Validación de la
escala de violencia obstétrica y pruebas de la invarianza
factorial en una muestra de mujeres chilenas
Validation and factorial invariance
test of obstetric violence scale in women from Chile
Manuel Cárdenas Castro jose.cardenas@utalca.cl
Universidad de Talca, Chile
Stella Salinero Rates stellasalinero@gmail.com
Universidad de
Valparaíso, Chile
Validación
de la escala de violencia obstétrica y pruebas de la invarianza
factorial en una muestra de mujeres chilenas
Interdisciplinaria, vol. 38, núm. 2, pp. 209-223, 2021
Centro
Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias Afines
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0
Internacional.
Recepción: 19 Noviembre 2019
Aprobación: 09 Marzo 2021
Financiamiento
Fuente: Proyecto Fondecyt
Regular N.° 1210102 de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de
Chile (ANID)
Resumen:
La violencia obstétrica (VO) es un problema de enorme relevancia
social en nuestro contexto, ya que puede afectar psíquica y físicamente a las
mujeres, al mismo tiempo que puede socavar la confianza en el sistema de salud
y limitar el acceso oportuno a este por parte de las mujeres. La violencia
obstétrica se ha definido como la apropiación del cuerpo de la mujer por parte
del personal de salud a través de prácticas que redundan en la medicalización y
patologización de sus procesos reproductivos. Esta violencia puede ser
psicológica (p. e., regaños, negativa a responder a preguntas o realizar un
plan de parto ajustado a sus expectativas), física (p. e., uso innecesario de
la fuerza o querer causar dolor intencionalmente) y/o sexual (p. e. comentarios
de naturaleza sexual referidos a su cuerpo o genitales, etc.). También se puede
verificar mediante la realización de prácticas que están desaconsejadas o
estrictamente prohibidas (p. e., monitorización fetal continua, uso de oxitocina sintética para agilizar el procedimiento,
negación de la libertad de movimiento, maniobra de Kristeller,
episiotomía de rutina, entre otros). No existen a la fecha escalas validadas
que permitan detectar violencia obstétrica en la atención de salud. Método: Se
analiza la fiabilidad (alfa y omega) y se aportan pruebas de la validez
(análisis factorial confirmatorio) de la escala de VO. Las participantes de la
muestra fueron 367 mujeres, mayores de edad, de la región de Valparaíso
(Chile), que habían tenido alguna vez un parto. Los resultados apoyan la
validez de la escala de VO y la estructura unifactorial
propuesta muestra un buen ajuste (CFI = .94, NFI = .91, IFI = .94 y RSMEA =
.067); también apoyan la idea de invarianza a través
de diferentes muestras (ΔCFI < .01 y ΔRSMEA < .01), toda vez que la
escala de VO demuestra ser un instrumento confiable (α = .83 y ω = .88). Por lo
tanto se concluye que la escala de VO es un instrumento fiable y válido para la
detección de este tipo específico de violencia contra las mujeres.
Palabras
clave: escala de violencia
obstétrica, continuo de violencia contra las mujeres, confiabilidad, validez, invarianza.
Abstract: Obstetric violence
is a long-standing problem of great social relevance in our context, since it can affect women
psychically and physically.
Similarly, obstetric violence can strongly undermine confidence in the health system
and limit timely access to it by
women (who could avoid conducting
routine examinations associated with their pregnancy and which would explain
the growing proportion women who wish to deliver
at home and outside the
medical system). Obstetric violence (also commonly referred to as "disrespect and abuse" during
childbirth and "mistreatment”
during childbirth care) has been defined as the appropriation of women's bodies by health
personnel through practices that become the medicalization
and pathologization of their
reproductive processes. This violence can be psychological (e.g. abuse, scolding, refusal to answer your questions
or carry out a birth plan adjusted to your expectations), physical (e.g. use of force or intentionally wanting to cause pain) and / or sexual (e.g. tacts of a sexual nature, comments of a sexual nature referring to your body or genitals,
etc.), which can also be verified in the performance of a
series of practices that
are discouraged or strictly prohibited (for example, continuous
fetal monitoring, use of synthetic
oxytocin to speed up the procedure, impaired free movement, Kristeller's maneuver, routine episiotomy, among others). To date, there are no validated scales in our context
that allow detecting obstetric violence (OV) in health care. These forms
of violence can be a traumatic
experience for many women. The scale has been created having as its main reference
the so-called “obstetric violence test” prepared by the
association El
parto es nuestro, which includes the most
recurrent situations of lack of respect and abuse in obstetric care. Reliability (alpha and omega) is analyzed and validity tests (confirmatory factor analysis) of the VO scale are provided. The invariance tests aim to ensure
that the construct being evaluated (in this case obstetric violence) has the same meaning
for women who provide care
in the private and public health systems.
