Narrativas colectivas y memorias del conflicto armado colombiano: Sentidos y prácticas de abuelas y madres de niñas y niños de la primera infancia

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Artículos

Narrativas colectivas y memorias del conflicto armado colombiano: Sentidos y prácticas de abuelas y madres de niñas y niños de la primera infancia

Collective Narratives and Memories of the Colombian Armed Conflict: Meanings and Practices of Grandmothers and Mothers of Early Childhood Children

María Camila Ospina-Alvarado1

Universidad de Manizales, Colombia

Viviana Varón Vega2

Universidad de Manizales, Colombia

Lina Marcela Cardona Salazar3

Universidad de Manizales, Colombia

 

1Psicóloga. Magister en Psicología Clínica. Doctora en Estudios de Medios y Comunicación Free University of Brussels – Taos Institute. Candidata a Doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Investigadora principal del estudio a la base del artículo. Coordinadora nacional campo de investigaciones y producción de conocimiento del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud (Alianza Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (CINDE) y Universidad de Manizales), Manizales, Colombia.

2Psicóloga. Magister en Educación y Desarrollo Humano Universidad de Manizales y Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (CINDE), Asesora Educativa y Cultural de la Fundación Carvajal, Cali, Colombia.

3Trabajadora Social. Magister en Educación y Desarrollo Humano, Investigadora y formadora del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud (Alianza Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (CINDE) y Universidad de Manizales) Manizales, Colombia.

Narrativas colectivas y memorias del conflicto armado colombiano: Sentidos y prácticas de abuelas y madres de niñas y niños de la primera infancia

Interdisciplinaria, vol. 37, núm. 1, 2020

Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental (CIIPME-CONICET)

Los autores son titulares de los derechos sobre sus producciones y ceden a la revista Interdisciplinaria el derecho a la primera publicación de cada uno de sus trabajos.

Recepción: 16 Mayo 2018

Aprobación: 24 Abril 2020

Financiamiento

Fuente: Estudio desarrollado por el grupo de investigación Perspectivas políticas, éticas y morales de la niñez y la juventud, en el marco del Programa de Investigación “Sentidos y prácticas políticas de niños, niñas y jóvenes en contextos de vulnerabilidad en el Eje Cafetero, Antioquia y Bogotá: Un camino posible de consolidación de la democracia, la paz y la reconciliación mediante procesos de formación ciudadana” del Consorcio Niños, Niñas y Jóvenes Constructores de Paz, de la Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (CINDE).

Resumen: La presente investigación tuvo como fin comprender las narrativas colectivas y memorias sobre paz y conflicto armado presentes en las familias que han vivido el desplazamiento forzado, y en sus hijos e hijas de la primera infancia. Particularmente, el artículo se focaliza en los relatos de las madres y abuelas de estas niñas y estos niños alrededor del conflicto armado, sus tránsitos y la resignificación presente, abriendo futuros posibles de paz. Este artículo presenta los resultados del trabajo de campo realizado en los Centros de Desarrollo Infantil localizados en Manizales (Caldas) y Villa Rica (Cauca) de Colombia. El estudio se desarrolló a través de talleres que propiciaron la emergencia de narrativas colectivas como base para la comprensión de las memorias y la transformación orientada a la paz. Mediante el análisis categorial de narrativas se concluyó que las familias han sufrido los efectos por el conflicto armado, como el desplazamiento forzado, la muerte de familiares, el miedo ante la propia muerte o la de otros cercanos, junto con la pérdida de sus territorios y de prácticas sociales y culturales asociadas a la ruralidad. Sin embargo, los tránsitos del territorio de origen al territorio de acogida también han favorecido aprendizajes y el surgimiento de prácticas de solidaridad, que les han permitido construir nuevos sentidos de sus historias para promover prácticas orientadas a la construcción de paz y a la apertura a posibilidades futuras. Las familias han encontrado en las relaciones, en la resignificación de los territorios y en el contacto con la naturaleza, modos de resistir a las violencias y de aportar a la construcción de la paz.

Palabras clave: Memoria colectiva, Guerra, Familia, Territorio ocupado, Narrativas colectivas..

Abstract: The present research aimed to comprehend the collective narratives and memories about peace-building and armed conflict present within families who have lived forced displacement, as well as those of their children in early childhood. The article focus is on life stories of the children’s mothers and grandmothers, about armed conflict, its transits, and the new meanings of the experiences lived, opening possibilities for alternative futures of peace. The study took place through fieldwork, which used workshops to collect collective narratives in order to comprehend memories and transform practices towards peace-building. The results and conclusions came after categorical narrative analysis. We concluded that families have suffer negative effects due to armed conflict, such as forced displacement, lost of family members, fear to lose own’s life or the one of other family members, as well as the lost of territories and of social and cultural practices associated to rurality. The transit from the origin territory to the host territory have also prompt learnings and solidarity practices. This has allowed families the co-creation of new meanings in the present to promote peace-building practices and the emergence of future possibilities. Families have found, in their meaningful relations, in the new meanings given to the territories, and in the contact with the environment, ways to resist to violence and to contribute to peace-building processes.

Keywords: Collective memory, War, Family, Occupied territories, Collective narratives..

Introducción

El territorio colombiano ha experimentado el conflicto armado por más de 50 años, propiciando en algunos casos la naturalización de la violencia y la indiferencia, como formas habituales de enfrentar las injusticias e inequidades del país. En este contexto, se han configurado discursos hegemónicos que narran la historia y la memoria del país desde la reproducción de la violencia y las afectaciones. Aunque nuevas esperanzas se han abierto en relación con la terminación del conflicto armado con iniciativas como los acuerdos de paz, el reto continúa para las y los investigadores sociales en cuanto a la necesidad de continuar develando otros sentidos y significados que favorezcan la deconstrucción de dichas prácticas violentas y que contribuyan a la consolidación de alternativas para la construcción de paz, como en el caso particular de esta investigación, mediante la generación de narrativas colectivas que tomen como base nuevos modos de relacionamiento y propicien la apertura hacia relatos y prácticas alternativas que incorporen múltiples paces.

En estas realidades relacionales, sociales y culturales que se crean en medio del conflicto armado, y que reproducen las narrativas hegemónicas de violencia y vulneración, las niñas y y los niños desde sus primeros años de vida han sido objeto de muchos hechos victimizantes, como el reclutamiento forzado, la incorporación a comercios ilegales, los crímenes contra su integridad, entre otros. Según la Red Nacional de Información (RNI, 2017), hasta agosto de 2017 se tiene un registro de 474 312 niños y niñas entre 0 y 5 años víctimas del conflicto armado. A esto se suman situaciones que afectan a sus familias y cuidadores, como el desarraigo de sus territorios, la desintegración, la desestructuración y el debilitamiento de los lazos familiares, la inestabilidad económica, la limitación frente a la proyección a futuro, el deterioro de sus capacidades de cuidado, protección y provisión, entre otras (Alvarado, Ospina, Quintero, Luna, Ospina-Alvarado y Patiño, 2012).

