Artículos
Fortalezas de carácter
en pacientes adultos en tratamiento psicoterapéutico
Character
strengths in adult patients in psychotherapeutic treatment
Vanesa C. Góngora1 gongoravanesa@gmail.com
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
1Doctora en Psicología.
Investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) en la Universidad de Palermo. Profesora Asociada, Facultad
de Ciencias Sociales, Universidad de Palermo. Buenos Aires.
Fortalezas
de carácter en pacientes adultos en tratamiento psicoterapéutico
Interdisciplinaria, vol. 37, núm. 1,
2020
Centro
Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental
(CIIPME-CONICET)
Los autores son titulares de los derechos
sobre sus producciones y ceden a la revista Interdisciplinaria el derecho a la
primera publicación de cada uno de sus trabajos.
Recepción: 18 Junio 2018
Aprobación: 27 Abril 2020
Financiamiento
Fuente: Este proyecto ha sido
financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), Buenos Aires, Argentina.
Resumen:
La investigación que se informa tuvo como objetivos: 1) estudiar
las 24 fortalezas de carácter en pacientes adultos que se encuentran en
diferentes etapas de un tratamiento cognitivo conductual psicoterapéutico
naturalista; y 2) analizar la relación de las fortalezas con algunas del progreso
durante el tratamiento, la alianza terapéutica y la adherencia al tratamiento
desde la perspectiva del terapeuta. Se contó con una muestra intencional de 85
pacientes adultos de ambos sexos en tratamiento psicoterapéutico ambulatorio y
sus respectivos terapeutas. Se utilizaron: una hoja de datos demográficos y del
tratamiento, el Inventario de Fortalezas y Virtudes y una encuesta de opinión
para el terapeuta. Los resultados mostraron que los pacientes en la etapa final
presentan una mayor fortaleza de Autorregulación. Los pacientes con depresión
presentaban menores fortalezas de apertura mental y capacidad de perdonar, en
comparación con pacientes con trastornos de ansiedad y con trastornos
comórbidos ansioso-depresivos. Aquellos pacientes que habían tenido un
tratamiento psiquiátrico previo presentaban menores niveles de la fortaleza
persistencia. Un mayor tiempo de tratamiento se asoció con mayores niveles de
las fortalezas Liderazgo y curiosidad, en tanto que un mayor malestar
psicológico se vinculó con una disminución de una alta cantidad de fortalezas.
La fortaleza espiritualidad se halló significativamente asociada al progreso en
el tratamiento según su terapeuta. Una mayor apertura mental se halló vinculada
a mayor adherencia a horarios, sugerencias y mejor vínculo terapéutico según la
opinión del terapeuta. El estudio del funcionamiento positivo en pacientes
permitirá enriquecer la psicología clínica para convertirse en una disciplina
más integradora.
Palabras
clave: Psicología positiva,
Pacientes, Tratamiento, Fortalezas, Adultos.
Abstract: The study of positive
traits or strengths has been the cornerstone of positive psychology. Positive
psychology assumes that positive variables are different in nature from
psychopathological variables and they do not necessarily improve with a usual
psychotherapeutic treatment. They would require another type of intervention to
progress: a positive intervention. Studies on character strengths in the
clinical population are very scarce and, in general, focused on depression.
Previous studies found that higher levels of hope, vitality, spirituality and
leadership strengths were related to lower levels of anxiety and depression. In
addition, lower levels of gratitude have been linked to symptoms of depression.
The study of strengths and progress during treatment is very limited, whereas
the relationship between strengths of character and treatment process has not
yet been investigated. This research aims to: 1) study the 24 character
strengths in adult patients who are at different stages of a naturalistic
cognitive behavioral treatment; and 2) to analyze the relationship of character
strengths with progress during treatment, therapeutic alliance and adherence to
treatment from the therapist's perspective. Therapist’s report has proven to be
a very valuable source of information about the therapeutic process and
outcome. An intentional sample of 85 adult outpatients (25 men and 60 women)
was used and their respective therapists (11 men and 7 women). Patients had
mainly anxiety, depressive or comorbid anxiety-depressive disorders; 22 were in
the initial stage, 46 in the intermediate stage and 17 in the final stage of
treatment.They completed a demographic and treatment datasheet, the Inventory
of Strengths and Virtues and the therapist filled in an opinion survey. The
study was cross-sectional. The treatment was cognitive-behavioral. The
therapists did not receive any training or instruction during study, the
treatment was “as usual”. Stages of treatment, initial, intermediate or final,
were assigned by the therapist. The results showed that patients in the final
stage have greater self-regulation strength. In this strength, there are no
differences between patients at initial and intermediate stages of treatment
but it increases significantly in the group that was finishing treatment. It
should also be noted that in the 23 remaining strengths there are no
differences among patients at the different stages of treatment. Patients with
depression had lower strengths of open-mindedness and forgiveness compared to
patients with anxiety disorders and comorbid anxiety-depressive disorders.