The participants in the sample were 367 women, all of legal age, from the
Valparaíso region (Chile) and who
had had a child birth at some point in their
lives. These women had their
deliveries in both the public and private health systems. Of the total number of women who participated in the study, 58.9% declared having experienced some situation of violence during their delivery.
The results support the validity of the VO scale, the
proposed unifactorial structure shows a good fit (CFI = .94, NFI = .91, IFI = .94 and RSMEA = .067). The
results support the idea of invariance through the samples
of women who attended their delivery in the private and public health system (ΔCFI < .01 and
ΔRSMEA < .01), since the
VO scale proves to be a reliable instrument (α = .83 and
ω = .88) and with high levels of internal consistency (either based on total item correlations or factor loadings, which would be the most appropriate
method for scales that use ordinal level of measurement). In conclusions, the VO scale is a reliable
and valid instrument for the detection
of this specific type of violence against women that
can contribute to studies that detect abusive
practices within the health system.
Many of the women who do not
report having experienced obstetric violence, do report the presence of some practices that are discouraged or prohibited: genital shaving (66.2 %), enema (45.5 %), prohibition
of consuming food or water (51.7 %), indication of lying down during labor (24.5 %), induction of labor using medication (36.1 %), repeated
vaginal examinations (24.3 %), compression
of the abdomen (34.5 %), episiotomy
(33.6 %), cesarean section
(54.1 %) ) and uterine scraping
without anesthesia (2 %).
The previous results indicate the normalization
of violent practices and their routine performance in the framework of delivery care in public and private health services, which could make
us underestimate their prevalence.
Keywords: obstetric violence, disrespect
and abuse during childbirth,
continuous of violence against women, reliability, validity, invariance.
Introducción
El concepto de violencia obstétrica (VO) emerge como una
respuesta al sistema de asistencia del parto predominante en la cultura
occidental (Bellón, 2015)
y se ha definido como la apropiación del cuerpo de las mujeres por parte del
personal de salud mediante prácticas que devienen en la medicalización y
patologización de sus procesos reproductivos (Arguedas, 2014; Belli, 2013; Bellón, 2015; Calafell, 2015;
Cohen, 2016; Gonçalves da Silva
et al., 2014; Infante y Leiva, 2016;
Sadler et al.,
2016; Tamayo, Restrepo y González,
2015), que redundan en la pérdida de autonomía de las mujeres y en un
descenso significativo de su calidad de vida. La medicalización del cuerpo
refiere a la excesiva intervención médica durante la gestación, parto y
puerperio (Almonte, 2016; Contreras y Fernández, 2015 y Sena, 2016). Dicha patologización se ha
entendido como un efecto que convierte el cuerpo materno y el parto-nacimiento
en una enfermedad que conlleva un potencial riesgo (Hernández-Garré y Echeverría-Pérez, 2016;
Nacer en libertad, 2015; Salinero, 2017).
La VO se traduce en prácticas concretas como la episiotomía de
rutina, la maniobra de Kristeller, la cesárea sin
justificación, la rotura de la membrana, el monitoreo fetal constante, el uso
de oxitocina sintética para producir y acelerar las
contracciones uterinas, los tactos reiterados, entre otras. Del mismo modo,
puede traducirse en prácticas con efectos en el nivel psicológico, tales como
amenazas, retos, infantilización, burlas y groserías, como también mediante la
negativa de atención (Fernández-Guillén,
2015; Instituto Nacional de Derechos
Humanos [INDH], 2016; INSGENAR, 2003;
Majety y Bejugam, 2017; OMS,
2014).
Existe un relativo acuerdo en diferenciar la VO de otras
prácticas de violencia médica, en el sentido de que estaría dirigida hacia las
mujeres, en particular hacia las gestantes, parturientas y puérperas, lo cual
constituye una forma específica de violencia de género arraigada en las
concepciones socioculturales sobre las mujeres y los cuerpos femeninos, y que
sería una expresión más del continuo de violencia hacia las mujeres (Arguedas, 2014; Belli, 2013; Calafell, 2015; Cohen, 2016; Contreras y Fernández-Guillén, 2015; Majety y Bejugam, 2017; Red
chilena contra la violencia hacia las mujeres, 2015; Sadler et al., 2016).
Se trataría de una expansión de la violencia que viven en los distintos ámbitos
de sus vidas quienes son asignadas al nacer como mujeres hacia el campo de su
salud sexual y reproductiva.
A la fecha no existen instrumentos apropiadamente validados para
su uso en español que puedan pesquisar la magnitud de la falta de respeto y el
abuso en el ámbito obstétrico por parte de los equipos de salud, aunque estas
prácticas parecen estar mucho más extendidas de lo que se podría suponer (Observatorio de Violencia Obstétrica, 2018).
Una serie de estudios internacionales han incluido preguntas tendientes a
pesquisar el grado en que las mujeres perciben que han sido maltratadas por
proveedores de servicios médicos en relación con sus características físicas y
raza, edad, dominio del idioma, entre otras, en el marco de su atención de
gestación y parto (De Marco et al., 2008).
