Artículos
Políticas públicas
para la reducción de accidentes de tránsito por el consumo de alcohol en la
Argentina
Public policies for the reduction
of traffic accidents due to alcohol consumption in
Argentina
Milagros Celleri mcelleri@psi.uba.ar
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Maximiliano Brunelli brunelli.maxi@gmail.com
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Marianela Cesan mcesan@hotmail.com
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Martín de Lellis martindelellis80@gmail.com
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Políticas públicas para la reducción de accidentes de tránsito
por el consumo de alcohol en la Argentina
Interdisciplinaria, vol. 38, núm. 3, pp. 275-286, 2021
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
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Internacional.
Recepción:
04 Abril 2020
Aprobación:
29 Junio 2021
Resumen:
En Argentina, cada año mueren alrededor de 5 000 personas en
siniestros viales y conducir bajo los efectos del alcohol es uno de los
principales factores de riesgo. El objetivo de la presente revisión fue
analizar qué medidas han sido efectivas en reducir la siniestralidad vial
relacionada al consumo de alcohol en el mundo y cuáles de las políticas
relevadas se implementan y con qué resultados en nuestro país. Se realizó la
búsqueda en Psycinfo, Dialnet,
Lilacs, Scielo y Pubmed. Se
constató que en nuestro país se aplican algunas políticas públicas que han
demostrado ser eficaces, aunque no se conocen los resultados de su
implementación en nuestra población. Se identificaron también acciones
realizadas que no cuentan, al menos por el momento, con evidencia suficiente
que justifique su implementación. A partir de los resultados hallados se
sugiere desarrollar investigaciones que generen evidencias consistentes ante
este grave problema de salud.
Palabras clave: alcohol, accidentes, políticas públicas, alcoholemia, Argentina.
Abstract: In
Argentina 5 000 people die every
year in traffic accidents, and driving under the influence
of alcohol is one of the main risk
factors. The accidents
produce social, psychological and physical
sequels and they are the main cause of Post Traumatic Stress Disorder. Driving under the
influence of alcohol is one of the main
risk factors involved in traffic accidents. This is the main
cause of death in young people (15-34 years old) who are exposed
to episodic excessive
alcohol consumption (ingestion
of a great amount of
alcohol in a short period of time), a frequent activity among adolescents during the weekends.
The main goal of this revision is
to know which public policies have been effective
to reduce the alcohol related
traffic accidents around the world,
and also to know the current legislation
in our country and which one of those policies
has been implemented and what are the results
of those policies.
The search was conducted in: Psycinfo, Dialnet, Lilacs, Scielo and Pubmed. The words used were “Alcohol”, “Tránsito”, “Accidents”, and “Alcoholemia'' in Spanish, and in English: “Alcohol”, “Traffic”, “Crashes”, and “Breathalyzer”. The studies included were results studies of the implementation of accident reduce policies (when they were measured), and reviews that were published in the last five years. However, relevant studies published in English or Spanish before 2015 were included.
Out of 448 studies, 12 were included. The countries studied were Brazil, Mexico,
Spain, United States of America, Norway, Botswana and Australia. It was found
that in our country the application of some public policies
had been effective against alcohol related traffic accidents, such as random breath tests,
although there is no information about the results
of the implementations of these policies. There were found
actions that do not show enough evidence that justify
their implementation, actions such as “Designated driver”.
The relationship between
traffic accidents and
alcohol consumption is overwhelming. Different countries have proposed policies to reduce
alcohol related traffic accidents. One of the most successful
policies found was the limitations
of blood alcohol content
and the use of breathalyzers.
With the exception of Norway, a country in
which there were not good
results. In Argentina the
use of breathalyzers is implemented, but there are no studies about its efficacy,
and the limitation of blood alcohol content is the same
as in other countries (0.05
g/dl). Other policies that seem to be effective are the time restrictions for selling alcohol, where in most cases it is
prohibited to sell alcohol between 9 p.m. and 10 a.m. In Argentina there
is a regulation that specifies the time frame within alcohol can be sold but, again, there
are no studies about its efficacy. Other
policies such as awareness campaigns in night clubs and the “designated driver” or “designated driving” have not been
supported by the evidence on
results studies (for example, in Spain). These policies
have been implemented in Argentina, again without result studies. Our review
concludes in the importance of the evaluation, study and measure of the impact of the specific
policies in this relevant problem. This would provide
evidence that would allow the
development of policies and
well designed and evidence-based interventions.
