Procrastinación, ansiedad ante los exámenes y rendimiento
académico en estudiantes universitarios
Procrastination, test anxiety and academic performance on university students
Malena Manchado Porras malena.manchadoporras@alum.uca.es
Universidad de Cádiz, España
Federico Hervías Ortega federico.hervias@uca.es
Universidad de Cádiz, España
Procrastinación, ansiedad ante los exámenes y rendimiento académico en
estudiantes universitarios
Interdisciplinaria, vol. 38, núm. 2, pp. 243-258, 2021
Centro
Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias Afines
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0
Internacional.
Recepción: 23 Noviembre 2019
Aprobación: 17 Marzo 2021
Resumen:
La procrastinación se define como una
tendencia conductual a postergar tareas que, por sus características poco
motivadoras o tediosas, no son atractivas para quien las realiza, y cuyo
retraso puede acarrear consecuencias negativas. El propósito de este estudio es
examinar el efecto de la procrastinación académica y
la ansiedad ante los exámenes sobre el rendimiento académico, así como la
relación entre ambas variables. Para ello, se ha realizado una investigación
con 201 estudiantes universitarios empleando el Inventario Alemán de Ansiedad
frente a los Exámenes Adaptado (GTAI-A), la Escala de Procrastinación
Académica (EPA) y un registro de las calificaciones obtenidas por los
participantes recogidos a través de un autoinforme.
Los resultados revelan la presencia de ansiedad ante la evaluación y la procrastinación académica en estudiantes universitarios, e
indican que la ansiedad ante los exámenes muestra una relación negativa con el
rendimiento académico. De igual forma, la procrastinación
se relaciona con dos factores de ansiedad (interferencia y falta de confianza),
incidiendo de forma indirecta en dicho rendimiento. Adicionalmente, se han
encontrado diferencias significativas en el rendimiento académico en función de
los diferentes niveles de ansiedad identificados (χ2(2,201) = 16.929; p =
.001). En conclusión, para prevenir e intervenir en el bajo rendimiento
académico y en los problemas psicosociales asociados, los servicios
universitarios de atención psicológica deben considerar la influencia de
múltiples variables, de forma que se apliquen programas de intervención
específicos para cada dimensión, aumentando así los niveles de eficacia y
eficiencia en su labor asistencial.
Palabras
clave: ansiedad ante los
exámenes, procrastinación, rendimiento académico,
estudiantes universitarios.
Abstract: Procrastination is
defined as a behavioral tendency to postpone tasks that, because
of their unmotivating or tedious characteristics,
are not attractive to the performer, and whose delay can lead to negative consequences. This is the
behavior of delaying responsibilities, being aware of their importance and the repercussions of the delay. These consequences
can affect the personal,
social, occupational and academic
spheres of individuals. Therefore, the purpose of this study is to examine the relationship of academic procrastination and test
anxiety on academic performance, as well as the relationship between the two
variables. In this way, the aim is
to achieve a better understanding of the links between the three
variables, which will serve as a theoretical basis for preventing
and intervening in the negative repercussions of procrastination. To this end, an investigation
has been carried out with 201 college
students, using the German Test Anxiety Inventory (GTAI-A), the Academic Procrastination Scale (EPA), and a record of the qualifications obtained by the participants
collected through a self-report. This is a correlational design that does
not include experimental manipulation of variables or randomization of the sample, so the aim is not
to establish causal relationships
but to determine the direction and strength of the associations between variables. The results reveal the presence
of academic procrastination
and test anxiety in university
students. Specifically, the majority of participants (45.3 %) reflected a
medium level of anxiety, 28.9 % reflected a high level and 25.9 % showed a low level.
In the total sample, procrastination showed a mean
score of 30.3 points out of
60. As for the relationships of both variables with academic performance, test anxiety shows a negative relationship with academic performance, so higher levels of anxiety are associated with worse grades. Procrastination does not show a significant and direct relationship with grades, but it is
related to two anxiety factors (interference and lack of confidence), indirectly affecting academic performance.
In addition, significant differences in academic
performance have been found based on
the different anxiety levels identified (χ2(2,201) = 16.929; p = .001), with the high
anxiety group obtaining a lower mean score (M = 5.74; SD = 1.27). This
supports the hypothesis that test anxiety is negatively
associated with academic performance. Moreover, it has been found
that comparing the medium and low anxiety groups,
the differences are not significant, but comparing each
of them with the high anxiety
group they are. Therefore, significant differences in the grades only appear when the
level of anxiety is high. That
is, a moderate level of anxiety is adaptive, and only becomes detrimental
if it becomes
high. In conclusion, to prevent and intervene in academic underachievement and associated psychosocial problems, university psychological services should consider the influence of test anxiety, procrastination and other cognitive, behavioral, motivational and emotional variables. According to
this study, intervention in test anxiety is a central aspect, as it has a direct effect on academic
performance. In the same way, procrastinating behaviors can be intervened, as they interfere indirectly in academic outcomes, being associated with cognitive manifestations of test anxiety. The relative weight of the different
variables associated with academic achievement varies according to each student, so that an individualized
approach to these types of problems would increase the levels of effectiveness
and efficiency in the care provided by
university psychological services. Finally, the need for
more research to identify the factors associated
with low academic performance and the relationships between them is highlighted,
in order to facilitate the design of effective
interventions for different student profiles.
