Rasgos de
personalidad, bienestar y malestar psicológico en usuarios de redes sociales
que presentan conductas disruptivas online
Personality
traits, well-being and psychological distress in users who present online
disruptive behavior
María Laura Lupano Perugini mllupano@hotmail.com
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
Alejandro Castro Solano alejandro.castrosolano@gmail.com
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
Rasgos
de personalidad, bienestar y malestar psicológico en usuarios de redes sociales
que presentan conductas disruptivas online
Interdisciplinaria, vol. 38, núm. 2, pp. 7-23, 2021
Centro
Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias Afines
Esta obra está bajo una Licencia Creative
Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Recepción: 31 Julio 2019
Aprobación: 20 Enero 2021
Financiamiento
Fuente: El presente trabajo fue realizado
mediante los subsidios PIP - CONICET 11220150100381CO: “Hacia una aproximación
émica de la psicología positiva. Los rasgos positivos como predictores del
funcionamiento óptimo” y con subsidio UBACyT 20020150100037BA: “La evaluación
de los rasgos de personalidad positivos. Su relación con los rasgos de
personalidad patológicos (DSM-5) y el bienestar psicológico”.
Nº de contrato: PIP -
CONICET 11220150100381CO
Resumen:
El presente estudio se propuso investigar perfiles de usuarios
de redes sociales que presentan conductas disruptivas online.
Para tal fin se diseñó un índice que permite evaluar el nivel en el que se
presentan dichas conductas y se analizó la relación entre la intensidad de la
conducta disruptiva online
con variables sociodemográficas, motivos de usos de redes, variables de
personalidad (normales, patológicas y rasgos vinculados a tríada oscura),
bienestar y malestar psicológico. Participaron 858 adultos (421 hombres y 437
mujeres) que tenían en promedio 39.16 años (DE =
14.14). Para la recolección de datos se administraron: Dark
Triad Scale, Big Five Inventory, Inventario para Trastornos
de la Personalidad para el DSM-5, Mental Health Continuum .
Depression, Anxiety and Stress Scale, y
se diseñaron dos escalas: Índice de Conductas Disruptivas Online y Motivos de
Utilización de Redes Sociales. En cuanto a las variables sociodemográficas, se
halló que los más jóvenes de sexo masculino y que no trabajaban eran quienes
presentaban un mayor nivel de comportamientos disruptivos online.
En cuanto a los motivos de uso de redes, se observó que preferían usarlas con
fines meramente exhibicionistas, de ocio o para iniciar nuevas relaciones. Por
otro lado, en relación con rasgos de personalidad, aquellos que diferenciaban
los perfiles en cuanto a la intensidad de las conductas disruptivas fueron:
bajos niveles de responsabilidad y altos niveles de desinhibición, narcisismo y
maquiavelismo. Por último, se demostró que presentar este tipo de conductas se
asocia con mayor nivel de estrés y menor de bienestar social.
Palabras
clave: conductas
disruptivas online, motivos de uso de redes sociales, rasgos de personalidad,
tríada oscura, bienestar, síntomas.
Abstract: The present study focused
on the analysis of online disruptive behavior that usually occurs among social
network users. Individuals who perpetrate such behavior are commonly known as trolls or
haters (Cheng,
Danescu-Niculescu-Mitzil, & Leskovec, 2015). In general, they post
comments, photos or provocative videos that do not pursue any purpose other
than annoying or obtaining pleasure or fun (Brandel, 2007; Phillips, 2011).
Recent studies have shown that certain personality traits are associated with
the presence of such disruptive behavior. In this research, we studied normal
personality traits, psychopathological traits, and dark personality traits in
relation to disruptive behavior. The normal personality traits were considered
from the classic Five Factor Model (FFM) - Openness to experience,
Conscientiousness, Extraversion, Agreeableness, Neuroticism (Costa, &
McCrae, 1985); the psychopathological traits, from the latest version of the
DSM - Negative Effect, Detachment, Antagonism, Disinhibition and Psychoticism
(DSM-5, American Psychiatric Association, 2013); and the dark personality
traits from the so-called Dark Triad model - Narcissism, Machiavellianism and
Psychopathy (Palthus, & Williams, 2002). This latter model has a growing
interest in the international literature, related to dysfunctional Internet
use, particularly to social networks.
Therefore, the present study aimed to analyze profiles of social network users who present online disruptive behavior. For this purpose, an index was designed to assess the level of occurrence of such behaviors. First, the relationship between the intensity of online disruptive behavior and sociodemographic variables (i. e., sex, age, studies, occupation and nationality) and motives for social network use (i. e., Relationship maintenance; Passing time and Exhibitionism; Relationship Initiation and Search for companionship) were assessed. Then, the relationships among personality variables (i. e., normal, psychopathological and traits related to the dark triad); well-being (i. e., emotional, social and personal) and psychological distress (i. e., anxiety, stress and depression) were analyzed.
The sample consisted
of 858 adults (421 men, 49.1 % and 437 women, 50.9 %) with a mean age of 39.16
years (SD = 14.14). The majority (67.9 %; n = 583) lived in Buenos Aires,
Argentina). For data collection, the following questionnaires were used: Dark Triad Scale
(DTS), Big Five
Inventory (BFI), Personality Disorder Inventory (PID-5-BF), the Mental Health Continuum
(MHC-SF), and the Depression,
Anxiety and Stress Scale (DASS-21). Additionally, two scales were
designed: Online
Disruptive Behavior Index, and Motives for Social Networks Use.
The SPPS 24.0 statistical package was used for data analysis.
Overall, the results
are consistent with those reported in the international literature. Regarding
sociodemographic variables, it was found that male, younger and unemployed
individuals are those who presented higher level of online disruptive behavior.
Considering motives for social network use, it was observed that individuals
who tend to behave in a dysfunctional manner, preferred to use social networks
purely for exhibitionism, pastime or relationships initiation. Regarding
personality traits, those who differentiated profiles in terms of intensity of
disruptive behaviors were: low levels of responsibility and high levels of
disinhibition, narcissism and Machiavellianism. Thus, it might be concluded
that the overall personality profile tends to be dysfunctional in terms of its
characteristics. Finally, it was shown that presenting this type of behavior is
associated with higher levels of stress and lower levels of social wellbeing.