More specifically, it is recommended to consider proposals such as re evaluation of the minimum age
allowed for alcohol consumption; more severe penalties and the removal of vehicles in cases of
test positive on a breathalyzer;
decrease in the limit of alcohol level permitted while driving for new and young drivers and increase taxes on alcoholic
beverages.
The results of this
study suggest that it is
necessary to develop research programs that generate consistent
evidence towards this major health
problem.
Keywords: alcohol, accidents, public policies, breathalyzer, Argentina.
Introducción
Los accidentes de tránsito constituyen un problema de salud
pública a nivel global que causa la muerte de alrededor de 1.3 millones de personas
por año alrededor del mundo. En los países de ingresos medio-bajos, la mitad de
las muertes en accidentes involucran a peatones y conductores de vehículos de
dos o tres ruedas, quienes resultan más vulnerables a las colisiones (Organización Mundial de la Salud –OMS-, 2020).
La conducción de vehículos bajo los efectos del alcohol aumenta
las posibilidades de producir un accidente. Cuando se conduce con una
concentración en sangre de alcohol de 0.05 g/dl el aumento de las posibilidades
de sufrir un accidente aumenta de forma significativa. La recomendación de la OMS (2019) sobre el alcohol en sangre al
momento de conducir en la población en general es menor o igual a 0.05 g/dl, y
un 0.02 g/dl para conductores jóvenes y noveles. Solo 34 países cuentan con
leyes que regulan la conducción bajo los efectos del alcohol, valiéndose de las
prácticas que demostraron el mayor grado de eficacia en su implementación para dicha
tarea.
En América, la tasa de mortalidad en accidentes de tránsito
asciende a 16.1 muertos por cada 100 000 habitantes y, por lo tanto, se
constatan fuertes contrastes entre los países relevados. En Argentina y Chile
los decesos son de alrededor de 12.6 cada 100 000 habitantes, con patrones
similares en países del Cono Sur, mientras que en Venezuela, por ejemplo,
asciende a 37.2 cada 100 000 habitantes, según datos de la OMS (2013).
En Argentina, cada año mueren alrededor de 5 000 personas en
accidentes de tránsito. Esto configura la principal causa de muerte entre
jóvenes de 15 a 34 años de edad (Observatorio
Nacional Vial, 2018). En el año 2015, el 5 % de las muertes en accidentes
de tránsito estuvo relacionada con consumo de sustancias psicoactivas, según
datos de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y
Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR,
2017). Del total de accidentes seguidos de muerte producidos por consumo de
sustancias en el 2011, el 91.6 % estuvo asociado al consumo de alcohol (Observatorio Argentino de Drogas, 2011).
Por otro lado, se conocen también valores alarmantes obtenidos a
través de encuestas en Argentina. En el año 2016, el 27 % de jóvenes
conductores, pertenecientes al rango etario de 16 a 35 años, declaró haber
conducido bajo los efectos del alcohol durante el último año, mientras que en
el año 2018 dicha cifra aumentó a un 29 % en los conductores de la misma franja
etaria (Observatorio Nacional Vial, 2018).
Conducir bajo los efectos del alcohol es uno de los principales
factores de riesgo en la siniestralidad vial y es mayor en conductores jóvenes,
en comparación con conductores de mayor edad y experiencia. Esto podría estar
relacionado con que el consumo de alcohol, según evidencias, reduce el
autocontrol y aumenta las conductas de riesgo (Cassola et al., 2005; Golpe et al., 2017; Torrecillas et al., 2003). A su vez, los
jóvenes se encuentran más expuestos al consumo episódico de alcohol que otros
segmentos etarios, el cual es definido como la ingesta de gran cantidad de
alcohol en un corto periodo de tiempo y corresponde a una práctica que se da
con frecuencia entre adolescentes durante los fines de semana (Observatorio Nacional Vial, 2018).