Keywords: test anxiety, procrastination,
academic performance, university
students.
La relación entre la procrastinación y
las distintas consecuencias académico-laborales, sociales y psicológicas está
generando un creciente interés en el ámbito de la psicología (Moreta y Durán, 2018).
En la esfera académica, la conducta de procrastinación
se vincula con la ansiedad ante los exámenes, ya sea como antecedente o como
consecuente. Por ello, estudiar ambos constructos y la relación entre ellos es
esencial para abordar las posibles repercusiones en el ámbito académico y
personal (Pardo, Perilla y Salinas, 2016).
El término “procrastinación” hace
referencia a la demora o el retraso de responsabilidades personales que tienen
plazos temporales preestablecidos, a pesar de ser consciente de la importancia
de esas responsabilidades y de las repercusiones negativas de retrasarlas (Lay, 1990). En este sentido, Steel (2007) asume que procrastinar
consiste en retrasar voluntariamente una tarea a pesar de saber que ese retraso
va a producir malestar. En relación con las causas de la procrastinación,
la concepción actual del fenómeno las sitúa en distintos factores, entre los
que destacan las expectativas de resultados, la valoración del sujeto sobre la
relevancia de la tarea, el tiempo necesario para obtener gratificación y el
grado de impulsividad del individuo (Angarita,
2012).
Desde una visión conductual, la procrastinación
se produce y se mantiene por reforzamiento. Concretamente, se da porque ha
tenido consecuencias positivas a corto plazo, en lugar de resultados positivos
a largo plazo (Carranza y Ramírez, 2013).
Desde una visión cognitivo-conductual, la explicación de la procrastinación
se encontraría en los pensamientos irracionales sobre las implicaciones de
terminar la tarea de forma óptima. Así, el modelo cognitivo de Wolters (2003) propone
que la persona que procrastina cuenta con esquemas desadaptativos
sobre su baja autoeficacia frente a las tareas. Esos esquemas desadaptativos son patrones cognitivos que provocan que la
persona, ante una tarea o responsabilidad, experimente pensamientos automáticos
sobre su incapacidad para planificarla o llevarla a cabo. De la misma forma, Contreras et al. (2005) señalan que los
pensamientos negativos sobre la escasa capacidad para finalizar con éxito las
tareas llevan a la persona a realizar conductas de procrastinación.
La procrastinación se manifiesta en
diversas conductas, en función de la situación o el contexto específico en la
que se aplazan las tareas. Según Steel
(2007), la procrastinación puede presentarse en
el contexto laboral, en la política, en el ámbito bancario, en la educación,
etcétera. De esta forma, una persona puede aplazar distintas tareas y
responsabilidades, en función del ámbito concreto en el que se presente la procrastinación. Por tanto, el fenómeno se extiende a una
gran diversidad de contextos, incluido el mantenimiento de la salud, el ámbito
familiar o de pareja, e incluso el ocio.
Finalmente, se pueden diferenciar dos tipos de personas procrastinadoras: las activas y las pasivas (Hsin y Nam, 2005, citado por Alegre, 2013). Estas últimas se ajustan a
la concepción tradicional de la procrastinación, ya
que aplazan las tareas a pesar de las consecuencias negativas que conlleva ese
aplazamiento. Por el contrario, los procrastinadores
activos realizan esa postergación de forma voluntaria, ya que prefieren
trabajar bajo presión. De esta forma, los procrastinadores
activos muestran grandes diferencias con los pasivos, que incluyen la
percepción de autoeficacia, el uso de estrategias de afrontamiento adaptativas
y la adecuada gestión del tiempo. Además, habitualmente este tipo de procrastinación no conlleva las consecuencias negativas que
implica la procrastinación pasiva, lo cual le otorga
al fenómeno una connotación positiva en lugar de negativa (Alegre, 2016).
Concretamente, la procrastinación
académica supone un retraso en el inicio de las tareas académicas, tales como
la realización de actividades con un plazo preestablecido o el estudio del
contenido de los exámenes con suficiente antelación. Además, normalmente las
actividades académicas se postergan para sustituirlas por actividades sociales
o lúdicas, más gratificantes a corto plazo (Díaz-Morales,
2019). La procrastinación académica puede
asociarse con un bajo nivel de autocontrol, ya que este se concibe como la
capacidad de elegir conductas que conllevan consecuencias más valiosas a largo
plazo, en lugar de conductas con consecuencias más inmediatas, pero menos
valiosas. Adicionalmente, se puede relacionar con un bajo nivel de
autoeficacia. Es decir, si la persona considera que no cuenta con las
habilidades requeridas para ejecutar una tarea y obtener éxito, será más
probable que postergue esa tarea con el fin de evitar que se manifieste ese
déficit de habilidades (Quant
y Sánchez, 2012).
