Artículos
Definición de consumo
de hombres universitarios. Exploración desde las redes semánticas naturales
Definition
of university men's consumption. Exploration from natural semantic networks
Loreto Arias Lagos loreto.arias@gmail.com
Universidad de La Frontera, Chile
Marianela Denegri Coria marianela.denegri@ufrontera.cl
Universidad de La Frontera, Chile
Felipe Sáez Ardura inti.felipe@gmail.com
Universidad Autónoma de Chile, Chile
Definición de consumo de hombres universitarios. Exploración
desde las redes semánticas naturales
Interdisciplinaria, vol. 39, núm. 1, pp. 163-178, 2022
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
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Recepción:
23 Mayo 2020
Aprobación:
10 Septiembre 2021
Resumen:
Frente al dominio del neoliberalismo en las sociedades
contemporáneas, las posibilidades de consumo resultan abrumadoras, en tanto
mecanismo de configuración identitaria y evidencia de nuevas formas de
inclusión/exclusión de los sujetos respecto de los grupos sociales. Esta
investigación aborda un segmento de la sociedad chilena que no escapa de esta
lógica: los hombres jóvenes. Los jóvenes, en general, constituyen un segmento
propenso al riesgo financiero, con altos niveles de endeudamiento, al menos en
la sociedad chilena. En este escenario, el artículo explora los significados de
consumo que construyen hombres universitarios de pregrado, de tres áreas de
formación profesional de una universidad de la Región de La Araucanía (Chile).
Se utiliza una metodología cualitativa, aplicando la técnica de redes
semánticas naturales. La muestra estuvo conformada por estudiantes de las áreas
de las Ciencias Sociales, Ciencias de la Salud y Ciencias de la Ingeniería, de
edades entre 18 y 24 años, con un total de 51 sujetos. Los resultados indican
una red semántica general abundante, cuyo núcleo está representado por la
palabra “alimentarse”, seguido por significados asociados a dinero, comprar y
necesidad, que dan cuenta de la dimensión material del consumo. Son relevantes,
además, los conceptos asociados a drogas y alcohol. A propósito de los
hallazgos, se sugiere explorar la relación de la alimentación con el cuerpo
masculino, así como la posesión de bienes materiales y las orientaciones al
éxito en los hombres jóvenes, sobre todo en lo referente al proceso de
construcción de masculinidades juveniles.
Palabras clave: consumo, sociedad de consumo, hombres universitarios de
pregrado, jóvenes, red semántica natural.
Abstract: In the face of the
dominance of neoliberalism in Western societies the possibilities of
consumption are overwhelming. This type of societies are associated with a
consumerist culture and lifestyle, where the capacity of consumption is the
fundamental criterion of inclusion/exclusion of the subjects. Consumption
intervenes significantly in the construction of people's personal and social
identity. The desires and longings generated by the consumer society are
related to the acquisition of lifestyles. In this sense, subjects give meaning
to objects and experiences. The interest of this research is in young people.
Young people represent a segment of interest for the economic market;
therefore, they constitute a group that is financially in risk. The high levels
of indebtedness of the youth population in Chile must be considered.
Specifically, men handle money from a young age and carry out certain paid
activities, especially in popular sectors. Men are projected as active
consumers in the economic market, an area where the traditional gender division
has diminished, directing men to production and women to consumption. On the
other hand, empirical evidence shows the association between masculinities and
material possessions, money and orientation to success. It is also possible to
mention a relative scarcity of studies linking men and consumption in Latin
America. In this context, the present article explores the meaning of
consumption as constructed by university men in three areas of professional training,
who are pursuing undergraduate careers, in the Araucanía Region. A qualitative
methodology is used to achieve the research objective, applying the technique
of natural semantic networks. A case study is carried out. The sample was
conformed by students of Social Sciences (18 subjects), Health Sciences (15
subjects) and Engineering Sciences (18 subjects), aged between 18 and 24 years
old, with a total of 51 subjects. All students are from a private university in
the Araucanía Region, Chile.
