INTERDISCIPLINARIA, 2019, 36, 1, 221-236

Conceptos y argumentos brindados por niños

Conceptos y justificaciones brindadas por niños de 3 y 4 años antes y después de ser instruidos acerca de camuflaje animal*

Which prey is the bird not going to eat? An analysis of the concepts and arguments provided by 3 and 4-year-old children to support their points of view

Gabriela Raynaudo** y Olga Peralta***

*Este trabajo forma parte de la tesis doctoral de la primera autora con la dirección de la segunda. Fue financiado por una beca doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y por los subsidios PICT 2248 de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y 210-134-14 del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la provincia de Santa Fe.

Las autoras agradecen la colaboración del personal directivo, docentes y alumnos/as de los pre-escolares de la ciudad de Rosario que participaron en esta investigación.

**Licenciada en Psicología. Becaria Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE - UNR). Profesora Adjunta en la cátedra Taller de Investigación. Instituto Universitario Italiano de Rosario (IUNIR). E-mail: raynaudo@irice-conicet.gov.ar

***Doctora en Psicología. Master in Sciences. Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE - UNR). Profesora Titular de Psicología Educacional. Universidad Abierta Interamericana (UAI - Sede Rosario). E-mail: peralta@irice-conicet.gov.ar

Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE). Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas - Universidad Nacional de Rosario (CONICET - UNR).

Rosario, Santa Fe. Argentina


 

 


Resumen

Las verbalizaciones que brindan los niños permiten que los adultos conozcamos sus apren­dizajes y pensamientos. En esta investigación confluyen dos líneas de investigación: una cen­trada en el impacto de los libros de imágenes en el aprendizaje de conceptos y otra referida a las justificaciones en la infancia. Se presentan dos estudios cuasi-experimentales con diseño de pre­prueba y posprueba. En el marco de la lectura conjunta de un libro de imágenes se presentó a niños de 3 y 4 años de edad el concepto de ca­muflaje, con y sin la instrucción del adulto. Pri­mero se analizaron las justificaciones que brin­daron los niños para fundamentar sus respuestas, tanto antes como después de la lectura y luego, las categorías conceptuales a las que apelaron.

Se observó que con instrucción los niños de 4 años, pero no los de 3, aprendieron el concepto, recurrieron al él para sustentar sus respuestas y complejizaron sus justificaciones con respecto a las que brindaron antes de la lectura. Por otro lado, los niños de 4 años que no recibieron ins­trucción, no aprendieron el concepto, ni apelaron a él para sustentar sus respuestas; además, no modificaron las justificaciones brindadas des­pués de la lectura. Los resultados aportan sus­tento empírico respecto al entrelazamiento entre instrucción, aprendizaje de conceptos y justifi­caciones en la infancia.

Palabras clave: Justificaciones; Conceptos; Ni­ños; Libros ilustrados; Instrucción.

Abstract

Children's verbalizations provide a glimpse into their thoughts and learning processes. This research arises in the intersection of two fields: the impact of picture-books in conceptual and- justification learning. Dialogic picture-book re­ading is a widespread practice between children and adults. The main goal of this research was to analyze the verbalizations children gave before and after the exposition to the concept of ca­mouflage using a picture-book. We designed two studies using a quasi-experimental pre-test post-test approach. In Study 1 we compared two age group-children: 3- and 4-years-olds. Both groups were exposed to the concept of camou­flage guided by the instruction of an adult using a picture-book. We considered camouflage as the ability of some animals to blend with the envi­ronment to avoid being seen by predators. By instruction, we meant the information given by the adult using examples of animals. The ani­mals were shown in camouflaged and non-camouflaged settings and the adult explained which prey the predator could not eat based on the color of the animal and the background. The picture-book used was specially constructed for this research. It consisted of 10 pages; the first two showed a photograph of a predator (an ea­gle). The next eight pages showed four different preys depicted in camouflaged and no-camou­flaged settings. In the pre-test and the post-test children were asked to choose which prey the depredator will not eat. Children also had to support their answers by explaining why the bird will not eat the chosen prey. We analyzed children’s answers and the explanation that they gave before and after the exposition to the con­cept of camouflage with the picture-book. Ad­ditionally, we analyzed the justifications and the conceptual categories that children used to sup­port their choices. The justifications were inspi­red in Migdalek’s work (e.g. Migdalek, Rosemberg & Santibanez, 2014). The conceptual categories were created inductively from the transcription of children’s verbalizations. We found that the 4-years-olds learned the concept and support their choices appealing to the ca­mouflage category; also, they provided com­plex justifications. As far as 3-years-olds, even though they received the same instruction, they did not learn the concept, neither improved their justifications. Given these results, we concluded that the observed differences in the performance are due to the children’s age, since the instruc­tion provided was the same for the two age groups. To specifically explore the impact of the instruction we designed a Study 2 in which we compared children’s answers and their ver­balizations in two groups of 4-year-old children. Four-years-old were exposed to the same pic­ture-book with and without instruction. The pro­cedure followed was the one described in Study 1. In the condition without instruction, the ex­perimenter presented the children the picture- book indicating which prey the depredator would not eat, but without explaining the rea­sons. We found out that the children that did not receive any instruction did not learn the concept or used it to support their choices. Besides, this group did not improve their justifications. In contrast, the children that received instruction le­arned the concept and supported their choices using the camouflage category; in addition, they provided complex justifications. Overall, the results presented provided empirical data to highlight the close relationship between ins­truction, conceptual learning and justifying in children.

Key words: Justifications; Concepts; Children; Picture-book; Instruction.