El conflicto armado no se extiende de manera homogénea en todo el territorio nacional, es así como a nivel regional, en los departamentos de Caldas y Cauca según el Registro Único de Víctimas (RNI, 2017) el total acumulado de niños y niñas de primera infancia con vulneración de sus derechos a causa del conflicto armado hasta el 27 de agosto del 2017 es de 7106 en Caldas y 25 959 en Cauca. A la misma fecha, en los municipios de Manizales y Villa Rica, contextos particulares donde se desarrolló la presente investigación, se reportaron respectivamente, 252 y 26 niños y niñas de la primera infancia víctimas[1] del conflicto armado (RNI, 2017).

Hablar del conflicto armado haciendo énfasis en las afectaciones ha llevado a la construcción de una comprensión acerca de los niños, las niñas y sus familias como víctimas, lo que ha realzado su vulnerabilidad y limitado su potencial de acción, al narrar los hechos sucedidos desde una mirada sesgada que no incluye aquellas memorias de lo que los actores sociales pudieron hacer o transformar con respecto a lo vivido. Este es uno de los motivos por los que el presente artículo se focaliza en la reconstrucción de narrativas colectivas que den cuenta de las memorias del conflicto armado, en las que se develen otros sentidos y prácticas construidos por las madres y las abuelas de niñas y niños de la primera infancia frente a las vivencias del conflicto armado, que les han permitido continuar sus vidas y generar alternativas de paz en lo cotidiano.

El interés descrito se suma al marco académico e investigativo que cuenta con diversos estudios previos: algunas investigaciones se centraron en la primera infancia y sus agentes relacionales (familia y agentes educativas), reflexionando acerca de los procesos de socialización y construcción de subjetividades en contextos de conflicto armado (Ospina y Luna, 2015; Ospina-Ramírez y Ospina-Alvarado, 2017). Otras investigaciones giraron en torno a la socialización y constitución de subjetividades políticas en los niños y las niñas de la primera infancia (Buitrago, Escobar y González, 2010; Díaz y López, 2013; Espinosa, 2013; Ospina-Alvarado, 2015); ciertos estudios están relacionados con las múltiples expresiones artísticas como el juego, la literatura y el arte como experiencias que posibilitan otras formas de relacionamiento entre agentes relacionales y la primera infancia (Drada, Plata y Salazar, 2014; Upegui y Díaz, 2015); otros estudios indagan de una manera amplia las afectaciones a causa del conflicto armado en las familias (Bello, 2000; Cifuentes, 2009; González, 2004, y Segura, 2010). Finalmente, hay estudios relacionados con la construcción de la memoria, que reconocen la polifonía y la pluralidad de voces de los niños, las niñas y otros actores sociales (Guzmán, 2012; Muller y Bermejo, 2016; Ospina-Alvarado, 2015).

En relación con la socialización política y la constitución de subjetividades políticas en los niños y las niñas de la primera infancia, Buitrago et al. (2010), Díaz y López (2013), Espinosa (2013) y Ospina-Alvarado (2015) muestran la influencia que tiene la concepción sobre la primera infancia en el establecimiento de las relaciones familiares, entre las que se pueden encontrar dos concepciones: una limitándose al cuidado y protección de los niños y las niñas, y otra potenciando sujetos activos en la construcción de las realidades relacionales, esta última en muchas ocasiones, mediada por el juego y el arte.

Otros antecedentes investigativos, relacionados con múltiples expresiones artísticas entre los agentes relacionales que tienen contacto directo con los niños y las niñas (Drada et al., 2014; Ospina-Alvarado, Patiño y Alvarado, 2013; Upegui y Díaz, 2015) muestran el papel del arte, el juego y la literatura en los procesos de construcción de paz, y la influencia de estas expresiones en la reflexión y transformación de saberes, prácticas de cuidado y formación con niños y niñas de la primera infancia.

En los estudios sobre el conflicto armado y las familias, Bello (2000), Cifuentes (2009), González (2004) y Segura (2010), reconocen la capacidad resiliente de las familias para afrontar el conflicto armado, y resaltan la necesidad de superar el asistencialismo, para promover el trabajo con las familias de manera integral e interinstitucional, a partir del reconocimiento de sus recursos individuales y colectivos para superar la pobreza[2].

Adicionalmente, en Colombia se ha iniciado la tarea de construir memorias que reconozcan la polifonía y pluralidad de voces que abundan en el país, con el deseo de trascender las versiones hegemónicas, que silencian las voces de quienes se han visto afectados por la guerra, las poblaciones marginadas, entre otras, que narran los problemas de injusticia, pobreza, y otros problemas cotidianos. Sin embargo, en los procesos de memoria pocas veces se incluyen los sentidos acerca de los niños y las niñas de la primera infancia como lo ha manifestado Ospina-Alvarado (2015). Algunos de estos estudios, desde apuestas teóricas, proponen que los niños y las niñas en edad escolar poseen habilidades fundamentales para la transformación creativa de la historia:

“… habilidades para la invención de mundos mágicos, lo cual estimula la creatividad que es indispensable para reconocerse a sí mismos como actores capaces de interpelar la propia historia, de encontrar medidas alternas de resolución, que a su vez podría permitirles romper con la inercia en la que pueden verse envueltos por causa de los ciclos de violencia que les ofrece el contexto" (Guzmán, 2012, p. 100).

Sin embargo, el análisis de las narrativas del estudio de Guzmán (2012) se plantea desde la afectación de los actos violentos y no desde la potencialidad o generatividad de las narrativas, que se constituyen en elementos del mundo relacional fundamentales en la transformación de las realidades.

Si bien las investigaciones revisadas se centran en los niños y las niñas desde sus primeros años, los procesos de socialización y constitución de subjetividades políticas, la afectación a causa del conflicto armado, el papel de los agentes educativos, entre otros aspectos, se hace necesario, como complemento, realizar procesos de indagación en los que se visibilicen las múltiples voces y modos de relacionamiento, voces que den cuenta no solo de la afectación en contextos de conflicto armado, sino también de las potencias o recursos existentes en ellos y sus agentes relacionales para la construcción de paz.

Partiendo del contexto descrito, la investigación que fundamenta este artículo se pregunta por las narrativas colectivas y las memorias sobre paz y conflicto armado con las que cuentan las familias, así como los niños y las niñas de la primera infancia y otros agentes relacionales. Este artículo se centra en las memorias colectivas del conflicto armado de madres y abuelas de niños y niñas de la primera infancia, que les permitieron continuar sus vidas a pesar de lo acontecido y generar alternativas de construcción de futuros en paz, indagando: ¿Cuáles son las particularidades en la configuración y expresión colectiva de las memorias del conflicto armado, de las familias de niños y niñas de la primera infancia? ¿Qué lugar ocupa la familia en la configuración y expresión de narrativas colectivas de memorias del conflicto armado?

