez y Juventud (Alianza Centro Internacional de
Educación y Desarrollo Humano (CINDE) y Universidad de Manizales), Manizales,
Colombia.
2Psicóloga. Magister en
Educación y Desarrollo Humano Universidad de Manizales y Centro Internacional
de Educación y Desarrollo Humano (CINDE), Asesora Educativa y Cultural de la
Fundación Carvajal, Cali, Colombia.
3Trabajadora Social.
Magister en Educación y Desarrollo Humano, Investigadora y formadora del Centro
de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud (Alianza Centro Internacional de
Educación y Desarrollo Humano (CINDE) y Universidad de Manizales) Manizales,
Colombia.
Narrativas
colectivas y memorias del conflicto armado colombiano: Sentidos y prácticas de
abuelas y madres de niñas y niños de la primera infancia
Interdisciplinaria, vol. 37, núm. 1,
2020
Centro
Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental
(CIIPME-CONICET)
Los autores son titulares de los derechos
sobre sus producciones y ceden a la revista Interdisciplinaria el derecho a la
primera publicación de cada uno de sus trabajos.
Recepción: 16 Mayo 2018
Aprobación: 24 Abril 2020
Financiamiento
Fuente: Estudio desarrollado por el
grupo de investigación Perspectivas políticas, éticas y morales de la niñez y
la juventud, en el marco del Programa de Investigación “Sentidos y prácticas
políticas de niños, niñas y jóvenes en contextos de vulnerabilidad en el Eje
Cafetero, Antioquia y Bogotá: Un camino posible de consolidación de la
democracia, la paz y la reconciliación mediante procesos de formación
ciudadana” del Consorcio Niños, Niñas y Jóvenes Constructores de Paz, de la
Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (CINDE).
Resumen:
La presente investigación tuvo como fin comprender las
narrativas colectivas y memorias sobre paz y conflicto armado presentes en las
familias que han vivido el desplazamiento forzado, y en sus hijos e hijas de la
primera infancia. Particularmente, el artículo se focaliza en los relatos de
las madres y abuelas de estas niñas y estos niños alrededor del conflicto
armado, sus tránsitos y la resignificación presente,
abriendo futuros posibles de paz. Este artículo presenta los resultados del
trabajo de campo realizado en los Centros de Desarrollo Infantil localizados en
Manizales (Caldas) y Villa Rica (Cauca) de Colombia. El estudio se desarrolló a
través de talleres que propiciaron la emergencia de narrativas colectivas como
base para la comprensión de las memorias y la transformación orientada a la
paz. Mediante el análisis categorial de narrativas se concluyó que las familias
han sufrido los efectos por el conflicto armado, como el desplazamiento
forzado, la muerte de familiares, el miedo ante la propia muerte o la de otros
cercanos, junto con la pérdida de sus territorios y de prácticas sociales y
culturales asociadas a la ruralidad. Sin embargo, los tránsitos del territorio
de origen al territorio de acogida también han favorecido aprendizajes y el
surgimiento de prácticas de solidaridad, que les han permitido construir nuevos
sentidos de sus historias para promover prácticas orientadas a la construcción
de paz y a la apertura a posibilidades futuras. Las familias han encontrado en
las relaciones, en la resignificación de los
territorios y en el contacto con la naturaleza, modos de resistir a las
violencias y de aportar a la construcción de la paz.
Palabras
clave: Memoria colectiva,
Guerra, Familia, Territorio ocupado, Narrativas colectivas..
Abstract: The
present research aimed to comprehend the collective narratives and memories about peace-building and armed conflict present within families who have
lived forced displacement, as well as those of their children in early childhood. The article focus is on
life stories of the children’s mothers and grandmothers, about armed conflict,
its transits, and the new meanings of the experiences lived, opening possibilities for alternative futures of peace. The study took place through fieldwork, which used workshops to collect collective narratives in order to comprehend memories and transform practices towards peace-building. The results and conclusions came after categorical narrative analysis. We concluded that
families have suffer negative effects due to armed conflict, such as forced displacement, lost of family members, fear to lose own’s life or the
one of other family members, as well as the lost
of territories and of social and cultural practices associated to rurality. The transit from the origin
territory to the host territory have also prompt learnings
and solidarity practices. This has allowed families the co-creation
of new meanings in the present to promote peace-building practices and the emergence of future possibilities. Families have found,
in their meaningful relations, in the new meanings given to the territories, and in the contact with
the environment, ways to resist to violence and to contribute to peace-building processes.
Keywords: Collective memory, War,
Family, Occupied territories, Collective narratives..
Introducción
El territorio colombiano ha experimentado el conflicto armado
por más de 50 años, propiciando en algunos casos la naturalización de la
violencia y la indiferencia, como formas habituales de enfrentar las
injusticias e inequidades del país. En este contexto, se han configurado
discursos hegemónicos que narran la historia y la memoria del país desde la
reproducción de la violencia y las afectaciones. Aunque nuevas esperanzas se
han abierto en relación con la terminación del conflicto armado con iniciativas
como los acuerdos de paz, el reto continúa para las y los investigadores
sociales en cuanto a la necesidad de continuar develando otros sentidos y
significados que favorezcan la deconstrucción de dichas prácticas violentas y
que contribuyan a la consolidación de alternativas para la construcción de paz,
como en el caso particular de esta investigación, mediante la generación de
narrativas colectivas que tomen como base nuevos modos de relacionamiento y
propicien la apertura hacia relatos y prácticas alternativas que incorporen
múltiples paces.
En estas realidades relacionales, sociales y culturales que se
crean en medio del conflicto armado, y que reproducen las narrativas
hegemónicas de violencia y vulneración, las niñas y y
los niños desde sus primeros años de vida han sido objeto de muchos hechos victimizantes, como el reclutamiento forzado, la
incorporación a comercios ilegales, los crímenes contra su integridad, entre
otros. Según la Red Nacional de Información (RNI, 2017), hasta agosto de 2017 se tiene
un registro de 474 312 niños y niñas entre 0 y 5 años víctimas del conflicto
armado. A esto se suman situaciones que afectan a sus familias y cuidadores,
como el desarraigo de sus territorios, la desintegración, la desestructuración
y el debilitamiento de los lazos familiares, la inestabilidad económica, la
limitación frente a la proyección a futuro, el deterioro de sus capacidades de
cuidado, protección y provisión, entre otras (Alvarado, Ospina, Quintero, Luna,
Ospina-Alvarado y Patiño, 2012).
El conflicto armado no se extiende de manera homogénea en todo
el territorio nacional, es así como a nivel regional, en los departamentos de
Caldas y Cauca según el Registro Único de Víctimas (RNI, 2017) el total acumulado de niños y
niñas de primera infancia con vulneración de sus derechos a causa del conflicto
armado hasta el 27 de agosto del 2017 es de 7106 en Caldas y 25 959 en Cauca. A
la misma fecha, en los municipios de Manizales y Villa Rica, contextos
particulares donde se desarrolló la presente investigación, se reportaron
respectivamente, 252 y 26 niños y niñas de la primera infancia víctimas[1] del conflicto armado (RNI, 2017).