Introducción

Una de las competencias que los niños ponen en juego al momento de dialogar es la de dar razones para sustentar sus propios puntos de vista. En el presente trabajo, con­fluyen dos líneas de investigación. Por un lado, el aprendizaje por medio de libros de imágenes y, por el otro, el estudio de las jus­tificaciones en la infancia.

La lectura conjunta de libros de imáge­nes es una actividad muy habitual entre cui­dadores y niños (e.g. DeLoache & Peralta, 1987; Peralta, 1995; Stein, 2015). Numero­sas investigaciones han dado cuenta de la utilidad de los libros de imágenes en el de­sarrollo del léxico y en el aprendizaje de conceptos (Ganea, Ma & DeLoache, 2011; Ganea, Pickard & DeLoache, 2008; Kelemen, Emmons, Schillaci & Ganea, 2014; Mareovich, Taverna & Peralta, 2015; Pe­ralta, 1995; Preissler & Carey, 2004).

El estudio de las justificaciones que brin­dan los niños para sustentar sus puntos de vista es un camino fundamental para acer­carse a su mente, en tanto constituye un re­curso primordial en la construcción social del conocimiento (Aleixandre & de Busta­mante, 2003; Candela, 1991; Migdalek, Rosemberg & Santibáñez, 2014; Leitao, 1996; Stein & Albro, 2001; Veneziano, 2001). Por medio de las verbalizaciones que brindan los niños, podemos conocer sus puntos de vista, sus aprendizajes y sus pensamientos (Nelson, 2007).

En este trabajo se presentan dos estudios cuasiexperimentales con preprueba y pos­prueba en los que, en el marco de una lec­tura conjunta de un libro de imágenes, se presentó un concepto (camuflaje) a niños de 3 y 4 años de edad. La lectura conjunta in­cluyó la instrucción o no del adulto, según la condición experimental. Por instrucción se entiende la información brindada por la experimentadora a los niños acerca del con­cepto valiéndose de fotografías de animales camuflados y no camuflados. En la condi­ción sin instrucción, la experimentadora sólo señaló las fotografías, sin proveer ex­plicación alguna.

Se optó por enseñar el concepto de ca­muflaje animal: se trata de un concepto atractivo y no conocido por los niños pe­queños, que posee complejidad semántica. Investigaciones previas han reportado que este concepto es asequible para las edades que aquí se estudian (Brown & Kane, 1988; Ganea, et al., 2011; Inagaki & Hatano, 2002; Strouse & Ganea, 2016).

Aunque hay distintos tipos de camuflaje animal, en el presente trabajo los animales se mimetizan en su hábitat para no ser per­cibidos por sus depredadores valiéndose de la similitud del color de su propio cuerpo con el entorno. La comprensión de este me­canismo es importante ya que es clave en la evolución animal y también porque ha sido adoptado por los seres humanos en diversas prácticas culturales, por ejemplo, en en­frentamientos armados para disimular el avance de las tropas (Stevens & Merilaita, 2009). Cabe señalar que, tradicionalmente, este tipo de conceptos biológicos fueron in­troducidos en la educación formal con bas­tante posterioridad en relación a las edades estudiadas en esta investigación (Kelemen, et al., 2014).

El objetivo de la presente investigación fue analizar las verbalizaciones con las que los niños fundamentaron sus respuestas an­tes (preprueba) y después (posprueba) de la lectura conjunta del libro de imágenes. So­bre dichas verbalizaciones se realizaron dos análisis. Por un lado, se analizaron las jus­tificaciones con las que los niños sustenta­ron sus respuestas. Por el otro, se analizaron los conceptos a los que los niños apelaron.

Aprendizaje de conceptos con libros ilustrados

Existen líneas de investigación orienta­das a explorar la enseñanza de conceptos científicos básicos tempranamente con la finalidad de evitar que se cristalicen las ideas previas o erróneas (Hatano & Inagaki, 1994; Inagaki & Hatano, 2006; Raynaudo & Peralta, 2017). Además, gran parte de los aprendizajes del mundo natural son posibi­litados por medios simbólicos. Estos per­miten acceder, a través de la experiencia indirecta, a hechos que se encuentran au­sentes. Uno de los sistemas simbólicos con el que los niños occidentales se encuentran muy familiarizados desde pequeños es el de las imágenes. Las imágenes tienen una realidad doble ya que son entidades en sí mismas, pero que a la vez representan otra cosa (DeLoache, 1987, 2004). Comprender y representar mentalmente que una foto­grafía refiere a una entidad del mundo real, involucra un entramado de habilidades cognitivas, sociales y perceptuales (Jauck & Peralta, 2017). Numerosas investigaciones han indicado que los niños desde los 2 años y medio comprenden la naturaleza dual de las imágenes y pueden utilizarlas como fuente de información en distintas tareas (DeLoache & Burns, 1994; Jauck & Pe­ralta, 2016; Peralta & Salsa, 2o 11). Además, el uso de libros de imágenes en la interac­ción con niños presenta ventajas. Por un lado, se trata de una situación muy común y atractiva en la vida de muchos niños (De­Loache, 1987; Peralta, 1995) que permite adaptar el material para enseñar conceptos en diversas áreas temáticas; por ejemplo, al aprendizaje biológico (Ganea, et. al., 2011; Kelemen, et al., 2014) o el aprendizaje de palabras (Ganea, et al., 2008; Mareovich & Peralta, 2015; Preissler & Carey, 2004). Es­tudios que se enfocaron en el aprendizaje por medio de imágenes, encontraron que ciertas características como el iconicismo y las representaciones antropomórficas, in­fluyen en lo que los niños transfieren de la imagen a la realidad (Ganea, et al., 2008; Mareovich & Peralta, 2015; Preissler & Ca­rey, 2004). El grado en el cual una imagen se parece a su referente -iconicismo- es un factor facilitador del aprendizaje (Ganea, Allen, Butler, Carey, & DeLoache, 2009; Simcock & DeLoache, 2006). La atribu­ción de propiedades humanas a animales -antropomorfismo- interfiere en el apren­dizaje (Ganea, et al., 2011; Waxman, Herr­mann, Woodring, & Medin, 2014).