Keywords: consumption, consumer society, undergraduate male students,
young people, natural semantic network.
Introducción
El consumo es parte de la vida cotidiana de todos los seres
humanos. Parte integral de la supervivencia biológica de los sujetos, a través
de la historia, las tareas relacionadas al consumo (producción, almacenamiento,
distribución y eliminación de objetos de consumo) se han configurado como
modeladoras de las formas de vida de los sujetos en las sociedades humanas, de
tal manera que se incrustan en el seno de las relaciones sociales (Bauman, 2016). Hablar de consumo no es
circunscribirse solo a la satisfacción de necesidades o a las formas de
comportamiento individual respecto de los bienes y servicios, sino que es mucho
más que eso: en las sociedades posmodernas, se considera a sus miembros en
calidad de consumidores (Baudrillard, 2007;
Bauman, 2014, 2016). Así, lo que determina esta
sociedad es el rol central del consumo en la vida de los sujetos. Esto conlleva
a una vida guiada por anhelos inagotables de adquirir y usar objetos, en la que
no se asocia tanto la felicidad con la gratificación, sino que más bien “con un
aumento permanente del volumen y la intensidad de los deseos” (Bauman, 2016, p. 50). Dado ello, en las
sociedades de consumidores se juzga y evalúa a sus miembros sobre todo por “sus
capacidades y su conducta en relación con el consumo” (Bauman, 2014, p. 110). Si bien el
consumidor es más libre en el ámbito privado, depende más del mercado para
satisfacer sus deseos. Para Lipovetsky
(2007), la fase del hiperconsumo se caracteriza por un consumo para sí, en
la que los gastos terminan dando cuenta de una personalización del consumo
orientado a la búsqueda de la felicidad privada y la optimización de los
recursos corporales y comunicativos.
A partir de lo anterior, es preciso considerar que el consumo
interviene de manera significativa en la construcción de la identidad personal
y social de las personas, de modo que los bienes constituyen una expresión de
aquello (Bauman, 2016; Lipovetsky, 2007; Sassatelli, 2012), por lo que pasa a ser
una prolongación de la imagen de uno mismo (Denegri
et al., 2014). En este escenario, los deseos y anhelos generados por la
sociedad de consumo se relacionan con la adquisición de estilos de vida, de
manera tal que adquieren significación simbólica en la vida de los sujetos (Huber, 2002). Esto es particularmente
relevante en los jóvenes, ya que es en la adolescencia cuando se consolida la
identidad y los patrones de comportamiento que persistirán en la vida adulta (Barros et al., 2015). Específicamente en
la etapa de los 18 a 25 años, es importante explorar la identidad, considerada
una fase heterogénea e inestable, así como también un umbral entre el mundo
adolescente y el adulto (Arnett, 2007, 2015; Connell,
2003).
El consumo configura un estado de bienestar material y esto ha
tenido implicancias positivas para la sociedad (Lipovetsky, 2007; Lipovetsky y Serroy, 2010), no obstante,
también son evidentes las contradicciones. Araujo
y Martuccelli (2012) señalan que la universalidad de las expectativas de
acceso a bienes de la población chilena ha generado un sentimiento inédito de
pertenencia a un colectivo nacional. Este sentimiento, a su vez, se acompaña de
segmentación, insatisfacción –al no poder comprar– y problemas de
endeudamiento, lo que acentúa considerablemente el riesgo financiero en
poblaciones juveniles, carentes de educación financiera, y que por sus
características de desarrollo están más expuestas a las presiones del mercado (Castellanos et al., 2016). Esto se
aprecia a partir de las cifras que develan el nivel de endeudamiento en los
jóvenes chilenos, el cual se incrementa en función de la edad: un 4 % en el
rango de 15 a 19 años, un 36 % en el de 20 a 24 años, y un 55 % en el de 25 a
29 años (INJUV, 2017).