Esta investigación toma como punto de partida el reconocimiento del carácter performativo y generativo del lenguaje y, en consecuencia, su capacidad para crear realidades (Gergen, 2007, 2009, 2012). Se centra en las narrativas generativas entendidas como los modos en que las relaciones y las conversaciones que ellas originan, construyen realidades sociales, siendo fundamental favorecer quiebres en los relatos dominantes de violencia y vulneración acerca de los niños, las niñas y sus agentes relacionales que han vivido el conflicto armado, y en sus modos de relacionamiento, pasando de lecturas victimizantes e individuales, a aquellas en las que aparecen recursos individuales y colectivos que pueden aportar a la construcción de las paces (Gómez, Ospina-Alvarado, Alvarado y Ospina, 2014; Ospina-Alvarado, 2013, 2015; Ospina-Alvarado, Alvarado y Ospina, 2014; Ospina-Alvarado, Carmona-Parra y Alvarado, 2014; Valencia, Ramírez, Fajardo y Ospina-Alvarado, 2015).

Desde las transformaciones en las relaciones y en las narrativas que las describen y las constituyen, es posible producir cambios en las prácticas y en la construcción misma de los sujetos, permitiendo reconfigurar sus vivencias y memorias, de modo que, además del reconocimiento de las múltiples afectaciones vividas por los niños y las niñas de la primera infancia y sus agentes relaciones en contextos de conflicto armado, también se genere una oportunidad para reconocerse a sí mismos y a los otros, a partir de relatos conjuntos que dan cuenta de significados y acciones compartidas que aportan a la construcción de paz. Es así como la presente investigación busca no solo complejizar las narrativas de la vulneración a partir de la emergencia de las potencias y potencialidades, sino también pasar de narrativas individuales a aquellas colectivas, en las que sea posible reconstruir modos de relacionamiento que fueron fragmentados por las violencias y la vulneración.

Van Manen (1994) enfatiza en que la narrativa enuncia la pretensión de volver a las experiencias significativas que se encuentran en la vida cotidiana, en el sentido que propone Pava-Ripoll (2015): “las personas estructuran sus experiencias a partir de los relatos, en los que las narraciones son versiones del mundo y formas de organización de la experiencia humana” (p. 207). Esto implica que los niños, las niñas y sus agentes relacionales puedan aparecer ante los otros a partir del reconocimiento de su propia historia.

Las narrativas colectivas, como reconfiguración del sujeto, resignificación de las experiencias y creación de las realidades relacionales y sociales, tienen una relación directa con la memoria colectiva, en tanto esta se convierte en un “proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un determinado grupo, comunidad o sociedad” (Fernández, 1991, citado por Mendoza, 2005); es decir, las memorias son compartidas, producto de interacciones múltiples entre distintos actores y contextos. Según Jelin (2002), “lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y memorias individuales en diálogo con otros, en estado de flujo constante dado por códigos culturales compartidos” (p. 22) como lo es el lenguaje. Asimismo, Hirst y Manier (2008, citado por Muller y Bermejo, 2016) proponen que la “memoria colectiva se refiere a las memorias compartidas por una comunidad y que tienen incidencia en la identidad de esa comunidad” (p. 43).

Como afirma Jelin (2002), “estos marcos sociales de la memoria son históricos y cambiantes, toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo” (p. 21). En este sentido, centrar la mirada en el proceso de construcción de memoria colectiva implica en palabras de Pollak (1989, citado en Jelin, 2002) “dar lugar a distintos actores sociales (inclusive a los marginados y excluidos) y a las disputas y negociaciones de sentidos del pasado en escenarios diversos” (p. 22). De esta manera, la memoria colectiva es múltiple, puesto que las interpretaciones sobre determinados acontecimientos dependerán de los grupos o colectividades que hayan vivenciado o significado tales sucesos. No hay una sola versión que domine, lo que existen son visiones sobre un mismo evento y esto es lo que se comunica.

En este sentido “…no hay memoria sin discurso que la narre” (Guzmán, 2012, p. 95). Asimismo, Díaz (2009) plantea que esa actualización del pasado en el presente que se visibiliza en las narraciones aporta a la comprensión y transformación de las complejidades de nuestra contemporaneidad social. Por su parte, Alvarado et al. (2012) hacen un llamado hacia la importancia de la relación entre las memorias del pasado, las acciones del presente y los horizontes futuros para aportar a la construcción de paz con niños, niñas, familias, docentes y agentes comunitarios.

Lo anterior concuerda con los planteamientos de Ospina-Alvarado (2015) acerca de la importancia de resignificar en el presente las memorias del pasado con participación activa de los niños, las niñas y sus familias como apuesta presente y futura para la construcción de paz. El interés de las narrativas colectivas no solo se hace en relación con el relato conjunto, sino como práctica que permite visibilizar y resignificar realidades sociales.

La construcción de memorias colectivas de las experiencias que emergen en el entramado de la vida cotidiana, en los escenarios sociales, culturales y simbólicos, enmarcados por las violencias múltiples y por el conflicto armado, posibilita configurar otras formas expresivas que permitan visibilizar los recuerdos del pasado y, al mismo tiempo, promover posturas críticas frente a la violencia que se constituyan en escenarios de agenciamiento social y político de los actores. Según Martínez-Quintero (2013) lo significativo de las prácticas colectivas de rememoración es el ejercicio de apertura a las capacidades política y cultural, que tienen un lugar en la configuración de sentidos críticos frente a las violencias y en la generación de espacios donde los actores afectados puedan asumir un rol social y político como sujetos históricos; y diríamos en el marco de nuestra investigación, como sujetos políticos.

Metodología

La presente investigación fue de corte cualitativo, tipo de estudio que según Creswell (2007) indaga por los significados que los individuos o grupos atribuyen a un problema social o humano. En ese sentido, Maxwell (1996) plantea que es a través de la investigación cualitativa como se pueden llegar a comprender los significados presentes en los relatos, las acciones, las experiencias y en general, en las situaciones de los participantes que hacen parte de la realidad que se está tratando de comprender. Vale la pena enfatizar, que además del carácter comprensivo e interpretativo, esta investigación tiene un propósito orientado a la transformación social, específicamente como se ha mencionado, vinculado a la construcción de paz.

La investigación asumió la hermenéutica ontológica política como apuesta epistemológica y metodológica, con la cual se buscó hacer visibles las voces y expresiones ocultadas por las narrativas dominantes y hegemónicas de la violencia en Colombia, a través de las narrativas colectivas de la primera infancia y sus agentes relacionales que develan otras formas de realidad que interpelan aquellas narrativas dominantes, para encontrar los intersticios desde donde es posible encontrar modos otros de enunciación y comprensión de la vida y así, contribuir a la construcción de narrativas colectivas de las memorias de lo vivido que contribuyan a la paz desde contextos cotidianos. En este sentido, este estudio toma una postura hermenéutico-comprensiva y a la vez crítico-participativa.