La ansiedad ante la evaluación es otro elemento que se relaciona
de forma significativa con la procrastinación
académica. Según Furlan,
Heredia, Piemontesi y Tuckman (2012), existe una
correlación positiva entre la ansiedad ante los exámenes y la procrastinación. Concretamente, la procrastinación
se relaciona de forma positiva y significativa con las dimensiones de ansiedad,
interferencia y falta de confianza. En este sentido, las personas que
procrastinan revelan un mayor grado de ansiedad en momentos próximos a la fecha
de evaluación, ya que son conscientes del escaso tiempo disponible para
preparar la prueba (Marquina, Gómez,
Salas, Santibañez y Rumiche,
2016). Sin embargo, la ansiedad ante los exámenes no supone un problema
clínicamente significativo a menos que interfiera en el funcionamiento habitual
de un individuo dificultando la ejecución de los exámenes, provocando su
evitación o generando malestar en la persona. De esta forma, si aparece en
niveles moderados puede ayudar al estudiante a anticipar una futura situación
de evaluación y a prepararse para prevenir las posibles consecuencias negativas
(Furlan, Ferrero y Gallart,
2014).
Finalmente, el bajo rendimiento académico es otro fenómeno
asociado a la procrastinación. El rendimiento
académico puede entenderse como el logro de los objetivos preestablecidos de
una asignatura, que se manifiesta mediante las calificaciones obtenidas en una
prueba de evaluación (Caballero, Abello y Palacio,
2007, citado por Lamas, 2015). Las
variables que repercuten en los resultados académicos son diversas: la
capacidad intelectual, la personalidad, la autoestima, la motivación, las
rutinas de estudio, la relación entre el profesor y el alumno, el contexto
familiar, socioeconómico y cultural, entre otras (Chilca, 2017; Gómez, Oviedo y Martínez, 2011). Así,
como se refleja en el trabajo de Furlan et al. (2012), la procrastinación
es una de esas variables, la cual refleja una relación negativa con el
rendimiento académico. Además, según el trabajo de Cerda, Saiz y Vergara (2018), existe una
relación positiva entre tenacidad y desempeño académico. Es decir, aquellos
estudiantes más tenaces, situados en el quintil cinco de tenacidad, superaron
significativamente al resto de los participantes en el promedio de
calificaciones académicas. Esto podría relacionarse con los elementos causales
de la procrastinación resaltados por Angarita (2012) y citados al inicio de
este apartado. Es decir, aquellos estudiantes más impulsivos y con menor
capacidad para aplazar la gratificación tenderán a procrastinar. En
consecuencia, la procrastinación repercutirá de
manera negativa en sus resultados académicos, ya que el logro de un óptimo
rendimiento académico requiere planificación, automonitorización
y persistencia, especialmente cuando la tarea es compleja y altamente
estructurada (Credé, 2016; citado por Cerda et al., 2018).
En referencia a la conexión entre el rendimiento académico y la
ansiedad ante la evaluación, existen investigaciones que indican una relación
inversa entre ambos elementos (Dordi Nejad et al., 2011; Rana y Mahmood,
2010). Una de esas investigaciones es el estudio realizado por Piemontesi y
Heredia (2011), en el cual se indica que existe una relación negativa entre
el promedio de calificaciones autoinformado y la
ansiedad ante los exámenes. Además, dicho estudio también añade que las
dimensiones de ansiedad que se relacionan con el promedio autoinformado
de calificaciones son la interferencia y la falta de confianza, ambas de forma
negativa. Sin embargo, Farooqui,
Ghani y Spielberger (2012)
han encontrado una relación débil entre rendimiento académico y ansiedad, y
otras investigaciones como la de Álvarez,
Aguilar y Lorenzo (2012) han revelado incluso una falta de asociación entre
ambas variables.
En consecuencia, a pesar de la asociación de la procrastinación con la ansiedad ante la evaluación y con el
bajo rendimiento académico, el aplazamiento de actividades académicas no
conlleva siempre la experiencia de ansiedad (Sánchez Hernández, 2010). En ocasiones,
la conducta procrastinadora desemboca en resultados
académicos positivos, por lo que dicha conducta se ve reforzada. Es decir, es
posible obtener un buen rendimiento a pesar de llevar a cabo conductas de procrastinación. De esta forma, los individuos generan la
creencia de que rinden mejor bajo un estado de presión.
Acerca de la procrastinación
académica, la literatura indica que se trata de un fenómeno aún más prevalente
que la procrastinación general, con una incidencia en
los estudiantes de entre el 30 % y el 60 % (González-Brignardello y Sánchez-Elvira-Paniagua, 2013). Así, el
estudio de Balkis
y Duru (2009) reveló que el 23 % de los
estudiantes que participaron presentaba un nivel alto de procrastinación
y el 27 % presentaba un nivel moderado. En relación con la ansiedad ante los
exámenes, también se trata de un fenómeno frecuente en la población
estudiantil. Como problema clínico, el estudio de Furlan, Pérez,
Moyano y Cassady (2011) señala una prevalencia en
torno al 10 %. Por su lado, el estudio de Domínguez,
Bonifacio y Caro (2016) revela cifras incluso superiores, y encuentra una
elevada ansiedad ante los exámenes en el 26.23 % de los estudiantes.