Therefore, it might be interpreted that although individuals who behave
disruptively tend to obtain gratification from injury and deceit to others,
this behavior does not result in positive results for them, but rather results
in feelings of discomfort from a personal and social point of view.
Keywords: online disruptive behavior, motives for social network use,
personality traits, dark triad, mental health, symptoms.
Introducción
En los últimos años, internet se ha convertido en una extensión
de la comunicación cara a cara, dado que se la suele emplear tanto con fines
sociales como profesionales o de negocios (Craker
y March, 2016). Las estadísticas muestran que a fines de 2019, el 53.6 % de
la población mundial accedió diariamente a la red (International Telecommunication Union, 2019)
y en especial, hizo uso de las redes sociales como Facebook, Instagram,
Twitter, entre otras (Lupano Perugini y
Castro Solano, 2019).
Algunos estudios analizan los motivos que llevan a las personas
a usar tanto tiempo las redes sociales (Hollenbaugh
y Ferris, 2014). En general, las encuestas realizadas dan cuenta de
variadas motivaciones de uso, entre las que se enumeran: el mantenimiento de
relaciones, pasar el tiempo, desarrollar nuevas relaciones, el entretenimiento,
la compañía (Special y Li-Barber, 2012),
promocionar actividades laborales/profesionales (e. g., Papacharissi y Mendelson, 2011) o
académicas (e. g.,
Hew, 2011). En un estudio realizado en
Argentina mediante la técnica del análisis factorial exploratorio, se aislaron
tres motivos de uso que suelen englobar los hallados en investigaciones
previas. El primero se relaciona con usar las redes para estar en contacto con
personas conocidas como amigos o familiares (mantenimiento de relaciones
personales); el segundo implica un uso orientado al ocio y la necesidad de
mostrarse (pasatiempo y exhibicionismo); y el último se relaciona con usar las
redes para conocer gente nueva e iniciar nuevas relaciones (inicio de
relaciones nuevas) (Lupano Perugini y
Castro Solano, 2020).
El uso creciente que se hace de las redes sociales ha generado
que, además de los beneficios que implica en cuanto al aumento de posibilidades
para socializar y comunicarse, también hayan surgido una serie de
comportamientos antisociales online (Williams, 2000).
Estos comportamientos provocan en las víctimas las mismas consecuencias
psicológicas que cuando se dan cara a cara, como síntomas depresivos, ansiedad
social y bajos niveles de autoestima (Kirkaburun,
Jonason y Griffiths, 2018; Nicol, 2012).
Existe una serie de comportamientos agresivos online que
suelen presentarse entre usuarios de redes sociales y a quienes los perpetran
comúnmente se los denomina trolls o haters (Cheng,
Danescu-Niculescu-Mitzil y Leskovec, 2015). Pueden actuar solos o con
otros, tanto de forma indiscriminada o selectivamente hacia ciertos individuos,
grupos sociales, partidos políticos, entidades corporativas, entre otros (Buckels, Trapnel, Andjelovic y Paulhus, 2018).
En general, suelen postear comentarios, fotos o videos provocativos que no
persiguen otro fin más que molestar u obtener placer o diversión (Brandel, 2007; Phillips, 2011). El anonimato y el
sinsentido de las intervenciones distinguen esta conducta online de otros comportamientos
abusivos como el ciberbullying,
en el que la intención es más clara (Buckels,
Trapnell y Paulhus, 2014; Lenhardt,
2012). A partir de un análisis de contenido (de comentarios online)
realizado por Hardaker (2010) se
aislaron cuatro características fundamentales que identifican la conducta troll: el
engaño, la agresión, lo disruptivo y el éxito. La combinación de las tres
primeras facetas garantiza la última. Hardaker
(2010) sugiere que las personas que se involucran en estos comportamientos
están motivadas por conseguir éxito en engañar, incomodar y dañar a las
personas que son blanco de sus insultos.
Buckels et al. (2014)
desarrollaron un índice destinado a la medición de la conducta troll llamado Global Assessment of
Internet Trolling (GAIT). Este índice cuenta con una validación realizada
para la Argentina (Resett y González
Caino, 2019). En el presente estudio, se sigue la línea de razonamiento de
Grothe, Staar y Janneck (2016) que sostiene que estas conductas agresivas online pueden
recibir diferentes nombres más allá de conducta troll o trolling. Por lo tanto, aquí se
adopta la expresión genérica de “conducta disruptiva online” y se propone el diseño de
un índice ampliado que focalice en el uso de redes sociales ya que el GAIT
abarca todo tipo de sitios de internet incluidos los de juegos online, por lo
que no permite un análisis de la presencia de conductas disruptivas
exclusivamente en las redes sociales, objetivo de esta investigación.
Investigaciones empíricas recientes (e. g., Buckels et al., 2014, 2018; Craker
y March, 2016; March, Grieve,
Marrington y Jonason, 2017; Marshall,
Ferenczi, Lefringhausen, Hill y Deng, 2018; Sest y March, 2017) han demostrado que
determinados rasgos de la personalidad suelen estar asociados con la presencia
de este tipo de conductas disruptivas. En general, dichos estudios consideran
el modelo de rasgos de personalidad oscura (Dark Triad) (Palthus y Williams, 2002). Este abarca
los siguientes rasgos: el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía.
Posteriormente incorpora también el sadismo y da lugar a la constelación
denominada Dark
Tetrad (Buckels, Jones y Paulhus,
2013). De acuerdo con los autores, estos rasgos presentan algunos elementos
comunes, tales como la insensibilidad interpersonal, la falta de empatía, la
ausencia de humildad, la deshonestidad, la manipulación y las creencias en la
propia superioridad (Jones y Paulhus, 2017;
Stead y Fekken, 2014).