En una investigación, Ganea et al. (2011) mostraron a niños de 3 y 4 años, un libro de imágenes con fotografías de animales ca­muflados y no camuflados. El objetivo de dicho estudio fue conocer el impacto de una historia que involucraba animales con características antropomórficas con una his­toria fáctica, es decir, basada en el compor­tamiento real de los animales. Luego de la exposición a la historia, los niños debían se­ñalar a cuál presa el animal depredador no podría comer. Los niños fueron evaluados con imágenes y con animales reales. Tanto los niños de 3 como de 4 años indicaron el animal real al que no se iba a comer el de­predador. Sin embargo, solo los niños de 4 años dieron explicaciones de camuflaje. No

se encontraron diferencias por tipo de his­toria.

En el estudio que aquí se presenta se uti­liza también el concepto de camuflaje para ser enseñado a los niños modificando la metodología empleada por Ganea et al. (2011). Se utilizan solo fotografías de ani­males reales y el relato siempre tuvo carac­terísticas fácticas. Específicamente, la pre­gunta es cómo impacta la instrucción en las justificaciones y los conceptos que los niños ponen en juego para sustentar sus respues­tas.

La actividad de dar razones en niños pequeños

Desde las teorías de argumentación con­temporáneas existen diferentes conceptos relacionados al comportamiento de dar ra­zones; por ejemplo, argumentar, justificar y explicar (Walton & Macagno, 2009). Las características propias de cada uno de esos actos han sido ampliamente abordadas (Du­four, 2017; Godden, 2015; Osborne & Pat­terson, 2011).

Por un lado, explicar se refiere a la acla­ración de una porción del discurso que re­sulta problemática (Blum-Kulka, Hamo & Habib, 2010). Por otro lado, en un argu­mento se expresan razones para defender o atacar un posicionamiento sobre un hecho, evento y/u opinión puesto en duda (van Eemeren & Grootendorst, 2004). Desde la perspectiva del discurso infantil, Migdalek, Rosemberg y Santibáñez (2014) sostienen que tradicionalmente se ha denominado proto argumentación a la producción argu­mentativa que los niños muestran tempra­namente, ya que carece de determinados re­quisitos desde el punto de vista adulto: razonamientos formales y estructura razón- conclusión. Nelson (2007) sostiene que las visiones del mundo de los niños no son ver­siones más primitivas que las que tienen los adultos, sino que estas difieren cualita­tivamente. Según Silvestri (2001), para que el niño pueda sustentar mejor sus puntos de vista, debe contar con un contexto que fa­cilite dicho desarrollo. Por lo tanto, es posible concebir esta práctica como una acti­vidad interactiva y social regulada por ob­jetivos interpersonales. Según la escuela pragma-dialéctica los argumentos tienen una dirección temporal prospectiva, ya que el objetivo es generar en el oyente un cam­bio epistémico o actitudinal. En cambio, las justificaciones tienen una relación temporal retrospectiva (Mercier & Sperber, 2017) ya que es el acto de dar razones acerca de algo que ocurrió en el pasado. Se entiende justi­ficación como la acción de un hablante de dar razones, con el objeto de referir las mo­tivaciones por las que se piensa un hecho que ha sido realizado por él u otro individuo (Álvarez, 2016; Searle, 2001). Al justificar se da cuenta de las relaciones entre eventos, acciones y enunciados que ha construido en la mente (Veneziano & Sinclair, 1995).

En los estudios que componen este tra­bajo, se analizan las justificaciones y las categorías conceptuales que utilizan los ni­ños para sustentar sus respuestas antes (pre­prueba) y después (posprueba) de la lec­tura compartida de un libro de imágenes. Dicha lectura se desarrolló, según el estudio y la condición experimental, con y sin ins­trucción explícita por parte de la experi­mentadora. Las justificaciones brindadas fueron categorizadas tomando como base las categorías argumentativas propuestas por Migdalek, Rosemberg y Santibáñez (2014), la reiteración, la anticipación, la descripción, la narración, la apelación a la autoridad, la generalización, la propuesta alternativa y la cortesía. Estas justificacio­nes fueron generadas inductivamente a par­tir del análisis de interacciones de niños en situaciones espontáneas de juego en el jar­dín de infantes y en el hogar. En el pre­sente trabajo, el contexto del cual surgieron los datos, instrucción en un marco cuasiexperimental, fue diferente; las categorías em­pleadas para el análisis de las justificaciones fueron: descripción, narración, predicción y justificaciones personales.

Las categorías conceptuales fueron cre­adas inductivamente a partir de los datos obtenidos y fueron: camuflaje, tamaño y otras.

 

Estudio 1. Aprendiendo con instrucción explícita en dos edades

El objetivo del Estudio1 fue comparar las justificaciones y los conceptos utilizados por niños de 3 y 4 años antes (preprueba) y después (posprueba) de una situación de instrucción explícita sobre el concepto de camuflaje utilizando un libro de imágenes. La instrucción explícita se refiere a la in­formación fáctica provista por el adulto, la cual fue brindada a partir de ejemplos ilus­trados en el libro de imágenes. Las fotogra­fías representaban animales reales camufiados y no camuflados, y la explicación brindada por el adulto hacía especial hinca­pié en mostrar las similitudes y/o diferen­cias entre el color del animal y el fondo de la fotografía. En el presente estudio se plan­tearon dos hipótesis: (1) los niños de 3 años apelan al concepto de camuflaje para sus­tentar y justificar sus respuestas y (2) el desempeño de los niños de 4 años es supe­rior al de 3 años.