Desde los servicios de atención psicológica universitarios se
trabaja intensamente para paliar las consecuencias negativas de aquellos
comportamientos asociados a estados de ansiedad académica, que además se
relacionan con conductas procrastinadoras (Saúl, López-González y Bermejo, 2009; Marchena et al., 2009). Además de
realizarse sesiones de psicoterapia individualizada para atender los casos
clínicos y subclínicos (Hervías, Marchena
y Menacho, 2020), estos servicios desarrollan su
actividad implementando cursos, talleres y seminarios dirigidos al aprendizaje
de competencias académicas y personales de tipo procedimental, como cursos de
organización del tiempo, técnicas de memorización, desarrollo de textos
científicos, trabajo en equipo, hablar en público, gestión de la ansiedad ante
los exámenes, motivación, gestión del estrés y técnicas de relajación, etcétera
(Marchena et al., 2011).
De esta manera, el objetivo principal de este trabajo es
comprobar la relación de la procrastinación académica
y la ansiedad con los exámenes en el rendimiento académico, asumiendo que los
resultados académicos están determinados por múltiples variables además de las
citadas. De forma específica, se trata de examinar los niveles de ansiedad ante
los exámenes y los niveles de procrastinación
académica en población universitaria, examinar la relación de cada una de esas
variables con el rendimiento académico y la relación de ambas variables entre
sí. Así, se establecen como hipótesis de trabajo que tanto la ansiedad
académica como la procrastinación son fenómenos
existentes en la población universitaria; ambos fenómenos tendrán una relación
positiva entre ellos y se relacionarán de forma negativa con el rendimiento
académico.
Método
Participantes
Los integrantes del estudio se seleccionaron mediante un
muestreo no probabilístico por conveniencia. Es decir, el único criterio de
selección fue ser estudiante universitario, por lo que se eligió una muestra de
fácil acceso formada por los alumnos de aquellos docentes universitarios que
permitieron la administración de las pruebas en su horario de clase. Por tanto,
las respuestas de los participantes fueron registradas en un contexto
académico, con el fin de conseguir de forma eficaz información sobre un número
considerable de estudiantes universitarios. Finalmente, se alcanzó un total de
201 participantes, de los cuales 164 eran mujeres y 37 eran hombres. Esta
diferencia entre los tamaños de ambos grupos se debe fundamentalmente a los
centros y titulaciones que participaron en este estudio (grados en Educación
infantil y Psicología) con una fuerte presencia de mujeres sobre hombres.
Instrumentos
Los datos de la investigación se registraron de dos modos
diferentes. Por un lado, se emplearon dos tests
psicométricos. Por otro, se realizó un registro de las calificaciones obtenidas
por los participantes tras la realización de pruebas de evaluación académica.
Inventario Alemán de Ansiedad frente a los Exámenes Adaptado
(GTAI-A)
Se trata de una adaptación del German Test Anxiety
Inventory (TAI-G) (Hodapp, 1991) realizada por Heredia, Piemontesi,
Furlan y Volker (2008).
El test está compuesto por 28 ítems que conforman cuatro escalas: Preocupación,
Emocionalidad, Interferencia y Falta de Confianza. En primer lugar, la
preocupación hace referencia a los pensamientos sobre las repercusiones
negativas del fracaso. En segundo lugar, la emocionalidad alude a la percepción
subjetiva de respuestas fisiológicas y de las emociones provocadas por esas
respuestas. Por su lado, la interferencia se refiere a los pensamientos
intrusivos o irrelevantes que impiden focalizar la atención en la tarea. Para
terminar, la falta de confianza tiene un sentido inverso a lo que su
denominación indica: hace referencia a la seguridad en la capacidad de uno
mismo para realizar la tarea (Montaña,
2011). La escala total y las cuatro subescalas revelaron
índices de confiabilidad apropiados, con coeficientes alfa de Cronbach entre .74 y .90 (Piemontesi, Heredia y Furlan, 2012).
Los reactivos son ítems de tipo Likert, con cuatro alternativas de respuesta (nunca, casi nunca, casi
siempre y siempre).
Escala de Procrastinación Académica
(EPA; Busko, 1998)
La versión original del instrumento fue adaptada al español por Álvarez-Blas (2010) y revisada más tarde
en el estudio de Domínguez, Villegas y
Centeno (2014). A partir de dicho estudio, se obtuvo un instrumento final
de 12 ítems. El instrumento presenta una estructura bifactorial,
y revela un índice de confiabilidad apropiado (alfa de Cronbach
de .816 para la escala total; .821 para el factor autorregulación académica y
.752 para el factor postergación de actividades). Los reactivos de la versión
final de la escala son de tipo Likert, con cinco alternativas de respuesta (nunca, casi nunca, a
veces, casi siempre y siempre) y presentan una estructura bifactorial.
La confiabilidad se estimó mediante el alfa de Cronbach
y se obtuvo .816 para la escala total, .821 para el factor autorregulación
académica y .752 para el factor postergación de actividades.