Los estudios realizados hasta el momento han establecido que los
rasgos de psicopatía y sadismo son predictores positivos significativos de
estas conductas antisociales online. Si bien Buckels
et al. (2014) encontraron que el narcisismo y el maquiavelismo
correlacionan con este tipo de comportamientos, no hay suficiente evidencia
como para considerarlos un predictor de ellos (e. g., Buckels et al., 2014; Craker y March, 2016; March et al., 2017). En relación con el
género, se halló que los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de
perpetrar estos actos disruptivos. Además, la edad correlaciona negativamente
con la presencia de este tipo de conductas (e. g., Buckels et al., 2014; Craker y March, 2016).
Por otro lado, si se consideran los rasgos normales de
personalidad desde el modelo clásico Five Factor Model (FFM) (Costa
y McCrae, 1985), las investigaciones muestran correlaciones negativas con
los rasgos de responsabilidad y amabilidad. Por lo tanto, se trata de perfiles
de usuarios poco confiables y negligentes (Buckels
et al., 2014; Grothe et al., 2016).
En la presente investigación se considera, además de los rasgos normales y
oscuros de la personalidad, la evaluación de cinco rasgos patológicos (afecto
negativo, desapego, antagonismo, desinhibición y psicoticismo) incorporados en
la última versión del DSM (DSM-5; American
Psychiatric Association, 2013) y que representan versiones patológicas de
los incluidos en el FFM (Krueger,
Derringer, Markon, Watsony Skodol, 2013). Resulta novedosa su inclusión, ya
que hasta el momento no existen muchos trabajos sobre el empleo de redes
sociales que los hayan estudiado. En general, estos rasgos se vinculan a un uso
problemático de internet (Gervasi et al.,
2017). Un estudio reciente mostró que los rasgos de antagonismo y
desinhibición se asocian mayormente con una utilización de redes sociales con
fines meramente exhibicionistas o para conocer gente nueva en comparación con
un uso motivado por el mantenimiento de relaciones sociales ya dadas (Lupano Perugini y Castro Solano, 2020).
La mayor parte de las investigaciones sobre este tipo de
conductas analizan las consecuencias psicológicas desde el punto de vista de la
víctima. En cambio, son pocas las que exploran las consecuencias de perpetrar
comportamientos agresivos online (Resett y
González Caino, 2019). Algunos estudios lo asocian a un peor funcionamiento
psicosocial y baja calidad de vida (Wong,
Chan y Cheng, 2014; Fletcher et al.,
2014). Además, de acuerdo con algunos autores, los usuarios que presentan
estas conductas se caracterizan por bajos niveles de empatía (Sest y March, 2017) y altos niveles de
impulsividad disfuncional (March et al.,
2017), lo cual puede influir negativamente en un correcto desarrollo de
relaciones sociales y, por lo tanto, afectar la percepción de bienestar social
(Castro Solano y Cosentino, 2016). En
general a estos usuarios no suele importarles el bienestar de los otros y en
cambio, se centran en su propio bienestar y gratificación (Grothe et al., 2016).
En virtud de lo expuesto, el presente estudio se propuso
investigar perfiles de usuarios de redes sociales que presentaran conductas
disruptivas online.
Para tal fin, se diseñó un índice que permite evaluar el nivel en el que se
presentan dichas conductas. A partir de ello, se analizó la relación entre la
intensidad de la conducta disruptiva online con variables sociodemográficas de interés (i. e., sexo,
edad, estudios, ocupación y nacionalidad) y motivos de usos de redes (i. e.,
mantenimiento relaciones, pasatiempo/exhibicionismo, inicio de relaciones).
Asimismo, se estudió la relación con variables de personalidad (i. e.,
normales, patológicas y rasgos vinculados a tríada oscura), bienestar (i. e.,
emocional, social y personal) y malestar psicológico (i. e., ansiedad, estrés y
depresión).
De acuerdo con los antecedentes expuestos, se esperaba encontrar
perfiles diferenciales de usuarios de redes sociales que presentaban conductas
disruptivas online.
Se estimaba que los usuarios que presentaran este tipo de conductas serían en
su mayor parte hombres jóvenes. Asimismo, se esperaba encontrar una asociación
positiva entre la presencia de conducta disruptiva y ciertos rasgos negativos (e. g., psicopatía)
y patológicos (e. g.,
antagonismo y desinhibición), así como una asociación negativa con los rasgos
de responsabilidad y amabilidad. Por último, se estimó que los niveles de
conducta disruptiva se asociarían negativamente con los niveles de bienestar
social, y positivamente con indicadores de malestar psicológico (e. g.,
ansiedad, estrés y depresión).
Método
Participantes
Se trata de una muestra de conveniencia compuesta por 858
sujetos, 421 hombres (49.1 %) y 437 mujeres (50.9 %), que tenían en promedio
39.16 años (DE
= 14.14; mínimo = 18, máximo = 70). Se tuvo como objetivo seleccionar un tamaño
muestral con el cual se pudieran hallar correlaciones de, como mínimo, un
tamaño del efecto pequeño (Cohen, 1992).
Así, se recurrió al cálculo del tamaño muestral, cuyo resultado fue que el
mínimo necesario era de 783 participantes (Hulley,
Cummings, Browner, Grady y Newman, 2013). El 7.3 % (n = 63) de la muestra fueron
extranjeros residentes en Argentina. Del total de la muestra, el 67.9 % (n =
583) vivían en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el 26.7 % (n = 229), en el
conurbano bonaerense. El resto (n = 46, 5.4 %) residía en el interior del país.
La mayoría trabajaba como empleado (n = 469, 54.7 %), el 17.2 % (n = 148) lo
hacía por su cuenta y el 5.1 %, como patrón o empleador (n = 44), mientras que
7 participantes (0.8 %) manifestaron trabajar sin percibir salario por ello. El
resto de la muestra (n = 190, 22.2 %) eran trabajadores no activos (entre los
que se incluyen jubilados, desempleados, amas de casa).