La evidencia muestra que los jóvenes, en el contexto chileno,
perciben una mejor situación material que sus padres, e internalizan las
exigencias económicas del sistema neoliberal (Álvarez y Garcés, 2017). De hecho, jóvenes
y niños son objetivo de variadas estrategias de mercado, quienes en su mayoría
no tienen renta propia, pero sí una notoria capacidad de endeudamiento y de
influencia dentro de las decisiones económicas de familia (Barros et al., 2015).
Estudios en jóvenes de la generación Y (o millennials), que corresponden
mayoritariamente a estudiantes universitarios y primeros trabajadores, hablan
de una generación de jóvenes muy orientada al consumo por la masificación del
uso de las tecnologías de la comunicación, los medios de comunicación e
internet (Bakewell y Mitchell, 2003),
proclive al consumismo y a definir su identidad por sus compras o experiencias
(Kim y Jang, 2014). Así, el consumo
favorece la autorrealización y el sentimiento de inclusión a grupos de pares (PNUD/INJUV, 2003), en el marco de una
cultura material inclinada a internalizar valores de consumo en grupos
vulnerables (Dittmar, 2011). En los
varones de bajos ingresos, estas formas de consumo reafirmarían masculinidades
para las cuales no estar directamente en sintonía con cánones modernos de
consumo generaría exclusión (Rosenmann et
al., 2017); esto afecta, incluso, factores psicosociales como el
autoconcepto, la autoestima o las actitudes hacia lo masculino (Maguire y Stanway, 2008; Isaksen y Roper, 2008, 2012).
En Chile, un estudio con adolescentes de mediados de la década
pasada muestra que, entre las alternativas de compra más declaradas, están los
alimentos (snacks
y golosinas), con un 82 %; luego la música y la tecnología, con un 28 %; y la
ropa, el maquillaje y los accesorios, con un 26 % (CNTV y McCann Erikson, 2005). Otro
estudio (Pallavicini, 2008) describe
la centralidad que los objetos de consumo alcanzan en los procesos de
individuación de los adolescentes y cómo la personalización opera mediante el
consumo de objetos en serie y de moda, en el que intervienen condiciones como
la estructura socioeconómica y el género. Por ejemplo, para los hombres, las
marcas son relevantes en las decisiones de compra, ya sea por calidad o por
estatus; y la estética –verse bien– es la motivación central en las elecciones
de consumo de las mujeres. Por otra parte, Duarte
(2009) reporta el consumo opulento como mecanismo de mayor ocurrencia para
lograr el éxito en jóvenes empobrecidos, hecho que se relaciona con la
inserción laboral eficiente como vía para el acceso al consumo y la
modernización tecnológica como instrumento de prestigio y valoración.
Para el espacio regional, estudios empíricos como los de Barros et al. (2015) y Denegri et al. (2017) indagan en las
prácticas de consumo de adolescentes urbanos de la Región de La Araucanía
(Chile) y concluyen que ellos ocupan su dinero en gastos personales, ocio y
alimentación, y presentan prácticas de endeudamiento mediante préstamos a redes
de apoyo cercanas, ya que no comprar implica frustración y resignación (Barros et al., 2015).
Un estudio sobre adultos jóvenes en Colombia (Ortega y Rodríguez, 2005) identifica
orientaciones a hábitos reflexivos de consumo, con una elevada proporción de
sujetos que consideran el crédito como una parte esencial del estilo de vida
actual (78 %). Denegri et al. (2014),
en una investigación con jóvenes estudiantes universitarios de dos
universidades del sur de Chile, muestran que el consumo juega un papel
importante en la construcción del concepto del Yo, lo que entrega a los sujetos
una materialización concreta de la consecución de sus aspiraciones. Asimismo, Godoy et al. (2018) dieron cuenta de
niveles favorables de actitudes hacia el ahorro, hacia el endeudamiento y hacia
la racionalidad en la compra en universitarios recientemente titulados.