Contexto comunitario

La investigación se desarrolló en cinco Centros de Desarrollo Infantil (CDI) y una organización social. La selección de los CDI se orientó hacia las zonas de las ciudades con mayor presencia de niños y niñas cuyas familias provenían de contextos de conflicto armado. El presente artículo da cuenta del trabajo de campo con dos CDI localizados en Manizales (Caldas) y Villa Rica (Cauca). Dichos CDI brindan atención integral a niños y niñas de la primera infancia en el marco de la política de Estado de Cero a Siempre.

El CDI San Sebastián está ubicado en el barrio que lleva el mismo nombre en la Comuna Ciudadela del Norte de Manizales, un barrio receptor de población desplazada por el conflicto armado, por las microviolencias urbanas, por deslizamiento en zonas de ladera y a causa de proyectos de renovación urbana en la ciudad. San Sebastián es un barrio que cuenta con procesos comunitarios y redes de solidaridad consolidadas por medio de la Junta de Acción Comunal (JAC) y además, lleva a cabo procesos de construcción de paz desde las habilidades deportivas y artísticas (música popular, rock, hard rock y grupos de danza).

El CDI El Guadual, ubicado en el municipio de Villa Rica (Cauca), fue construido desde el mes de noviembre de 2013, con la participación de los sectores público y privado, diversas ONG y la comunidad. Actualmente, brinda atención integral a 300 niños y niñas de 0 a 5 años. Villa Rica se caracteriza por la economía rural con predominio de la agroindustria de la caña, industria forestal, haciendas ganaderas, zona franca de grandes industrias y poca vinculación de trabajo local. En la actualidad, las comunidades afrodescendientes superan el 50 % de la población, también hay habitantes indígenas y raizales.

Familias participantes

En este estudio se recogen las voces de familias que han vivido el desplazamiento forzado a causa del conflicto armado, en particular cinco madres y una abuela en Villa Rica, Cauca, y siete madres y una abuela en Manizales, Caldas. Estas madres y abuelas proceden de distintos territorios del país: Medellín (Antioquia), Curumaní (Cesar), Santander de Quilichao, Puerto Tejada y el Plateado (Cauca) Villa Rica (Risaralda), Tumaco (Nariño), Neira y Pácora (Caldas). En su mayoría estas mujeres se dedican a las labores del hogar y la crianza de sus hijoa e hijas, dos de ellas (una en Manizales y otra en Villa Rica)son parte de organizaciones que promueven la participación ciudadana, Marcha Patriótica y Mesa de Víctimas del Cauca, respectivamente.

Consideraciones éticas

Todas las participantes firmaron voluntariamente un consentimiento informado para hacer uso de las narrativas y fotografías producto de los talleres con fines investigativos. Con el propósito de salvaguardar su identidad se crearon códigos alfanuméricos para denominarlas y garantizar su confidencialidad y anonimato. Los talleres fueron diseñados haciendo uso de la indagación apreciativa, para propiciar prácticas de agenciamiento y de no revictimización. Los talleres orientados a la reconstrucción de las memorias fueron desarrollados únicamente con las familias, para propiciar prácticas de revictimización de las niñas y los niños.

Procedimiento

La investigación contó con una primera fase de revisión documental basada en la construcción de un estado del arte, un estado de la práctica, un estado de la política pública y la consolidación de marcos teóricos; una segunda fase de trabajo de campo, y una tercera fase de análisis de la información y circulación del conocimiento producido.

El trabajo de campo fue desarrollado a partir de talleres lúdico-creativos con cada grupo de actores (niños, niñas, familias y agentes educativas); en algunas oportunidades se trabajó con todos los actores y en otros momentos, por grupo de actor. Los talleres se constituyeron en espacios de encuentro, reconocimiento, experiencias compartidas y aprendizaje colectivo. Se priorizó esta metodología en la investigación dado su carácter participativo, experiencial y favorecedor tanto de la comprensión como de la transformación de las prácticas relacionales.

El procesamiento de la información recolectada en los talleres se dio mediante el análisis categorial de narrativas, en el que emergieron temas comunes o categorías de las narrativas colectivas interpretadas por el equipo de investigación.

Los talleres como instrumento para la comprensión y la transformación

Se construyeron de manera colectiva con el equipo de investigación y se desarrollaron ocho talleres lúdico-creativos, de los cuales se consideraron para los fines de la presente investigación, aquellos que contemplaban narrativas colectivas acerca de las memorias del conflicto armado.

Memorias y cartografías del conflicto armado: Este taller permitió la identificación y la narración de los lugares transitados, las instituciones y las personas que hicieron parte del proceso del desplazamiento forzado, pero sobre todo de los sentidos y las significaciones en relación con la violencia y la paz.

Reconociendo los derechos de las personas afectadas por el conflicto armado: Este taller fue desarrollado con el objetivo de generar un espacio de conversación y reconocimiento de los derechos de las personas afectadas de forma directa por el conflicto armado.

Externalización de las violencias asociadas al conflicto armado: Este taller se centró en identificar las afectaciones de la violencia en los diferentes actores y sus relaciones, junto con sus estrategias, recursos y potencias.

Tipo de estudio y análisis de información

El presente estudio se enmarcó en la investigación narrativa, entendida por Creswell (2007) como un tipo de diseño de investigación cualitativa, en el que la narrativa, texto hablado o escrito, da cuenta de eventos, acciones o series cronológicas de eventos o acciones. Según Cresswell se requiere recoger las historias de las experiencias de pocos individuos, su ordenamiento y la reconstrucción, y reporte de significados. Se consideró más importante un ordenamiento cronológico de los hechos, la comprensión de las experiencias y acontecimientos de los participantes, a través de sus narrativas colectivas, entendiendo las narrativas en el sentido que proponen Gergen (2007, 2009, 2012) y White y Epston (1993), no solo como descripciones de la experiencia, sino también como constitutivas de las realidades sociales, contando con la posibilidad de reescritura de las vidas, y como lo ha propuesto Ángel (2011), como “una entrada, que alude a la memoria de un grupo humano, a todo lo que constituye ese grupo” (p. 31).

Por esta razón, se empleó el análisis categorial de narrativas, sustentado por Creswell (2007) como la recopilación de historias desde diversos elementos del contexto, situadas sobre las experiencias de los participantes y analizadas para comprender la realidad que cada individuo establece y construye desde sus percepciones, construcciones del mundo y prácticas cotidianas. De esta manera, el análisis de narrativas integra el uso de testimonios y demás elementos contextuales de los participantes, para entender su realidad, haciendo desconstrucción y reconstrucción de las situaciones manifiestas.