En cuanto al nivel de estudios, el 39.5 % (n = 339) refirió
tener estudios universitarios o terciarios completos, y el 10.6 % (n = 91)
tenía estudios de posgrado. Un 31.8 % (n = 273) tenía estudios terciarios o
universitarios sin terminar, un 11.3 % (n = 97), secundario completo y el resto
(6.8 %; n = 58) tenía secundario incompleto o escolaridad primaria completa. La
mayoría de los participantes se percibieron con un nivel socioeconómico
medio-bajo (n = 101; 11.8 %), medio (n = 544; 63.4 %) y medio-alto (n = 178;
20.7 %).
Materiales
Índice de conductas disruptivas online
Se diseñó un índice compuesto por seis ítems que evalúan un tipo
particular de conducta disruptiva que se expresa mayormente en las redes
sociales, algunas veces denominada “conducta troll”. Se tomaron como base para
la redacción de los ítems los propuestos por el Global Assessment of Internet Trolling
(GAIT) (Buckels, Trapnell, Delroy y
Paulhus, 2014). Para la confección de este índice se hizo foco
especialmente en conductas disruptivas presentes en redes sociales, e incluye
ítems referidos a la experiencia, el disfrute y la identificación con este tipo
de conductas (e. g.,
“He compartido o enviado publicaciones perturbadoras o controvertidas solo por
diversión”). La escala tiene un formato de respuesta Likert en el que los
participantes debían indicar la frecuencia de cada una de las conductas online en cinco
opciones de respuesta, de 1 (Muy en desacuerdo) a 5 (Muy de acuerdo; ver Anexo). El análisis factorial exploratorio realizado arrojó
un único factor. La fiabilidad de la escala fue satisfactoria (a = .86; ver Resultados).
Motivos de utilización de redes sociales
Se empleó un instrumento diseñado en un estudio previo (Lupano Perugini y Castro Solano, 2020)
para examinar los principales motivos de utilización de redes sociales sobre la
base de la escala construida por Sheldon
(2008) y adaptada posteriormente por Hollenbaugh
y Ferris (2014), Motivations
and uses of Facebook. La versión final consta de 31 ítems que se
responden según el formato Likert con cinco opciones, de 1 (Muy en desacuerdo)
a 5 (Muy de acuerdo).
En el estudio mencionado se obtuvieron, mediante la técnica de análisis
factorial exploratorio, tres factores: (1) mantenimiento de relaciones
personales (e. g.,
“para comunicarme con los demás”, “para estar en contacto con mis amigos”,
“para buscar personas que hace mucho tiempo que no veo”); (2) pasatiempo y
exhibicionismo (e.g, “para llamar la atención”, “como pasatiempo”, “para saber
qué están haciendo los demás”); (3) inicio de relaciones nuevas (e. g., “para
encontrar compañía”, “para encontrar nuevos amigos”, “porque no tengo a nadie
con quien estar”). Los tres factores obtenidos tenían altas fiabilidades: mantenimiento
de relaciones personales (a = .75), pasatiempo y exhibicionismo (a = .86),
inicio de relaciones nuevas (a = .91).
En las pruebas diseñadas y usadas en este estudio, se consideró
red social como las diferentes plataformas que permiten a los usuarios crear un
perfil público e interactuar con otros usuarios de modo online. Un sitio de red social
permite integrar a un nuevo usuario a la red y compartir el contacto con la red
de contactos más extensa. En todo momento las personas pueden confirmar o rechazar
los pedidos de nuevos contactos y así regular la densidad de su propia red. La
red social por excelencia es Facebook.
Además, se emplearon los siguientes instrumentos de evaluación:
1) Dark
Triad Scale (DTS) (Jones y
Paulhus, 2014; adaptación argentina de Salessi
y Omar, 2018). Es un instrumento de 24 ítems que evalúa rasgos de la tríada
oscura de la personalidad (Paulhus y
Williams, 2002). Comprende tres dimensiones: maquiavelismo (e. g., “La
mayoría de las personas pueden ser manipuladas”), narcisismo (e. g., “Exijo
que me traten con el respeto que merezco”) y psicopatía (e. g., “Podría decir cualquier
cosa con tal de conseguir lo que quiero”). Cada ítem es valorado sobre una
escala tipo Likert de cinco puntos: de 1 (Totalmente en desacuerdo) a 5 (Totalmente de acuerdo).
Los estudios de validación realizados en Argentina verificaron, mediante
análisis factorial exploratorio y confirmatorio, la estructura de tres
factores, que incluso se mantuvo invariante en relación al sexo. Las
fiabilidades obtenidas (a) para cada factor fueron también satisfactorias:
maquiavelismo: .92, narcisismo: .91 y psicopatía: .89 (Salessi y Omar, 2018).
2) Big
Five Inventory (BFI) (John,
Donahue y Kentle, 1991; adaptación argentina de Castro Solano y Casullo, 2001). Consiste
en un instrumento de 44 ítems que evalúa los cinco grandes rasgos de
personalidad (extraversión, agradabilidad, responsabilidad, neuroticismo,
apertura a la experiencia). La prueba es un derivado de una prueba de adjetivos
de personalidad convertidos en frases cortas para facilitar la comprensión de
los elementos del test.
Estudios realizados en Argentina verificaron la validez factorial de los
instrumentos para población adolescente, población adulta no consultante y
población militar (Castro Solano y Casullo,
2001). En todos los casos se obtuvo un modelo de cinco factores que
explicaba alrededor del 50 % de la variancia de las puntuaciones. Para esta
muestra se obtuvieron valores de fiabilidad (a) adecuados: extraversión: .76;
agradabilidad: .82; responsabilidad: .83; neuroticismo: .76; apertura a la
experiencia: .85.