Otras investigaciones incluyen la variable género en el campo de
estudios sobre consumo en jóvenes. González
et al. (2016) muestran que el consumo se constituye principalmente como una
actividad de ocio feminizada. Sin embargo, los varones se han incorporado
gradualmente al acto de comprar y no están de acuerdo con la asociación
consumo-derroche. Botero et al. (2008)
encontraron altos índices de consumo simbólico en hombres y mujeres
universitarios de Colombia, donde el consumo no es únicamente motivado por la
utilidad de los objetivos. Además, las jóvenes presentan mayores índices de
consumo compulsivo y los varones, mayores niveles de materialismo en la compra.
Esto coincide con los resultados reportados por Barros et al. (2019), en un estudio con
adolescentes rurales al sur de Chile, en el que los hombres otorgan mayor valor
a las posesiones materiales, y asocian el dinero con la felicidad y con
expectativas laborales altamente remuneradas. Considerando la masculinidad de
adultos jóvenes, Eastman et al. (2018)
mostraron que la masculinidad media la relación entre el consumo orientado por
el estatus y la intención de compra, en la que la masculinidad estaría
relacionada con la orientación al éxito, el dinero y las posesiones (Eng y Bogaert, 2010; Hofstede, 1980; Kim y Jang, 2014; Olavarría, 2018; Weidmann et al., 2009,
citado en Eastman et al., 2018). Es
decir, el consumo de bienes se ha reportado como un mecanismo valorado por
jóvenes universitarios (Cubilllas et al.,
2016).
Como muestran los hallazgos presentados, la investigación en
torno al consumo y los jóvenes cobra relevancia en sociedades como la chilena,
en la que el modelo neoliberal ha tenido un desarrollo exitoso. Considerando,
entonces, que “la cultura juvenil gira en torno al consumo” (Sassatelli, 2012, p. 121), es posible
advertir, en el caso de los varones particularmente, que estos desde la infancia
manejan dinero con mayor prevalencia que las mujeres y pueden comenzar a
desarrollar actividades remuneradas desde más pequeños; los sectores populares
son un espacio claro de aquello (Olavarría,
2000). Las cifras para Chile respaldan esta tendencia, ya que el 39 % de
las mujeres recibe ingresos producto de su trabajo, ya sea regular o
esporádico, mientras que en el caso de los hombres se alcanza un 58 % (INJUV, 2017). Asimismo, interesa la
relación entre el género masculino y el consumo, relación que se ha estudiado
en menor medida (Belk y Costa, 1998; González et al., 2016; Littlefield y Ozanne, 2011), como se ha
podido evidenciar con la revisión de literatura relativa a la temática en
América Latina.
La socialización de género reproduce desigualdades en relación
con roles de género, de manera que impacta, incluso, el acto de comprar (González et al., 2016); lo que relativiza
la tradicional división de género (Alexander,
2003; Borrás, 2008; Connell, 1997; González et al., 2016), y proyecta ahora
a los hombres jóvenes como activos consumidores. A partir de los antecedentes
expuestos, el objetivo de esta investigación es explorar los significados
asociados al consumo en un segmento social emergente en Chile, el de los
hombres universitarios de pregrado de tres áreas de formación profesional
(Ciencias Sociales, Ciencias de la Salud y Ciencias de la Ingeniería) de una
universidad privada de la Región de La Araucanía (Chile). Este segmento ha
logrado expandir su matrícula en Chile en un 60 % durante los últimos 20 años (Pérez, 2014), y ha alcanzado las 442 675
matrículas ya a mediados de la década pasada y las 668 854 en 2019 (CNED, 2019). En particular, la Región de
La Araucanía en el año 2019 contó con 35 520 estudiantes (CNED, 2019), cifra creciente en
comparación con décadas anteriores. Específicamente, se busca: (1) identificar
los conceptos emergentes asociados a los significados de consumo; (2)
identificar la relevancia de los conceptos emergentes asociados a los
significados de consumo; y (3) identificar diferencias y similitudes en los
conceptos emergentes asociados a los significados de consumo según el área
profesional.