Método

Diseño.

Se optó por un diseño cuasiexperimental teniendo en cuenta que presenta mayor va­lidez ecológica que los experimentos puros al acercarse en mayor medida a situaciones cotidianas. Además, es útil para determinar el efecto de una intervención (Campbell & Stanley, 2012). Se controló el tiempo que se dedicó a mostrar cada página del libro, así como la instrucción de la experimentadora. La tarea diseñada estuvo basada en la in­vestigación de Ganea et al. (2011), el diseño fue de preprueba/posprueba y se instruyó a los niños acerca del concepto de camuflaje. Cabe destacar que el propósito no consistió en replicar el mencionado estudio, ya que las investigaciones difieren en sus objetivos, por lo que además, se realizaron modifica­ciones a la tarea en función de decisiones metodológicas. En el caso que aquí se pre­senta, la historia provista a ambos grupos tuvo características fácticas e incluyó cua­tro ejemplos, en vez de dos, para acentuar la etapa de instrucción. Asimismo, para indi­car a qué presa el animal depredador no po­dría comerse, el niño debió elegir entre tres presas, y no dos, con el objetivo de dismi­nuir el nivel de azar. Esta decisión conllevó a la estructura negativa de la consigna em­pleada (¿A cuál no se va a poder comer?). Por medio de una prueba piloto de la que participaron 12 niños se constató que el enunciado negativo no impedía la compre­sión de la consigna. Finalmente, la pos­prueba contó con cuatro subpruebas, no con dos como la tarea original.

La instrucción provista tuvo la finalidad de que el niño aprendiera el concepto que subyace al término de camuflaje y no la pa­labra en sí misma. Es decir, se procuró que el niño comprendiera que cuando los ani­males están en un entorno que tiene un co­lor similar al de ellos son más difíciles de ver, y por lo tanto tienen menos posibilida­des de ser atrapados en relación a otros ani­males que no están camuflados. Se utiliza­ron también otras palabras, como escon­dido, para aludir al camuflaje como propie­dad.

Participantes.

Participaron 40 niños, 20 de 3 años (Rango: 36-42 meses; M= 39.6 meses; 10 niños y 10 niñas) y 20 de 4 años de edad (Rango: 48-59 meses; M= 55.3 meses; 10 niños y 10 niñas). La muestra fue inciden­tal y voluntaria. Se visitaron distintas insti­tuciones educativas de la ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina) para convocarlas a participar del presente estudio. Los niños fueron contactados a través de las institu­ciones escolares a las que acudían, previo consentimiento informado por escrito tanto de los padres como de las instituciones. Per­tenecían al nivel socioeconómico medio y tenían un desarrollo cognitivo esperado para su edad, de acuerdo a los datos proporcio­nados por la institución.

Materiales.

Se utilizó un libro de fotografías de 10 páginas (30 cm x 21 cm), especialmente construido para la presente investigación (ver Figura 1). Cada página del libro mos­traba una fotografía diferente de un animal. Las dos primeras páginas contenían la fo­tografía de un águila (animal depredador). En las siguientes se mostraron 4 presas, una por página. Cada animal fue mostrado ca­muflado o no camuflado. Además, se utilizó un total de 20 fotos de animales para la pre­prueba y la posprueba.

Procedimiento.

Se trabajó en una sala del jardín de in­fantes especialmente asignada para la acti­vidad propuesta. La tarea fue administrada en una única sesión individual, que constó de tres fases: preprueba, lectura de libro y posprueba. Cada sesión completa tuvo una duración aproximada de entre 10 y 15 mi­nutos. Todas las interacciones fueron au­diograbadas y luego volcadas a una planilla escrita para su posterior codificación. El procedimiento completo se describe a con­tinuación.

Preprueba.

En dos subpruebas se evaluó el conoci­miento previo del niño sobre el concepto de camuflaje. La experimentadora y el niño se sentaron lado a lado en una mesa o en el piso de la sala. Ella mostró primero al niño la fotografía de un águila: “Este es un águila, tiene mucha hambre y está buscando animalitos para comer”. Luego le mostró al niño tres fotografías de lagartijas, una de las cuales estaba camuflada y las otras dos no, y le preguntó: “¿A cuál de estas tres lagar­tijas no se va a poder comer el águila?” (Señalando cada una de las fotografías). También solicitó al niño que sustentara su respuesta preguntándole: “¿Por qué no se va a poder comer a ese?”

En la segunda subprueba se siguió el mismo procedimiento, pero se utilizaron fo­tos de mariposas.

Lectura del libro.

Luego de la preprueba, la experimenta­dora introdujo por medio de ejemplos el concepto de camuflaje, explicando por qué un depredador podría o no encontrar a los animales, en función de ser visibles o no en su entorno. Dicha explicación fue dada a partir de cuatro ejemplos distintos con fo­tografías. En cada ejemplo se presentaron dos animales, uno camuflado y el otro no. En los primeros dos ejemplos, la experi­mentadora decía al niño qué presa el de­predador no podría comerse basándose en el color del animal y del entorno. Por ejemplo: “Ves, a ese pajarito el águila no lo va a po­der ver porque el pajarito es gris, y las pie­dras son grises, entonces como tienen el mismo color, el águila que va volando lejos va a creer que el pajarito es una piedra y no lo va a poder ver”. En los últimos dos ejem­plos la experimentadora directamente pre­guntó al niño: “¿A cuál no se va a poder co­mer el águila?” Se corregía a los niños si elegían la fotografía incorrecta, indicando la presa que el depredador no se podría comer.