Los siniestros viales generan secuelas a nivel físico,
psicológico e incluso la muerte de las personas involucradas. La tasa de
mortalidad vial es tres veces mayor en los hombres que en las mujeres y es
posible afirmar que, en Argentina, la población masculina enfrenta mayores
riesgos de morir en siniestros viales (Escanés, 2015). La siniestralidad
vial constituye una de las principales causas de estrés postraumático en la
población civil (Lin et
al., 2018; Yohannes
et al., 2018) y si el siniestro vial ha provocado lesiones físicas en las
personas involucradas, las posibilidades de desarrollo del trastorno se
incrementan (Carvajal, 2006).
En lo correspondiente a normativas vigentes y/o avances en
políticas públicas adoptadas sobre el consumo de alcohol en Argentina cabe
consignar que durante el año 1997 se sancionó la Ley 24 788 o Ley Nacional de
Lucha contra el Alcoholismo, con el fin de evitar el consumo de alcohol,
especialmente enfocado en lo que respecta a los menores de edad. Dicha ley
estipula, entre otras medidas, la prohibición de la venta de bebidas
alcohólicas a menores de edad, cualquiera fuera su graduación; la proscripción
del consumo de alcohol en la vía pública y/o en actividades de índole educativas,
deportivas, culturales o artísticas; la regulación de la publicidad referida al
alcohol tanto en televisión, radio, cine, medios gráficos; así como también la
obligatoriedad para que los establecimientos médico-asistenciales públicos,
privados y de la seguridad social reconozcan la patología del consumo de
alcohol (Ley N.° 24 788, 1997).
En lo referido específicamente al consumo de alcohol y la
conducción de vehículos, dicha ley establece en su artículo 17.º la prohibición
de conducir cualquier clase de vehículo con un nivel superior a 0.05 g/dl de
alcohol en sangre y en el caso de motocicletas o ciclomotores, el límite se
fija en 0.02 g/dl de alcohol en sangre tanto para conductores como
acompañantes. Los únicos casos en los que se aplica la prohibición total de
consumo de alcohol refieren a la conducción de vehículos de transporte de
pasajeros y de carga (Ley N.° 24 788, 1997).
Durante el año 2010, se aprobó la Resolución 2001/2010 que
complementa a la ley 24 788. Dicha Resolución instruye al Ministerio de Salud a
establecer los métodos adecuados para medir la cantidad de alcohol en sangre a
fin de que la Agencia Nacional de Seguridad Vial realice los controles
pertinentes. El método elegido es el de la detección de alcohol en aliento (BrAC) a través de alcoholímetros o etilómetros
(Resolución N.° 2001, 2010).
En julio del año 2010, a través de la resolución 1170/2010, se da comienzo al
Programa Nacional de Prevención y Lucha contra el Consumo Excesivo de Alcohol
(previa reglamentación en el año 2009). Dicho programa, ideado por la ley 24
788, se creó con el fin de promover conductas saludables a través de acciones
de prevención y promoción de la salud con el objetivo de prevenir el uso nocivo
de bebidas alcohólicas a nivel nacional.
Políticas públicas basadas en la evidencia
Tomando en consideración a autores como Pawson (2006) y
Banks (2009), las políticas públicas
basadas en la evidencia refieren a las decisiones que se toman a partir de
información científica generada de manera rigurosa y objetiva. Actualmente, la
mayor producción y disponibilidad de investigaciones evaluativas, y la abogacía
desarrollada por diversas agencias científicas en todo el mundo, ha creado una
percepción más clara en torno a la importancia de que los decisores públicos
justifiquen cómo las medidas políticas adoptadas, o por adoptarse, cumplen con
su objetivo y/o generan el efecto esperado. El objetivo que persigue este
enfoque es lograr una mayor eficacia en las intervenciones que se financian con
recursos públicos, bajo el supuesto de que las políticas públicas pueden
hallarse mejor orientadas si se basan en evidencias objetivas respecto de qué
tipo de acciones han resultado más efectivas para resolver cuestiones sociales
que afectan significativamente a la población.
Conforme aumenta la producción de información científica sobre
cuáles han sido las intervenciones que han resultado efectivas, es posible
desarrollar nuevos programas y/o iniciativas capaces de ser replicadas en otros
contextos de intervención, y contribuyan así a brindar soluciones ante los
principales problemas que afectan a la sociedad.
Dentro del enfoque de Políticas públicas Basadas en la Evidencia
(PBE), la evidencia puede obtenerse con múltiples estrategias metodológicas,
aunque convencionalmente se emplean diseños experimentales o cuasiexperimentales con el objetivo de identificar
diferencias estadísticamente significativas entre el grupo que recibe la
intervención y otro grupo que, tomado como control, no recibe dicha
intervención.