Hablar del conflicto armado haciendo énfasis en las afectaciones
ha llevado a la construcción de una comprensión acerca de los niños, las niñas
y sus familias como víctimas, lo que ha realzado su vulnerabilidad y limitado
su potencial de acción, al narrar los hechos sucedidos desde una mirada sesgada
que no incluye aquellas memorias de lo que los actores sociales pudieron hacer
o transformar con respecto a lo vivido. Este es uno de los motivos por los que
el presente artículo se focaliza en la reconstrucción de narrativas colectivas
que den cuenta de las memorias del conflicto armado, en las que se develen
otros sentidos y prácticas construidos por las madres y las abuelas de niñas y
niños de la primera infancia frente a las vivencias del conflicto armado, que
les han permitido continuar sus vidas y generar alternativas de paz en lo
cotidiano.
El interés descrito se suma al marco académico e investigativo
que cuenta con diversos estudios previos: algunas investigaciones se centraron
en la primera infancia y sus agentes relacionales (familia y agentes
educativas), reflexionando acerca de los procesos de socialización y
construcción de subjetividades en contextos de conflicto armado (Ospina y Luna, 2015; Ospina-Ramírez y Ospina-Alvarado, 2017).
Otras investigaciones giraron en torno a la socialización y constitución de
subjetividades políticas en los niños y las niñas de la primera infancia (Buitrago, Escobar y González, 2010; Díaz y López, 2013; Espinosa, 2013; Ospina-Alvarado, 2015); ciertos estudios
están relacionados con las múltiples expresiones artísticas como el juego, la
literatura y el arte como experiencias que posibilitan otras formas de
relacionamiento entre agentes relacionales y la primera infancia (Drada, Plata y Salazar, 2014;
Upegui y Díaz,
2015); otros estudios indagan de una manera amplia las afectaciones a causa
del conflicto armado en las familias (Bello,
2000; Cifuentes, 2009; González, 2004, y Segura, 2010). Finalmente, hay estudios relacionados
con la construcción de la memoria, que reconocen la polifonía y la pluralidad
de voces de los niños, las niñas y otros actores sociales (Guzmán, 2012; Muller y Bermejo,
2016; Ospina-Alvarado, 2015).
En relación con la socialización política y la constitución de
subjetividades políticas en los niños y las niñas de la primera infancia, Buitrago et al. (2010), Díaz y López (2013), Espinosa (2013) y Ospina-Alvarado (2015) muestran la
influencia que tiene la concepción sobre la primera infancia en el
establecimiento de las relaciones familiares, entre las que se pueden encontrar
dos concepciones: una limitándose al cuidado y protección de los niños y las
niñas, y otra potenciando sujetos activos en la construcción de las realidades
relacionales, esta última en muchas ocasiones, mediada por el juego y el arte.
Otros antecedentes investigativos, relacionados con múltiples
expresiones artísticas entre los agentes relacionales que tienen contacto
directo con los niños y las niñas (Drada et al., 2014; Ospina-Alvarado, Patiño y Alvarado, 2013;
Upegui y Díaz,
2015) muestran el papel del arte, el juego y la literatura en los procesos
de construcción de paz, y la influencia de estas expresiones en la reflexión y
transformación de saberes, prácticas de cuidado y formación con niños y niñas
de la primera infancia.
En los estudios sobre el conflicto armado y las familias, Bello (2000), Cifuentes (2009), González (2004) y Segura (2010), reconocen la capacidad
resiliente de las familias para afrontar el conflicto armado, y resaltan la
necesidad de superar el asistencialismo, para promover el trabajo con las
familias de manera integral e interinstitucional, a partir del reconocimiento
de sus recursos individuales y colectivos para superar la pobreza[2].
Adicionalmente, en Colombia se ha iniciado la tarea de construir
memorias que reconozcan la polifonía y pluralidad de voces que abundan en el
país, con el deseo de trascender las versiones hegemónicas, que silencian las
voces de quienes se han visto afectados por la guerra, las poblaciones
marginadas, entre otras, que narran los problemas de injusticia, pobreza, y otros
problemas cotidianos. Sin embargo, en los procesos de memoria pocas veces se
incluyen los sentidos acerca de los niños y las niñas de la primera infancia
como lo ha manifestado Ospina-Alvarado
(2015). Algunos de estos estudios, desde apuestas teóricas, proponen que
los niños y las niñas en edad escolar poseen habilidades fundamentales para la
transformación creativa de la historia:
“… habilidades para la invención de mundos mágicos, lo cual
estimula la creatividad que es indispensable para reconocerse a sí mismos como
actores capaces de interpelar la propia historia, de encontrar medidas alternas
de resolución, que a su vez podría permitirles romper con la inercia en la que
pueden verse envueltos por causa de los ciclos de violencia que les ofrece el
contexto" (Guzmán, 2012, p. 100).
Sin embargo, el análisis de las narrativas del estudio de Guzmán (2012) se plantea desde la
afectación de los actos violentos y no desde la potencialidad o generatividad
de las narrativas, que se constituyen en elementos del mundo relacional
fundamentales en la transformación de las realidades.
Si bien las investigaciones revisadas se centran en los niños y
las niñas desde sus primeros años, los procesos de socialización y constitución
de subjetividades políticas, la afectación a causa del conflicto armado, el
papel de los agentes educativos, entre otros aspectos, se hace necesario, como
complemento, realizar procesos de indagación en los que se visibilicen las
múltiples voces y modos de relacionamiento, voces que den cuenta no solo de la
afectación en contextos de conflicto armado, sino también de las potencias o
recursos existentes en ellos y sus agentes relacionales para la construcción de
paz.
Partiendo del contexto descrito, la investigación que fundamenta
este artículo se pregunta por las narrativas colectivas y las memorias sobre
paz y conflicto armado con las que cuentan las familias, así como los niños y
las niñas de la primera infancia y otros agentes relacionales. Este artículo se
centra en las memorias colectivas del conflicto armado de madres y abuelas de
niños y niñas de la primera infancia, que les permitieron continuar sus vidas a
pesar de lo acontecido y generar alternativas de construcción de futuros en
paz, indagando: ¿Cuáles son las particularidades en la configuración y
expresión colectiva de las memorias del conflicto armado, de las familias de
niños y niñas de la primera infancia? ¿Qué lugar ocupa la familia en la
configuración y expresión de narrativas colectivas de memorias del conflicto
armado?
Esta investigación toma como punto de partida el reconocimiento
del carácter performativo y generativo del lenguaje
y, en consecuencia, su capacidad para crear realidades (Gergen, 2007, 2009, 2012).