Those patients who had had a previous psychiatric treatment had lower levels of
Persistence strength. However, no differences were found between patients who
had a previous psychological treatment and those who had not. A longer duration
of treatment was associated with higher levels of leadership and curiosity
strengths, while greater psychological distress was associated with a decrease
in a high number of strengths. The strength spirituality was found to be
significantly associated with progress in treatment according to the therapist.
A greater open-mindedness was associated with better adherence to schedules,
suggestions and therapeutic alliance according to the therapist´s opinion.The
association between character strengths and the therapist's opinion has been
mild to moderate, which is expected for being a hetero-report. This has been
the first study to compare the character strengths between patients at
different stages of a naturalistic psychotherapeutic treatment and to include
patients with anxiety disorders. This research provided a first approach to the
relationship between character strengths and the therapist's perception of
progress in therapy and some treatment process related variables. The study of
positive functioning in patients will enrich clinical psychology to become a
more integrative discipline. In this way, the goal of therapy will not only be
to alleviate the negative symptoms, but also to help individuals build a full
life.
Keywords: Positive psychology, Patients, Treatment, Strengths, Adults.
Introducción
Variables positivas y fortalezas de carácter en pacientes
adultos en tratamiento psicoterapéutico
El estudio de los rasgos positivos o fortalezas ha sido la
piedra angular de la psicología positiva (Park
y Peterson, 2009). Peterson y Seligman
(2004) se basaron en las tradiciones filosóficas y religiosas de Oriente y
Occidente para identificar seis grandes virtudes morales: el coraje, la
justicia, la humanidad, la templanza, la sabiduría y la trascendencia. A su
vez, cada una de estas virtudes se asociaba con un determinado número de 24
fortalezas de carácter.
Las investigaciones realizadas con muestras de diversos países
no han coincidido sobre qué fortalezas se asociaban con determinadas virtudes,
ni en cuántas virtudes se organizaban las fortalezas. Los estudios han dado
cuenta de 3 a 5 virtudes, por lo que hay un gran cuestionamiento a la
clasificación original de seis virtudes de Peterson (Azañedo, Fernández-Abascal y Barraca, 2014;
Cosentino Castro Solano, 2012; Macdonald, Bore y Munro, 2008; Ruch et al., 2010). Sin embargo, las
investigaciones a nivel de fortalezas siguen siendo muy desarrolladas.
En su formulación, las virtudes y fortalezas humanas se
consideraron el “reverso” o la alternativa positiva del Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales –DSM– (Peterson y Seligman, 2004). Debe
señalarse, de todos modos que la formulación de Peterson no se realizó como una
forma de reconstruir los trastornos del DSM. Algunas de las categorías del DSM
están relacionadas con las fortalezas de Peterson: por ejemplo,
“Desesperación”, lo opuesto a la esperanza, captura una parte importante del
trastorno depresivo mayor, pero no todo el trastorno. La desesperación, en
otras palabras, no subsume el Trastorno Depresivo Mayor, ni pretende hacerlo (Seligman, 2015).
Esta postura, que es propia de la psicología positiva, asume que
las variables positivas, como son las fortalezas o el bienestar, son de
naturaleza diferentes a las variables psicopatológicas (Seligman, 2002). Keyes (2005) considera que la salud
mental positiva y la enfermedad mental serían dos aspectos diferentes, aunque
relacionados, y la ausencia de un trastorno mental no implica la presencia de
altos niveles de bienestar y rasgos positivos (Keyes, 2005). Para Keyes el despliegue de
fortalezas de carácter permitirían llegar a una alta salud mental positiva o
funcionamiento óptimo (Castro Solano y
Cosentino, 2017; Keyes, Fredrickson y
Park, 2012). Numerosos estudios empíricos internacionales han apoyado este
supuesto de separación de lo positivo y lo patológico (Gilmour, 2014; Lim, Ko, Shin y Cho, 2013; Petrillo, Capone, Casoy Keyes, 2015; Yin, Hey Fu, 2013). Al ser dos aspectos
diferentes, se asume que las variables positivas no necesariamente mejoran con
un tratamiento clínico habitual y requerirían de otro tipo de intervención para
incrementarse: una intervención positiva (Fava,
1999; Seligman, 2002).