Posprueba.

Se desarrolló inmediatamente a conti­nuación de la lectura del libro y constó de cuatro subpruebas. El procedimiento que se siguió fue el descripto en la preprueba. La experimentadora mostró al niño tres fo­tografías de una presa. En una de las foto­grafías la presa estaba camuflada y en las otras dos no y le preguntó: “¿A cuál de es­tos tres venados no se va a poder comer el puma?” (Señalando cada una de las foto­grafías). Luego de que el niño señalara su elección, se le solicitó que sustentara su respuesta preguntándole: “¿Por qué no se va a poder comer a ese?” En las restantes sub­pruebas se siguió el mismo procedimiento con animales distintos a los usados previa­mente.

Confiabilidad.

Todos los procedimientos fueron admi­nistrados por la primera autora quien, ade­más, codificó las justificaciones y las cate­gorías conceptuales de los niños. Una se­gunda codificadora trabajó sobre el 45% de las respuestas seleccionadas aleatoriamen­te. El porcentaje de acuerdo entre codifica­dores para las estrategias y categorizaciones fue de 80% (Kappa = .798). Los desacuer­dos fueron resueltos en discusión.

Análisis de datos.

En primer lugar desde una perspectiva cuantitativa se realizó el análisis de las elec­ciones que dieron los niños ante la pregunta “¿A cuál no se va a poder comer?”. Una elección se consideró correcta cuando el niño señaló al animal camuflado. Se utili­zaron pruebas estadísticas no paramétricas para variables nominales. Para la compara­ción entre grupos (3 años versus 4 años) se utilizó el Test Exacto de Fishery para el análisis intragrupo (pre-posprueba) se usó la prueba de McNemar. Los análisis estadísti­cos fueron realizados sobre las frecuencias, aunque se presentan los porcentajes para facilitar la comparación entre datos.

En segundo lugar, se analizaron las verbalizaciones de los niños ante la pregunta “¿Por qué no se va a poder comer a ese?”. Se observaron dos aspectos. Por un lado, se analizaron las categorías conceptuales a las que los niños apelaron para sustentar su elección. Dicho análisis fue realizado desde un enfoque cualitativo e inductivo, ya que las categorías de análisis emergieron de las propias respuestas de los niños. Por otro lado, se analizaron las justificaciones a las que apelaron los niños para sustentar sus elecciones. Para dicho análisis se adaptaron las estrategias propuestas por Migdalek, Rosemberg y Santibáñez (2014). En ambos análisis se introdujeron también análisis es­tadísticos.

Resultados y discusión

Análisis de las elecciones.

Las justificaciones y las categorías con­ceptuales surgieron de las verbalizaciones que sustentaron las elecciones de los niños.

En el grupo de 3 años, los niños eligieron correctamente al animal camuflado un 7.5% en la preprueba y un 21.3% en la posprueba. No se encontraron diferencias significativas en el desempeño entre preprueba y pos­prueba (p= .289). El grupo de 4 años tam­bién respondió correctamente en un 7.5% en la preprueba; sin embargo, en la posprueba alcanzaron un 71.3% de respuestas correc­tas (p < .01). La ejecución de los niños de 4 años fue estadísticamente superior a la de los de 3 años en la posprueba (p= .00).

Análisis de las categorías conceptualesimplicadas en la respuesta.

Para sustentar sus elecciones, los niños recurrieron a tres categorías conceptuales: camuflaje, tamaño y otras. También se in­cluyó la categoría sin respuesta cuando el niño no explicó su respuesta.

Camuflaje.

Se consideraron aquellas respuestas en las que el niño hacía referencia al concepto de camuflaje apelando a la similitud del co­lor entre el animal y el fondo. No fue nece­sario que el niño mencionara explícitamente dicho término, sino el concepto que subyace a él. En ocasiones los niños mencionaron el adjetivo camuflado, pero en general se re­firieron a los animales como escondidos. Por ejemplo: Niño: “Porque están estos dos, las hojas son verdes y este es verde, y a este no se va a comer y a este sí y a este sí”; Niña: “Porque está escondida”, Experi­mentadora: “¿Cómo te diste cuenta que está escondida?”, Niña: “Porque es del mismo color de las ramas.”

Tamaño.

Se consideraron como respuestas de ta­maño a aquellas que hicieron referencia a las dimensiones físicas del animal, por ejemplo: “Porque es muy grande y va a tar­dar unos minutos (en comerlo)”; “Porque tiene cabeza grande”.

Otras.

En esta categoría se incluyeron aquellas respuestas que no formaron parte de las ca­tegorías anteriores y que además carecieron de suficiente frecuencia de aparición como para conformar una categoría en sí misma. Por ejemplo: “Está en la playa tomando sol”; “Tiene uno, dos, tres, cuatro colores”; “No sé”; “Porque sí”. La Tabla 1 muestra los porcentajes obtenidos según categoría, fase de la prueba y grupo de edad.