Se centra en las narrativas generativas entendidas como los modos en que las
relaciones y las conversaciones que ellas originan, construyen realidades
sociales, siendo fundamental favorecer quiebres en los relatos dominantes de
violencia y vulneración acerca de los niños, las niñas y sus agentes
relacionales que han vivido el conflicto armado, y en sus modos de
relacionamiento, pasando de lecturas victimizantes e
individuales, a aquellas en las que aparecen recursos individuales y colectivos
que pueden aportar a la construcción de las paces (Gómez, Ospina-Alvarado, Alvarado y Ospina,
2014; Ospina-Alvarado, 2013, 2015; Ospina-Alvarado,
Alvarado y Ospina, 2014; Ospina-Alvarado,
Carmona-Parra y Alvarado, 2014; Valencia,
Ramírez, Fajardo y Ospina-Alvarado, 2015).
Desde las transformaciones en las relaciones y en las narrativas
que las describen y las constituyen, es posible producir cambios en las
prácticas y en la construcción misma de los sujetos, permitiendo reconfigurar
sus vivencias y memorias, de modo que, además del reconocimiento de las
múltiples afectaciones vividas por los niños y las niñas de la primera infancia
y sus agentes relaciones en contextos de conflicto armado, también se genere
una oportunidad para reconocerse a sí mismos y a los otros, a partir de relatos
conjuntos que dan cuenta de significados y acciones compartidas que aportan a
la construcción de paz. Es así como la presente investigación busca no solo
complejizar las narrativas de la vulneración a partir de la emergencia de las
potencias y potencialidades, sino también pasar de narrativas individuales a
aquellas colectivas, en las que sea posible reconstruir modos de
relacionamiento que fueron fragmentados por las violencias y la vulneración.
Van Manen (1994)
enfatiza en que la narrativa enuncia la pretensión de volver a las experiencias
significativas que se encuentran en la vida cotidiana, en el sentido que
propone Pava-Ripoll (2015): “las
personas estructuran sus experiencias a partir de los relatos, en los que las
narraciones son versiones del mundo y formas de organización de la experiencia
humana” (p. 207). Esto implica que los niños, las niñas y sus agentes
relacionales puedan aparecer ante los otros a partir del reconocimiento de su
propia historia.
Las narrativas colectivas, como reconfiguración del sujeto, resignificación de las experiencias y creación de las
realidades relacionales y sociales, tienen una relación directa con la memoria
colectiva, en tanto esta se convierte en un “proceso social de reconstrucción
del pasado vivido y experimentado por un determinado grupo, comunidad o
sociedad” (Fernández, 1991, citado por Mendoza,
2005); es decir, las memorias son compartidas, producto de interacciones
múltiples entre distintos actores y contextos. Según Jelin (2002),
“lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y memorias
individuales en diálogo con otros, en estado de flujo constante dado por
códigos culturales compartidos” (p. 22) como lo es el lenguaje. Asimismo, Hirst y Manier (2008, citado por Muller y Bermejo,
2016) proponen que la “memoria colectiva se refiere a las memorias
compartidas por una comunidad y que tienen incidencia en la identidad de esa
comunidad” (p. 43).
Como afirma Jelin (2002), “estos marcos sociales de la memoria son
históricos y cambiantes, toda memoria es una reconstrucción más que un
recuerdo” (p. 21). En este sentido, centrar la mirada en el proceso de
construcción de memoria colectiva implica en palabras de Pollak
(1989, citado en Jelin,
2002) “dar lugar a distintos actores sociales (inclusive a los marginados y
excluidos) y a las disputas y negociaciones de sentidos del pasado en
escenarios diversos” (p. 22). De esta manera, la memoria colectiva es múltiple,
puesto que las interpretaciones sobre determinados acontecimientos dependerán
de los grupos o colectividades que hayan vivenciado o significado tales
sucesos. No hay una sola versión que domine, lo que existen son visiones sobre
un mismo evento y esto es lo que se comunica.
En este sentido “…no hay memoria sin discurso que la narre” (Guzmán, 2012, p. 95). Asimismo, Díaz (2009) plantea que esa actualización
del pasado en el presente que se visibiliza en las narraciones aporta a la
comprensión y transformación de las complejidades de nuestra contemporaneidad
social. Por su parte, Alvarado et al.
(2012) hacen un llamado hacia la importancia de la relación entre las
memorias del pasado, las acciones del presente y los horizontes futuros para
aportar a la construcción de paz con niños, niñas, familias, docentes y agentes
comunitarios.
Lo anterior concuerda con los planteamientos de Ospina-Alvarado (2015) acerca de la
importancia de resignificar en el presente las memorias del pasado con
participación activa de los niños, las niñas y sus familias como apuesta
presente y futura para la construcción de paz. El interés de las narrativas
colectivas no solo se hace en relación con el relato conjunto, sino como
práctica que permite visibilizar y resignificar realidades sociales.
La construcción de memorias colectivas de las experiencias que
emergen en el entramado de la vida cotidiana, en los escenarios sociales,
culturales y simbólicos, enmarcados por las violencias múltiples y por el
conflicto armado, posibilita configurar otras formas expresivas que permitan
visibilizar los recuerdos del pasado y, al mismo tiempo, promover posturas
críticas frente a la violencia que se constituyan en escenarios de agenciamiento social y político de los actores. Según Martínez-Quintero (2013) lo significativo
de las prácticas colectivas de rememoración es el ejercicio de apertura a las
capacidades política y cultural, que tienen un lugar en la configuración de
sentidos críticos frente a las violencias y en la generación de espacios donde
los actores afectados puedan asumir un rol social y político como sujetos
históricos; y diríamos en el marco de nuestra investigación, como sujetos
políticos.
Metodología
La presente investigación fue de corte cualitativo, tipo de
estudio que según Creswell
(2007) indaga por los significados que los individuos o grupos atribuyen a
un problema social o humano. En ese sentido, Maxwell (1996) plantea que es a través de
la investigación cualitativa como se pueden llegar a comprender los
significados presentes en los relatos, las acciones, las experiencias y en
general, en las situaciones de los participantes que hacen parte de la realidad
que se está tratando de comprender. Vale la pena enfatizar, que además del
carácter comprensivo e interpretativo, esta investigación tiene un propósito
orientado a la transformación social, específicamente como se ha mencionado,
vinculado a la construcción de paz.
La investigación asumió la hermenéutica ontológica política como
apuesta epistemológica y metodológica, con la cual se buscó hacer visibles las
voces y expresiones ocultadas por las narrativas dominantes y hegemónicas de la
violencia en Colombia, a través de las narrativas colectivas de la primera
infancia y sus agentes relacionales que develan otras formas de realidad que
interpelan aquellas narrativas dominantes, para encontrar los intersticios
desde donde es posible encontrar modos otros de enunciación y comprensión de la
vida y así, contribuir a la construcción de narrativas colectivas de las
memorias de lo vivido que contribuyan a la paz desde contextos cotidianos. En
este sentido, este estudio toma una postura hermenéutico-comprensiva y a la vez
crítico-participativa.