Sin embargo, una perspectiva alternativa sostenida por la
psicología clínica positiva afirma que no hay tal diferencia entre variables
positivas y negativas, ya que ambas coexistirían en el mismo continuo (Wood y Tarrier, 2010). Los autores
afirman que todas las variables positivas y negativas tienen una inversa (por
ejemplo, la depresión frente a la felicidad, la gratitud frente a la
ingratitud) y el foco de un extremo del continuo, ya sea positiva o negativa,
depende del interés del psicólogo o investigador (Johnson y Wood, 2016). Al plantear un
continuo positivo-negativo, esta perspectiva considera que las mismas terapias
pueden funcionar para mejorar tanto el funcionamiento positivo como el negativo
(Joseph y Wood, 2010), sin embargo,
las investigaciones que avalan esta postura son casi inexistentes. En un
estudio reciente, se encontró que no había diferencias en la eficacia para
disminuir el nivel de sintomatología depresiva y aumentar el nivel del
bienestar entre una terapia positiva y una terapia cognitivo conductual para la
depresión. Ambos tipos de terapias resultaron igualmente eficaces (Chaves, López-Gómez, Hervas y Vázquez, 2016).
Los estudios que han investigado las fortalezas de carácter
vinculadas a trastornos clínicos, lo han hecho mayormente sobre depresión,
utilizando población general o universitaria con sintomatología significativa y
en menor medida, población clínica. Mayores niveles de las fortalezas
Esperanza, Vitalidad y Liderazgo encontraron relación con menores niveles de
ansiedad y depresión en adolescentes (Park
y Peterson, 2008). Asimismo, la Esperanza se asoció con menor malestar
psicológico en este grupo de edad (Gilman,
Dooley y Florell, 2006). Las fortalezas de Amabilidad, Inteligencia Social
y Autorregulación se vincularon con menores efectos de trauma y estrés en
población adulta (Park y Peterson, 2009).
El aumento de la Esperanza se asoció con disminuciones significativas en los
niveles de depresión y ansiedad en una muestra comunitaria (Cheavens, Feldman, Gum, Michael y Snyder,
2006). En un estudio de metaanálisis, mayores niveles de la fortaleza
Espiritualidad se vincularon con menores niveles de depresión (Smith, McCullough y Poll, 2003). Otros
estudios encontraron que la Capacidad de Perdonar disminuía el impacto del
malestar psicológico evaluado como depresión, ansiedad y estrés en estudiantes
universitarios (Orcutt, 2006). Se
encontró que la Autenticidad amortiguaba la asociación entre bajo apoyo social
y síntomas depresivos en adolescentes (Theran,
2010). En un estudio retrospectivo, aquellas personas que se habían
recuperado de una historia de trastornos psicológicos mostraron mayores
fortalezas de Apreciación de la Belleza, Creatividad, Curiosidad, Gratitud y
Amor por el Conocimiento (Peterson, Park y
Seligman, 2006).
Varios estudios han destacado la vinculación de la Gratitud con
síntomas de depresión. El aumento de esta fortaleza a través de una
intervención positiva disminuía significativamente los niveles de depresión en
estudiantes y en pacientes depresivos (Seligman,
Rashid y Parks, 2006; Seligman, Steen,
Park Peterson, 2005). Asimismo, la Gratitud se asociaba a menor ideación
suicida en estudiantes universitarios deprimidos (Kleiman, Adams, Kashdan y Riskind, 2013).
Finalmente, las fortalezas Esperanza, Apreciación por la Belleza y
Espiritualidad se asociaron con la recuperación de pacientes con depresión en
tratamiento cognitivo conductual más allá del papel desempeñado por las
vulnerabilidades (Huta y Hawley, 2010).
La revisión de la literatura indica que los estudios sobre
fortalezas en población en tratamiento psicoterapéutico son muy escasos y en
general, centrados en depresión. Se hace necesario incluir otro tipo de
pacientes como aquellos con trastornos ansiosos para ampliar el espectro
clínico. Asimismo, no hay estudios que hayan comparado fortalezas de carácter
en pacientes que se encontraban en distintas etapas de tratamiento
psicoterapéutico, así como su relación con la cronicidad de la patología
(duración de la enfermedad, tratamientos previos).
El primer objetivo de la presente investigación fue estudiar las
24 fortalezas de carácter en pacientes adultos que se encontraban en diferentes
etapas de un tratamiento cognitivo conductual naturalista. Más específicamente,
se planteó comparar las fortalezas en pacientes según etapa de tratamiento en
la que se encontraba (inicial / intermedia / final), tipo de sintomatología
predominante (por ejemplo,. ansioso, depresivo, mixta), existencia de
tratamiento psicológico o psiquiátrico previo, así como su relación con el nivel
de malestar psicológico, duración de la enfermedad y tiempo de tratamiento.
Se esperaba que predominara un nivel más bajo de fortalezas en
la fase inicial del tratamiento en comparación con la fase final. Los pacientes
con sintomatología predominantemente depresiva tendrían menores niveles de
fortalezas que el resto de los pacientes. Se esperaba un menor nivel de
fortalezas en pacientes con mayor malestar psicológico, con mayor duración de
la enfermedad y con existencia de tratamiento previo.