Dichas evaluaciones deben ser concebidas como parte de una
estrategia integral para determinar el impacto sobre la salud de proyectos,
propuestas de políticas y estrategias que, aún cuando
no traten originalmente temas sanitarios, tengan un efecto sobre la salud y el
bienestar de las personas (OMS, 1999).
En el año 2010, la OMS destaca en su informe sobre la estrategia
mundial recomendada para reducir el consumo de alcohol, la acumulación, durante
los últimos años, de un corpus sustancial de conocimientos sobre la viabilidad,
la eficacia y el costo-eficacia de diferentes opciones de política e
intervenciones encaminadas a reducir el uso nocivo del alcohol.
Si bien la mayor parte de esos datos proceden de países de altos
ingresos, la OMS (2010) señala que el
número de estudios referentes a los países de ingresos bajos y medios se
encuentra en crecimiento, aunque el empleo de evidencias para la toma de
decisiones públicas se halla, aún, escasamente institucionalizada. Por ello,
incentivar el empleo y/o acceso a los datos producidos por investigaciones
científicas puede ampliar las capacidades institucionales de quienes se hallan
implicados en el diseño e implementación de las políticas públicas.
Antecedentes
En Estados Unidos, una revisión sistemática realizada en el año
2006, basada en catorce estudios acerca de la efectividad de reducir la
concentración de alcohol en sangre permitida para el manejo, demostró que la
reducción de un 0.02 g/dl (pasando de 0.10 g/dl a 0.08 g/dl) logró disminuir
entre un 5-10 % los choques, muertes o lesiones relacionadas con el consumo de
alcohol y el manejo de vehículos (Fell y Voas, 2006). Otra revisión
sistemática, realizada en el mismo país, aporta fuerte evidencia acerca de la
efectividad de disminuir a 0.08 g/dl la concentración permitida de alcohol en
sangre y agrega, como medida efectiva, el aumento del mínimo de la edad
permitida para consumir alcohol de 18 a 21 años, lo cual reduce la frecuencia
de accidentes de tránsito en un rango que oscila entre un 6 a un 33 % (Shults et al., 2001).
En la ocurrencia de los accidentes de tránsito, se registra la
influencia de distintos factores, siendo el factor humano uno de los más
importantes. En tal sentido, el alcohol resulta causal en distintos errores de
ejecución que acaban en accidentes y en accidentes fatales de tránsito (Montoro González, 1995).
De todas maneras, determinar los factores involucrados en las conductas
relacionadas con el beber y el manejo resulta una cuestión compleja y que, por
lo tanto, requiere distintos y variados abordajes metodológicos (Shults et al., 2001).
Se han propuesto y desarrollado, en este sentido, varias medidas
que podrían ser eficaces en la reducción de los accidentes de tránsito
producidos por consumo de alcohol, tales como campañas en medios masivos, campañas
de concientización y controles de alcoholemia aleatorios. Los programas de
“Conductor designado” fueron diseñados con el objetivo de que una persona que
se compromete a abstenerse de beber alcohol (o beber menos del límite permitido
de alcoholemia en sangre para el manejo) permita garantizar un transporte
seguro para un grupo, generando una alternativa al beber y conducir (Barr y MacKinnon, 1998;
Winsten, 1994).
En varias ciudades de Latinoamérica se ha implementado como política el
conductor designado; sin embargo, por el momento, no parece haber suficiente
evidencia respecto a la efectividad de estos programas en establecimientos
donde se consume alcohol (Málaga, 2010).
Otra medida que se ha estudiado son los controles de alcoholemia
aleatorios. Esta medida consiste en la detención aleatoria de conductores,
realizada por fuerzas de seguridad, con el objetivo de realizar controles de
alcohol en sangre y verificar que los conductores se encuentren por debajo del
mínimo permitido y, en el caso de que posean un nivel de alcohol en sangre
superior al reglamentario, se apliquen multas y/o sanciones (Morrison et al., 2019). Diversos estudios
han demostrado que tal medida ha evidenciado ser efectiva en la reducción de
muertos y heridos en accidentes de tránsito (Málaga, 2010; Shults et al., 2001;
Stuster y Blowers, 1995).