Contexto comunitario
La investigación se desarrolló en cinco Centros de Desarrollo
Infantil (CDI) y una organización social. La selección de los CDI se orientó
hacia las zonas de las ciudades con mayor presencia de niños y niñas cuyas
familias provenían de contextos de conflicto armado. El presente artículo da
cuenta del trabajo de campo con dos CDI localizados en Manizales (Caldas) y
Villa Rica (Cauca). Dichos CDI brindan atención integral a niños y niñas de la
primera infancia en el marco de la política de Estado de Cero a Siempre.
El CDI San Sebastián está ubicado en el barrio que lleva el
mismo nombre en la Comuna Ciudadela del Norte de Manizales, un barrio receptor
de población desplazada por el conflicto armado, por las microviolencias
urbanas, por deslizamiento en zonas de ladera y a causa de proyectos de
renovación urbana en la ciudad. San Sebastián es un barrio que cuenta con
procesos comunitarios y redes de solidaridad consolidadas por medio de la Junta
de Acción Comunal (JAC) y además, lleva a cabo procesos de construcción de paz
desde las habilidades deportivas y artísticas (música popular, rock, hard
rock y grupos de danza).
El CDI El Guadual, ubicado en el municipio de Villa Rica
(Cauca), fue construido desde el mes de noviembre de 2013, con la participación
de los sectores público y privado, diversas ONG y la comunidad. Actualmente,
brinda atención integral a 300 niños y niñas de 0 a 5 años. Villa Rica se
caracteriza por la economía rural con predominio de la agroindustria de la
caña, industria forestal, haciendas ganaderas, zona franca de grandes
industrias y poca vinculación de trabajo local. En la actualidad, las comunidades
afrodescendientes superan el 50 % de la población, también hay habitantes
indígenas y raizales.
Familias participantes
En este estudio se recogen las voces de familias que han vivido
el desplazamiento forzado a causa del conflicto armado, en particular cinco
madres y una abuela en Villa Rica, Cauca, y siete madres y una abuela en
Manizales, Caldas. Estas madres y abuelas proceden de distintos territorios del
país: Medellín (Antioquia), Curumaní (Cesar),
Santander de Quilichao, Puerto Tejada y el Plateado (Cauca) Villa Rica
(Risaralda), Tumaco (Nariño), Neira y Pácora
(Caldas). En su mayoría estas mujeres se dedican a las labores del hogar y la
crianza de sus hijoa e hijas, dos de ellas (una en
Manizales y otra en Villa Rica)son parte de organizaciones que promueven la
participación ciudadana, Marcha Patriótica y Mesa de Víctimas del Cauca,
respectivamente.
Consideraciones éticas
Todas las participantes firmaron voluntariamente un
consentimiento informado para hacer uso de las narrativas y fotografías producto
de los talleres con fines investigativos. Con el propósito de salvaguardar su
identidad se crearon códigos alfanuméricos para denominarlas y garantizar su
confidencialidad y anonimato. Los talleres fueron diseñados haciendo uso de la
indagación apreciativa, para propiciar prácticas de agenciamiento
y de no revictimización. Los talleres orientados a la
reconstrucción de las memorias fueron desarrollados únicamente con las
familias, para propiciar prácticas de revictimización
de las niñas y los niños.
Procedimiento
La investigación contó con una primera fase de revisión
documental basada en la construcción de un estado del arte, un estado de la
práctica, un estado de la política pública y la consolidación de marcos
teóricos; una segunda fase de trabajo de campo, y una tercera fase de análisis
de la información y circulación del conocimiento producido.
El trabajo de campo fue desarrollado a partir de talleres
lúdico-creativos con cada grupo de actores (niños, niñas, familias y agentes
educativas); en algunas oportunidades se trabajó con todos los actores y en
otros momentos, por grupo de actor. Los talleres se constituyeron en espacios
de encuentro, reconocimiento, experiencias compartidas y aprendizaje colectivo.
Se priorizó esta metodología en la investigación dado su carácter
participativo, experiencial y favorecedor tanto de la comprensión como de la
transformación de las prácticas relacionales.
El procesamiento de la información recolectada en los talleres
se dio mediante el análisis categorial de narrativas, en el que emergieron
temas comunes o categorías de las narrativas colectivas interpretadas por el
equipo de investigación.
Los talleres como instrumento para la
comprensión y la transformación
Se construyeron de manera colectiva con el equipo de investigación
y se desarrollaron ocho talleres lúdico-creativos, de los cuales se
consideraron para los fines de la presente investigación, aquellos que
contemplaban narrativas colectivas acerca de las memorias del conflicto armado.
Memorias y cartografías del conflicto armado: Este taller
permitió la identificación y la narración de los lugares transitados, las
instituciones y las personas que hicieron parte del proceso del desplazamiento
forzado, pero sobre todo de los sentidos y las significaciones en relación con
la violencia y la paz.
Reconociendo los derechos de las personas afectadas por el
conflicto armado: Este taller fue desarrollado con el objetivo de generar un
espacio de conversación y reconocimiento de los derechos de las personas
afectadas de forma directa por el conflicto armado.
Externalización de las violencias asociadas al conflicto armado:
Este taller se centró en identificar las afectaciones de la violencia en los
diferentes actores y sus relaciones, junto con sus estrategias, recursos y potencias.
Tipo de estudio y análisis de información
El presente estudio se enmarcó en la investigación narrativa,
entendida por Creswell
(2007) como un tipo de diseño de investigación cualitativa, en el que la
narrativa, texto hablado o escrito, da cuenta de eventos, acciones o series
cronológicas de eventos o acciones. Según Cresswell
se requiere recoger las historias de las experiencias de pocos individuos, su
ordenamiento y la reconstrucción, y reporte de significados. Se consideró más
importante un ordenamiento cronológico de los hechos, la comprensión de las
experiencias y acontecimientos de los participantes, a través de sus narrativas
colectivas, entendiendo las narrativas en el sentido que proponen Gergen (2007, 2009, 2012)
y White y Epston
(1993), no solo como descripciones de la experiencia, sino también como
constitutivas de las realidades sociales, contando con la posibilidad de
reescritura de las vidas, y como lo ha propuesto Ángel (2011), como “una entrada, que alude
a la memoria de un grupo humano, a todo lo que constituye ese grupo” (p. 31).
Por esta razón, se empleó el análisis categorial de narrativas,
sustentado por Creswell
(2007) como la recopilación de historias desde diversos elementos del
contexto, situadas sobre las experiencias de los participantes y analizadas
para comprender la realidad que cada individuo establece y construye desde sus
percepciones, construcciones del mundo y prácticas cotidianas. De esta manera,
el análisis de narrativas integra el uso de testimonios y demás elementos
contextuales de los participantes, para entender su realidad, haciendo
desconstrucción y reconstrucción de las situaciones manifiestas.
Resultados parciales
Los resultados de la investigación integraron categorías
generales como memorias del conflicto armado, construcción de las paces y
derechos de las víctimas de las cuales emergen distintas subcategorías. Se
abordan los resultados alrededor de la categoría memorias del conflicto armado
(ver Figura 1).