Las preguntas se realizaron en formato de respuesta dicotómico (Sí o No). Del mismo
modo, otros estudios han utilizado preguntas, en el mismo formato de respuesta
dicotómica, para detectar presencia o ausencia de una serie de prácticas
consideradas como violentas en el marco de la atención del parto (Asefa y Bekele, 2015;
Faneite et al.,
2012; Kruk
et al., 2014; Terán et al., 2013; Valdez-Santiago, 2015); los resultados
fueron presentados simplemente en términos porcentuales y de frecuencia
absoluta. Uno de los instrumentos más utilizados a la fecha es el cuestionario
de abuso Norvold (Lukasse et al., 2015; Swahnberg y Wijma, 2003) que incluye tres preguntas descriptivas
sobre experiencias de abuso en los cuidados de salud y que tiene una pregunta
concreta sobre la experiencia en el parto. En términos generales, dichos
estudios informan sobre la prevalencia de abusos en el ámbito de los cuidados
de salud de 20 % para mujeres y de 8 % en hombres (Brüggemann y Swahnberg, 2014), lo
que pondría de manifiesto diferencias percibidas en el trato por ambos grupos.
Otros estudios, de tipo cualitativo, indicaron que las mujeres definían su
experiencia como sintiéndose anuladas (Swahnberg, Thapar-Björkert y Bertero, 2007).
Del mismo modo, otros estudios informan que entre un 13 y un 28 % de las
mujeres han experimentado abuso dentro del sistema de salud en el marco de su
atención ginecológica (Schroll,
Kjaergaard y Midtgaard, 2013) y que dicho abuso se asociaría con
morbilidad y mortalidad materna en el parto (Bowser y Hill, 2010; D’Oliveira, Diniz y Schraiber, 2002)
enfatizado que la falta de respeto y el abuso en el parto constituyen causas
importantes de sufrimiento y violación de los derechos humanos para las mujeres
en muchos países (Respectful
Maternity Care Advisory Council, 2011).
Los estudios anteriores indagan desde el uso de metodologías
cuantitativas en el fenómeno de la VO (también denominado comúnmente como
“falta de respeto y abuso durante el parto” y “maltrato durante la atención del
parto”), aunque no aportan información sobre el uso de algún tipo de
instrumento de medición fiable y debidamente validado (Savage y Castro, 2017). De lo que
sí existen pruebas suficientes es del profundo impacto que dicha violencia
tiene en la salud física y psíquica de las mujeres (Salinero, 2021), ya que muchas de las
prácticas que se consideran VO redundan en incisiones y cortes en el cuerpo que
alteran la fisonomía del cuerpo, dejando marcas y cicatrices, que pueden
derivar en relaciones sexuales dolorosas, incontinencia urinaria y problemas de
autoestima, entre otros (Fernández-Guillén,
2015). Para muchas de las mujeres, la atención ginecológica puede llegar a
constituir una experiencia traumática, ya que en ella se establece una relación
asimétrica y donde las retóricas del cuidado (Salinero, 2017) hacen que el daño
infringido por quienes se suponen que deberían cuidarlas pueda llegar a tener
un efecto más profundo. Se trata de un tipo de trauma relacional (Benjamin, 2012) que
opera por la falta de reconocimiento y la invisibilización
de las mujeres.
El objetivo de este estudio es construir y validar un
instrumento que permita pesquisar las experiencias de VO y relacionarlas, en
futuros trabajos, con una serie de resultados desfavorables que van en desmedro
de la salud de las mujeres y que pueden afectar también a sus hijos e hijas.
Establecer una relación entre esta forma específica de violencia y los malos
resultados de salud puede abrir una discusión respecto de la forma que los
servicios de obstetricia deben tomar para adaptarse a las necesidades de las
mujeres y contribuir a vigilar el adecuado cumplimiento de los protocolos de
atención establecidos. A la fecha no existen instrumentos validados sobre abuso
y violencia en la atención de salud, aun cuando se requieren con urgencia.