A propósito de la escasez de estudios que relacionen hombres y
consumo en países latinoamericanos, se utilizan las redes semánticas como
primera aproximación al tema de estudio, lo que es útil cuando existen dudas
respecto de los significados de un grupo sobre un objeto (Vera et al., 2005). Esta técnica,
desarrollada por Figueroa, González y
Solís (1981) y, posteriormente, por Valdez
(1998), retoma algunos de los postulados de la psicología cognitiva
respecto de la memoria semántica, para aproximarse al significado que los
individuos construyen de un concepto. En este contexto, el significado “es la
unidad fundamental de la organización cognoscitiva, que está compuesta de
elementos afectivos y de conocimiento, que crean un código subjetivo de
reacción” (Valdez, 1998, p. 50). Esto
supone una organización interna de la información contenida en la memoria a
largo plazo, en forma de red, en la que las palabras forman relaciones que
engloban el significado de un concepto. Así, a través del lenguaje es posible
conocer y comprender los procesos mentales, facilitado por la íntima relación
entre el lenguaje, el pensamiento, la percepción y el aprendizaje (Chomsky, 1977). El significado
psicológico, aquí, depende del contexto específico de los sujetos, por lo cual
rescata aspectos culturales y sociales imbricados en su vida, y se construye
“una unidad de presentación cognoscitiva y de estimulación para la producción
de la conducta” (Valdez, 1998, p. 56).
Método
Se ha desarrollado un estudio exploratorio y descriptivo, de
corte cualitativo. La estrategia usada corresponde a un estudio de caso que
indaga, mediante uno o más casos, un contexto particular (Creswell, 2007), que en esta oportunidad
atañe al consumo. Específicamente, se utilizó un estudio de caso único, en el
que se considera como sujetos a jóvenes varones de una universidad privada
ubicada en la ciudad de Temuco, capital de la Región de La Araucanía. La
universidad en cuestión se encuentra adscripta al sistema de gratuidad, que
beneficia al 60 % más pobre de la población considerando el arancel gratuito y
la matrícula de la carrera cursada durante los años formales de duración (MINEDUC, 2019).
Participantes
El muestreo utilizado fue de tipo intencional (Ruiz, 2012), y el criterio para la
elección de los sujetos implicó la heterogeneidad (Valles, 2002). De este modo, la muestra
estuvo conformada por estudiantes de las áreas de Ciencias Sociales (18
sujetos), Ciencias de la Salud (15 sujetos) y Ciencias de la Ingeniería (18
sujetos), de entre 18 y 24 años; un total de 51 sujetos. Se buscó, en las
definiciones de consumo entregadas por los sujetos, captar una diversidad de
significados, en función de los diversos contextos académicos de los
estudiantes.
Instrumentos
La técnica de recolección de información correspondió a las
redes semánticas naturales (Figueroa et
al., 1981; Valdez, 1998), que
busca obtener información del significado de los conceptos que se utilizan como
estímulo, desde los individuos, y evita taxonomías artificiales creadas por los
investigadores para explicar la organización de la información referente a la
memoria semántica. Esta técnica se acerca al significado psicológico y, con
esto, a la construcción de conocimiento de los sujetos (Valdez, 1998), proceso reconstructivo de
información que permite acceder al conocimiento que se tiene de un concepto a
partir del lenguaje de los sujetos (Figueroa et al., 1981, citado por Valdez, 1998). Además, es posible dar
cuenta de la distancia semántica entre los significados que definen un
concepto, ya que no todos los elementos tienen la misma importancia para el
nodo o concepto central que se busca precisar. En relación con el instrumento,
es pertinente mencionar que Valdez (1998)
ha validado la técnica para la evaluación del significado psicológico a partir
del análisis factorial.
Como parte de los criterios éticos, se utilizó el consentimiento
informado, lo que asegura la confidencialidad en el estudio. Para identificar
los significados de los jóvenes universitarios respecto al consumo, el
cuestionario se diseñó solicitando: (1) datos sociodemográficos (edad, lugar de
procedencia y carrera); y (2) palabra-estímulo (que correspondió a “consumo”).