Figura 1
Resultados en torno a las memorias del conflicto armado
En este artículo se presentan los resultados de una de las
categorías abordadas en la investigación “Memorias del conflicto armado”, la
cual se subdivide en dos subcategorías: Memorias de la afectación de la
violencia y Memorias del territorio vivido: Tejiendo sentidos de los encuentros
con otros, otras y la naturaleza para construir nuevas posibilidades.
Memorias de la afectación de la violencia
Las memorias de las familias provenientes de contextos de
conflicto armado incluyen sus tránsitos entre lugares de origen y lugares de
llegada, hacen referencia a las vivencias en medio de las afectaciones de la
violencia directa, el miedo, y el desarraigo material y simbólico de sus
territorios, enfatizan en la añoranza a un tiempo pasado lejano de tranquilidad
y declaran las nuevas posibilidades que se despliegan en tiempos presentes.
Entre los hallazgos se encontró que las familias de los niños y
las niñas de la primera infancia, provenientes de contextos de conflicto
armado, perciben que los lugares de origen eran vividos de forma tranquila, en
un pasado que se añora y que permitía el encuentro y el disfrute; dichos
lugares se ven trastocados con la presencia de la violencia directa, lo que
genera memorias que incorporan tanto lo positivo de ese pasado lejano como las
afectaciones presentes a causa de la violencia armada. Esto se evidencia en la
siguiente narrativa de una madre:
[3]“No era así con tanta
violencia, como ahora que usted escucha ‘que mataron a fulanita por allá’, uno
podía salir a la calle a jugar con sus niños, con sus vecinos. Pero volviendo
ya no se puede hacer eso, ya tiene uno en la memoria recuerdos buenos y recuerdos
malos”. (Ma.YP.Vr.6.17)
Dichas geografías se fueron transformando en contextos con
presencia de múltiples expresiones de violencia, donde la tranquilidad y el
juego eran remplazados por disparos y peligro para sus habitantes, como añade
otra madre:
“El barrio Betania en Puerto Tejada. Extraño cuando estaba más
pequeña que uno jugaba como más tranquilo, que no es como ahora que ya es un
peligro entrar por allá. Yo viví allá la niñez y la adolescencia, pero de un
tiempo para acá ya no se puede entrar por allá. En este pedacito era como la
frontera, ya entraba para allá el escape y para acá la invasión, y esta era la
esquina donde comenzaban a disparar unos contra otros y se volvió un peligro.
Esta era la cuadra por donde uno jugaba.” (Ma.JV.Vr.6.17)
Los contextos de donde provienen las familias de las niñas y los
niños vinculados al presente estudio resaltan tránsitos de vida cotidiana, el
paso de la tranquilidad, el encuentro, el disfrute y el contacto con lo
autóctono, a la violencia y la búsqueda de intereses particulares de externos
que se sobreponen al bien común de los habitantes; intereses que entran a
ocupar el espacio significativo que previamente ocupaban con su cotidianidad.
Así lo reafirman las familias a partir de una canción del grupo Herencia de Timbiquí representada por ellas en uno de los talleres
desarrollados en el Cauca:
“Se pusieron a talar todo el bosque, para un producto nuevo
sembrar.
Se olvidaron de plantar papa china, chontaduro, yuca y la pepa’e pan.
Y trajeron gente de otros lugares pa’
que nos vinieran asesorar.
Y hoy en lugar de coco, se cosecha coca.
En lugar de amores hay enemistad.
En lugar de guama come bazuco.
Y en lugar de guarapo mariguana da.
Y como consecuencia de estos malos cambios, en nuestro paraíso
se acabó la paz (bis).
Ya no hay hombres pescadores, solo hombre pescador que aparece
muerto por cualquier maldad, con la lengua fuera y dedos cortados, porque dijo
algo que era de guardar.
Irreconocible porque le echaron químicos que usan para cosechar.
Y como consecuencia de estos malos cambios, en nuestro paraíso
se acabó la paz (bis)”. (Ma.YR.Vr.5.17)
Los versos hechos música, ahora se convierten en memoria
colectiva de los hechos vividos, de la muerte, de las drogas, de la violencia
y, como ellos lo dicen, del deterioro de la paz en sus territorios.
Los lugares de donde provienen las familias eran territorios
signados por las violencias, entre ellas el conflicto armado. La presencia de
grupos al margen de la ley tanto de las FARC como de grupos paramilitares
generó cambios en la comunidad, en tanto la intranquilidad y las pérdidas
humanas empezaron a ser parte de su cotidianidad, como lo denuncia una madre:
“Entonces llegaron los de eee…el
frente de Karina, entonces la casa es grande y pues, por detrás armaron cambuches y se quedaron en la casa. Ellos lavaban la ropa,
(…). Entonces luego llegó, se fueron, y bajaban a las personas que no les
pagaban la vacuna por el camino y los bajaban torturándolos, con las manos
amarradas y una bolsa en la cabeza, y ya, sí les pegaban, y ya pues uno salía y
los encontraba ya muertos en alguna cuneta o en el borde del río. Entonces ya
después de eso ellos se fueron para otra vereda y ahí llegaron los
paramilitares.” (Ma.DM.Mz.6.17)
Las pérdidas humanas no eran ajenas a sus núcleos familiares, en
medio de este complejo contexto, sus familiares también se vieron afectados por
hechos victimizantes a causa de la violencia, al
hacer explícita su oposición frente a los grupos armados:
“Mi tío de ida para el pueblo dijo algo que no debía decir “ah
que sí, que él se encontraba un guerrillero y que él lo mataba”, cuando él dijo
eso otra persona lo escuchó y fue y les contó a los de la guerrilla y cuando él
venía para la finca lo mataron.” (Ma.BO.Mz.6.17)
El conflicto armado no solo generaba zozobra y muertes, sino que
también ubicaba a la población en medio de los militares y los grupos al margen
de la ley, las familias eran amenazadas por la colaboración a algún grupo en
particular, como relata una abuela:
“Entonces llegaron a la casa los señores esos y se entraron allá
a la casa y me dijeron que qué hacían todos esos uniformes ahí colgados,
entonces yo no vi nada malo, que yo los había lavado, que yo lavo uniformes y
me dijeron que sí que ‘¿qué es tanta amistad?’, que nosotros éramos
colaboradores del ejército, que nosotros no necesitamos por acá sapos, ni que
le estén colaborando al ejército y entonces yo le dije que como así, respete, y
entonces yo le dije así y ahí mismo me aporrearon, ahí mismo me cogieron así
del pelo y me aporrearon y todo.” (Aa.GC.Mz.6.17)
Las amenazas recibidas iban acompañadas de violencia, insultos y
en ocasiones violencia física, situación que acrecentaba el miedo de las
familias por preservar su vida y aceleraba el momento de la huida, viéndose
obligadas al destierro, como lo menciona una madre, con el abandono de la casa
y las pertenencias:
“Se dieron cuenta esas personas que mi niño estaba en el
ejército prestando servicio militar entonces una vez llegaron, mi niño estaba
en la casa descansando, estaba de permiso y entonces comenzaron a decir que
ellos no querían gente sapa para el gobierno, que ellos querían gente para
ellos y se iban a llevar a mi hijo; yo les dije que no, que como se iban a
llevar a mi niño, entonces empezaron a insultarme, a decirme palabras, a tirar
todo y entonces me dijeron que si no me gustaba así entonces que desalojara,
que me daban un día para desalojar con mis hijos y que no podía sacar nada sino
la mera ropa.” (Ma.SA.Mz.6.17)
Preservar la vida, la propia y la de los seres queridos se
convirtió en la mayor razón para acelerar la salida de los lugares de origen.