3) Inventario para Trastornos de la Personalidad para el DSM-5,
Versión Abreviada Argentina (PID-5-BF). Se utilizó la versión breve del
inventario de PID-5 de 220 ítems, el PID-5-BF (Krueger et al., 2013), que consta de 25
ítems que evalúan los cinco rasgos clave de personalidad disfuncional
propuestos en la Sección III del DSM-5 (APA,
2013): afectividad negativa, desapego, antagonismo, desinhibición y
psicoticismo. Los estudios realizados en población argentina obtuvieron valores
de confiabilidad satisfactoria. En cuanto a los estudios de validez realizados,
se pudo confirmar la estructura de cinco factores propuesta por los autores. En
relación con la validez externa se obtuvo convergencia entre los rasgos
patológicos y los rasgos de personalidad normal excepto para la relación
psicoticismo/apertura a la experiencia. Asimismo, se encontró que este
inventario podía predecir perfiles de alto riesgo para la salud (según los
criterios de la OMS) y de bajo bienestar psicológico, tanto hedónico como
eudamónico (Góngora y Castro Solano, 2017).
En esta muestra, los valores de fiabilidad (a) son los siguientes: afectividad
negativa: .80; desapego: .79; antagonismo: .75; desinhibición: .85; y
psicoticismo: .80.
4) Mental
Health Continuum - Short Form (MHC-SF) (Keyes, 2005; adaptación argentina de Lupano Perugini, de la Iglesia y Castro
Solano, 2017). Este instrumento de 14 ítems evalúa el grado de: (a)
bienestar emocional entendido en términos de afectos positivos y satisfacción
con la vida (bienestar hedónico); (b) bienestar social (incluye las facetas de
aceptación, actualización, contribución social, coherencia e integración
social); y (c) bienestar personal en términos de la teoría de Ryff (1989) (autonomía, control,
crecimiento personal, relaciones personales, autoaceptación y propósito). El
MHC-SF ha mostrado buenas evidencias de consistencia interna y validez
discriminante en muestras de adultos de diversos países. Los estudios de
validación de este instrumento en Argentina han confirmado la estructura
factorial del instrumento y han dado evidencia de una buena validez convergente
y consistencia interna en población adulta (Lupano
Perugini et al., 2017). La fiabilidad (a) por escala para esta muestra fue:
bienestar emocional: .80, bienestar social: .74 y bienestar personal: .77.
5) Depression,
Anxiety and Stress Scale (DASS-21) (Lovibond y Lovibond, 1995). Esta prueba
reúne tres escalas de autoinforme diseñadas para medir los estados emocionales
de depresión, ansiedad y estrés. Cada una de las tres escalas de la DASS-21
contiene siete ítems. La escala de depresión evalúa disforia, desesperanza,
devaluación del sentido de la vida, autodesprecio, falta de interés, anhedonia
e inercia (e. g.,
“No podía sentir nada positivo”). La escala de ansiedad evalúa la activación
autonómica, la ansiedad situacional y la experiencia subjetiva de afecto
ansioso (e. g.,
“Me siento temboloroso/a”). La escala de estrés es sensible a niveles de
activación crónica no específica. Evalúa la dificultad para relajarse y la
tendencia a molestarse e irritarse fácilmente (e. g., “Me costó mucho
calmarme”). Para el presente estudio, se adaptaron los ítems de la versión
chilena de Antúnez y Vinet (2012). Se
responde sobre la sintomatología percibida durante la última semana, en una
escala Likert con cuatro opciones de respuesta, de 0 (No describe nada de lo que me pasó o sentí)
a 3 (Sí, esto me
pasó mucho o casi siempre). La fiabilidad (a) por escala para esta
muestra fue: depresión: .90, ansiedad: .85; estrés: .88.
Procedimiento y análisis de datos
Los datos fueron recolectados por 25 alumnos de una universidad
privada de la ciudad de Buenos Aires que se encontraban realizando una práctica
de investigación. Los pasantes conectaron a los participantes mediante su red
de contactos personales y los entrevistaron personalmente para que completaran
la batería con lápiz y papel. La administración de la batería completa de
pruebas demoraba alrededor de una hora. La recolección y carga de datos fue
supervisada por un docente investigador. Los participantes fueron voluntarios y
no recibieron retribución alguna por su colaboración. Además, según lo
establecido por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
en su Resolución D N.º 2 857, se les solicitó el consentimiento informado. El
cuadernillo que contenía las encuestas presentaba en su portada una
introducción en la que se solicitaba el consentimiento del participante y se
aseguraba el anonimato de los datos y su uso exclusivo para investigación. Para
participar de la investigación las personas debían ser mayores de edad y contar
con algún tipo de acceso a internet.
Para la carga y análisis de los datos se utilizó el paquete
estadístico SPSS 24.0. En primer lugar, se depuró la base. No fue necesario
eliminar casos, ya que muy pocos contaban con datos perdidos. En cambio, se
reemplazó el valor del caso perdido por el valor medio de la variable
analizada. Posteriormente, se verificó la estructura factorial del índice
diseñado mediante un análisis factorial exploratorio usando el método de máxima
verosimilitud (ML). Para establecer si existía asociación entre conductas
disruptivas online
y motivos de uso de redes sociales se realizaron análisis de correlación de
Pearson. En el caso de las variables sociodemográficas, para poder analizar la
relación con las variables que fueran discretas, se diseñó una variable dummy tomando
el primer cuartil (bajo en conductas disruptivas online) y tercer cuartil (alto en
conductas disruptivas online).
En esos casos se realizaron cálculos de chi cuadrado. En relación a la edad, se
generaron dos grupos (menores de 40 y mayores de 40) teniendo en cuenta las
edades comprendidas en la muestra y el uso diferencial que pudieran hacer de
las redes. A continuación, se estimaron correlaciones de Pearson para estimar
la asociación entre las conductas disruptivas online, los rasgos de
personalidad (normales, patológicos, y rasgos vinculados a tríada oscura), el
malestar y el bienestar psicológico percibido. Por último, se realizaron dos
análisis discriminantes con el objetivo de identificar las variables de
personalidad, el malestar y el bienestar percibido, que discriminaban al grupo
que puntuaba alto en conductas disruptivas online. Se realizó análisis
discriminante, ya que la variable dependiente (dummy alto/bajo en conductas
disruptivas online)
es de carácter categórico, en tanto que las variables independientes (rasgos de
personalidad normales, patológicos, y vinculados a tríada oscura) son
continuas. Se trata de una técnica de análisis multivariante que permite
explicar la pertenencia de cada individuo a grupos preestablecidos en función
de las variables de su perfil, así como cuantificar el peso de cada una de ellas
en la discriminación (Tabachnick y Fidell,
2019). Considerando que este estudio pretende una descripción de perfiles
de usuarios con conductas disruptivas a partir del análisis de una serie de
variables sociodemográficas y psicológicas, se considera que es el análisis más
apropiado.