También resultó de interés, al estudiar fortalezas de carácter
en pacientes en tratamiento, su relación con el progreso durante la terapia y
con variables de proceso terapéutico. Desde la psicología positiva se sostiene
que bajos niveles de variables positivas, en este caso fortalezas de carácter,
tienden a tener trastornos más crónicos y menos progreso en el tratamiento que
aquellos con niveles altos (Huta y Hawley,
2010; Keyes, 2007). El estudio
sobre fortalezas y el progreso durante el tratamiento es muy escaso, en tanto
que la relación entre fortalezas de carácter y variables relacionadas con el
proceso de tratamiento aún no ha sido investigada.
Un segundo objetivo es estudiar las fortalezas de carácter en
relación con algunas variables de tratamiento como progreso durante el
tratamiento, alianza terapéutica y la adherencia al tratamiento desde la
perspectiva del terapeuta.
El informe del terapeuta ha demostrado ser una fuente muy
valiosa de información de proceso terapéutico, ya que es una fuente diferente y
complementaria a la provista por el paciente. Los reportes de los terapeutas
también son valiosos para entender los factores comunes o no específicos de
psicoterapia tales como la alianza terapéutica y el compromiso del paciente (Bachelor, 2013; Clemence, Hilsenroth, Ackerman, Strassle y
Handler, 2005; Laska, Gurman y
Wampold, 2014). Laska (2014)
examinó las informaciones provistas por el terapeuta y por el paciente sobre la
alianza terapéutica, y fue el aporte del terapeuta, más que el del paciente, el
que mejor predijo los resultado de la terapia. Asimismo, la percepción del
terapeuta sobre el compromiso y la participación activa de los pacientes se
encontró asociada a mejores resultados de la terapia (Bachelor, 2013).
Se espera que los pacientes con fortalezas de carácter más
elevadas sean percibidos con mayor progreso terapéutico por el terapeuta.
Además, aquellos pacientes con mayores niveles de fortalezas serán percibidos
con una mejor adherencia al tratamiento y un mejor vínculo con su terapeuta.
Metodología
Muestra
Pacientes
Se seleccionó una muestra intencional de 85 pacientes de ambos
sexos (25 hombres y 60 mujeres) en tratamiento psicoterapéutico ambulatorio en
centros o servicios de salud mental de la ciudad de Buenos Aires, cuyas edades
oscilaban entre 18 y 75 años (M = 40.83, DE = 16.0). Se excluyeron a pacientes
internados, pacientes con diagnóstico de esquizofrenia y otros estados
psicóticos, demencias y trastornos cognoscitivos y trastornos bipolares, así
como aquellos cuyo estado de crisis les impedía completar los cuestionarios. En
cuanto al estado civil, 45 (52.9 %) eran solteros, 23 (27.1 %) casados, 14
(16.5 %) divorciados y 3 (3.5 %) viudos. Una minoría (23.5 %) había alcanzado
la educación primaria (n = 20) como nivel máximo de estudios, 51.8 % (n = 44)
la educación media y 24.7 % (n = 21) una educación terciaria o universitaria.
Con respecto al tipo de patología, el 58.8 % presentaba un trastorno de tipo
ansioso, un 21.2 % un trastorno de tipo depresivo, un 17.6 % trastornos
comórbidos con síntomas ansiosos y depresivos y un 2.4 % algún otro trastorno.
En cuanto a la etapa de tratamiento, 22 pacientes se encontraban en la fase
inicial, 46 en una etapa intermedia y 17 en una etapa final. La duración media
de tratamiento de los participantes era de 6.75 meses (DE. = 8.59, M = 4.5).
Terapeutas que trataron a los pacientes
participantes del estudio
Se incluyeron 11 hombres y 7 mujeres, todos psicólogos con un
mínimo de 5 años de experiencia clínica en el tratamiento cognitivo-conductual.
Ninguno había recibido entrenamiento en intervenciones positivas.
El tratamiento fue de tipo cognitivo-conductual. Los terapeutas
no recibieron ningún entrenamiento o instrucción en particular sobre el
tratamiento a realizar durante esta investigación, la psicoterapia fue en forma
habitual. Además de la terapia psicológica, el 62.4 % de los pacientes también
asistía a control psiquiátrico y recibía medicación (principalmente antidepresivos
y ansiolíticos).