Método
Participantes
El estudio se desarrolló en una muestra de carácter no
probabilístico (de conveniencia) en la que participaron 367 mujeres, cuyas
edades fluctuaron entre 19 y 85 años (M = 45.29 y DT = 14.19) residentes de la
región de Valparaíso (Chile). El 96.7 % de ellas se identifica como
heterosexual, un 1.7 % como bisexual y un 1.7 % se identifica con otras
categorías (lesbiana, fluida o no binaria). La edad de su primera consulta
ginecológica fue entre los 11 y los 36 años (M = 18.32 y DT = 4.66). El 69.3 % de las
mujeres que participó del estudio ha tenido un parto en servicios públicos de
salud, mientras que un 42.5 % ha tenido algún parto en clínicas privadas. Solo
un 2.3 % ha tenido un parto en casa. El 99.4 % de ellas tuvo un parto que
terminó en el nacimiento de una hija o hijo. El promedio de hijos de las
mujeres de la muestra fue de 2.22 (hay mujeres que, a pesar de haber tenido un
parto, no tienen hijos y mujeres que han tenido hasta siete hijos). Los
cuestionarios fueron aplicados por personal especialmente entrenado por el
equipo de investigadores para el estudio. Las participantes, todas voluntarias,
rellenaron el cuestionario en sus casas. La administración fue individual, con
una duración aproximada de entre 15 y 20 minutos. Antes de ser encuestadas, a
las participantes se les informó cuáles eran los objetivos del estudio y
firmaron una carta de consentimiento informado, en la que aceptaban participar
en el estudio y se les garantizaba confidencialidad y anonimato. Para la
selección de la muestra se definió un perfil para las encuestadas. Los
criterios de selección para las participantes fueron: (1) vivir en la región en
la que se desarrolló el estudio (Valparaíso); (2) haber tenido un parto alguna
vez en su vida; y (3) ser mayor de 18 años. Las participantes no recibieron
ningún tipo de incentivo por su participación. La aplicación piloto de la
escala se realizó durante el mes de mayo de 2019 en la región de Valparaíso.
Instrumento
La escala de VO fue creada a partir del denominado “test de
violencia obstétrica” elaborado por la asociación El parto es nuestro (2014), que incluye
las situaciones más recurrentes de falta de respeto y abuso en la atención
obstétrica. Dicho instrumento fue modificado en su redacción (de modo de
adaptarlo a una escala en formato de respuesta graduada) y ampliado para
atender situaciones no contempladas en la propuesta citada, particularmente
aquellas situaciones referidas a la exposición a la mirada de otras personas
que no son parte del equipo médico y referidas a la posibilidad de utilizar
algún dispositivo o realizar algún procedimiento de control de natalidad con
posterioridad al parto (DIU, ligadura de trompas, etcétera). Del mismo modo,
algunas opciones de dicho test fueron desagregadas de modo que no contuvieran
más de una idea central por ítem. Dicho test no constituye una escala de
medida, sino que simplemente representa una serie categorías de violencia que
pueden responderse de forma dicotómica (Sí o No) o que son ejemplificadas de
manera de ayudar a las mujeres a reconocer si han sufrido algún tipo de
violencia. De allí que la variabilidad de respuestas que permitan incorporar sea
sumamente baja, dado que hay cuestiones que afectan a las personas en grados
diferentes (lo que el instrumento original no permitiría captar). Su intención
no es generar un instrumento útil para la investigación, sino para su uso en el
contexto clínico y de información. Dado los usos para los que fue creado, dicho
instrumento no posee indicaciones de validez o confiabilidad, lo que limita su
uso en el ámbito clínico y de investigación, esto es, no puede dar cuenta de
qué es lo que realmente mide y qué tan bien lo hace. A pesar de ello, se trata
de una herramienta con mucho potencial desarrollada desde el activismo y que
supone recoger, de muy buena manera, ciertas prácticas que pueden categorizarse
como VO. De allí nuestro interés en sistematizar y mejorar dicho instrumento,
partiendo por comprobar si su estructura se ajusta al modelo particular hipotetizado y si dicho modelo es utilizable a lo largo de
diferentes muestras, lo que permitiría realizar comparaciones válidas entre
ellas.
La escala final consta de 14 ítems en formato Likert con cinco
opciones de respuesta (que van desde 1 = No describe para nada lo que me ocurrió,
hasta 5 = Definitivamente
esto me ocurrió; ver Anexo). La redacción de los ítems fue revisada
por un grupo de expertas del área de la salud de las mujeres. Dicho panel
contribuyó a mejorar la redacción de los reactivos y hacer que estos resultaran
representativos de las situaciones más corrientes reportadas en estudios
previos sobre problemas de salud ginecológica y del ámbito obstétrico. El panel
fue conformado por diversas mujeres que trabajan en colectivos sobre derechos
reproductivos y VO (entre las que había matronas, enfermeras, abogadas y
activistas) que revisaron el instrumento y realizaron los comentarios
pertinentes.
Además de la aplicación de la escala de VO, se consultó a las
participantes por la realización de una serie de prácticas (11 en total),
ejecutadas por miembros del equipo médico durante su parto, que en este
contexto pueden considerarse rutinarias y que, de existir relación entre su
ejecución y la VO reportada, servirían como indicadores de validez de la
escala. Dichas prácticas refieren al rasurado de genitales, la prohibición de
tomar líquidos o comer durante el trabajo de parto, las indicaciones de
permanecer acostada durante el trabajo de parto, el enema (lavado intestinal),
el uso de medicamentos para apurar el parto, la rotura artificial de membrana,
la compresión del abdomen al momento de los pujos (maniobra de Kristeller), el legrado o raspaje de útero sin anestesia,
la cesárea, los tactos vaginales reiterados y la episiotomía. El formato de
respuesta era de carácter dicotómico (Sí o No) y apuntaba a detectar presencia o ausencia del
procedimiento.