Sin rumbo fijo deciden salir de sus territorios como única opción de
tranquilidad. Así lo narra una abuela:
“Me tuve que venir debiéndome plata, pues qué iba a ir yo para
allá, ellos ni se dieron cuenta, y nos tuvimos que venir a esa hora, yo con el
niño así, a las tres de la mañana a pararnos abajo en toda la entrada y a esa
hora no había carro, el primer carro que pasó por ahí, lleno de plátanos, como
a las cinco y media.” (Aa.GC.Mz.6.17)
Las madres y abuelas de los niños y las niñas de la primera
infancia afectadas directamente por la violencia y el conflicto armado no solo
se enfrentaron a las pérdidas humanas y materiales; en medio de sus tránsitos
llevan consigo una intención por preservar su vida y las de sus familias y al
mismo tiempo, la añoranza de lo que les pertenecía, eso que construyeron a
partir de sus afectos con los otros, las otras y con lo otro. El siguiente
acápite recoge hallazgos en relación con algunas sensaciones, percepciones y
emociones que evocan la memoria de las experiencias vitales en los territorios
y la apropiación por parte de las familias provenientes de contextos de
conflicto armado.
Memorias del territorio vivido: Tejiendo
sentidos de los encuentros con otros, otras y la naturaleza para construir
nuevas posibilidades
La vida de las familias está ligada a los territorios, es allí
donde viven su cotidianidad por lo que son lugares que no solo están
conformados por una dimensión material y concreta, sino también por tramas de
significados y sentidos que configuran una dimensión subjetiva y relacional. Su
experiencia vital del territorio entrelaza sus sensaciones, percepciones,
concepciones, emociones con su imaginación y sus memorias.
Para las familias que han enfrentado el desplazamiento por el
conflicto armado, el territorio vivido se ve reconfigurado por las vivencias
del tránsito en tres espacialidades: el lugar de origen predominantemente
rural, los lugares de tránsito y el nuevo lugar de asentamiento. Evocar el
lugar de origen despierta sentimiento de añoranza de lo que les pertenece, de
sus raíces socioculturales, y en este sentir del territorio de origen son
centrales los encuentros con los otros, familiares o vecinos, el afecto, las
actividades cotidianas, las celebraciones, las creencias, las reuniones
alrededor de los alimentos, la casa, los juegos y actividades de disfrute,
etc., porque a partir de estos momentos la cotidianeidad cobra un significado.
Así lo muestra una madre del Cauca:
“Me acuerdo mucho de esos momentos [cuando sube la marea],
porque eran los momentos que llegaban mis hermanos, y podían llegar a la casa
[llanto] y eran unos momentos muy especiales para mí, ver a mi familia reunida
y escuchar el ruido, la algarabía de los pescadores cuando la pesca había sido
buena, eso era muy satisfactorio para todo el barrio.” (Ma.YR.Vr.6.17)
La narrativa de esta madre da sentido al concepto de espacio vivido,
que autores como Lindón y Hiernaux (2011) definen como espacios que se construyen
a partir de los afectos y las experiencias vividas en el mismo espacio
geográfico, la lucha por la casa, los lugares que la memoria conoce, los
proyectos de vida y todas aquellas situaciones socio afectivas que marcan al
ser humano y que forjan la representación del mundo y le otorgan significados
al territorio.
En consecuencia, el sentido de los lugares emerge por una parte
en las relaciones intersubjetivas, en tanto el uso cotidiano del espacio y las
relaciones sociales que allí se gestan, con la familia y los vecinos son el
origen del sentido de pertenencia, o como plantean Butz y Eyles (1997), en la producción de sentido es dominante
el valor dado a los lazos sociales y a la interacción entre personas. Sin
embargo, cuando este lugar de origen se ve transformado por el conflicto armado
que pone en riesgo la vida, en las interacciones, toman mayor valor las
acciones solidarias y las redes de apoyo entre las personas que posibilitan
superar las encrucijadas o los momentos de duda a favor de la protección y el
cuidado de sí mismos, los otros y las otras. Una madre da cuenta de esta
solidaridad y del potencial presente en las relaciones como vía para salir
adelante y encontrar caminos posibles:
“Nosotros salimos ese día de noche de allá de ese lugar y una
persona muy caritativa que venía para acá para Manizales nos paró, y entonces
él me dijo que venía para acá, entonces yo me puse sin saber qué camino coger,
si echar para Manizales o para dónde. Entonces él me dijo ‘no, no, no, vean,
súbanse acá, vámonos para Manizales, qué se van a quedar esperando otro carro
para que vengan y los maten’ y entonces cerramos los ojos y nos subimos y ya.”
(Ma.SA.Mz.6.17)
Otro elemento que toma valor en la construcción del territorio
vivido en el lugar de origen, son las huellas sensoriales que emergen del
contacto con la naturaleza como los sonidos del viento, el aire que se respira,
el agua, las mareas y los ríos que se entrelazan con las emociones y encuentros
con otros, como lo muestra el relato de una madre del Cauca:
“Estoy dibujando Buenaventura, esta es la casa donde vivíamos,
yo hago unas gradas, por aquí se subía a la casa. El barrio se llamaba viento
libre, por el lado que entraba la marea. Este es el agua, porque prácticamente
nuestra casa era el agua, cuando subía la marea el agua ya queda ahí al rasito…
uno recuerda cuando vivía en su tierra que el aire allá se respira más puro.”
(Ma.YP.Vr.6.17)
Similar al contacto estético y sensorial que narra esta madre,
para autores como Tuan
(2004), los entramados de sentido comprenden vínculos subjetivos que pueden
ser estéticos, sensoriales, histórico-sociales o personales, y son estos los
que posibilitan “el sentir que se tiene de un lugar porque es nuestro hogar, el
asiento de nuestras memorias o el sitio donde nos ganamos la vida” (Tuan, 2004, p.
130).
En el contacto con el entorno natural emergen vínculos con los
seres que lo componen; en los relatos del lugar de origen aparecen los animales
con los que han tejido vínculos caracterizados por el cuidado y aprovechamiento
para la subsistencia, que fortalecen el sentido de arraigo:
“Entonces mi abuelita tenía gallinas, tenía marranos, tenía de
todo, tenía una gallina bajo del brazo y le decía mi tío ‘vámonos ya que nos
tenemos que ir ya, vámonos para Pácora’, y mi
abuelita con la gallina y le decía ‘no, pero es que yo dónde voy a dejar los
animales, me los van a comer, se me los van a robar, ¿qué voy a hacer?’. Entonces
pues mi abuelita no lo asimilaba y pues ya vimos un jeep y ahí mismo nos fuimos
pa’ Pácora.”