Resultados
Conductas disruptivas online, características sociodemográficas
y motivos de uso de redes sociales
En primer lugar, se realizó un análisis factorial exploratorio
con los ítems del índice de conducta disruptiva online diseñado (test de
esfericidad de Bartlett = 1 113.50, gl. = 15, p < .00001; Índice Kaiser Meyer Olkin = .85)
del cual se extrajo un factor que explicaba el 59 % de la varianza total.
Asimismo, el valor de la fiabilidad fue satisfactorio (a = .86) (Ver detalle
del instrumento diseñado en Materiales y Anexo).
Una vez validado el índice, y con el objetivo de identificar los
usuarios de redes sociales que tenían conductas disruptivas online, se analizó
la relación entre la intensidad de la conducta disruptiva online mediante el
índice diseñado y algunas variables sociodemográficas de interés (sexo, edad,
si estudiaba o no, si trabajaba o no y si era extranjero o no). Para analizar
la relación con las variables discretas se diseñó una nueva variable dummy
tomando el primer cuartil (bajo en conductas disruptivas online) y tercer
cuartil (alto en conductas disruptivas online). Se encontraron asociaciones
significativas entre las conductas disruptivas online y el sexo de los
participantes [χ2 (1, 858) = 9.03, p = .007], si estudiaba o no [χ2
(1, 858) = 8.14, p = .01] y la edad [t (1, 856) = 4.29, p < .0001]. No se
encontraron asociaciones entre las conductas disruptivas online y si trabajaba o no [χ2
(1, 858) = .23, p > .05] y la nacionalidad [t (1, 856) = .096, p > .05].
Por lo tanto, en la muestra analizada, las conductas disruptivas online
aparecen más frecuentemente entre los varones que no estudian y que son más
jóvenes. El grupo que puntuaba alto en conductas disruptivas tenía en promedio
35.88 años (DS = 13.77; ver Tabla 1).
Tabla 1
Nivel de conductas
disruptivas online de acuerdo a variables sociodemográficas.
M |
DS |
|
Muestra total |
1.35 |
.61 |
Varón |
1.45 |
.71 |
Mujer |
1.25 |
.47 |
<40 |
1.42 |
.59 |
>40 |
1.26 |
.65 |
Estudia |
1.32 |
.66 |
No estudia |
1.41 |
.60 |
Trabaja |
1.36 |
.62 |
No trabaja |
1.34 |
.55 |
Extranjero |
1.38 |
.57 |
No extranjero |
1.36 |
.61 |
En cuanto a la relación entre conductas disruptivas y uso de
redes sociales, se encontraron asociaciones significativas (mantenimiento de
relaciones: r = .11, pasatiempo y exhibicionismo: r = .39; inicio de nuevas
relaciones: r = .38; p < .01 en todos los casos). Las correlaciones más
altas y significativas se hallaron con los motivos de uso de redes: pasatiempo
y exhibicionismo, e inicio de nuevas relaciones. El tamaño del efecto de las
correlaciones halladas fue de pequeño (rs ≥ .10) a moderado (rs ≥ .30) (Cohen, 1992).
Conductas disruptivas online y rasgos de personalidad
(normales, patológicos, y rasgos vinculados a tríada oscura)
En segundo lugar, se analizó la relación entre variables de
personalidad (normales, patológicas y rasgos vinculados a tríada oscura) y
conductas disruptivas online. En la Tabla 2 se puede
observar que, de las 14 correlaciones hipotetizadas, se obtuvieron 12
correlaciones significativas. Las correlaciones más elevadas resultaron para el
rasgo responsabilidad (correlación negativa), el rasgo patológico desinhibición
y los rasgos de la tríada oscura psicopatía y maquiavelismo. El tamaño del
efecto de las correlaciones halladas fue de pequeño (rs ≥ .10) a moderado (rs ≥ .30) (Cohen, 1992).
Tabla 2
Relación entre conductas
disruptivas online y variables de personalidad normales, patológicas y rasgos
vinculados a tríada oscura (N = 858).
r |
|
Rasgos de
personalidad |
|
Extraversión |
.03 |
Agradabilidad |
-.24** |
Responsabilidad |
-.27** |
Neuroticismo |
.14** |
Apertura a la experiencia |
-.05 |
Rasgos patológicos |
|
Afecto negativo |
.11** |
Desapego |
.10* |
Antagonismo |
.26** |
Desinhibición |
.27** |
Psicoticismo |
.23** |
Total rasgos patológicos |
.27** |
Tríada oscura |
|
Maquiavelismo |
.34** |
Narcisismo |
.24** |
Psicopatía |
.39** |
* p < .05** p < .01
Seguidamente, se intentó identificar las variables
personológicas que discriminaban al grupo que puntuaba alto en conductas
disruptivas online
comparados con el que puntuaba bajo. Para ello, se llevó a cabo un análisis
discriminante en el que se introdujeron como variables independientes los cinco
rasgos de personalidad normales (neuroticismo, extroversión, apertura a la
experiencia, agradabilidad y responsabilidad), las variables vinculadas con los
rasgos de personalidad patológicos (antagonismo, afecto negativo, desapego,
desinhibición y psicoticismo) y las vinculadas con la tríada oscura
(maquiavelismo, narcisismo y psicopatía). Como variable dependiente se incluyó
la variable dummy
alto/bajo en conductas disruptivas online. Se utilizó la metodología de inclusión por pasos. Se
obtuvo una función discriminante que explicaba el 24 % de la varianza (Lambda
Wilks = .80, χ2 = 70.59, gl = 4, p < .0001). Las variables que
maximizaban más las diferencias entre ambas agrupaciones eran el narcisismo (r
con la función = .39), el maquiavelismo (r con la función = .34), la
desinhibición (r con la función = .27) y la responsabilidad (r con la función =
-.70). Por lo tanto, en la muestra analizada, el grupo alto en conductas
disruptivas online
presentaba una baja capacidad empática en las relaciones personales, estaban
centrados en sus propios intereses, con presencia de conductas manipulativas,
impulsividad, tendencia a la gratificación inmediata y baja capacidad de
control de impulsos.