Los análisis intragrupo revelaron que los niños de 3 años no mostraron diferencias en las respuestas de camuflaje entre preprueba (0%) y posprueba (1.3%). En la preprueba dieron muy pocas respuestas sobre el ta­maño; recurrieron a otras respuestas o di­rectamente no mencionaron nada. Sin em­bargo, se observó en la posprueba que los niños disminuyeron la cantidad de no res­puestas y pudieron apelar al tamaño en cier­tas ocasiones. Esto podría deberse a la familiarización con la tarea y con la experi­mentadora. Por otro lado, los niños de 4 años lograron apelar a la conceptualización de camuflaje de modo significativo al mo­mento de sustentar su elección en la pos­prueba (71.2%) en comparación a la pre­prueba (0%) (p= .00).

El análisis intergrupo mostró que el de­sempeño del grupo de 4 años fue superior al del grupo de 3 años, en cuanto que sí ape­laron al concepto de camuflaje en la post­prueba (p < .01).

Análisis de las justificaciones.

Siguiendo la categorización de justifica­ciones desarrollada a partir de la propuesta de Migdalek, Rosemberg y Santibáñez (2014) se analizaron las verbalizaciones de los niños y se realizó un análisis de fre­cuencias encontradas en cada categoría. A continuación, se describen las justificacio­nes observadas ilustrándolas con las verbalizaciones de los participantes.

 

Descripción.

Los niños hicieron referencia a propie­dades perceptuales de los animales repre­sentados, tales como las dimensiones, los colores y otras características observables en las fotografías. Por ejemplo: “Porque está en el agua que es verde y el cocodrilo es también color verde”; “porque está escondida”,“porque es muy muy grande y no le va a entrar en la boca” o “porque tiene un palo en la cabeza y no lo va a poder comer”. También se incluyeron aquellas justifica­ciones que hicieron referencias a intencio­nes o estados de ánimos atribuidas a los animales, por ejemplo: “No se va a comer a este porque la mamá no lo deja”.

Narración.

Los niños se refirieron a hechos pasados y externos a la tarea o provenientes de su propia experiencia previa como evidencia para sostener su punto de vista. Por ejem­plo, uno de los niños mencionó: “Cuando hacemos una colección de fotos podemos mirarlas” haciendo referencia al momento de lectura de libro que había transcurrido previo a la posprueba o tal vez, a alguna ex­periencia previa con un álbum de fotogra­fías.

Predicción.

Los niños proyectaron cursos de accio­nes futuras que les permitieron justificar adelantándose a lo que podría ocurrir en las fotos, aunque no estuviera gráficamente re­presentado. Por ejemplo, María de 4 años dijo: “Porque está escondido sobre las rocas y no se lo va a poder comer. A estos dos sí se los va a poder comer”, anticipándose a una acción que la fotografía no indicaba, pero que ella podía deducir en función de lo que aprendió en la interacción con el libro.

Justificaciones personales.

En esta categoría se consideraron aque­llas justificaciones que no aportaron nueva información y estaban basadas en la per­cepción y opinión del niño. Los niños que dieron este tipo de justificaciones no se va­lieron de las pistas brindadas por la ins­trucción y siguieron respondiendo en fun­ción de su parecer previo. Por ejemplo, la respuesta de Pablo, quien ante la pregunta: ¿Por qué no se va a poder comer a ese? res­pondió basándose en su opinión: “Porque me imagino”. Otro ejemplo es el de Emma, que responde: “Porque me parece”. Tam­bién, fueron incluidas en esta categoría las justificaciones de índole “no sé” y “porque sí”.

En la Tabla 2 se muestran los porcenta­jes obtenidos según categoría, fase de la prueba y grupo.

Los niños de 3 años mostraron un au­mento de las justificaciones de descripción y justificaciones personales entre la pre­prueba y la posprueba, logrando disminuir sustancialmente las explicaciones sin res­puesta, que eran mayoría en la primera. En el grupo de niños de 4 años, entre la pre­prueba y la posprueba aumentó la estrategia descripción y disminuyeron notablemente las categorías justificaciones personales y sin respuesta.

Por otro lado, los análisis intergrupo arrojaron diferencias significativas en la cantidad de estrategias de descripción entre ambos grupos (p < .01), tanto en la pre­prueba como en la posprueba.

Asimismo, se encontró una asociación marginal entre las justificaciones de des­cripción y la categoría conceptual camu­flaje en los niños de 4 años, en la posprueba, según el coeficiente V de Cramer: .06. Di­cha asociación no se observó en la pre­prueba (V de Cramer: .16). En el grupo de 3 años no se encontró asociación entre las categorías conceptuales y las justificacio­nes, probablemente debido a las escasas respuestas de camuflaje encontradas.

En resumen, los niños de 3 años no aprendieron el concepto de camuflaje. En consecuencia, tampoco apelaron a él para sustentar sus respuestas, por lo que la hipó­tesis número 1 fue rechazada. Aunque no pudieron apelar al concepto de camuflaje luego de la instrucción, apelaron a otros conceptos al momento de sustentar su res­puesta; por ejemplo, al concepto de tamaño. Esto tampoco había ocurrido en la pre­prueba. Respecto a las justificaciones, luego de la fase de lectura del libro describieron las fotografías y disminuyeron las no justi­ficaciones. Los niños de 4 años sí apren­dieron el concepto y pudieron apelar a él para sustentar sus respuestas. Además, se valieron de la descripción para justificar, especialmente después de la fase de lectura del libro. De este modo, se confirmó la se­gunda hipótesis que postulaba que los niños de 4 años tendrían un desempeño posterior al de sus pares más pequeños.

Los resultados del Estudio 1 mostraron diferencias en el desempeño de niños de 3 y 4 años, antes y después de una situación de instrucción. Los desempeños dispares mostrados entre los grupos se debieron a la edad de los niños, ya que la instrucción pro­vista en ambos casos fue la misma. Se di­señó el Estudio 2 para indagar el impacto de la presencia y ausencia de la instrucción en niños de 4 años.