Por otra parte, las campañas en medios masivos de comunicación
han sido intervenciones estudiadas debido a su utilización como herramientas de
prevención y promoción en salud pública. El objetivo de dichas campañas ha sido
que los individuos eviten beber y conducir, y/o que persuadan a otros para que
no realicen dicha actividad (Yadav y Kobayashi, 2015). Elder et al. (2004) han realizado una
revisión acerca de la efectividad de las campañas en medios masivos de
comunicación para la reducción de los accidentes de tránsito relacionados con
el consumo de alcohol. Los autores del estudio concluyen que los beneficios de
su implementación superan a los costos y que, bajo ciertas condiciones
(rigurosamente planeadas, bien ejecutadas, en audiencias específicas y junto
con otras medidas), resulta ser una medida eficaz.
La OMS (2010) señalaba,
en un informe producido hace ya diez años, que se disponía de datos sólidos y
consistentes que respaldan la conclusión de que medidas tales como la fijación
de límites más bajos de las concentraciones de alcohol en sangre (0.02 g/dl a
0.05 g/dl) permitida en los conductores, resulta eficaz para reducir el número
de víctimas a causa de la conducción bajo los efectos del alcohol. Existían por
entonces pruebas de que ciertas sanciones, tales como la suspensión
administrativa del permiso de conducir, en caso de constatarse una
concentración de alcohol en sangre superior al límite establecido, y el uso de
dispositivos de bloqueo del arranque, en el caso de conductores ebrios
reincidentes, presentaban cierta eficacia para los conductores jóvenes o noveles.
La aplicación de pruebas de alcoholemia aleatorias o selectivas, seguidas de
sanciones eficaces, también resultaban una medida fundamental que debería ser
apoyada mediante campañas sostenidas de publicidad y concientización.
Por otro lado, en un informe realizado por la OMS en el año
2010, se han identificado un conjunto variado de medidas que, si bien gozan de
consenso en la comunidad científica internacional, requieren de una mayor
producción de evidencias. Entre tales medidas pueden citarse las siguientes: a)
límite máximo permitido de concentración de alcohol en sangre, que debe ser más
bajo para los conductores profesionales y los conductores no profesionales o
novatos; b) incremento de los puntos de control y la aplicación de las pruebas
de alcoholemia aleatorias; c) suspensión administrativa del permiso de
conducir; d) licencias de conducir graduada para conductores novatos con valor
cero para alcohol al volante; e) programas obligatorios de formación,
asesoramiento y, cuando proceda, de tratamiento de conductores; f) campañas de
concientización e información pública en apoyo de la política adoptada y con el
fin de potenciar el efecto disuasorio general; g) organización de campañas
orientadas a situaciones específicas como periodos de vacaciones o eventos
deportivos de gran trascendencia; h) campañas destinadas a públicos
específicos, como jóvenes o mujeres (OMS,
2010).
Metodología
Objetivo general
Analizar la eficacia de medidas utilizadas para reducir los
accidentes de tráfico relacionados con el consumo de alcohol en distintos
estados.
Objetivos específicos
a. Reconocer medidas que se han aplicado para la reducción de
accidentes de tránsito relacionados con el consumo de alcohol en los distintos
estados.
b. Sistematizar, en base a criterios de validez científica, los
principales resultados obtenidos en la evaluación de las medidas identificadas.
c. Formular propuestas para la replicación de estudios y/o la
formulación de políticas en el país con base en evidencia científica.
Con este fin, resultó pertinente realizar el presente trabajo a
través de una revisión sistemática de forma explícita y rigurosa estudios de resultadosque permitió identificar y sintetizar hallazgos
que contribuyan a la formulación de políticas públicas (Gough et al., 2017).
El relevamiento se realizó a través de los siguientes
buscadores: Psycinfo, Dialnet,
Lilacs Scielo, Pubmed. Las
palabras clave utilizadas como descriptores han sido “Alcohol”, “Tránsito”,
“Accidentes” y “Alcoholemia”; y sus equivalentes en inglés, “Alcohol”, “Traffic”, “Crashes” y “Breathalyzer”. La búsqueda se realizó durante el periodo de
diciembre del año 2019 a marzo del año 2020. La última búsqueda fue realizada
el día 1.º de marzo de 2020.