Registro de las calificaciones
Se llevó a cabo mediante una hoja de anotación a completar por
los participantes, en la que cada individuo indicó el número de asignaturas en
las que se había matriculado en un primer semestre de un curso académico, el
número de asignaturas a cuya evaluación se había presentado en la primera
convocatoria de exámenes y el número de asignaturas aprobadas en dicha
convocatoria. Además, cada sujeto informó la nota obtenida en cada una de las
asignaturas de las que se examinó en la convocatoria en cuestión (en una escala
de 0 a 10), incluidas las asignaturas suspensas, de forma que se pudo obtener
un promedio académico autodeclarado por parte de los
participantes.
Diseño
El presente estudio, de tipo ex post facto retrospectivo de
grupo simple, es una investigación correlacional que no cuenta con manipulación
experimental de variables ni aleatorización de la muestra. Por lo tanto, no
busca establecer relaciones causales inequívocas, sino constatar la dirección y
la fuerza de distintas asociaciones entre variables.
Procedimiento
Los datos de los participantes se registraron mediante los
instrumentos mencionados con anterioridad. Las dos pruebas estandarizadas se
administraron durante las dos semanas previas al inicio de un período de
exámenes en un curso académico, para registrar así los niveles de procrastinación y de ansiedad ante los exámenes existentes
en los participantes justo antes de comenzar un período de esfuerzo y trabajo
intenso. Posteriormente, una vez concluido el período de exámenes, se llevó a
cabo la segunda recogida de datos, en este caso relativos a las calificaciones
obtenidas. De este modo, se pudo obtener una calificación media en dicha
convocatoria por cada miembro de la muestra. La calificación media se tomó como
indicador del rendimiento académico.
Resultados
En la Tabla 1 se pueden observar algunos
datos descriptivos relativos a las variables centrales de la investigación.
Para una mejor comprensión de los datos indicados en la tabla se debe aclarar
que la puntuación máxima es de 84 puntos en el cuestionario de ansiedad ante los
exámenes y de 60 puntos en el cuestionario de procrastinación
académica. Además, la calificación media puede encontrarse en un máximo de 10
puntos.
Tabla 1
Estadísticos descriptivos.
N |
Mín. |
Máx. |
DT |
M |
|
Calificación media |
201 |
3 |
9 |
1.29 |
6.28 |
Ansiedad ante los exámenes |
201 |
22 |
73 |
10.79 |
48.52 |
Procrastinación académica |
201 |
14 |
53 |
7.07 |
30.30 |
N válido (según lista) |
201 |
En referencia a la ansiedad ante los exámenes, se establecieron
tres niveles de ansiedad partiendo de los percentiles 25 y 75. Es decir, en el
nivel bajo de ansiedad se englobaron los individuos situados por debajo del
percentil 25, en el nivel medio aquellos situados entre el percentil 25 y el
75, y en el nivel alto los situados por encima del percentil 75. En función de
ese criterio para establecer los niveles de ansiedad, el 45.3 % de los
participantes reflejó ansiedad media, y constituyó el grupo más numeroso.
Adicionalmente, un 28.9 % de participantes reflejó un nivel alto de ansiedad,
mientras que un 25.9 % mostró un nivel bajo.
En cuanto a las relaciones entre las tres variables principales,
la Tabla 2 refleja las correlaciones encontradas, entre las
que se incluyen las cuatro dimensiones de ansiedad ante los exámenes.
Tabla 2
Correlaciones entre procrastinación académica, calificación media y ansiedad
ante los exámenes.
* p ≤ .05** p ≤ .01PROC: ProcrastinaciónCALIF: Calificación mediaANS: Ansiedad global.PRE: PreocupaciónINTERF: InterferenciaEMOC: EmocionalidadF. CONF: Falta de confianza.
Como se puede observar, existe una relación significativa y
negativa entre la ansiedad ante los exámenes y la calificación media. Es decir,
mayores niveles de ansiedad ante los exámenes aparecen conectados con
resultados académicos que revelan una menor calificación media. Por su lado,
las relaciones entre la procrastinación académica y
la ansiedad ante los exámenes (teniendo en cuenta la escala global), y entre la
procrastinación académica y la calificación media no
son significativas.
No obstante, algunas dimensiones concretas de ansiedad sí
muestran una relación significativa con la procrastinación.
Por un lado, se observa una relación positiva entre la procrastinación
y el factor interferencia. Es decir, a más pensamientos intrusivos o
irrelevantes que desvían la atención de la tarea, mayor procrastinación.
Además, se refleja una relación negativa entre la procrastinación
y el factor falta de confianza. Es decir, teniendo en cuenta el sentido inverso
de dicho factor, a menor seguridad en la capacidad de uno mismo para realizar
la tarea, mayor procrastinación.
Adicionalmente, se ha encontrado relación significativa y
negativa entre la calificación media y dos factores concretos de ansiedad ante
la evaluación: emocionalidad e interferencia. En primer lugar, a mayor
percepción subjetiva de activación fisiológica (emocionalidad), menor
rendimiento académico. En segundo lugar, a más pensamientos intrusivos o
irrelevantes que desvían la atención de la tarea (interferencia), menor
rendimiento académico.