Estudio 2. Impacto de la instrucción en niños de 4 años

El objetivo de este estudio fue comparar las justificaciones y las categorías concep­tuales dadas por niños de 4 años en dos condiciones: Instrucción y Sin Instrucción. Como en el estudio previo, los niños de 4 años comprendieron el concepto de camu­flaje, apelaron a él y utilizaron justificacio­nes para sustentar sus respuestas, se ideó un segundo estudio en el cual se incluyó una condición sin instrucción. Los niños de 3 años no fueron incluidos debido al bajo de­sempeño que tuvieron en el Estudio 1. Se hipotetizó que aun sin instrucción los niños de 4 años comprenden el concepto de ca­muflaje y se valen de él para sustentar sus respuestas.

Método

Participantes y materiales.

En este estudio participaron 40 niños de 4 años de edad, 20 en la condición Sin Ins­trucción (Rango: 49-59 meses; M= 55 me­ses; 10 niños y 10 niñas) y 20 en la condi­ción Instrucción (Rango: 48-59; M= 55.3 meses; 10 niños y 10 niñas). Los datos de la condición Instrucción provienen del grupo 2 del estudio anterior. Los materiales em­pleados fueron los descriptos en el Estudio 1.

Procedimiento.

Los niños realizaron la misma tarea que en el Estudio 1. La diferencia fue que, en la condición Sin Instrucción en la fase de la lectura del libro, la experimentadora señaló las presas incluidas en el libro de imágenes, mencionando a cuál de ellas el animal de­predador (águila) podría o no podría co­merse, sin explicar el porqué ni brindar in­formación acerca del concepto de camu­flaje. Por ejemplo: “A esta ranita el águila no la va a poder ver, pero a esta sí”. Si el niño preguntaba “¿Por qué?” o solicitaba más información se le decía “Ahora vamos a ver, hay que seguir viendo el libro” y se continuaba con la lectura del libro.

Confiabilidad y análisis de datos.

El porcentaje de acuerdo entre codifica­dores para las categorizaciones fue del 83% (Kappa = .81). Se emplearon las pruebas es­tadísticas utilizadas en el estudio anterior.

Resultados y discusión

Análisis de las elecciones.

A diferencia de lo ya descripto para el grupo con instrucción (ver Estudio 1), el grupo sin instrucción respondió correcta­mente un 27.5% en la preprueba y sólo un 33.8% en la posprueba, y no se encontraron diferencias significativas en el desempeño

entre ambas pruebas (p= .815). Aunque los puntos de partida fueron prácticamente iguales en la preprueba, el desempeño del grupo con instrucción fue significativa­mente superior al del grupo sin instrucción en la posprueba (p < .01).

Análisis de las categorías conceptuales implicadas en la respuesta.

El análisis intragrupo reveló que sin ins­trucción los niños no brindaron respuestas de camuflaje ni en la preprueba ni en la posprueba. El desempeño en el resto de las categorías (tamaño, otra, sin respuesta) fue muy similar entre ambas instancias (ver Es­tudio 1 y Tabla 3). Este análisis también mostró diferencias significativas entre los grupos con y sin instrucción (p < .01) al mo­mento de apelar al concepto de camuflaje en la posprueba.

Análisis de las justificaciones.

Se utilizaron las estrategias descriptas en el Estudio 1, excepto narración que tuvo frecuencia 0.

A diferencia de lo que se había obser­vado en el grupo con instrucción, en el grupo sin instrucción no se encontraron di­ferencias en el uso de las distintas justifi­caciones analizadas entre la preprueba y la posprueba. La Tabla 4 muestra los porcen­tajes obtenidos según estrategia, fase de la prueba y grupo. El análisis intergrupo mos­tró diferencias significativas a favor del grupo que recibió instrucción en las justifi­caciones de descripción en la posprueba

(p= .00).

En suma, el grupo sin instrucción no aprendió el concepto de camuflaje por lo cual tampoco apeló a él para sustentar sus respuestas. El resto de las categorías con­ceptuales tampoco variaron entre preprue­ba y posprueba. Además, no se observaron modificaciones respecto a las justificaciones utilizadas. La hipótesis planteada no se co­rroboró, ya que los resultados de este estu­dio muestran que la instrucción brindada por un adulto es fundamental, aun a los cua­tro años, para el aprendizaje del concepto de camuflaje y para que los niños modifiquen sus verbalizaciones y justificaciones.

Discusión general

Los resultados de los estudios aquí pre­sentados aportan sustento empírico respecto al entrelazamiento entre aprendizaje con­ceptual y el desarrollo de la habilidad de dar razones en niños. En primer lugar, observa­mos que el desempeño de los niños fue di­ferente de acuerdo a su edad. En segundo lugar, se puso en evidencia el rol primordial que tiene la instrucción explícita de un adulto para el aprendizaje de conceptos y justificaciones en niños de la misma edad.