Criterios de inclusión
Se incluyeron, de manera general, aquellos estudios que
cumplieran los siguientes criterios:
●Estudios de resultados que realizaron una evaluación de la
implementación de políticas para la reducción de accidentes en general.
●Revisiones de estudios de resultados de la implementación de
políticas para reducir accidentes de tránsito relacionados específicamente con
el consumo de alcohol.
Criterios de elegibilidad
●Los estudios debían estar publicados en idioma español o inglés
●Encontrarse publicados dentro del periodo de 2010-2020.
●Los trabajos seleccionados debían estar publicados en revistas
científicas con revisión por pares y debían explicitar los siguientes aspectos:
a) Población cubierta; b) Período de la intervención; c) Diseño e instrumentos
de evaluación, d) Discusión de resultados.
Proceso de selección de estudios
Los estudios fueron seleccionados, revisados y discutidos por
dos de los autores del presente trabajo. En caso de que se presentara alguna
discrepancia con respecto a incorporar alguno de los estudios, se procedió a
discutir su inclusión o no con un tercer investigador y/o un experto convocado
especialmente a tal efecto.
Del total de estudios hallados (n = 448; Pubmed
367, Scielo 23, Lilacs 28, Dialnet
30) se han desestimado un total de 440 resultados por: (1) no constituir
estudios de evaluación de resultados o revisiones sistemáticas acerca de
accidentes de tránsito y consumo de alcohol; (2) no encontrarse publicados en
idioma inglés o español; (3) no encontrarse publicados dentro del periodo
establecido para la presente búsqueda.
Resultados
Se han seleccionado, del total de los artículos hallados (n =
448), ocho artículos. Los estudios que se describen e incluyen a continuación
proceden de países de Latinoamérica, Europa, Asia y Oceanía. Se resalta que no
se han hallado estudios de resultados de implementación de alguna de estas
políticas en Argentina.
Un estudio realizado en Brasil acerca de la implementación de la
Ley Seca (11 705, 2008), realizado a
través de un cuestionario y un test de alcoholemia -sin involucrar al control
policial- por un equipo de investigación durante los años 2007 y 2009, permitió
concluir que, luego de la implementación de la nueva legislación, la detección
de conductores con alcoholemia positiva había disminuido un 45 %. En el año
2007, durante dicho estudio, se detectaron 27 % de conductores con alcoholemia
positiva, mientras que en el año 2009, luego de la nueva legalización, la cifra
descendió a 11 % (Campos et al., 2013).
En Australia se examinaron los efectos de la implementación de
controles de alcoholemia aleatorios en los accidentes de tránsito fatales y la
disminución de la edad mínima permitida para beber en cuatro estados. Los
resultados obtenidos indican que los controles aleatorios de alcoholemia fueron
efectivos en reducir los accidentes fatales en los cuatro estados desde que fue
introducido, sobre todo en la población joven de 17 a 30 años. La disminución
de la edad mínima permitida para beber se asoció con un aumento de los
accidentes de tránsito fatales en jóvenes residentes de dos estados del país (Jiang et al., 2015).
En Noruega, durante el año 2001, se redujo el límite permitido
de alcohol en sangre para el manejo de 0.05 g/dl a 0.02 g/dl. En este país, los
accidentes de tránsito fatales estaban relacionados con altos niveles de
alcohol en sangre (0.10 g/dl a 0.02 g/dl), por lo que no se esperaba que la
medida generara un gran impacto en cuanto a la reducción de los accidentes.
Efectivamente, durante los seis años posteriores a la implementación de la ley
que reducía el nivel de alcohol permitido en sangre, no hubo una reducción, en
comparación con los seis años previos, en los accidentes de tránsitos relacionados
con el alcohol (Assum,
2010).