En relación con los análisis de comparación de medias, se
obtuvieron los siguientes resultados. En primer lugar, comparando el promedio
en la calificación media entre los tres grupos de ansiedad ante los exámenes,
el grupo de ansiedad baja es el que obtiene un promedio superior (M = 6.74; DT = 1.44),
seguido del grupo de ansiedad media (M = 6.37; DT = 1.07). El grupo de ansiedad
alta es el que obtiene una calificación media inferior (M = 5.74; DT = 1.27).
Dichas diferencias en la calificación media entre los tres niveles de ansiedad
ante los exámenes son significativas (χ2(2,201) = 16.929;
p = .001)
y pueden observarse en la Figura 1.
Figura 1
Promedio en
calificación media por cada nivel de ansiedad.
Además, comparando los grupos de dos en dos, la diferencia entre
el grupo de ansiedad baja y el de ansiedad media no es estadísticamente
significativa (U = 1958.00; p = .087). Sin embargo, entre el grupo de ansiedad baja y
el de ansiedad alta sí lo es (U = 895.50; p = .001. y entre el grupo de ansiedad media y
el de ansiedad alta también (U = 1819.00; p = .001).
Por último, comparando el promedio en la variable procrastinación académica entre los tres grupos de ansiedad
ante los exámenes, el grupo de ansiedad baja es el que obtiene un promedio
superior (M = 30.75;
DT = 8.00) seguido del grupo de ansiedad alta (M = 30.64; DT = 7.15). El
grupo de ansiedad media es el que obtiene la media más baja en procrastinación académica (M = 29.84; DT = 6.48). Sin embargo, estas
diferencias no son estadísticamente significativas (χ2(2,201) =
.441; p = .802).
Discusión
En primer lugar, los datos apoyan la hipótesis de que la
ansiedad es un fenómeno presente en población estudiantil, ya que el 25.9 % de
los participantes refleja un nivel bajo de ansiedad, el 45.3 % refleja un nivel
medio y el 28.9 % un nivel alto. Los resultados son congruentes con la
literatura existente, ya que la ansiedad ante la evaluación se concibe como un
fenómeno frecuente en estudiantes (Furlan et al., 2011; Domínguez et al., 2016).
En segundo lugar, los resultados indican que la procrastinación es un fenómeno presente en población
estudiantil, ya que la puntuación media obtenida por los participantes en la
Escala de Procrastinación Académica (EPA) es de 30.3
puntos, y la puntuación mínima es de 14 puntos. Los resultados coinciden de
nuevo con la literatura, ya que la procrastinación se
entiende como un fenómeno prevalente, especialmente si se trata de procrastinación académica en población estudiantil (González-Brignardello
y Sánchez-Elvira-Paniagua, 2013; Balkis y Duru, 2009).
Por otra parte, la correlación encontrada entre la ansiedad ante
las pruebas de evaluación y la calificación media muestra que la ansiedad ante
los exámenes se asocia de forma negativa con el rendimiento académico (r =
-.257; p ≤ .01). Estos datos coinciden parcialmente con el conocimiento
existente, ya que existen investigaciones empíricas que revelan una asociación
negativa entre ambas variables (Dordi Nejad et al., 2011; Rana y Mahmood,
2010; Piemontesi
y Heredia, 2011). Sin embargo, algunos estudios han encontrado una relación
débil o nula en este sentido (Farooqui et al., 2012; Álvarez et al., 2012). En relación con
esto último, esta investigación refleja que la ansiedad ante los exámenes se
asocia en mayor medida con los resultados académicos si se da en su
manifestación cognitiva y/o fisiológica, ya que se han encontrado correlaciones
negativas entre la calificación media y los factores interferencia (r = -.298;
p ≤ .01) y emocionalidad (r = -.277; p ≤ .01), aunque la fuerza de la relación
se presenta de forma débil al no alcanzar un mínimo de .30 (Aron y Aron, 2002).
Se rechaza la existencia de una relación negativa entre la procrastinación académica y el rendimiento académico, ya
que no se ha encontrado correlación entre ambos constructos. En este sentido,
los resultados no coinciden con la literatura, en la que existen
investigaciones que han encontrado correlación entre ambas variables, aunque
difieran en la dirección y la fuerza de correlación encontradas. Es decir,
algunos estudios han encontrado que la procrastinación
se asocia de forma negativa con los resultados académicos (Furlan et al., 2012) y otras
investigaciones revelan que la procrastinación
académica puede llevar a resultados académicos positivos (Sánchez Hernández, 2010).
Por el contrario, dos factores de ansiedad sí correlacionan de
forma significativa con la procrastinación. Se trata
de la interferencia (r = .335; p ≤ .01) y la falta de confianza (r = -.169; p ≤
.05). Estos datos confirman parcialmente la hipótesis de que la procrastinación académica se relaciona positivamente con la
ansiedad ante los exámenes. Es decir, los resultados obtenidos indican que no
hay relación entre la procrastinación académica y la
ansiedad ante la evaluación de forma global, pero sí existe asociación entre la
procrastinación y dos de las dimensiones de ansiedad.