Instrumentos
Inventario de Fortalezas y Virtudes (IV y
Fabre)
Este instrumento fue diseñado tomando en cuenta el modelo de
fortalezas y virtudes de Peterson y
Seligman (2004). Consta de 24 ítems que se evalúan con 5 opciones de
respuesta que van de: muy diferente a mí (1) a muy parecido a mí (5). Cada uno
de los ítems evalúa una fortaleza diferente. También se pueden calcular las
dimensiones correspondientes a las diferentes virtudes evaluadas por el
instrumento. La escala ha sido desarrollada y validada en población general
adulta y en población militar argentina (Cosentino,
2009; Cosentino y Castro Solano, 2012).
La fiabilidad total de la escala en la muestra clínica fue α = .89.
Hoja de datos generales del paciente y del
tratamiento
Se indagó acerca de edad, sexo, nivel educativo, estado civil,
motivo de consulta, tiempo de tratamiento, etapa del tratamiento (inicial /
intermedia / final) y diagnóstico principal. La etapa inicial corresponde a las
primeras sesiones de tratamiento en las que se evalúan los síntomas del
paciente, se formula el diagnóstico, se inicia la relación terapéutica y se establecen
los objetivos y estrategias de tratamiento. La etapa intermedia es en la que se
desarrolla propiamente el tratamiento. El terapeuta emplea técnicas y
estrategias terapéuticas sobre la base de los objetivos del tratamiento. Es la
parte más larga y principal del tratamiento. La etapa final se considera cuando
los objetivos terapéuticos están prácticamente cumplidos, los síntomas remiten
y se está trabajando en el alta del tratamiento. Se supone que la duración de
las etapas depende de las características de los pacientes; por ejemplo,
algunos clientes necesitarán más tiempo de evaluación, mientras que otros,
menos.
Encuesta de opinión sobre el progreso del
paciente, adherencia al tratamiento y relación terapéutica
Se solicitó a los terapeutas completar cinco ítems sobre sus
pacientes. Dos ítems se referían al progreso que consideraban los pacientes
desde el inicio del tratamiento (progreso en relación al motivo de consulta y
progreso en relación con los principales síntomas). Se evaluaron en una escala
de Likert de 5 opciones (peor, igual, un poco mejor, mucho mejor, excelente
progreso). Otros dos ítems se referían a la adherencia al tratamiento:
cumplimiento de horarios y asistencia a las sesiones, y cumplimiento de
sugerencias o indicaciones del terapeuta (malo, regular, bueno, muy bueno,
excelente). Un último ítem sondeó la opinión del terapeuta sobre la relación
terapéutica (mala, regular, buena, muy buena, excelente).
Procedimiento
Se solicitó a los terapeutas que seleccionaran a pacientes en
distintas etapas de tratamiento, que pudieran participar en el estudio conforme
a los criterios de inclusión y exclusión mencionados en el apartado Muestra.
Los pacientes fueron informados de los objetivos de la investigación y
completaron un consentimiento informado. La administración de las pruebas se
realizó en forma individual, durante una única sesión de 45 minutos en
presencia de un miembro del equipo de investigación. El terapeuta completó la
hoja con datos y evaluación de su opinión sobre el progreso del paciente desde
el inicio del tratamiento en una única sesión de 5 minutos.
Análisis de datos
En primer lugar, se efectuaron una serie de análisis de varianza
Anova-Oneway con análisis post-hoc de Tukey para comparar las 24 fortalezas de
carácter entre distintas variables independientes: etapa del tratamiento
(inicial / intermedia / final) y tipo diagnóstico principal (depresión /
ansiedad / mixto). Posteriormente, se utilizó la prueba . para comparar las 24
fortalezas entre pacientes con y sin tratamiento psiquiátrico previo, y entre
pacientes con y sin tratamiento psicológico previo. Asimismo, se realizaron
análisis de correlación de Pearson entre las 24 fortalezas y el tiempo de
tratamiento, la duración de la enfermedad y el nivel de malestar general del
paciente. Finalmente, se correlacionaron las fortalezas de carácter con el
autorreporte del terapeuta: percepción del progreso del paciente, percepción de
adherencia al tratamiento y percepción del vínculo terapéutico.
Resultados
En primer lugar se realizó una Anova-Oneway para comparar las 24
fortalezas de carácter entre los pacientes que estaban en las tres etapas de
tratamiento (inicial / intermedia / final). Los resultados del análisis
indicaron que la fortaleza Autorregulación (F = 4.92, p = .01, η. = .11) mostró
diferencias estadísticamente significativas, con un tamaño de efecto grande. El
análisis post-hoc de Tukey indicó que esta fortaleza era más alta en el grupo
que se encontraba en la etapa final con respecto a los otros dos grupos.