El Estudio 1 mostró que la edad de los niños impacta en lo que pueden aprender y verbalizar respecto de un concepto. Los ni­ños de 3 años no aprendieron el concepto de camuflaje ni apelaron a él para sustentar sus respuestas. Sí apelaron al concepto de tamaño, luego de la instrucción en la fase de lectura de libro. Respecto a las justificacio­nes, los niños de 3 años, luego de la fase de lectura del libro, describieron las fotografías y disminuyeron las justificaciones sin res­puesta. En el estudio de Ganea et al. (2011), los niños de esta misma edad seleccionaron al animal camuflado luego de la lectura del libro, pero no dieron fundamentaciones de camuflaje en sus respuestas. Sin embargo, en el presente estudio encontramos que los niños de 3 años no solo no eligieron al ani­mal camuflado luego de la instrucción reci­bida, sino que tampoco sustentaron sus res­puestas. Por otro lado, los niños de 4 años aprendieron el concepto y apelaron a él para sustentar conceptualmente sus respuestas. Los desempeños dispares mostrados entre los grupos responden a la edad de los niños, ya que en ambos casos la instrucción pro­vista fue la misma. Este estudio muestra el determinante impacto que tiene el factor evolutivo en este tipo de tareas y aprendi­zajes tempranos, ya que ambos grupos es­taban separados solo por 6 meses de edad.

El Estudio 2 analizó el impacto de la presencia y ausencia de la instrucción en ni­ños de 4 años. Se encontró que cuando a los niños de 4 años sólo se los expone a las imá­genes sin incluir una explicación, no logran apelar al concepto ilustrado para sustentar sus respuestas. Esto sí ocurre cuando a la exposición se le agrega instrucción. Ade­más, el grupo con instrucción modificó las justificaciones utilizadas después de la lec­tura del libro recurriendo mayormente a la justificación de descripción en la posprueba. En cambio, en el grupo sin instrucción, los resultados muestran prácticamente la misma frecuencia de tipo de justificación en la pre­prueba y en la posprueba. Se concluye que la instrucción provista en la fase de lectura del libro fue lo que permitió a los niños complejizar sus justificaciones. La hipótesis planteada no se comprobó ya que la presen­cia de instrucción es clave aun a los 4 años.

Los resultados en su conjunto muestran que los niños de 4 años pueden sustentar las elecciones que realizan apelando a distintos conceptos y justificaciones. En líneas ge­nerales, el tipo de justificación más pre­sente fue descripción. Esto se debe proba­blemente a las propiedades visuales del concepto de camuflaje ilustradas en las fo­tografías, lo que quizás propició que los ni­ños recurrieran a la descripción de los as­pectos perceptuales de la fotografía para sostener sus puntos de vista. Resultados si­milares fueron obtenidos por Migdalek, Rosemberg y Santibáñez (2014), quienes tam­bién identificaron un uso predominante de la estrategia descripción, aunque en el mar­co de juego dramático.

Además, se observó que el modo en que los niños sostienen sus elecciones varía en función de la edad y la presencia o no de instrucción intencional. Este hallazgo re­sulta relevante si se tiene en cuenta que es usual la creencia acerca de que los niños aprenden solos interactuando con materiales didácticos sin necesidad de recurrir a la tu­toría de un adulto. Además, en este estudio se trabajó con la enseñanza de un concepto que no es familiar en la vida de los niños y que tradicionalmente se incluye con poste­rioridad en la educación formal. De este modo se aporta evidencia concreta acerca de la posibilidad de enseñar conceptos y justi­ficaciones desde muy temprano en la vida infantil. En este sentido, se muestra el po­tencial que presentan los contextos instruccionales en los que un adulto provee recur­sos para la complejización de dichos pro­cesos cognitivos en niños.

Aunque desde el punto de vista metodo­lógico es incorrecto comparar directamente el desempeño de los niños de 3 años con instrucción con el de los niños de 4 años sin instrucción, creemos que merece ser seña­lado que los niños de 4 años que no tuvie­ron instrucción se comportaron de modo si­milar a sus pares de 3.

En función de los resultados, se puede concluir que alrededor de los 4 años es un momento propicio para comenzar a expo­ner a los niños a conceptos biológicos. Di­cha exposición no solo incide en el apren­dizaje conceptual en sí mismo, sino que también colabora en la producción de conceptualizaciones, verbalizaciones y justi­ficaciones que los niños brindan.

En futuros estudios se propone indagar si los niños pueden aprender un concepto y complejizar sus justificaciones a partir de la instrucción de un adulto con libros digi­tales y aplicaciones (APP) interactivas.

 

 

Descripción: image20

Figura 1. Ejemplos de fotografías y de una página del libro

 

Tabla 1

Porcentaje de categorías conceptuales según grupo

Descripción: image21

Tabla 2

Porcentaje de estrategias argumentativas según condición experimental

 

Categoría

Grupo

1 (3 años)

Grupo

2 (4 años)

 

Pre-prueba

Post-prueba

Pre-prueba

Post-prueba

Sin Respuesta

47.5

23.7

25.0

2.0

Justificaciones

personales

35.0

41.3

10.0

5.0

Descripción

12.5

35.0

65.0

93.0

Narración

5.0

-

-

-

Total

100

100

100

100

 

 


 

Tabla 3

porcentaje de categorías conceptuales según grupo

 

Categorías

Grupo 1

 

Grupo 2

Camuflaje

Pre- Prueba Post

- Prueba

Pre- Prueba Post- Prueba - 71.2

Tamaño

25

25

40

13.8

Otras

52.5

51.2

35

13

Sin Respuesta

22.5

23.8

25

2

Total

100

100

100

100

 

 


 


Tabla 4

Porcentaje de estrategias argumentativas según condición experimental

Categoría

Grup

o 1

Grupo 2

Sin Respuesta

Pre-prueba

22.5

Post-prueba

23.8

Pre-prueba

25.0

Post-prueba

2

Justificaciones

personales

17.5

11.2

10.0

5.0

Descripción

60.0

63.8

65.0

93

Predicción

-

1.2

-

-

Total

100

100

100

100

 

 


 


 


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Recibido: 26 de agosto de 2017 Aceptado: 11 de abril de 2019


 

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