(Ma.DM.Mz.6.17)
Las experiencias que viven las familias en contextos afectados
por el conflicto armado conllevan también a transformar la relación con el
entorno natural, al verse transformada la cotidianidad por acciones violentas,
los sentidos brindados a los lugares empiezan a adquirir matices negativos,
marcados por el miedo y las amenazas que determinarán otras formas de semantizar los lugares, como lo expresa una abuela:
“Esto que yo hice acá, esos arbolitos, es lo que más me daba
miedo a mí… los pinos, porque como eso era pineros de esquina a esquina y eso
era muy oscuro, eso era lo que me daba más miedo porque ellos se me escondían
siempre, siempre detrás, yo pensaba que eran las gallinas, que nosotros
teníamos gallinas y escarbaban ahí, y no, ellos eran así, arrastrados, así como
una serpiente, se arrastraban así como serpientes, siempre me decían disque
‘voltéese, no me mire, no me mire’, me hacían arrodillar, eso me hacían
arrodillar y todo y no los podíamos mirar, ellos eran allá escondido tras de
las pineras. Yo pensaba que era el niño o animales y eran ellos, y no eran si
no, encaramarse arriba al árbol y a mirar pa’ allá,
para la base militar a ver qué estaban haciendo los soldados, pues que cuántos
soldados más o menos había y decían ‘vaya y cuente y verá que le mocho la
cabeza’ me decían así.” (Aa.GC.Mz.6.17)
Aunque el tránsito por diferentes lugares a causa del conflicto
armado puede estar marcado por el miedo, la zozobra de dejar atrás sus lugares
de origen y el sentimiento de tener en riesgo la vida propia y familiar, el
nuevo lugar de asentamiento aparece como una oportunidad para continuar
construyendo los sentidos del territorio vivido. Aunque el comienzo en los
lugares de llegada es vivido con incertidumbre y sentimiento de extrañeza, las
relaciones con otras personas, familiares o desconocidas permiten reconstruir
la cotidianidad y cimentar el sentido del territorio sobre la lucha por los derechos
y el fortalecimiento comunitario. En los relatos se encuentra cómo la
identificación con historias de vida marcadas por la adversidad posibilita que
emerja la empatía y la solidaridad que ayudan a despertar un sentimiento de
acogida, para familiarizarse con el nuevo lugar:
“Cuando ellos llegaron a La Dorada pues si encontraron almas
caritativas, por ejemplo, doña B, la señora que vive enseguida de mi abuelita,
ella los ayudó, mi mamá dice que a ella igual le tocaba trabajar desde muy
pequeña, y ella se vino para Manizales como a los 16 años, a ella le tocó una
vida muy dura acá, a ella le tocó trabajar en bares y cosas así.”
(Ma.BO.Mz.6.17)
La importancia otorgada a la acogida y a las relaciones como
posibilidad para reconfigurar y resignificar los tránsitos y las vivencias en
los nuevos territorios, da cuenta del potencial para la transformación de las
realidades sociales presente en las relaciones como lo ha propuesto Gergen (2007, 2012) y de la importancia de los procesos
colaborativos en la configuración de las relaciones (Anderson y Goolishian,
1998). Mirar el territorio desde la perspectiva subjetiva y relacional nos
aproxima a los espacios vividos, espacios con límites flexibles y cargados de
sentidos particulares, espacios que las personas viven como propios y que
reconfiguran en el transcurrir de sus vidas, como lo muestra el anterior
relato. Ares (2011) propone pensar la
trama de sentidos del espacio vivido como una tela, donde “el entramado
constituye una muestra de los significados que dan forma al espacio vivido, y
que se producen en los distintos modos de leer al espacio a través de las
vivencias actuales y pretéritas” (p. 97).
La apuesta por el cuidado de la vida no se limita a los ámbitos
personales y familiares, sino que llega a las acciones sociales más amplias que
promueven el rol de garante de derechos ciudadanos y es aquí donde la acción de
actores comunitarios se articula con la acción de las instituciones estatales y
municipales, para proporcionar oportunidades de condiciones dignas a las
familias en condición de desplazamiento por el conflicto armado:
“Yo creo que ahí entran las organizaciones, porque lo que
hacemos es estar pendientes, que si una persona víctima llega e hizo la
declaración, que se le brinde la ayuda humanitaria de emergencia, que si de
pronto la situación está en extrema vulnerabilidad hacemos como el puente para
hablar con la secretaria de gobierno, con el enlace y darle de pronto algún
tipo de ayuda, si el niño o la niña está estudiando también poderlo vincular en
educación, en salud. Nos hemos dado a la tarea de hacer el ejercicio de
portabilidad con las entidades prestadoras de salud.” (Ma.YR.Vr.7.17)
Sin embargo, aunque son muchas las personas que han sido
afectadas por el conflicto armado que hacen una apuesta por ser garantes de
derechos, también se encuentran otras personas en situaciones similares que se
orientan a la búsqueda de asistencialismo, no por opción propia, sino porque
las políticas y normativas basadas en estos principios limitan su campo de
acción y su posicionamiento como sujetos políticos:
“Una señora muy buena gente que me dio la mano, ella me llevó
acá a la UAO [Unidad de Atención al Desplazado] para que me ayudaran. Allá en
el UAO muy bellos, me han dado mucho la mano allá, me mandaron para el CDI de
Chipre para que metiera los niños a estudiar y vea, como yo no tenía para pagar
un arriendo, entonces me tocó venirme para acá para este lado del Portón del
Guamo [zona marginal de la ciudad].” (Ma.SA.Mz.6.17)
A pesar de los diferentes posicionamientos de las familias en
condición de desplazamiento, se puede considerar que las acciones solidarias y
redes de apoyo, tanto comunitarias como institucionales, son claves para que
las personas que han experimentado el conflicto armado reconfiguren los
sentidos del territorio vivido en los nuevos lugares, como espacios tranquilos,
en los que pueden vivir la unión familiar y construir futuros posibles
orientados a la paz, como se ve en el siguiente fragmento de diálogo con una
madre en Manizales:
Investigadora: ¿Qué valoran de la vida actual?
Ma.SA.Mz.6.17: Mis dos niños, que estoy viviendo en mi casita
que es humilde pero estoy tranquila, que estamos vivos y no nos pasó nada. Eso
es lo importante.
Y con otra madre en Villa Rica:
Investigadora: ¿De Villa Rica qué les gusta, en qué lugares
creen ustedes que se construye la paz?
Ma.YR.Vr.6.17: La escuela La Primavera porque se reúne la
asociación folclórica, que trabaja con jóvenes a través de las danzas
folclóricas... La zona industrial parque sur, porque les brindan el empleo a
los y las habitantes de Villa Rica.