Análisis de datos
Se usaron los programas SPSS 20.0 y AMOS 22 para todos los
análisis. Se realizó un análisis descriptivo (media, desviación estándar,
simetría y curtosis) en todas las variables para
observar la forma en que se distribuyen los datos, dado que la mayor parte de
las pruebas estadísticas se basa en el supuesto de normalidad de la
distribución. Se calculó el coeficiente de confiabilidad de la escala (alfa de Cronbach y omega). El coeficiente alfa es el más utilizado
en estudios psicométricos y constituye una medida de consistencia interna de la
escala, pero desde hace un tiempo el coeficiente omega ha demostrado ser mejor
indicador para datos de tipo ordinal (McDonald,
1999), toda vez que estaría menos afectado por el número de ítems y de la
variabilidad producida por la reducción de las alternativa de respuestas (Ventura-León y Caycho-Rodríguez,
2017), ya que se calcularía sobre la base de las cargas factoriales, lo que
haría más estables los cálculos. Los análisis de fiabilidad permitirán ver cuán
preciso es el instrumento de medida para captar el constructo VO. El modelo unifactorial se probó por medio de un análisis factorial de
tipo confirmatorio (método de máxima verosimilitud). Los análisis factoriales
confirmatorios multigrupo, mediante un procedimiento
por pasos, establecieron la invariancia de la escala en muestras constituidas
por mujeres que tuvieron sus partos en el sistema público de salud o en el
sistema privado. Lo que se pretende mostrar en este nivel es que la estructura
de la variable VO es unidimensional y que esa dimensión estaría adecuadamente
cubierta por los ítems de la escala. Las pruebas de invarianza
tienen como objetivo asegurar que el constructo que se evalúa (en este caso la
VO) tiene el mismo significado para las mujeres que realizan su atención en el
sistema privado y público de salud, lo cual permitiría posteriormente su aplicación
en dichos ámbitos y la comparación entre grupos sin riesgo de que se estén
comparando cuestiones que para cada grupo tienen un significado diferente. Este
procedimiento comenzó estimando el modelo de línea de base (sin restricciones)
y, en modelos posteriores, se agregaron progresivamente restricciones mientras
se mantenían constantes las restricciones anteriores. Las restricciones se
impusieron en las cargas factoriales, las varianzas y las covarianzas. Los
modelos anidados se compararon en cada paso mediante el examen de la prueba de
diferencias de chi-cuadrado (χ2) y el
cambio en los valores del Comparative Fit Index (CFI), así como los
otros índices de ajuste. La comparación de modelos y el establecimiento de la invarianza métrica se realizó considerando dos criterios:
si las estadísticas de la diferencia de chi-cuadrado
no revelan diferencias significativas entre el modelo de línea de base y cada
modelo subsiguiente, podemos asumir la invariabilidad del modelo (Byrne, 2001). Por
otro lado, los cambios en el valor del CFI deben ser inferiores a .01 para
establecer la invariancia (Cheung y Rensvold, 2002).
Finalmente se realizaron pruebas de asociación (chi-cuadrado)
entre las 11 prácticas que pudieron haber sido realizadas por integrantes del
equipo médico y el reporte de VO por parte de las participantes. Estos análisis
servirán como indicación adicional de la validez del constructo.
Resultados
La Tabla 1 muestra los estadísticos
descriptivos para cada uno de los ítems de la aplicación piloto (medias,
desviaciones estándar, índices de asimetría y curtosis).
Todas las medias se encuentran por debajo del punto medio de la escala y
muestran niveles de dispersión relativamente similares. Un análisis de los
ítems de la escala no indica presencia de casos atípicos o extremos en las
respuestas a los ítems. La distribución de la mayoría de los elementos muestra
una asimetría positiva, lo que indica que los datos se agrupan hacia el área
izquierda de la distribución, indicando un menor reporte de situaciones de
violencia. El nivel de curtosis revela que las
respuestas acumuladas en las colas de distribución son ligeramente más altas
que en una curva normal. La distribución de respuestas en la escala total
muestra cierta asimetría negativa y una distribución leptocúrtica,
lo que mostraría que la distribución no se asemeja a una curva normal.
Tabla 1
Estadísticos descriptivos.