Ha sido diseñado para aplicarse de forma anónima, a fin de que los estudiantes
tuvieran libertad para anotar sus definiciones y solicitar su respuesta de
manera individual en un tiempo de aplicación de no más de 8 minutos (para la
identificación de conceptos y jerarquización), con el fin de mantener la
atención de los participantes (Valdez,
1998). Las instrucciones incluyeron: definir la palabra “consumo”,
utilizando verbos, adverbios, adjetivos, sustantivos, nombres o pronombres –sin
utilizar artículos ni proposiciones, ni tampoco la palabra “consumo”–; instar a
anotar como mínimo cinco palabras que definieran el concepto y, una vez
completada la lista, enumerar las palabras en orden de importancia del 1 al 5,
considerando 1 para la más importante o más cercana a su definición y el 5 para
la menos importante o más lejana. Por último, se puso énfasis en que los
participantes anotaran solo una palabra por cada una de las cinco líneas
dispuestas.
Procedimiento de análisis
El procedimiento de análisis se basó en la técnica de redes
semánticas naturales, que incluye la realización de las siguientes tareas (Figueroa et al., 1981; Valdez, 1998): (1) determinar el valor J,
obtenido al sumar el total de palabras generadas por los sujetos, indicador de
la riqueza de la red semántica –en la que a mayor número de palabras, mayor
riqueza de la red–; (2) determinar el valor M, indicador del peso semántico de
cada palabra definitoria de la red, que se consigue multiplicando la frecuencia
de aparición por la jerarquía obtenida para cada palabra definitoria otorgada
por los sujetos –se mide en una escala de 1 a 10–; (3) definir el conjunto SAM
(Semantic
Association Memory), indicador de las palabras definitorias que
señalan el núcleo central de la red –en esta oportunidad, la representan las 15
palabras definitorias que obtuvieron los mayores valores M totales, siguiendo
la indicación de Valdez (1998)–; y (4)
determinar el valor FMG, indicador en porcentajes de la distancia semántica que
existe entre las distintas palabras definitorias del conjunto SAM, valores que
se obtienen a partir de una regla de tres que toma como punto de arranque la
palabra definitoria con el M más grande, el cual representa el 100 %.
Resultados
La Tabla 1 muestra el conjunto SAM general de
los informantes para la palabra “consumo”. Se observan las 15 palabras
definitorias con mayor valor semántico, que definen el concepto. También se
presenta su distancia semántica (valor FMG), generada por el grupo total de
estudiantes. El valor J, por su parte, indica la riqueza de la red semántica
para la palabra “consumo”, que en este análisis es de 129 palabras. El núcleo
de la red es la palabra “alimentarse” (100 %), seguido por “gastos” (80 %),
“dinero” (77 %), “comprar” (56 %) y “necesidad” (52 %). Luego, están presenten
palabras tales como “drogas” (36 %), “alcohol” (33 %), “dependencia” (33 %) y
“tomar”/“beber” (26 %). Posteriormente, aparece la palabra “productos” (25 %),
seguida por “vicios” (21 %), “bienes” (20 %), “ropa” (20 %), “innecesario” (17
%) y “satisfacción” (17 %).
Tabla 1
Palabra definitoria |
Valor M (peso semántico) |
Valor FMG (distancia semántica) % |
Alimentarse |
163 |
100 |
Gastos |
130 |
80 |
Dinero |
126 |
77 |
Comprar |
92 |
56 |
Necesidad |
84 |
52 |
Drogas |
59 |
36 |
Alcohol |
53 |
33 |
Dependencia |
53 |
33 |
Tomar /Beber |
43 |
26 |
Productos |
41 |
25 |
Vicios |
35 |
21 |
Bienes |
33 |
20 |
Ropa |
33 |
20 |
Innecesario |
28 |
17 |
Satisfacción |
27 |
17 |
elaboración propia.