En México se analizó, durante el año 2010, la implementación de
la reducción del límite legal de alcoholemia permitida en sangre de 0.10 g/dl a
0.05 g/dl - 0.08 g/dl en dos municipios. Para evaluar el impacto, se realizó un
análisis de datos oficiales de morbilidad y mortalidad relacionados con
accidentes de tránsito, producto del consumo de alcohol. Como resultado de esta
medida, se observó una reducción estadísticamente significativa del 5.7 % en
muertes relacionadas con el consumo de alcohol a partir de la implementación de
dicha norma legal, aunque los resultados no fueron tan alentadores como en
otros países donde fue previamente implementada (Gómez-García et al., 2014). En el mismo
país, se llevó a cabo un estudio sobre una intervención basada en proporcionar,
a los conductores, información que les permita conocer su nivel de alcohol en
sangre (“Conoce tu límite”), y así reconocer su riesgo frente al manejo. La
intervención consistió en brindar información a los conductores acerca de los
peligros de manejar y beber, cartas con información para estimar, según género,
el nivel de alcohol en sangre al beber, e incentivos para moderar la cantidad
de alcohol consumida. Esta intervención se realizó en locales nocturnos en
México, con sujetos residentes en Estados Unidos que llegaban al país a pasar
la noche. Los autores concluyeron que dicha medida no resultó efectiva y que
requería más investigación al respecto (Johnson
y Clapp, 2011).
Por otra parte, en España, en el año 2011 se llevó a cabo una
investigación realizada en zonas recreativas nocturnas populares de tres
ciudades. El estudio consistía en administrar encuestas a jóvenes en contextos
de nocturnidad, así como también llevar a cabo una tarea de concientización con
respecto al uso de alcohol y el límite permitido para conducir y, en última
instancia, realizar un test de alcoholemia mostrando posteriormente su
resultado. Luego de realizar estas acciones y que los entrevistados conocieran
su nivel de alcohol en sangre, se les consultaba si pensaban modificar su
consumo de alcohol posterior en dicha noche, y si consideraban conducir luego.
Según los resultados que arrojó la investigación, el 15 % de los entrevistados
indicó que dejaría de beber, un 6.5 % declaró que bebería menos cantidad de
alcohol, mientras que el 21.5 % manifestó que consumirían aún más alcohol del
que tenían previsto. A su vez, las personas que tenían pensado conducir
presentaron un menor índice de alcohol en sangre debido a que tenían estipulado
beber en menor cantidad por dicho motivo (Calafat et al., 2013).
En 2014, en Australia, se realizó una evaluación de la política
del “conductor designado”, con encuestas pre y post implementación de la medida
en dos áreas geográficas distintas, y con un seguimiento de 16 semanas. Los
resultados indican que, luego de la intervención, una mayor proporción de
personas participaron como “conductor designado”, aunque los números no son
suficientes para evaluar el impacto de la medida en las conductas de manejo
bajo los efectos del alcohol. Los autores concluyen que no se ha encontrado
clara evidencia en la evaluación de este programa (Watson y Watson, 2014).
En Botswana, los accidentes de
tránsito se han triplicado de 1981 al 2001, llegando a la cifra de 32.4 muertes
en accidentes cada 100 000 habitantes. En 2014, Sebego
et al., analizaron la información relevada entre los años 2004 a 2011, obtenida
a partir de las bases de datos del Servicio de la policía de tráfico. En ese
análisis se observó que, a partir de la promulgación de la primera ley de 2009
que impone un impuesto inicial del 30 % en las bebidas alcohólicas (que luego
fue elevado a 40 %), y el aumento en las penas de las leyes que sancionaban a
los conductores que manejaban bajo los efectos del alcohol, al cabo de los
meses iniciales se produjo un descenso del 12 % en los accidentes de tránsito y,para junio del año 2010 había descendido otro 12 %. Luego
de estas políticas, los accidentes alcanzaron los niveles más bajos de los
periodos examinados (Sebego
et al., 2014).
En los estudios relevados predominan diseños de tipo transversal
longitudinal y, como un ejemplo de la variedad de métodos empleados, cabe
señalar lo siguiente: a) En algunos estudios se releva el porcentaje de positividad
de alcoholemia (cuando esta fue la medida implementada) al efectuar controles
regulares de tránsito, b) En trabajos que evaluaron medidas educativas
implementadas a través de talleres de concientización, se relevó, a través de
una encuesta, la disposición del individuo a manejar alcoholizado; c) En otros
estudios, se utilizó el relevamiento de fuentes secundarias, tales como
registros de morbilidad y mortalidad en accidentes de tránsito previo a la
implementación de la medida y la posterior a la puesta en práctica.