Ítem |
M |
SD |
Asimetría |
Curtosis |
01 |
1.67 |
1.39 |
1.76 |
1.32 |
02 |
1.55 |
1.27 |
2.69 |
9.45 |
03 |
1.79 |
1.43 |
1.48 |
.48 |
04 |
2.07 |
1.65 |
1.02 |
-.79 |
05 |
2.11 |
1.63 |
.99 |
-.81 |
06 |
1.80 |
1.46 |
1.48 |
.46 |
07 |
2.05 |
1.63 |
1.08 |
-.64 |
08 |
1.98 |
1.59 |
1.18 |
-.41 |
09 |
1.97 |
1.62 |
1.19 |
-.44 |
10 |
1.73 |
1.45 |
1.63 |
.85 |
11 |
1.41 |
1.42 |
8.07 |
9.87 |
12 |
1.95 |
1.61 |
1.53 |
2.00 |
13 |
1.32 |
0.98 |
3.02 |
7.82 |
14 |
1.90 |
1.54 |
1.30 |
-.07 |
Escala VO |
1.80 |
.93 |
1.27 |
.95 |
Confiabilidad
La escala de VO muestra un coeficiente de confiabilidad de .83
(alfa de Cronbach) para el conjunto de los ítems. Las
correlaciones de los ítems con el total fluctúan en un rango entre .29 y .71.
Del mismo modo, la fiabilidad obtenida con base en las cargas factoriales
(omega) fue de .88. Las cargas factoriales fluctuaron entre .26 y .78.
Análisis factorial confirmatorio
Se puso a prueba un modelo unifactorial
referido a VO. Los parámetros del modelo fueron estimados utilizando el método
de máxima verosimilitud. Se obtuvieron los índices de ajuste del modelo y las
estimaciones de las cargas factoriales para cada ítem. Se utilizaron varios
índices para estimar la bondad de ajuste del modelo: chi-cuadrado,
índice de ajuste comparativo (CFI), índice de ajuste incremental (IFI),
coeficiente de Tucker-Lewis (TLI) y error de aproximación (RMSEA). Dichos
índices de bondad de ajuste permiten evaluar la exactitud de los datos del
modelo para determinar si este es correcto, mediante la evaluación del ajuste
global del modelo. Se espera que el chi-cuadrado no
sea significativo (aunque este indicador no debe usarse para descartar un
modelo debido a su sensibilidad al tamaño de la muestra). TLI, IFI y CFI
deberían ser los más cercanos a 1, aunque siempre se espera que sean más altos
que .90 (Bentler y Dudgeon,
1996; Hu
y Bentler, 1995). El valor RSMEA debe ser
inferior al valor crítico de .08 (Browne y Cudeck, 1993).
Los datos obtenidos muestran un buen ajuste con el modelo
teórico que afirma la no unidimensionalidad del
constructo VO (ver Tabla 2) porque, a pesar de que el valor
de chi-cuadrado es significativo (χ2(74) =
194.71, p < .001), los valores de CFI (.94), IFI (.94) y TLI (.93) muestran
claramente un buen ajuste de datos (el modelo hipotético debe rechazarse porque
lo que se contrasta es la hipótesis nula de ajuste perfecto entre datos
empíricos y teóricos). Finalmente, el valor de RMSEA fue .067 (IC del 95 %
[.055, .078]), lo que indica un buen ajuste general del modelo. Las cargas
factoriales de todos los elementos oscilan entre .26 y .78.
Se realizaron dos análisis factoriales confirmatorios separados
para las mujeres que habían tenido sus partos en instituciones públicas o
privadas (ver Tabla 2). El modelo unifactorial
proporcionó un buen ajuste para ambos: salud pública: χ2(74) =
146.83, p < .001, CFI = .93, IFI = .93, TLI = .91 y RMSEA = .072; salud
privada: χ2(74) =168.56, p < .001, CFI = .92, IFI = .92, TLI =
.89 y RMSEA = .091. La realización de análisis separados supone que la VO se
produce indistintamente del tipo de centro en el que las mujeres atienden sus
partos y que, por lo mismo, la escala debe servir para captar el significado de
dicha violencia en instituciones públicas o privadas. Los índices de ajuste
mostraron valores adecuados para los dos grupos, lo que sugiere que el modelo
de un factor general puesto a prueba resulta pertinente para detectar VO en
mujeres que se atienden en ambos tipos de instituciones (públicas y privadas),
aunque si atendemos a los resultados referidos al error cuadrático medio de
aproximación (RMSEA), estos son ligeramente mejores en el caso del grupo
atendido en la salud pública, lo cual podría explicarse por el bajo tamaño muestral y el elevado número de parámetros a estimar.
Tabla 2
Análisis factorial
confirmatorio y pruebas de invarianza.