Conductas disruptivas online, malestar y bienestar psicológico
percibido
En tercer lugar, se intentó analizar la relación entre variables
vinculadas al bienestar y al malestar psicológico con las conductas disruptivas
online. En la Tabla 3 se observa que, de las seis
correlaciones hipotetizadas, se obtuvieron cuatro correlaciones significativas.
Las correlaciones más elevadas positivas resultaron para el estrés percibido.
Las correlaciones más elevadas negativas resultaron para el bienestar personal
y el social. El tamaño del efecto es pequeño (rs ≥ .10) (Cohen, 1992).
Tabla 3
Relación entre conductas
disruptivas online y variables vinculadas al bienestar y al malestar
psicológico (N = 858).
* p < .05** p < .01
Seguidamente, se intentó verificar cuáles de estas variables
discriminaban al grupo que puntuaba alto en conductas disruptivas online
comparados con el que puntuaba bajo. Para ello, se llevó a cabo un análisis
discriminante en el que se introdujeron como variables independientes las tres
dimensiones del malestar psicológico percibido (ansiedad, estrés y depresión) y
las tres correspondientes al bienestar psicológico (emocional, personal y
social). Como variable dependiente se incluyó la variable dummy alto/bajo en conductas
disruptivas online.
Se utilizó la metodología de inclusión por pasos. Se obtuvo una función
discriminante que explicaba el 6 % de la varianza (Lambda Wilks = .94, χ2=
20.02, gl = 2, p < .0001). Las variables que maximizaban más las diferencias
entre ambas agrupaciones eran el estrés (r con la función = -.56) y el
bienestar social (r con la función = .72). Por lo tanto, en la muestra
analizada, el grupo alto en conductas disruptivas online se percibía con
dificultades para relajarse, con tendencia a molestarse fácilmente, además de
no sentir una correcta integración e involucramiento social.
Discusión
El presente estudio tuvo como objetivo general analizar perfiles
de usuarios de redes sociales que presentan conductas disruptivas online. Para
tal fin, se diseñó y validó un índice para la medición de este tipo de
conductas que, a diferencia del comúnmente utilizado (GAIT; Buckels et al., 2014), permite analizar la
presencia de estos comportamientos en usuarios de redes sociales. En general,
los resultados obtenidos mediante el empleo del índice diseñado en este trabajo
son coincidentes con los relevados en la literatura internacional. Por ejemplo,
en cuanto a variables sociodemográficas como el género y la edad, se halló que
los más jóvenes y de sexo masculino son quienes presentan un mayor nivel de
comportamientos disruptivos, tal como fue hipotetizado y muestran estudios
previos (e. g.,
Buckels et al., 2014; Craker y March, 2016). Además, en la
presente investigación se evidenció que aquellos que no estudiaban eran más
proclives a comportarse de este modo. Esto lleva a pensar que el ocio puede
estar motivando a los más jóvenes a tener estas conductas nocivas de
divertimento.
Otro hallazgo interesante es la relación entre la presencia de
conductas disruptivas online
y los motivos de uso de redes. En consonancia con un estudio previo (Lupano Perugini y Castro Solano, 2020),
se observó que las personas que tienden a comportarse de este modo disfuncional
prefieren usar las redes con fines meramente exhibicionistas, de ocio o para
iniciar nuevas relaciones. Si bien se observó correlación con el uso orientado
a mantener contacto con personas ya conocidas, el coeficiente hallado fue
menor. En el estudio mencionado también se había observado que estos dos motivos
(exhibicionismo e inicio de nuevas relaciones) se asociaban a ciertos rasgos
patológicos de la personalidad (antagonismo y desinhibición).
Específicamente en relación con rasgos de personalidad, los
resultados obtenidos también se encuentran en consonancia con hallazgos previos
y con lo hipotetizado en este estudio. Por un lado, bajos niveles de
responsabilidad se asociaron con la presencia de conductas disruptivas online. Esto da
cuenta, tal como sostienen otros autores (e. g., Buckels et al., 2014; Grothe et al., 2016) que se trata de
perfiles de personalidad negligentes y orientados a la búsqueda del placer y la
diversión. Además, estos comportamientos antisociales son más frecuentes en
sujetos con presencia de rasgos patológicos y negativos, características que,
como fuera observado por Gervasi et al.
(2017), tienden a vincularse a un uso problemático de internet. Específicamente
tienden a ser desinhibidos, impulsivos y egocéntricos, además de presentar
características de manipulación social. Cabe destacar que en esta investigación
se observó que, si bien todos los rasgos de la tríada oscura correlacionan con
las conductas disruptivas, los que hacen diferencia en cuanto a la intensidad
de dichas conductas son el narcisismo y el maquiavelismo. En cambio, en los
antecedentes consultados, psicopatía y sadismo se describen como los mejores
predictores (razón por lo cual se había hipotetizado la relación con
psicopatía). Si bien en el presente trabajo no se realizaron análisis de
predicción, el resultado obtenido difiere de lo obtenido en dichos estudios (e. g., Buckels et al., 2014; Craker y March, 2016; March et al., 2017).