En cuanto al factor interferencia, la correlación es positiva, por tanto, a
mayor número de pensamientos intrusivos que interfieren en la atención hacia la
tarea, mayor es el nivel de procrastinación. Esto es
coherente con la propuesta cognitivo-conductual, que destaca los pensamientos
irracionales sobre las implicaciones de la tarea como factores determinantes de
la procrastinación (Álvarez-Blas, 2010). Por el contrario, la
correlación con el factor falta de confianza es negativa. Teniendo en cuenta el
sentido inverso de su denominación, a menor seguridad en la capacidad propia
para afrontar la actividad, mayor nivel de procrastinación.
Esta última consideración coincide con la literatura, pues diversos estudios
indican que las personas procrastinadoras tienen una
baja autoeficacia, es decir, una baja confianza en su capacidad de realizar las
tareas con éxito (Wolters,
2003; Contreras et al., 2005;
Quant y Sánchez,
2012). Además, la asociación de la procrastinación
con las dimensiones de ansiedad interferencia y falta de confianza también se
encontró en el trabajo de Furlan et al. (2012).
De esta forma, según los resultados de la investigación, se
infiere que la procrastinación académica no afecta
directamente el rendimiento académico, ya que no se ha encontrado correlación,
pero sí afecta de forma indirecta, incidiendo en las manifestaciones cognitivas
de la ansiedad (interferencia y falta de confianza), que sí tienen una
repercusión directa y negativa sobre el rendimiento académico.
Para terminar, los resultados del análisis de comparación de
medias entre los grupos de ansiedad avalan de nuevo la hipótesis de que la
ansiedad ante los exámenes se asocia de forma negativa con el rendimiento
académico, ya que existen diferencias significativas entre los grupos de
ansiedad respecto a la calificación media (χ2(2,201) =
16.929; p = .001). Además, dichas diferencias aparecen solo cuando el grado de
ansiedad es alto. Es decir, la repercusión negativa en el rendimiento académico
solo se produce si el nivel de ansiedad se convierte en elevado. Estos datos
coinciden con la literatura existente, que indica que las personas con altos
niveles de ansiedad ante la evaluación tienen repercusiones negativas en su
rendimiento académico, mientras que las personas con niveles medios de ansiedad
usan esa experiencia emocional para prepararse ante las posibles dificultades
de la situación de evaluación (Furlan et al., 2014).
En definitiva, los resultados de la presente investigación han
puesto de manifiesto la importancia de proponer intervenciones en aquellos
factores que repercuten de forma negativa en los resultados académicos.
Concretamente, la intervención en la ansiedad ante la evaluación es un aspecto
central, ya que tiene un efecto directo sobre el rendimiento académico. De la
misma forma, las conductas procrastinadoras son
elementos susceptibles de intervención, pues interfieren de forma indirecta en
los resultados académicos, asociándose con las manifestaciones cognitivas de la
ansiedad ante los exámenes.
El peso relativo de los componentes cognitivos, conductuales,
motivacionales y emocionales en la eficacia de las intervenciones sobre la procrastinación y la ansiedad ante los exámenes está aún
por determinarse. Sin embargo, los programas que combinan componentes tanto
cognitivos como conductuales se muestran más eficaces que otras intervenciones
menos complejas (Zeidner, 1998, citado por Furlan, 2013).
Además, el efecto positivo de este tipo de intervenciones suele extenderse a
otros ámbitos asociados, influyendo positivamente sobre el estado de ánimo
general, la percepción de uno mismo y las relaciones interpersonales.
Asimismo, el bajo rendimiento académico es un fenómeno que
resulta de múltiples factores, además de la ansiedad ante la evaluación y la procrastinación (Chilca,
2017). Por ello, el presente estudio lanza una propuesta para futuras
investigaciones, con el fin de ofrecer intervenciones individualizadas y
eficaces. Se propone indagar en las variables específicas que determinan el
bajo rendimiento en alumnos que procrastinan y experimentan ansiedad ante la
evaluación, en alumnos que solo muestran una de esas condiciones y en alumnos
que no muestran ninguna de ellas, pero aun así obtienen resultados académicos
negativos.
De esta forma, se hipotetiza la
existencia de ocho categorías de estudiantes, en función de las distintas
combinaciones entre los niveles de procrastinación,
ansiedad ante los exámenes y rendimiento académico (ver Figura 2).
La verificación del modelo debería realizarse a través de un análisis de clusters
o clases latentes; sin embargo los datos disponibles en este estudio no
permiten realizar dicha comprobación.
·
Estudiante deficiente: sería el caso del alumno que muestra
altos niveles de procrastinación y de ansiedad ante
la evaluación, y que obtiene un bajo rendimiento.
Estudiante paradójico: el alumno, a pesar de experimentar
ansiedad ante los exámenes y procrastinar, mantiene un nivel adecuado de
rendimiento.
Estudiante deficiente: sería el caso del alumno que muestra
altos niveles de procrastinación y de ansiedad ante
la evaluación, y que obtiene un bajo rendimiento.
Estudiante paradójico: el alumno, a pesar de experimentar
ansiedad ante los exámenes y procrastinar, mantiene un nivel adecuado de
rendimiento.