Modelos |
χ2(df) |
CFI |
IFI |
TLI |
RSMEA (IC95 %) |
1. Modelo de medida |
|||||
Modelo de un factor |
194.71 (74) |
.94 |
.94 |
.93 |
.067 (.055 - .078) |
2. Análisis de muestras |
|||||
Salud Pública |
146.83 (74) |
.93 |
.93 |
.91 |
.072 (.055 - .089) |
Salud Privada |
168.56 (74) |
.92 |
.92 |
.89 |
.091 (.073 - .109) |
3. Análisis multigrupo |
|||||
Modelo sin restricciones |
.921 |
.058 (.049 - .066) |
|||
Restricción de cargas factoriales (FL) |
.911 |
.059 (.050 - .067) |
|||
FL + Restricción de varianzas (V) |
.911 |
.058 (.050 - .057) |
|||
FL + V + Restricción de covarianzas |
.877 |
.065 (.057 - .073) |
Pruebas de la invarianza a través de
muestras
Los resultados de la varianza multigrupo
que se presentan en la Tabla 2 indican que el modelo de línea de base (sin
restricciones) mostró que el modelo hipotético de la estructura de la escala de
VO encaja bien en los dos grupos. Al comparar los modelos subsiguientes con
restricciones adicionales al modelo de línea de base (en el Modelo A, se
impusieron restricciones a las cargas factoriales; en el Modelo B, se
impusieron restricciones a las cargas y varianzas de los factores; y en el
Modelo C, se impusieron restricciones a las cargas factoriales, varianzas y
covarianzas), los cambios en los valores de CFI y RMSEA fueron menores a .01
(salvo para el caso de la invarianza fuerte y sólo
con las variaciones de CFI) y permiten establecer la invariancia de la escala.
Dicha invarianza vendría a significar que existe
evidencia de que el constructo evaluado (VO) posee el mismo significado para
las mujeres pertenecientes a los dos grupos comparados (prestadores públicas o
privados de servicios de salud).
Prevalencia de VO y su relación con otros procedimientos médicos
realizados durante el parto
Del total de las mujeres que participaron del estudio un 58.9 %
declara haber vivido alguna situación de violencia durante la atención de su
parto. La Tabla 3 muestra las frecuencias acumuladas para
las respuestas a cada pregunta del cuestionario. Como se puede apreciar, una
proporción elevada de mujeres (entre un 20 % y un 25 %) manifiesta haber sido
criticada por el personal médico por realizar expresiones emocionales o de
dolor (25.6 %), no pudiendo manifestar sus inquietudes o temores dado que no le
respondían o lo hacían de mala manera (24.9 %). Al mismo tiempo, los reportes
de la obligatoriedad de permanecer acostada en cama (22.4 %) y en posición boca
arriba (23 %), a pesar del dolor que sentían, hablan de la imposición
sistemática de este tipo de prácticas. El impedimento de estar acompañadas es
otra de las prácticas que implica la falta de respeto o abuso que más se
repiten entre las mujeres de la muestra (23.2 %). Entre las prácticas menos
mencionadas se encuentra el hecho de hacer sentir a las mujeres que no habían
colaborado o estado a la altura de lo que se esperaba de ellas (6.6 %) o la
negativa a utilizar dispositivos de control de natalidad como DIU o ligadura de
trompas (6.9 %).
Tabla 3
Frecuencias de respuesta para
cada pregunta.
Ítem |
“No describe para
nada lo que me ocurrió” (%) |
“No estoy segura,
pero creo/siento que no me ocurrió” (%) |
“No estoy segura”
(%) |
“No estoy segura
pero creo/siento que sí ocurrió” (%) |
“Definitivamente
esto me ocurrió” (%) |
01 |
78.7 |
3.6 |
1.6 |
4.1 |
12.0 |
02 |
80.3 |
3.8 |
4.1 |
5.5 |
6.3 |
03 |
73.2 |
4.7 |
4.1 |
6.3 |
11.8 |
04 |
67.8 |
3.0 |
3.6 |
5.7 |
19.9 |
05 |
63.9 |
6.0 |
5.2 |
5.2 |
19.7 |
06 |
73.0 |
5.7 |
3.0 |
4.6 |
13.7 |
07 |
67.1 |
3.8 |
6.0 |
3.0 |
20.0 |
08 |
69.2 |
4.4 |
4.1 |
4.1 |
18.3 |
09 |
71.4 |
2.7 |
2.7 |
4.1 |
19.1 |
10 |
77.9 |
2.7 |
1.9 |
3.5 |
13.9 |
11 |
85.4 |
4.7 |
3.3 |
1.9 |
4.7 |
12 |
70.4 |
3.9 |
4.7 |
5.0 |
16.1 |
13 |
88.7 |
1.9 |
2.5 |
2.2 |
4.7 |
14 |
71.0 |
4.1 |
5.0 |
3.3 |
16.6 |
En cuanto a la realización de otros procedimientos rutinarios
asociados al trabajo de parto, hay una alta incidencia de prácticas rutinarias
y que exceden con mucho los porcentajes anteriores: rasurado (70.6 %),
realización de enema (51.2 %), prohibición de tomar líquidos o comer (65.2 %),
indicación de permanecer acostada durante el trabajo de parto (24.5 %), uso de
medicamentos para apurar el parto (46.6 %), rotura artificial de membrana (42
%), maniobra de Kristeller o compresión del útero en
el momento de los pujos (42.5 %), tactos vaginales reiterados y realizados por
diferentes integrantes del equipo médico (24.3 %) o legrado de útero sin
anestesia (4.5 %). Entre quienes no se realizaron cesárea (45.9 %), a un 74.11
% se le realizó una episiotomía; esto es, se les realizó un corte en la zona
del perineo con la finalidad de agrandar el canal del parto (lo que nos habla
de lo rutinario de este tipo de procedimientos). En todos estos procedimientos
existe una alta proporción que resulta innecesario y que, de ser rotulados como
formas de ejercicio de violencia, aumentarían con mucho el porcentaje de
mujeres que, conscientes o no de ello, han vivido formas de violencia durante
su trabajo de parto.