La Tabla 2 señala las 15 palabras
definitorias con mayor valor semántico (conjunto SAM), que definen el concepto
de consumo de los jóvenes estudiantes de Ciencias Sociales, Ciencias de la
Salud y Ciencias de la Ingeniería, es decir, diferenciados por área de formación
profesional. Para los estudiantes de Ciencias Sociales, el valor J indica la
riqueza de la red semántica para la palabra “consumo”, que en este caso está
conformado por 61 palabras. El núcleo de la red es la palabra “dinero” (100 %),
seguido por “gastos” (86 %), “necesidad” (76 %), “compras” (60 %),
“alimentarse” (57 %), “productos” (43 %), “bienes” (41 %) y “dependencia” (41
%). Conjuntamente, los valores más bajos de la red incluyen las palabras
“vicios” (34 %), “tiempo” (28 %), “servicios” (28 %), “ocio” (26 %), “drogas”
(22 %), “carrete”[1] (22 %) y “todo” (17 %).
Se presentan las 15 palabras definitorias de hombres jóvenes
estudiantes de Ciencias de la Salud para el concepto “consumo”. El indicador de
la riqueza semántica de la red, correspondiente al valor J, en este caso, es de
45 palabras. El núcleo de la red es el concepto “alimentarse” (100 %), lo sigue
con una distancia semántica considerable la palabra “dinero” (49 %). Luego,
aparecen las palabras “drogas” (44 %), “alcohol” (44 %), “tomar”/“beber” (36
%), “comprar” (34 %), “ropa” (31 %), “necesidad” (29 %) y “productos” (23 %).
Los últimos lugares de la red son ocupados por las palabras “comercio” (24 %),
“gastos” (23 %), “vanidad” (20 %), “negocio” (19 %), “satisfacción” (14 %) y
“vital” (14 %).
Por último, se hace mención al conjunto SAM para la palabra “consumo”
de los estudiantes de Ciencias de la Ingeniería. El indicador de la riqueza
semántica de la red corresponde a 59 palabras (valor J). El núcleo de la red lo
representa la palabra “gastos” (100 %), seguido de cerca por “alimentarse” (94
%). Luego, con una distancia más importante aparece “dinero” (53 %), seguido
inmediatamente por “comprar” (52 %). Un poco más lejos en relación con la
distancia semántica se encuentra “dependencia” (45 %), seguido por
“tomar”/“beber” (41 %), “necesidad” (31 %), “innecesario” (30 %), “energía” (28
%), “libertad” (27 %) y “alcohol” (25 %). Los últimos lugares de la red son
ocupados por “vicio” (23 %), “drogas” (23 %), “adicción” (20 %) y “marihuana”
(19 %).
Tabla 2
Facultades |
||||||||
Ciencias Sociales |
Ciencias de la Salud |
Ciencias de la Ingeniería |
||||||
Palabra definitoria |
Valor M* |
Valor FMG** % |
Palabra Definitoria |
Valor M |
Valor FMG % |
Palabra definitoria |
Valor M |
Valor FMG % |
Dinero Gastos Necesidad Comprar Alimentarse
Productos Bienes Dependencia Vicios Tiempo Servicios Ocio Drogas Carrete Todo |
58 50 44 35 33 25 24 24 20 16 16 15 13 13 10 |
100 86 76 60 57 43 41 41 34 28 28 26 22 22
17 |
Alimentarse Dinero Drogas Alcohol Tomar
/Beber Comprar Ropa Necesidad Comercio Gastos Productos Vanidad Negocio
Satisfacción Vital |
70 34 31 31 25 24 22 20 17 16 16 14 13 10 10 |
100 49 44 44 36 34 31 29 24 23 23 20 19 14
141 14 |
Gastos Alimentarse Dinero Comprar
Dependencia Tomar/beber Necesidad Innecesario Energía Libertad Alcohol Vicio
Drogas Adicción Marihuana |
64 60 34 33 29 26 20 19 18 17 16 15 15 13 12 |
100 94 53 52 45 41 31 30 28 27 25 23 23 20
19 |
elaboración propia.* corresponde al peso
semántico** corresponde a la distancia semántica.