Resultados parciales

Los resultados de la investigación integraron categorías generales como memorias del conflicto armado, construcción de las paces y derechos de las víctimas de las cuales emergen distintas subcategorías. Se abordan los resultados alrededor de la categoría memorias del conflicto armado (ver Figura 1).

Categorías y subcategorías de la investigación.
Figura 1
Categorías y subcategorías de la investigación.

Resultados en torno a las memorias del conflicto armado

En este artículo se presentan los resultados de una de las categorías abordadas en la investigación “Memorias del conflicto armado”, la cual se subdivide en dos subcategorías: Memorias de la afectación de la violencia y Memorias del territorio vivido: Tejiendo sentidos de los encuentros con otros, otras y la naturaleza para construir nuevas posibilidades.

Memorias de la afectación de la violencia

Las memorias de las familias provenientes de contextos de conflicto armado incluyen sus tránsitos entre lugares de origen y lugares de llegada, hacen referencia a las vivencias en medio de las afectaciones de la violencia directa, el miedo, y el desarraigo material y simbólico de sus territorios, enfatizan en la añoranza a un tiempo pasado lejano de tranquilidad y declaran las nuevas posibilidades que se despliegan en tiempos presentes.

Entre los hallazgos se encontró que las familias de los niños y las niñas de la primera infancia, provenientes de contextos de conflicto armado, perciben que los lugares de origen eran vividos de forma tranquila, en un pasado que se añora y que permitía el encuentro y el disfrute; dichos lugares se ven trastocados con la presencia de la violencia directa, lo que genera memorias que incorporan tanto lo positivo de ese pasado lejano como las afectaciones presentes a causa de la violencia armada. Esto se evidencia en la siguiente narrativa de una madre:

[3]“No era así con tanta violencia, como ahora que usted escucha ‘que mataron a fulanita por allá’, uno podía salir a la calle a jugar con sus niños, con sus vecinos. Pero volviendo ya no se puede hacer eso, ya tiene uno en la memoria recuerdos buenos y recuerdos malos”. (Ma.YP.Vr.6.17)

Dichas geografías se fueron transformando en contextos con presencia de múltiples expresiones de violencia, donde la tranquilidad y el juego eran remplazados por disparos y peligro para sus habitantes, como añade otra madre:

“El barrio Betania en Puerto Tejada. Extraño cuando estaba más pequeña que uno jugaba como más tranquilo, que no es como ahora que ya es un peligro entrar por allá. Yo viví allá la niñez y la adolescencia, pero de un tiempo para acá ya no se puede entrar por allá. En este pedacito era como la frontera, ya entraba para allá el escape y para acá la invasión, y esta era la esquina donde comenzaban a disparar unos contra otros y se volvió un peligro. Esta era la cuadra por donde uno jugaba.” (Ma.JV.Vr.6.17)

Los contextos de donde provienen las familias de las niñas y los niños vinculados al presente estudio resaltan tránsitos de vida cotidiana, el paso de la tranquilidad, el encuentro, el disfrute y el contacto con lo autóctono, a la violencia y la búsqueda de intereses particulares de externos que se sobreponen al bien común de los habitantes; intereses que entran a ocupar el espacio significativo que previamente ocupaban con su cotidianidad. Así lo reafirman las familias a partir de una canción del grupo Herencia de Timbiquí representada por ellas en uno de los talleres desarrollados en el Cauca:

“Se pusieron a talar todo el bosque, para un producto nuevo sembrar.

Se olvidaron de plantar papa china, chontaduro, yuca y la pepa’e pan.

Y trajeron gente de otros lugares pa’ que nos vinieran asesorar.

Y hoy en lugar de coco, se cosecha coca.

En lugar de amores hay enemistad.

En lugar de guama come bazuco.

Y en lugar de guarapo mariguana da.

Y como consecuencia de estos malos cambios, en nuestro paraíso se acabó la paz (bis).

Ya no hay hombres pescadores, solo hombre pescador que aparece muerto por cualquier maldad, con la lengua fuera y dedos cortados, porque dijo algo que era de guardar.

Irreconocible porque le echaron químicos que usan para cosechar.

Y como consecuencia de estos malos cambios, en nuestro paraíso se acabó la paz (bis)”. (Ma.YR.Vr.5.17)

Los versos hechos música, ahora se convierten en memoria colectiva de los hechos vividos, de la muerte, de las drogas, de la violencia y, como ellos lo dicen, del deterioro de la paz en sus territorios.

Los lugares de donde provienen las familias eran territorios signados por las violencias, entre ellas el conflicto armado. La presencia de grupos al margen de la ley tanto de las FARC como de grupos paramilitares generó cambios en la comunidad, en tanto la intranquilidad y las pérdidas humanas empezaron a ser parte de su cotidianidad, como lo denuncia una madre:

“Entonces llegaron los de eee…el frente de Karina, entonces la casa es grande y pues, por detrás armaron cambuches y se quedaron en la casa. Ellos lavaban la ropa, (…). Entonces luego llegó, se fueron, y bajaban a las personas que no les pagaban la vacuna por el camino y los bajaban torturándolos, con las manos amarradas y una bolsa en la cabeza, y ya, sí les pegaban, y ya pues uno salía y los encontraba ya muertos en alguna cuneta o en el borde del río. Entonces ya después de eso ellos se fueron para otra vereda y ahí llegaron los paramilitares.” (Ma.DM.Mz.6.17)

Las pérdidas humanas no eran ajenas a sus núcleos familiares, en medio de este complejo contexto, sus familiares también se vieron afectados por hechos victimizantes a causa de la violencia, al hacer explícita su oposición frente a los grupos armados:

“Mi tío de ida para el pueblo dijo algo que no debía decir “ah que sí, que él se encontraba un guerrillero y que él lo mataba”, cuando él dijo eso otra persona lo escuchó y fue y les contó a los de la guerrilla y cuando él venía para la finca lo mataron.” (Ma.BO.Mz.6.17)

El conflicto armado no solo generaba zozobra y muertes, sino que también ubicaba a la población en medio de los militares y los grupos al margen de la ley, las familias eran amenazadas por la colaboración a algún grupo en particular, como relata una abuela:

“Entonces llegaron a la casa los señores esos y se entraron allá a la casa y me dijeron que qué hacían todos esos uniformes ahí colgados, entonces yo no vi nada malo, que yo los había lavado, que yo lavo uniformes y me dijeron que sí que ‘¿qué es tanta amistad?’, que nosotros éramos colaboradores del ejército, que nosotros no necesitamos por acá sapos, ni que le estén colaborando al ejército y entonces yo le dije que como así, respete, y entonces yo le dije así y ahí mismo me aporrearon, ahí mismo me cogieron así del pelo y me aporrearon y todo.” (Aa.GC.Mz.6.17)

Las amenazas recibidas iban acompañadas de violencia, insultos y en ocasiones violencia física, situación que acrecentaba el miedo de las familias por preservar su vida y aceleraba el momento de la huida, viéndose obligadas al destierro, como lo menciona una madre, con el abandono de la casa y las pertenencias:

“Se dieron cuenta esas personas que mi niño estaba en el ejército prestando servicio militar entonces una vez llegaron, mi niño estaba en la casa descansando, estaba de permiso y entonces comenzaron a decir que ellos no querían gente sapa para el gobierno, que ellos querían gente para ellos y se iban a llevar a mi hijo; yo les dije que no, que como se iban a llevar a mi niño, entonces empezaron a insultarme, a decirme palabras, a tirar todo y entonces me dijeron que si no me gustaba así entonces que desalojara, que me daban un día para desalojar con mis hijos y que no podía sacar nada sino la mera ropa.” (Ma.SA.Mz.6.17)

Preservar la vida, la propia y la de los seres queridos se convirtió en la mayor razón para acelerar la salida de los lugares de origen. Sin rumbo fijo deciden salir de sus territorios como única opción de tranquilidad. Así lo narra una abuela:

“Me tuve que venir debiéndome plata, pues qué iba a ir yo para allá, ellos ni se dieron cuenta, y nos tuvimos que venir a esa hora, yo con el niño así, a las tres de la mañana a pararnos abajo en toda la entrada y a esa hora no había carro, el primer carro que pasó por ahí, lleno de plátanos, como a las cinco y media.” (Aa.GC.Mz.6.17)

Las madres y abuelas de los niños y las niñas de la primera infancia afectadas directamente por la violencia y el conflicto armado no solo se enfrentaron a las pérdidas humanas y materiales; en medio de sus tránsitos llevan consigo una intención por preservar su vida y las de sus familias y al mismo tiempo, la añoranza de lo que les pertenecía, eso que construyeron a partir de sus afectos con los otros, las otras y con lo otro. El siguiente acápite recoge hallazgos en relación con algunas sensaciones, percepciones y emociones que evocan la memoria de las experiencias vitales en los territorios y la apropiación por parte de las familias provenientes de contextos de conflicto armado.

Memorias del territorio vivido: Tejiendo sentidos de los encuentros con otros, otras y la naturaleza para construir nuevas posibilidades

La vida de las familias está ligada a los territorios, es allí donde viven su cotidianidad por lo que son lugares que no solo están conformados por una dimensión material y concreta, sino también por tramas de significados y sentidos que configuran una dimensión subjetiva y relacional. Su experiencia vital del territorio entrelaza sus sensaciones, percepciones, concepciones, emociones con su imaginación y sus memorias.

Para las familias que han enfrentado el desplazamiento por el conflicto armado, el territorio vivido se ve reconfigurado por las vivencias del tránsito en tres espacialidades: el lugar de origen predominantemente rural, los lugares de tránsito y el nuevo lugar de asentamiento. Evocar el lugar de origen despierta sentimiento de añoranza de lo que les pertenece, de sus raíces socioculturales, y en este sentir del territorio de origen son centrales los encuentros con los otros, familiares o vecinos, el afecto, las actividades cotidianas, las celebraciones, las creencias, las reuniones alrededor de los alimentos, la casa, los juegos y actividades de disfrute, etc., porque a partir de estos momentos la cotidianeidad cobra un significado. Así lo muestra una madre del Cauca:

“Me acuerdo mucho de esos momentos [cuando sube la marea], porque eran los momentos que llegaban mis hermanos, y podían llegar a la casa [llanto] y eran unos momentos muy especiales para mí, ver a mi familia reunida y escuchar el ruido, la algarabía de los pescadores cuando la pesca había sido buena, eso era muy satisfactorio para todo el barrio.” (Ma.YR.Vr.6.17)

La narrativa de esta madre da sentido al concepto de espacio vivido, que autores como Lindón y Hiernaux (2011) definen como espacios que se construyen a partir de los afectos y las experiencias vividas en el mismo espacio geográfico, la lucha por la casa, los lugares que la memoria conoce, los proyectos de vida y todas aquellas situaciones socio afectivas que marcan al ser humano y que forjan la representación del mundo y le otorgan significados al territorio.

En consecuencia, el sentido de los lugares emerge por una parte en las relaciones intersubjetivas, en tanto el uso cotidiano del espacio y las relaciones sociales que allí se gestan, con la familia y los vecinos son el origen del sentido de pertenencia, o como plantean Butz y Eyles (1997), en la producción de sentido es dominante el valor dado a los lazos sociales y a la interacción entre personas. Sin embargo, cuando este lugar de origen se ve transformado por el conflicto armado que pone en riesgo la vida, en las interacciones, toman mayor valor las acciones solidarias y las redes de apoyo entre las personas que posibilitan superar las encrucijadas o los momentos de duda a favor de la protección y el cuidado de sí mismos, los otros y las otras. Una madre da cuenta de esta solidaridad y del potencial presente en las relaciones como vía para salir adelante y encontrar caminos posibles:

“Nosotros salimos ese día de noche de allá de ese lugar y una persona muy caritativa que venía para acá para Manizales nos paró, y entonces él me dijo que venía para acá, entonces yo me puse sin saber qué camino coger, si echar para Manizales o para dónde. Entonces él me dijo ‘no, no, no, vean, súbanse acá, vámonos para Manizales, qué se van a quedar esperando otro carro para que vengan y los maten’ y entonces cerramos los ojos y nos subimos y ya.” (Ma.SA.Mz.6.17)

Otro elemento que toma valor en la construcción del territorio vivido en el lugar de origen, son las huellas sensoriales que emergen del contacto con la naturaleza como los sonidos del viento, el aire que se respira, el agua, las mareas y los ríos que se entrelazan con las emociones y encuentros con otros, como lo muestra el relato de una madre del Cauca:

“Estoy dibujando Buenaventura, esta es la casa donde vivíamos, yo hago unas gradas, por aquí se subía a la casa. El barrio se llamaba viento libre, por el lado que entraba la marea. Este es el agua, porque prácticamente nuestra casa era el agua, cuando subía la marea el agua ya queda ahí al rasito… uno recuerda cuando vivía en su tierra que el aire allá se respira más puro.” (Ma.YP.Vr.6.17)

Similar al contacto estético y sensorial que narra esta madre, para autores como Tuan (2004), los entramados de sentido comprenden vínculos subjetivos que pueden ser estéticos, sensoriales, histórico-sociales o personales, y son estos los que posibilitan “el sentir que se tiene de un lugar porque es nuestro hogar, el asiento de nuestras memorias o el sitio donde nos ganamos la vida” (Tuan, 2004, p. 130).