En síntesis, a partir de los hallazgos se puede concluir que las
personas analizadas en este estudio que presentan conductas disruptivas online suelen
ser jóvenes de sexo masculino y cuentan con tiempo de ocio. De hecho, se
sienten atraídos por usar las redes sociales para pasar el tiempo, mostrarse
y/o conocer gente. El perfil global de personalidad tiende a ser disfuncional
con la presencia de rasgos narcisistas, conductas impulsivas y manipuladoras.
El anonimato que otorgan las redes parece favorecer el desarrollo de estas
conductas.
Por último, en la muestra analizada en este estudio se demostró
que presentar este tipo de conductas se asocia con mayor nivel de estrés
–entendido como dificultad para relajarse y tendencia a molestarse e irritarse
fácilmente– (Lovibond y Lovibond, 1995)
y menor nivel de bienestar social –entendido como el sentido de pertenencia e
integración social– (Keyes, 2005). De
esta manera, se cumplió, en parte, la última hipótesis, que planteaba una
relación negativa con el nivel de bienestar social percibido y una relación
positiva con todos los indicadores de malestar psicológico. En cambio, en este
estudio solo se halló una asociación positiva con los niveles de estrés, pero
no con depresión y ansiedad. A partir de esto, puede concluirse que, si bien la
intención de quienes cometen estas conductas es obtener gratificación a partir
de la injuria y el engaño a otros, esto no redunda en resultados positivos para
el perpetrador, sino que más bien da lugar a sentimientos de malestar tanto
desde el punto personal como social, tal como ha sido descripto en otros
estudios (e. g.,
Fletcher et al., 2014; Wong et al., 2014). Por ende, tanto
víctima como victimario experimentan consecuencias negativas, lo que da cuenta
del grado de disfuncionalidad de este tipo de comportamientos. Debe tenerse en
cuenta que el porcentaje de varianza explicada en los análisis efectuados es
bajo (6 %) lo que afecta la contundencia de las conclusiones extraídas en este
estudio.
Comentarios finales
Se puede destacar, como relevancia del estudio realizado, que
este se ha llevado a cabo en el contexto latinoamericano que cuenta con un
menor nivel de investigaciones en la temática comparado con otras regiones (i. e., Estados
Unidos y países de Europa). Los resultados de esta investigación aportan
información acerca de nuevas modalidades de agresión facilitadas por el uso de
la tecnología. Resulta relevante estudiar estas nuevas formas de violencia online, ya que
los efectos perjudiciales se observan tanto en víctimas como en victimarios.
Además, las consecuencias sobre las víctimas suelen ser más nocivas y duraderas
que las ocasionadas de forma personal debido, en parte, a la exposición social
que sufre la víctima (Park, Na y Kim, 2014).
Por otro lado, el presente estudio incluyó el análisis no solo de rasgos
normales de personalidad que han sido muy estudiados en relación con el tema,
sino también de rasgos patológicos de personalidad y de características negativas
desde el modelo de la tríada oscura que presenta un creciente interés en la
literatura internacional, sobre todo en temáticas vinculadas con un uso
disfuncional de internet y en especial, de las redes sociales.
En cuanto a las limitaciones del trabajo realizado, puede
considerarse el empleo de medidas de autoinforme para la evaluación de
conductas disruptivas online
que pueden afectar la validez de los datos. Resultaría enriquecedor
complementar con técnicas que permitan analizar directamente los contenidos
subidos por las personas a las redes sociales a través de, por ejemplo, métodos
que admitan un análisis de las palabras usadas en posteos (e. g., LIWC method; Tausczik y Pennebaker, 2010). Otra limitación
se relaciona con que se han evaluado los rasgos oscuros de la personalidad con
una medida basada en el modelo original (Dark Triad; Palthus y Williams, 2002) que no incluye
al rasgo sadismo, que en investigaciones previas ha mostrado ser uno de los
mejores predictores de estas conductas (e. g., Buckels et al., 2014; Craker y March, 2016; March et al., 2017).
Como futuras líneas de trabajo, surge la necesidad de diseñar
instrumentos más amplios para evaluar este tipo de conductas, ya que en general
suele usarse el GAIT o alguna de sus reformulaciones (como en este estudio).
Quizás instrumentos más abarcativos, como el Questionnaire on Counterproductive Online
Behavior (QOCB; Grothe et al.,
2016), que contempla el análisis de diferentes dimensiones (e. g.,
provocación, engaño, hostilidad, explotación, entre otras), permita un análisis
más comprensivo del fenómeno.
Otro aspecto a tener en cuenta en futuros trabajos es el
análisis de perfiles de usuarios de diferentes redes (Facebook, Instagram,
Twitter, Snapchat, etcétera), ya que investigaciones previas han demostrado que
la preferencia por determinadas redes sociales puede estar determinada por
diferencias en los perfiles de personalidad (e. g., Hughes, Rowe, Batey y Lee, 2012; Marshal et al, 2018), con lo cual es
dable esperar que los usuarios que presentan conductas disruptivas tengan
predilección por perpetrar estos comportamientos en determinados sitios de
internet más que en otros.
Por último, próximos estudios podrían analizar el rol particular
que cumplen algunas emociones en las conductas que se llevan a cabo en las
redes. Por ejemplo, algunos autores han demostrado que la envidia –entendida
como una emoción hostil que puede estimular comportamientos agresivos (Smith y Kim, 2007)– puede aumentar por el
uso intenso de las redes sociales debido a la tendencia a compararse con otros
de mayor estatus (e.
g., Burke, Marlow y Lento, 2010;
Jordan et al., 2011). Por lo tanto,
sería interesante analizar la relación entre esta emoción y el desarrollo de
conductas disruptivas online.
Materiales suplementarios
Anexo (pdf)
Agradecimientos
El presente trabajo fue realizado mediante los subsidios PIP -
CONICET 11220150100381CO: “Hacia una aproximación émica de la psicología
positiva. Los rasgos positivos como predictores del funcionamiento óptimo” y
con subsidio UBACyT 20020150100037BA: “La evaluación de los rasgos de
personalidad positivos. Su relación con los rasgos de personalidad patológicos
(DSM-5) y el bienestar psicológico”.
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