El mismo procedimiento se utilizó para comparar las 24
fortalezas de acuerdo al tipo diagnóstico principal. Dado que había un grupo de
solo 2 pacientes en Otros diagnósticos, se decidió eliminar este grupo para
este análisis a los fines de evitar sesgos. Los grupos de diagnóstico quedaron
conformados de la siguiente manera: trastornos ansiosos (n = 50), trastornos
depresivos (n = 18) y trastornos comórbidos ansioso-depresivo (n = 15). El
análisis mostró que dos fortalezas presentaban diferencias significativas entre
los grupos: Apertura mental (F = 6.41, p ≤ .01, η. = .14) y Capacidad de
perdonar (F = 3.48, p = .03, η. = .08). En el primer caso, el tamaño de efecto
de las diferencias fue grande y en el segundo, moderado. El grupo de pacientes
con trastornos depresivos mostraron menores niveles de ambas fortalezas en
tanto que el grupo con trastornos comórbido ansioso-depresivos evidenciaron
mayores niveles en estas variables.
Posteriormente, se compararon las fortalezas de carácter entre
aquellos pacientes que habían tenido un tratamiento psiquiátrico previo (n =
30) y quienes no (n = 55). La prueba . de comparación de medias indicó que
aquellos que habían tenido un tratamiento previo presentaban significativamente
menores niveles de la fortaleza Persistencia (. = 2.91, . < .01, d = -.73)
en relación al otro grupo. El tamaño de la diferencia fue de moderado a alto.
No se encontraron diferencias significativas en ninguna fortaleza entre los
pacientes que habían realizado tratamiento psicológico previo (n = 63) y los
que no habían realizado uno (n = 22).
Se realizaron análisis de correlación entre las 24 fortalezas y
el tiempo de tratamiento. Se halló que, a mayor tiempo de tratamiento, mayor
nivel de la fortaleza Liderazgo (r = .24, p = .03) y mayor nivel de la
fortaleza Curiosidad (r = .26, p = .02). No se encontró ninguna asociación
significativa entre las fortalezas de carácter y la duración de la enfermedad.
Con respecto al nivel de malestar general, se encontraron 15 de
las 24 asociaciones posibles en forma significativa. Las correlaciones se
presentan en la Tabla 1. Se verifica una asociación negativa
entre las fortalezas y el malestar con un tamaño de efecto de moderado a
fuerte. Las correlaciones más importantes se observaron con las fortalezas
Vitalidad (r = -.53), Curiosidad (r = .49), Liderazgo (r = -.44), Humor (r =
-.40) y Autorregulación (r = .40).
Tabla 1
Fortaleza |
Malestar Psicológico |
Apreciación de la belleza y la excelencia |
-.03 |
Imparcialidad |
-.13 |
Persistencia |
-.28** |
Creatividad |
.04 |
Amor |
-.28** |
Autorregulación |
-.40*** |
Gratitud |
-.30** |
Liderazgo |
-.44*** |
Apertura mental |
-.23* |
Inteligencia social |
-.29** |
Capacidad de Perdonar |
-.09 |
Espiritualidad |
.07 |
Trabajo en equipo |
-.29** |
Valentía |
-.23* |
Curiosidad |
-.49*** |
Bondad |
-.03 |
Esperanza |
-.31** |
Integridad |
-.32** |
Perspectiva |
-.16 |
Prudencia |
-.29** |
Humor |
-.40*** |
Humildad |
-.14 |
Amor por el saber |
-.03 |
Vitalidad |
-.53*** |
* p < .05** p < .01*** p < .001.
En cuanto a la asociación entre las fortalezas de carácter y la
percepción del terapeuta sobre el progreso del paciente desde el ingreso a
tratamiento, se encontró que la fortaleza Espiritualidad se halló
significativamente asociada al progreso en relación al motivo de consulta (r =
.27, p = .01) y en relación a la sintomatología inicial (r = .23, p = .04).
En lo que se refiere a los factores inespecíficos del
tratamiento, un mayor nivel de la fortaleza Apertura mental se encontró
significativa correlacionada con una mayor percepción de adherencia al
tratamiento por asistencia a sesiones y cumplimiento de horarios (r = .28, p =
.01) y a mayor percepción de cumplimiento de sugerencias o indicaciones del
terapeuta (r = .24, p = .02). Por último, un mejor vínculo terapéutico a
opinión del terapeuta se asoció con mayor nivel de las fortalezas Apertura
mental (r = .29, p < .01) y Humor (r = .22, p = .04).
Discusión
Los resultados de este estudio mostraron que los pacientes
adultos que se encuentran en la etapa final de un tratamiento psicoterapéutico
presentan una mayor fortaleza de Autorregulación. En esta fortaleza, no se
observan diferencias entre etapa inicial e intermedia, pero aumenta
significativamente en el grupo que está finalizando su tratamiento. Esta
fortaleza implica la regulación o control de emociones y conductas, y una mayor
adaptación a las situaciones cotidianas (Peterson,
2006). Resulta lógico que pacientes que han transcurrido buena parte de su
tratamiento y se encuentran próximos a ser dados de alta, tengan una mayor
autorregulación emocional que los que están con una mayor sintomatología.