Los fragmentos de narrativa de estas madres y abuelas muestran
cómo con el relato del territorio, las vivencias en él y los significados que
se le otorgan, se abre la potencia de evocación de los sentidos de un pasado
vivido en entornos rurales contenidos en marcos sociales de tiempo, espacio, y
cultura y se entrelazan con la capacidad de enunciación de un presente y la
proyección hacia posibilidades futuras de ser en el tiempo y el espacio en
relaciones de interdependencia con los otros, las otras y el entorno natural.
Discusión y conclusiones
Las memorias de las familias provenientes de contextos de
conflicto armado, en particular de madres y abuelas de niñas y niños de la
primera infancia, no solo dan cuenta de la afectación vivida por ellas y sus
familiares a causa de las atrocidades de la guerra, el miedo y la inminencia
del destierro para la protección propia y de sus familias con el subsiguiente
desarraigo material y simbólico de sus territorios; ellos a la vez relatan los
tránsitos entre el territorio de origen y el de acogida, con la presencia de
múltiples actores y relaciones que trascienden la lógica de la afectación
presente en la violencia armada y se aproximan a las lógicas de la acogida, la
amistad y la movilización social y política.
Es así como en esta investigación se logró una aproximación a
múltiples memorias, que incluyen no solo los hechos vividos, sino también las
transformaciones de estas mujeres con lo sucedido, y donde se develan los modos
en los que se vieron atravesadas sus vidas (por el miedo, el riesgo, las
amenazas, la intranquilidad, la violencia directa, el destierro y el
desarraigo). Las memorias incluyen también los cambios generados en sus
relaciones como consecuencia de estar en medio de un contexto bélico, que
involucra la pérdida de vínculos con otras personas cercanas, con los entornos
naturales y sus animales, que abarca como lo menciona Tuan (2004) en
un estudio previo, el narrar sensorial y estético. Con lo que se concluye que
las memorias están integradas no solo de “lo que pasó”, sino de “lo que les
pasó a las personas”, nivel de implicancia en el que emergen las prácticas de
resistencia frente a la reproducción de las violencias.
Encontramos que en el arraigo al territorio, a las costumbres y
a las prácticas sociales y culturales que integran el contacto, y el
relacionamiento con la naturaleza, emerge un potencial no solo para la
evocación y la añoranza del territorio de origen, sino también para reconstruir
el tejido cotidiano de nuevas tramas relacionales donde las solidaridades
aprendidas en el contexto rural se recrean en el territorio urbano que acogen a
estas madres y abuelas, y se construyen modos de cuidado de la vida propia,
familiar y comunitaria que involucra tanto las subjetividades de estas mujeres,
como las relaciones de las que participan en sus familias y otros entornos
relacionales.
Además de reconstruir su cotidianidad en los entornos más
inmediatos, en algunas de las madres se identifica el posicionamiento como
sujetos políticos que las impulsa a participar de acciones ciudadanas que
garanticen el restablecimiento de los derechos de la población afectada por el
desplazamiento forzado, en la necesaria articulación entre la verdad, la
justicia y la reparación, y que movilicen transformaciones estructurales y de
otros órdenes sociales, culturales, económicos y políticos.
A través de los resultados de la presente investigación las
narrativas de las madres y las abuelas hacen un llamado a la política pública
de modo que posibilite el establecimiento de estos nuevos órdenes, en los que
la aproximación a quienes han sido nombradas como “víctimas” del conflicto
armado trascienda el asistencialismo, las lecturas deficitarias y carenciales,
así como la revictimización y promueva ejercicios de agenciamiento, sin quitar la responsabilidad de garantía de
derechos, condiciones y oportunidades a cargo del Estado , similar a la apuesta
de socialización política propuesta para las escuelas como territorios de paz
en el estudio previo de Alvarado et al.
(2012).
Los resultados de la investigación convocan a hacer un llamado a
las prácticas pedagógicas e investigativas para que, a través de procesos de
deconstrucción de las memorias y de resignificación
en el presente con miras a la construcción de posibilidades futuras,
contribuyan a la construcción cotidiana de paz, reconociendo el potencial
transformador presente en las relaciones (Gergen, 2007, 2012) y en las solidaridades
identificadas a nivel familiar y comunitario. Esto corrobora los hallazgos de Butz y Eyles (1997) acerca de que los sentidos del lugar están
relacionados con las relaciones, la organización social y los factores
ecológicos. Esto es posible mediante las narrativas colectivas, como vías no
solo para relatar las experiencias pasadas, sino para fortalecer relaciones y
reconstruir tejidos sociales.
Una limitación del presente estudio es que los procesos de
reconstrucción de memorias se dieron principalmente con las familias y no
directamente con las niñas y los niños de la primera infancia, con la
intencionalidad de su protección y de la no revictimización.
Vale aclarar que los niños y las niñas participaron en los demás talleres
desarrollados en el trabajo de campo, pero sus voces no se incluyen en este
artículo dado que no participaron del ejercicio de reconstrucción de las
memorias. El reto para siguientes investigaciones está en propiciar una mayor
participación de los niños y las niñas, mediante metodologías lúdicas y
creativas que favorezcan la consolidación de memorias reparadoras y de
prácticas de construcción de paz, abriendo vía a futuras investigaciones acerca
de las memorias de las niñas y los niños y de la transmisión intergeneracional.
Agradecimientos
Estudio desarrollado por el grupo de investigación Perspectivas
políticas, éticas y morales de la niñez y la juventud, en el marco del Programa
de Investigación “Sentidos y prácticas políticas de niños, niñas y jóvenes en
contextos de vulnerabilidad en el Eje Cafetero, Antioquia y Bogotá: Un camino
posible de consolidación de la democracia, la paz y la reconciliación mediante
procesos de formación ciudadana” del Consorcio Niños, Niñas y Jóvenes
Constructores de Paz, de la Fundación Centro Internacional de Educación y
Desarrollo Humano (CINDE).
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Notas
[1] En el Registro Único
de Victimas no se especifican los tipos de hechos victimizantes
que han sufrido los niños de la primera infancia.
[2] Vale la pena señalar
que la presente investigación comparte la apuesta por el agenciamiento
de las familias desde el reconocimiento de sus potencias y potencialidades; sin
embargo, se aparta de los enfoques de la resiliencia en los que se concibe a
los actores sociales como resortes que son capaces de resistirlo todo. Nuestro
grupo de investigación propone alejarse del asistencialismo y a la vez exigir
por parte del Estado la garantía de los derechos.
[3] Para identificar las
narrativas de los participantes de la investigación se construyeron códigos
organizados de la siguiente forma: Las dos primeras letras de los códigos dan
cuenta del tipo de actores: madre (Ma), abuela (Aa), niño o niña de la primera infancia (No/NaPI), agente educativa (Ea).
Posteriormente aparecen dos letras con las que se codificó el nombre de los
participantes. Seguido se identifica la ciudad en donde se tomó la narrativa:
Bogotá (Bg), Manizales (Mz)
y Villa Rica (Vr), y finalmente dígitos que
especifican el mes y el año en el que se obtuvo la narrativa.
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"krywgbktrpf" (2021-10-05)
"markus" (2022-04-19)