En el contacto con el entorno natural emergen vínculos con los seres que lo componen; en los relatos del lugar de origen aparecen los animales con los que han tejido vínculos caracterizados por el cuidado y aprovechamiento para la subsistencia, que fortalecen el sentido de arraigo:

“Entonces mi abuelita tenía gallinas, tenía marranos, tenía de todo, tenía una gallina bajo del brazo y le decía mi tío ‘vámonos ya que nos tenemos que ir ya, vámonos para Pácora’, y mi abuelita con la gallina y le decía ‘no, pero es que yo dónde voy a dejar los animales, me los van a comer, se me los van a robar, ¿qué voy a hacer?’. Entonces pues mi abuelita no lo asimilaba y pues ya vimos un jeep y ahí mismo nos fuimos paPácora.” (Ma.DM.Mz.6.17)

Las experiencias que viven las familias en contextos afectados por el conflicto armado conllevan también a transformar la relación con el entorno natural, al verse transformada la cotidianidad por acciones violentas, los sentidos brindados a los lugares empiezan a adquirir matices negativos, marcados por el miedo y las amenazas que determinarán otras formas de semantizar los lugares, como lo expresa una abuela:

“Esto que yo hice acá, esos arbolitos, es lo que más me daba miedo a mí… los pinos, porque como eso era pineros de esquina a esquina y eso era muy oscuro, eso era lo que me daba más miedo porque ellos se me escondían siempre, siempre detrás, yo pensaba que eran las gallinas, que nosotros teníamos gallinas y escarbaban ahí, y no, ellos eran así, arrastrados, así como una serpiente, se arrastraban así como serpientes, siempre me decían disque ‘voltéese, no me mire, no me mire’, me hacían arrodillar, eso me hacían arrodillar y todo y no los podíamos mirar, ellos eran allá escondido tras de las pineras. Yo pensaba que era el niño o animales y eran ellos, y no eran si no, encaramarse arriba al árbol y a mirar pa’ allá, para la base militar a ver qué estaban haciendo los soldados, pues que cuántos soldados más o menos había y decían ‘vaya y cuente y verá que le mocho la cabeza’ me decían así.” (Aa.GC.Mz.6.17)

Aunque el tránsito por diferentes lugares a causa del conflicto armado puede estar marcado por el miedo, la zozobra de dejar atrás sus lugares de origen y el sentimiento de tener en riesgo la vida propia y familiar, el nuevo lugar de asentamiento aparece como una oportunidad para continuar construyendo los sentidos del territorio vivido. Aunque el comienzo en los lugares de llegada es vivido con incertidumbre y sentimiento de extrañeza, las relaciones con otras personas, familiares o desconocidas permiten reconstruir la cotidianidad y cimentar el sentido del territorio sobre la lucha por los derechos y el fortalecimiento comunitario. En los relatos se encuentra cómo la identificación con historias de vida marcadas por la adversidad posibilita que emerja la empatía y la solidaridad que ayudan a despertar un sentimiento de acogida, para familiarizarse con el nuevo lugar:

“Cuando ellos llegaron a La Dorada pues si encontraron almas caritativas, por ejemplo, doña B, la señora que vive enseguida de mi abuelita, ella los ayudó, mi mamá dice que a ella igual le tocaba trabajar desde muy pequeña, y ella se vino para Manizales como a los 16 años, a ella le tocó una vida muy dura acá, a ella le tocó trabajar en bares y cosas así.” (Ma.BO.Mz.6.17)

La importancia otorgada a la acogida y a las relaciones como posibilidad para reconfigurar y resignificar los tránsitos y las vivencias en los nuevos territorios, da cuenta del potencial para la transformación de las realidades sociales presente en las relaciones como lo ha propuesto Gergen (2007, 2012) y de la importancia de los procesos colaborativos en la configuración de las relaciones (Anderson y Goolishian, 1998). Mirar el territorio desde la perspectiva subjetiva y relacional nos aproxima a los espacios vividos, espacios con límites flexibles y cargados de sentidos particulares, espacios que las personas viven como propios y que reconfiguran en el transcurrir de sus vidas, como lo muestra el anterior relato. Ares (2011) propone pensar la trama de sentidos del espacio vivido como una tela, donde “el entramado constituye una muestra de los significados que dan forma al espacio vivido, y que se producen en los distintos modos de leer al espacio a través de las vivencias actuales y pretéritas” (p. 97).

La apuesta por el cuidado de la vida no se limita a los ámbitos personales y familiares, sino que llega a las acciones sociales más amplias que promueven el rol de garante de derechos ciudadanos y es aquí donde la acción de actores comunitarios se articula con la acción de las instituciones estatales y municipales, para proporcionar oportunidades de condiciones dignas a las familias en condición de desplazamiento por el conflicto armado:

“Yo creo que ahí entran las organizaciones, porque lo que hacemos es estar pendientes, que si una persona víctima llega e hizo la declaración, que se le brinde la ayuda humanitaria de emergencia, que si de pronto la situación está en extrema vulnerabilidad hacemos como el puente para hablar con la secretaria de gobierno, con el enlace y darle de pronto algún tipo de ayuda, si el niño o la niña está estudiando también poderlo vincular en educación, en salud. Nos hemos dado a la tarea de hacer el ejercicio de portabilidad con las entidades prestadoras de salud.” (Ma.YR.Vr.7.17)

Sin embargo, aunque son muchas las personas que han sido afectadas por el conflicto armado que hacen una apuesta por ser garantes de derechos, también se encuentran otras personas en situaciones similares que se orientan a la búsqueda de asistencialismo, no por opción propia, sino porque las políticas y normativas basadas en estos principios limitan su campo de acción y su posicionamiento como sujetos políticos:

“Una señora muy buena gente que me dio la mano, ella me llevó acá a la UAO [Unidad de Atención al Desplazado] para que me ayudaran. Allá en el UAO muy bellos, me han dado mucho la mano allá, me mandaron para el CDI de Chipre para que metiera los niños a estudiar y vea, como yo no tenía para pagar un arriendo, entonces me tocó venirme para acá para este lado del Portón del Guamo [zona marginal de la ciudad].” (Ma.SA.Mz.6.17)

A pesar de los diferentes posicionamientos de las familias en condición de desplazamiento, se puede considerar que las acciones solidarias y redes de apoyo, tanto comunitarias como institucionales, son claves para que las personas que han experimentado el conflicto armado reconfiguren los sentidos del territorio vivido en los nuevos lugares, como espacios tranquilos, en los que pueden vivir la unión familiar y construir futuros posibles orientados a la paz, como se ve en el siguiente fragmento de diálogo con una madre en Manizales:

Investigadora: ¿Qué valoran de la vida actual?

Ma.SA.Mz.6.17: Mis dos niños, que estoy viviendo en mi casita que es humilde pero estoy tranquila, que estamos vivos y no nos pasó nada. Eso es lo importante.

Y con otra madre en Villa Rica:

Investigadora: ¿De Villa Rica qué les gusta, en qué lugares creen ustedes que se construye la paz?

Ma.YR.Vr.6.17: La escuela La Primavera porque se reúne la asociación folclórica, que trabaja con jóvenes a través de las danzas folclóricas... La zona industrial parque sur, porque les brindan el empleo a los y las habitantes de Villa Rica.