Particularmente, hay que tener en cuenta que los pacientes de la muestra
ingresaron con trastornos depresivos y ansiosos, con lo cual la autorregulación
emocional y conductual es esperable en una etapa final de tratamiento (Brinkmann y Franzen, 2015; Cisler, Olatunji, Feldner y Forsyth, 2010).
Si bien este resultado es coherente con la hipótesis planteada
en este estudio, debe señalarse también que en las 23 fortalezas restantes no
se observan diferencias entre los pacientes en distintas etapas del
tratamiento. El hecho de que sea una sola fortaleza parecería más avalar la
hipótesis de la psicología positiva en cuanto a que las variables positivas no
aumentan necesariamente en un tratamiento común, sino que requerirían un
tratamiento específico: una terapia positiva (Seligman, et al., 2006). La
característica transversal del estudio no permite conocer cómo eran las
fortalezas del paciente al ingreso al tratamiento y evaluar su evolución . Para
ello sería necesario realizar un estudio longitudinal de seguimiento.
En cuanto a la comparación de las fortalezas según el
diagnóstico principal de los pacientes, se encontró que aquellos con depresión
presentaban menores fortalezas de Apertura Mental (pensamiento crítico) y
Capacidad de Perdonar. Un bajo nivel en ciertas fortalezas ha sido
sistemáticamente reportado en estudios con pacientes deprimidos (Cheavens, et al., 2006; Orcutt, 2006; Park y Peterson, 2008; Seligman, et al., 2006; Smith, et al., 2003; Theran, 2010). Este estudio ha incluido
por primera vez, otras patologías como los trastornos de ansiedad y patologías
comórbidas ansioso-depresivas. Justamente este último grupo ha sido el que
evidenció fortalezas más altas. Resulta difícil explicar por qué pacientes con
comorbilidades tienen más fortalezas que pacientes con cuadros simples. Una
hipótesis podría ser que al ampliar el tipo de síntomas y que los cuadros
clínicos sean menos puros se vean menos afectadas algunas fortalezas de
carácter. De todos modos, son necesarios más estudios con distintos grupos
clínicos para confirmar estos resultados.
Aquellos pacientes que habían asistido previamente a tratamiento
psiquiátrico mostraron menos fortaleza de Persistencia que aquellos que no
habían asistido. Se podría pensar que una baja Persistencia justamente se
asocia con la falta de adherencia a un tratamiento psiquiátrico. Seligman (2015) afirma que lo contrario a
la persistencia sería la indefensión, una característica que se asocia con alta
sintomatología y bajo nivel de afrontamiento. Sin embargo, no se encontró
diferencia entre pacientes con y sin tratamiento psicológico previo. Esto se
puede deber a la alta frecuencia (74 %) de pacientes con tratamiento previo.
Debe señalarse que un alto porcentaje de personas asiste al psicólogo en
Argentina, no solo por sintomatología importante, sino por orientación ante
problemas cotidianos. Escalante y
Leiderman (2008) encontraron que el 78.1 % de la población adulta de Buenos
Aires había asistido al menos una vez en su vida a psicoterapia y el 15.6 % lo hacía
al momento del estudio (Escalante y
Leiderman, 2008). Sin embargo, la asistencia al psiquiatra supone padecer
síntomas de cierta gravedad.
Un hallazgo bastante claro fue que un mayor malestar psicológico
se asoció con la disminución de una alta cantidad de fortalezas. Un total de 15
de las 24 fortalezas se encontraron disminuidas. La disminución de fortalezas
asociada a alto malestar ha sido reportada en estudios previos con adolescentes
y en estudiantes universitarios deprimidos (Gilman,
et al., 2006; Orcutt, 2006; Park y Peterson, 2009). En este estudio
se agregaría a los pacientes en tratamiento psicoterapéutico. Esta asociación
inversa apoyaría la hipótesis de la psicología clínica positiva que sostiene el
continuo entre variables positivas y negativas (Joseph y Wood, 2010), es decir, al estar
alto el nivel de sintomatología, se verían disminuidas las variables positivas,
en este caso, las fortalezas de carácter.
Un mayor tiempo de tratamiento se asoció con más fortalezas para
organizar y liderar actividades grupales (liderazgo) y mayor despliegue de
inquietudes intelectuales, intereses y actividades (curiosidad). Clemence et al. (2005) también reportó que
los pacientes que han estado más tiempo en terapia reportan un mejor
funcionamiento general y en distintas áreas de su vida.