Estudiante ansioso ante la evaluación: el alumno no procrastina
pero experimenta una alta ansiedad ante la evaluación, y obtiene un bajo
rendimiento.
Estudiante ansioso controlado: el alumno no procrastina, pero
muestra elevada ansiedad ante la evaluación. Sin embargo, esa ansiedad no
perjudica su rendimiento.
Estudiante con otras dificultades: el alumno, a pesar de no
procrastinar ni experimentar ansiedad, obtiene un bajo rendimiento académico
debido a otro tipo de variables.
Estudiante ideal: el alumno no procrastina ni experimenta
ansiedad, y obtiene buenos resultados académicos.
Procrastinador tradicional: es un alumno
que no muestra ansiedad ante la evaluación, pero sí procrastina y obtiene un
bajo rendimiento.
Procrastinador controlado: es el que no
muestra ansiedad ante la evaluación, pero sí procrastina, y aun así obtiene un
buen rendimiento.
Figura 2.
Tipologías de
estudiantes según niveles de ansiedad ante los exámenes, procrastinación
y rendimiento académico.
Elaboración
propia.
La intervención que se dirija al alumnado debe ser distinta en
función de cada perfil de estudiante. De esta forma, si un alumno con bajo
rendimiento refleja altos niveles de procrastinación
y de ansiedad ante la evaluación, la intervención debería centrarse tanto en la
reducción de las conductas de procrastinación como en
la gestión de la ansiedad. Sin embargo, si un estudiante muestra un bajo
rendimiento sin revelar altos niveles de procrastinación
ni de ansiedad, los factores sobre los que se debería intervenir son distintos.
En este caso, se podrían evaluar las técnicas de estudio susceptibles de
mejora, los procesos cognitivos de atención, la memoria, la concentración,
etcétera, que pudieran ser deficientes, así como las situaciones personales que
pudieran estar afectando al rendimiento. Por otro lado, si un estudiante con
bajo rendimiento no muestra conductas de procrastinación,
pero sí un alto grado de ansiedad ante los exámenes, la intervención debería
centrarse de forma específica en el control de la ansiedad en situaciones de
evaluación. Igualmente, si un alumno no muestra ansiedad ante la evaluación
pero sí realiza conductas de procrastinación que
interfieren en su rendimiento, la intervención debería dirigirse de forma
específica al aprendizaje de estrategias de planificación, gestión del tiempo y
monitorización del estudio.
En relación con el bajo rendimiento académico en la universidad,
según el estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE),
el 33.3 % de los estudiantes que empiezan un grado universitario no lo termina,
ya sea por abandonar la universidad, en el 21.4 % de los casos, o por cambiar
de titulación, en el 11.9 %. Es decir, partiendo de la información sobre 62
universidades españolas, 48 públicas y 14 privadas, un tercio de los
estudiantes abandona el grado universitario que inició, ya sea por dejar
definitivamente los estudios en la universidad o por iniciar otro grado (IVIE, 2019).
Sin embargo, los factores que pueden incidir en el abandono de
los estudios universitarios no solo se encuentran en el propio sistema
educativo. Es decir, existen múltiples variables individuales que pueden
perjudicar el rendimiento de un estudiante, aumentando así la probabilidad de
que abandone sus estudios. En este sentido, los servicios de atención
psicológica y psicopedagógica que ofrecen distintas universidades intervienen
en diversos factores que merman el rendimiento académico. Este tipo de
servicios trabaja con el alumnado en habilidades como el autocontrol y la
relajación, la autoestima, la organización y la gestión del tiempo, etcétera.
La adquisición de dichas competencias tiene un efecto preventivo frente a las
dificultades académicas. Además, los servicios de atención psicológica y
psicopedagógica tienen una función de prevención terciaria ante dichas
dificultades, ya que ofrecen asesoramiento psicológico y psicopedagógico
individual a aquellos alumnos con problemas en el ámbito personal y/o académico
(Saúl, López-González y Bermejo, 2009).
Según el trabajo de Hernández y Carranza
(2017), el bienestar psicológico es fundamental para lograr un adecuado
rendimiento académico, laboral y social. Concretamente, el estudio indica que
la felicidad y el optimismo se relacionan de forma positiva con la
autorrealización, facilitando así el manejo del estrés y la resolución de
problemas. Es decir, si la persona se siente autorrealizada
al llevar a cabo sus tareas y responsabilidades, será más fácil que alcance los
resultados deseados. Por tanto, el hecho de que los servicios psicológicos
universitarios apoyen a los estudiantes en el manejo de ciertas situaciones
vitales fomenta un aumento de su bienestar psicológico, mejorando tanto su
capacidad de afrontamiento y resolución de problemas como su rendimiento
académico.
Para finalizar, se deben resaltar las limitaciones del presente
estudio. En primer lugar, se destaca el pequeño tamaño de la muestra (N = 201).
Asimismo, no se ha considerado la influencia de otras variables de interés como
el género, la edad, el curso, el nivel educativo (educación secundaria,
bachillerato, educación superior y/o universitaria, entre otros) o el área de
conocimiento (ciencias de la salud, ciencias sociales, etcétera), entre otras.
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