Al realizar pruebas de asociación (χ.) entre el reporte de estas
prácticas y el afirmar haber vivido VO (aquellas mujeres que, en al menos una
de las preguntas de la escala de VO, estaban completamente seguras de la
ocurrencia del hecho referido por el ítem) se observa una asociación significativa
con la prohibición de consumir líquidos o alimentos durante el parto (χ2=
20.385, p < .001, phi = .24), la indicación de permanecer acostada durante
el trabajo de parto (χ2
= 26.54, p < .001, phi = .27), la administración de medicamentos para apurar
el parto (χ2
= 12.737, p < .001, phi = .19), el tacto vaginal reiterado (χ2 =
21.647, p < .001, phi = .24) y la compresión de abdomen durante el parto (χ2 =
6.607, p = .010, phi = .14). La asociación entre estas prácticas y el reporte
de VO puede ser indicador de la validez de la escala de VO.
Finalmente, resulta llamativo que, entre las mujeres que no
reportan haber vivido VO, sí se reporta la presencia de algunas de las
prácticas antes señaladas: rasurado de genitales (66.2 %), enema (45.5 %),
prohibición de consumir alimentos o agua (51.7 %), indicación de permanecer
acostada durante el trabajo de parto (24.5 %), inducción del parto mediante uso
de medicamentos (36.1 %), tactos vaginales reiterados (24.3 %), compresión del
abdomen (34.5 %), episiotomía (33.6 %), cesárea (54.1 %) y raspaje de útero sin
anestesia (2 %). Los resultados anteriores indican la normalización de las
prácticas violentas y su realización rutinaria en el marco de la atención de
los partos en servicios de salud públicos y privados, lo que podría hacer
subestimar su prevalencia debido a su subreporte,
dada su normalización y legitimación, que hace que una alta proporción de las
mujeres no las reconozcan como formas de violencia en el marco de su atención
de salud.
Discusión
El propósito de este artículo fue adaptar y validar una escala
para detectar VO. En términos generales, la escala muestra buenos niveles de
confiabilidad y validez. Se trata de una escala suficientemente breve como para
utilizarla en el ámbito de la investigación, pero que logra captar
adecuadamente la dimensionalidad del constructo. Tal
como se esperaba, el modelo de un factor general obtiene buenos niveles de
ajuste. Del mismo modo, el modelo muestra buen ajuste a través de distintas
muestras (diferentes servicios de salud en los que se atendió su parto),
sugiriendo que el modelo puesto a prueba es una herramienta aplicable a
diferentes contextos de atención.
El instrumento adaptado, y del cual se han entregado algunas
indicaciones de validez, debe seguir acumulando evidencia que autorice su uso
en contextos de investigación diversos, así como en el campo clínico, y puede
asumirse como una propuesta inicial que debe acumular mayor evidencia en vistas
a constituirse en una herramienta útil en la detección de diversas formas de
VO. Del mismo modo, futuros estudios deben superar ciertas limitaciones
presentes en este artículo. La primera es el uso de una muestra de carácter no
probabilístico, lo que dificulta la generalización de los resultados a la
población general. Por otra parte, se espera comenzar estudios que permitan
poner a prueba esta escala en otros colectivos que deben utilizar servicios
públicos o privados para su atención obstétrica, tales como las personas transgénero e inmigrantes y que son quienes, de forma más
evidente, sufren el rechazo de un modelo médico basado en la segmentación y
jerarquización.
En conclusión, los resultados fueron consistentes con las
hipótesis y muestran que la escala de VO puede transformarse en un instrumento
robusto (confiable y válido) para detectar esta particular forma de violencia
hacia las mujeres. Estos instrumentos pueden permitir recoger adecuadamente una
experiencia hasta ahora negada, o cuando menos naturalizada, de modo de
visibilizar un fenómeno con secuelas sumamente negativas para la salud física
(presencia de dolores de carácter permanente en la zona de la episiotomía,
roturas producto de la compresión del abdomen al momento de los pujos,
fístulas, incontinencia urinaria, etcétera) y de graves consecuencias psíquicas
en quienes desean realizar un parto dentro de las instituciones de salud. De
allí que cada día cobren más fuerza aquellas acciones que llevan a las personas
a realizar su parto de forma no institucionalizada, pero más respetada,
acompañada y por sobre todo, en ausencia de abuso.
Agradecimientos
Proyecto Fondecyt Regular N°1210102 de
la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID)
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