Discusión
El presente relevamiento de fuentes secundarias ha identificado
diversos estudios internacionales que, siguiendo los fundamentos de las
políticas públicas basadas en la evidencia científica, evalúan resultados de
medidas adoptadas para reducir los accidentes de tránsito relacionados con el
consumo de alcohol. Si bien la diversidad de métodos, criterios e indicadores
utilizados para medir la efectividad de las intervenciones fueron diversas y
parecen no permitir el establecimiento de un criterio unificado de comparación,
se podrían destacar los aspectos más salientes que a continuación se enumeran.
Medidas como la reducción del nivel de alcohol permitido en
sangre y los controles de alcoholemia, en países como Brasil, México y
Australia, permitió una disminución significativa en el número de conductores
con alcoholemia positiva así como la reducción de los accidentes seguidos de
muerte. En países como Noruega, parece no haber impactado positivamente en los
accidentes de tránsito. En Argentina, esta medida de prevención de accidentes
se lleva a la práctica con el establecimiento de un límite de alcohol en sangre
permitido que se encuentra alineado con los límites establecidos en otros
países (0.05 g/dl), lo cual ha dado buenos resultados, y con controles de alcoholemia,
aunque se desconocen resultados de estudios que evalúen la efectividad de esta
última medida.
Otras medidas relevadas, como las intervenciones de
concientización en boliches nocturnos o la utilización de un “conductor
designado”, no han demostrado ser eficaces en países como México y España, o
carecen de evidencia concreta, como en el caso de Australia. No obstante, son
medidas de prevención que han sido utilizadas en Argentina, aunque también sin
conocer con precisión su efectividad debido a la carencia de estudios de
resultados.
En lo que respecta a la aplicación de impuestos sobre las
bebidas alcohólicas y sanciones a los conductores que estaban alcoholizados, se
relevaron datos que podrían permitir afirmar que dichas medidas resultan
eficaces para disminuir los accidentes de tránsito provocados por el consumo de
alcohol. En el territorio argentino, no se han encontrado registros de su
aplicación, por lo que se podría considerar como una posible medida a adoptar
con su consecuente medición de eficacia.
Considerando lo planteado, se puede afirmar que las limitaciones
de esterelevamientoes hallarse supeditadas a la
escasez de países con leyes y/o políticas públicas activas que regulen la
conducción bajo los efectos del alcohol, lo cual deriva en una ínfima cantidad
de estudios que releven la eficacia de normas que estipulan el nivel máximo
tolerable para conducir, o bien la eficacia de las acciones de promoción de la
salud relacionadas a dicha problemática.
Recomendaciones
La relación entre accidentes de tránsito y consumo de alcohol
tanto en Argentina como alrededor del mundo es alarmante. Los accidentes de
tránsito causan desde la incapacidad de las personas en algún área, hasta la
muerte de los sujetos involucrados. Para dar respuesta a esta problemática, de
alta prevalencia e impacto en salud pública, los estados han propuesto
distintas medidas con el objetivo de intentar reducir los accidentes que se
relacionan con el consumo de alcohol y el manejo de vehículos.
Argentina, si bien dispone de leyes que reglamentan los límites
permitidos de alcohol en sangre para conducir y aplican diversas medidas para
prevenir los accidentes de tránsito asociados con el alcohol que han demostrado
ser eficaces en otros países, no cuentan con estudios que respalden la eficacia
de las acciones llevadas a cabo, así como tampoco poseen métodos ni criterios
unificados para la evaluación de dichas medidas.
Se propone, consecuentemente a lo expuesto en el presente
trabajo que, en la formulación e implementación de políticas públicas trazadas
en el país, se prevea el diseño de investigaciones evaluativas sobre la
eficacia e impacto de las medidas adoptadas, permitiendo así dotar de evidencia
las políticas públicas basadas adoptadas en la materia. Como propuesta, resulta
relevante alentar la realización de investigaciones destinadas a evaluar y
medir el impacto en el país de medidas como la reevaluación de la edad mínima
permitida para consumo de alcohol; sanciones eventualmente más severas y
sustracción de vehículos en casos de alcoholemia positiva; la posibilidad de
considerar la disminución del límite de alcohol permitido en sangre al momento
de conducir para conductores noveles y jóvenes, y el aumento de los impuestos a
las bebidas alcohólicas, con el fin de poder conocer e implementar en el
territorio argentino, aquellas que pudieran resultar eficaces en relación a los
objetivos trazados.
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