Una fortaleza que se encontró muy relacionada con la percepción
del terapeuta sobre el paciente fue la Apertura mental. Esta fortaleza se halló
vinculada a variables relacionadas al proceso terapéutico: adherencia a
horarios, sugerencias y vínculo. La apertura mental o pensamiento crítico
caracteriza a una persona que tiene la voluntad de buscar activamente
evidencias en contra de sus creencias, planes o metas preferidas y, al
hallarlas, evaluarlas de un modo justo, siendo capaz de cambiar su punto de
vista, como consecuencia de esa evaluación (Peterson,
2006). El replanteo de las propias creencias y la consideración de
perspectivas alternativas son parte esencial del trabajo terapéutico en las
terapias cognitivo-conductuales a través de la reestructuración cognitiva (Hofmann, Asmundsony Beck, 2013), por ello
es comprensible que un terapeuta relacione más esta fortaleza con la adherencia
y vínculo con el paciente. De igual modo, un paciente con mayor flexibilidad
cognitiva aceptará mejor las sugerencias e indicaciones de su terapeuta.
Por otro lado, la fortaleza Espiritualidad apareció muy
vinculada a la percepción del terapeuta con respecto al progreso que había
tenido el paciente desde que ingresó al tratamiento. Numerosos estudios han
destacado el valor de esta fortaleza en relación al progreso terapéutico,
particularmente en pacientes con depresión (Huta
y Hawley, 2010; Smith, et al., 2003).
Debe señalarse que en este estudio el progreso es desde la perspectiva del
terapeuta, pero los resultados coinciden con las investigaciones previas.
También es importante mencionar que la relación entre las
fortalezas y las variables de progreso y proceso terapéutico a opinión del
terapeuta ha sido de leve a moderada, pero esto es explicable por ser un
hétero-informe. Es esperable una menor asociación entre los hétero -informes en
comparación con los auto-informes (Meyer
et al., 2001). Meyer et al. (2001)
encontró que las correlaciones entre el paciente y el terapeuta eran de bajas a
moderadas (. entre .14 y .34. En este estudio, las correlaciones halladas entre
las fortalezas del paciente y las variables reportadas se ubican entre .22
y.29, lo que estaría indicando que, aunque relativamente bajas, son adecuadas y
esperadas para este tipo de asociación.
Dentro de las limitaciones de este estudio pueden mencionarse en
primer lugar, el diseño de tipo transversal que no permite hacer inferencias
causales y saber cómo ingresan y cambian los pacientes durante el tratamiento.
Sería importante avanzar en un estudio longitudinal para establecer el proceso
de cambio de las fortalezas durante el tratamiento. En segundo lugar, debe
señalarse el número limitado de pacientes. Aunque el tamaño de muestra no es
muy pequeño, habría sido deseable un grupo más grande, en particular de los
pacientes en las etapas inicial y final del tratamiento. En tercer lugar, se
utilizó un estudio naturalizado de tratamiento o tratamiento usual. Este tipo
de estudio tiene la ventaja de mostrar los datos de los pacientes en un entorno
de tratamiento más realista (Leichsenring,
2004). El propósito de este estudio fue examinar las fortalezas de carácter
en un tratamiento habitual de corte cognitivo conductual y por esa razón se
eligió un estudio naturalista. Sin embargo, es importante considerar que, como
el tipo de tratamiento no fue controlado, las diferencias en la implementación
del tratamiento entre terapeutas podrían afectar los resultados. Por último, en
relación con las variables relacionadas con el proceso de tratamiento, no se
utilizaron instrumentos estandarizados para evaluar el progreso, la relación
terapéutica y la adherencia al tratamiento. Un instrumento posiblemente
estandarizado habría sido más válido y fiable. No obstante, los resultados son
muy consistentes con investigaciones previas sobre el proceso terapéutico que
han utilizado tales instrumentos, lo que nos dan cierta confianza en la
adecuación de los instrumentos utilizados en este estudio. Las investigaciones
futuras deberían profundizar el estudio del proceso terapéutico y las
fortalezas, incluyendo también la perspectiva del paciente
Finalmente, este ha sido el primer estudio en comparar las
fortalezas de carácter entre las distintas etapas de un tratamiento
psicoterapéutico naturalista. También ha sido el primero en incluir pacientes
con trastornos de ansiedad, grupo muy escaso en las investigaciones con
fortalezas. Asimismo, esta investigación proporcionó un primer acercamiento a
la relación entre las fortalezas de carácter y la percepción del terapeuta del
progreso en la terapia y algunas variables relacionadas con el proceso de
tratamiento. El estudio del funcionamiento positivo en pacientes permitirá
enriquecer la psicología clínica para convertirse en una disciplina más
integradora. De esta manera, el objetivo de la terapia no solo será aliviar el
negativo, sino también ayudar a los individuos a construir una vida más plena.
Agradecimientos
Este proyecto ha sido financiado por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Buenos Aires, Argentina.
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