Los fragmentos de narrativa de estas madres y abuelas muestran cómo con el relato del territorio, las vivencias en él y los significados que se le otorgan, se abre la potencia de evocación de los sentidos de un pasado vivido en entornos rurales contenidos en marcos sociales de tiempo, espacio, y cultura y se entrelazan con la capacidad de enunciación de un presente y la proyección hacia posibilidades futuras de ser en el tiempo y el espacio en relaciones de interdependencia con los otros, las otras y el entorno natural.

Discusión y conclusiones

Las memorias de las familias provenientes de contextos de conflicto armado, en particular de madres y abuelas de niñas y niños de la primera infancia, no solo dan cuenta de la afectación vivida por ellas y sus familiares a causa de las atrocidades de la guerra, el miedo y la inminencia del destierro para la protección propia y de sus familias con el subsiguiente desarraigo material y simbólico de sus territorios; ellos a la vez relatan los tránsitos entre el territorio de origen y el de acogida, con la presencia de múltiples actores y relaciones que trascienden la lógica de la afectación presente en la violencia armada y se aproximan a las lógicas de la acogida, la amistad y la movilización social y política.

Es así como en esta investigación se logró una aproximación a múltiples memorias, que incluyen no solo los hechos vividos, sino también las transformaciones de estas mujeres con lo sucedido, y donde se develan los modos en los que se vieron atravesadas sus vidas (por el miedo, el riesgo, las amenazas, la intranquilidad, la violencia directa, el destierro y el desarraigo). Las memorias incluyen también los cambios generados en sus relaciones como consecuencia de estar en medio de un contexto bélico, que involucra la pérdida de vínculos con otras personas cercanas, con los entornos naturales y sus animales, que abarca como lo menciona Tuan (2004) en un estudio previo, el narrar sensorial y estético. Con lo que se concluye que las memorias están integradas no solo de “lo que pasó”, sino de “lo que les pasó a las personas”, nivel de implicancia en el que emergen las prácticas de resistencia frente a la reproducción de las violencias.

Encontramos que en el arraigo al territorio, a las costumbres y a las prácticas sociales y culturales que integran el contacto, y el relacionamiento con la naturaleza, emerge un potencial no solo para la evocación y la añoranza del territorio de origen, sino también para reconstruir el tejido cotidiano de nuevas tramas relacionales donde las solidaridades aprendidas en el contexto rural se recrean en el territorio urbano que acogen a estas madres y abuelas, y se construyen modos de cuidado de la vida propia, familiar y comunitaria que involucra tanto las subjetividades de estas mujeres, como las relaciones de las que participan en sus familias y otros entornos relacionales.

Además de reconstruir su cotidianidad en los entornos más inmediatos, en algunas de las madres se identifica el posicionamiento como sujetos políticos que las impulsa a participar de acciones ciudadanas que garanticen el restablecimiento de los derechos de la población afectada por el desplazamiento forzado, en la necesaria articulación entre la verdad, la justicia y la reparación, y que movilicen transformaciones estructurales y de otros órdenes sociales, culturales, económicos y políticos.

A través de los resultados de la presente investigación las narrativas de las madres y las abuelas hacen un llamado a la política pública de modo que posibilite el establecimiento de estos nuevos órdenes, en los que la aproximación a quienes han sido nombradas como “víctimas” del conflicto armado trascienda el asistencialismo, las lecturas deficitarias y carenciales, así como la revictimización y promueva ejercicios de agenciamiento, sin quitar la responsabilidad de garantía de derechos, condiciones y oportunidades a cargo del Estado , similar a la apuesta de socialización política propuesta para las escuelas como territorios de paz en el estudio previo de Alvarado et al. (2012).

Los resultados de la investigación convocan a hacer un llamado a las prácticas pedagógicas e investigativas para que, a través de procesos de deconstrucción de las memorias y de resignificación en el presente con miras a la construcción de posibilidades futuras, contribuyan a la construcción cotidiana de paz, reconociendo el potencial transformador presente en las relaciones (Gergen, 2007, 2012) y en las solidaridades identificadas a nivel familiar y comunitario. Esto corrobora los hallazgos de Butz y Eyles (1997) acerca de que los sentidos del lugar están relacionados con las relaciones, la organización social y los factores ecológicos. Esto es posible mediante las narrativas colectivas, como vías no solo para relatar las experiencias pasadas, sino para fortalecer relaciones y reconstruir tejidos sociales.

Una limitación del presente estudio es que los procesos de reconstrucción de memorias se dieron principalmente con las familias y no directamente con las niñas y los niños de la primera infancia, con la intencionalidad de su protección y de la no revictimización. Vale aclarar que los niños y las niñas participaron en los demás talleres desarrollados en el trabajo de campo, pero sus voces no se incluyen en este artículo dado que no participaron del ejercicio de reconstrucción de las memorias. El reto para siguientes investigaciones está en propiciar una mayor participación de los niños y las niñas, mediante metodologías lúdicas y creativas que favorezcan la consolidación de memorias reparadoras y de prácticas de construcción de paz, abriendo vía a futuras investigaciones acerca de las memorias de las niñas y los niños y de la transmisión intergeneracional.

Agradecimientos

Estudio desarrollado por el grupo de investigación Perspectivas políticas, éticas y morales de la niñez y la juventud, en el marco del Programa de Investigación “Sentidos y prácticas políticas de niños, niñas y jóvenes en contextos de vulnerabilidad en el Eje Cafetero, Antioquia y Bogotá: Un camino posible de consolidación de la democracia, la paz y la reconciliación mediante procesos de formación ciudadana” del Consorcio Niños, Niñas y Jóvenes Constructores de Paz, de la Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (CINDE).

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Notas

[1] En el Registro Único de Victimas no se especifican los tipos de hechos victimizantes que han sufrido los niños de la primera infancia.

[2] Vale la pena señalar que la presente investigación comparte la apuesta por el agenciamiento de las familias desde el reconocimiento de sus potencias y potencialidades; sin embargo, se aparta de los enfoques de la resiliencia en los que se concibe a los actores sociales como resortes que son capaces de resistirlo todo. Nuestro grupo de investigación propone alejarse del asistencialismo y a la vez exigir por parte del Estado la garantía de los derechos.

[3] Para identificar las narrativas de los participantes de la investigación se construyeron códigos organizados de la siguiente forma: Las dos primeras letras de los códigos dan cuenta del tipo de actores: madre (Ma), abuela (Aa), niño o niña de la primera infancia (No/NaPI), agente educativa (Ea). Posteriormente aparecen dos letras con las que se codificó el nombre de los participantes. Seguido se identifica la ciudad en donde se tomó la narrativa: Bogotá (Bg), Manizales (Mz) y Villa Rica (Vr), y finalmente dígitos que especifican el mes y el año en el que se obtuvo la narrativa.

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