La Tabla 3 agrupa las cinco palabras
definitorias más altas de consumo (con mayor peso semántico) y las cinco
palabras definitorias más bajas (con menor peso semántico), con el
correspondiente valor FMG, según las áreas de formación profesional. Como es
posible observar, el núcleo de la red para los estudiantes es diferente según
el área profesional. En el caso de la palabra definitoria “alimentarse”, esta
se presenta con altos pesos semánticos en los estudiantes de Ciencias de la
Salud (100 %), Ciencias de la Ingeniería (94 %) y, en menor medida, en Ciencias
Sociales (57 %).
En el caso de los jóvenes de Ciencias de la Salud, la distancia
semántica de la palabra definitoria “dinero” es amplia (49 %), lo que indica un
peso semántico importante del núcleo de la red en la definición de consumo de
estos jóvenes. La palabra “gastos” se presenta en la definición de consumo de
manera relevante en estudiantes de Ciencias de la Ingeniería (100 %) y Ciencias
Sociales (86 %), pero no está presente en las cinco palabras definitorias para
consumo de los estudiantes de Ciencias de la Salud. La palabra “dinero”, por su
parte, se encuentra en la red semántica de consumo en los jóvenes de las 3
áreas, y constituye el núcleo para los jóvenes de las Ciencias Sociales (100
%). Cabe mencionar que, en el caso de los estudiantes de Ciencias de la Salud,
la presencia de palabras definitorias significativas para la palabra “consumo”
en relación con el alcohol y las drogas se encuentra en los primeros lugares de
la red, una diferencia con los estudiantes de las otras áreas, que sitúan estas
palabras en los últimos lugares de la red semántica. La centralidad del consumo
para los informantes de las Ciencias Sociales queda de manifiesto en las
palabras definitorias “necesidad” (76 %) y “todo” (17 %). En el caso de los
estudiantes de Ciencias de la Salud, esto se refleja en la palabra definitoria
“vital” (14 %).
Tabla 3
Facultades |
||||||
Ciencias Sociales |
Ciencias de la Salud |
Ciencias de la Ingeniería |
||||
Alto |
Bajo |
Alto |
Bajo |
Alto |
Bajo |
|
Palabra definitoria |
Dinero Gastos Necesidad Comprar Alimentarse
% |
Servicios Ocio Drogas Carrete Todo % |
Alimentarse Dinero Drogas Alcohol
Tomar/beber % |
Productos Vanidad Negocio Satisfacción Vital
% |
Gastos Alimentarse Dinero Comprar
Dependencia % |
Alcohol Vicio Drogas Adicción Marihuana % |
Valor FMG* |
100 86 76 60 57 |
28 26 22 22 17 |
100 49 44 44 36 |
23 20 19 14 14 |
100 94 53 52 45 |
25 23 23 20 19 |
elaboración propia.* corresponde a la
distancia semántica
Discusión
Los resultados dados a conocer representan los significados de
consumo para hombres jóvenes de una universidad privada de la Región de La
Araucanía. En ese aspecto, la técnica de las redes semánticas naturales se
posiciona como una opción para aproximarse a los significados de consumo desde
los jóvenes, a partir de una evaluación del significado psicológico y su
relación con la cultura (Valdez, 1998).
Dado ello, la aplicación de la técnica resulta un ejercicio interesante de
exploración del campo de estudio que abre la posibilidad de profundizar en
ciertas temáticas en función de la definición de los participantes.
La investigación realizada permite obtener una mirada general
del fenómeno del consumo desde los hombres universitarios de un espacio
regional. Ahora bien, considerando el conjunto SAM general, es posible
identificar tres grandes categorías de exploración propuestas como relevantes
en la definición de consumo de los jóvenes universitarios: (1) la alimentación
y la comida; (2) la apropiación de bienes por dinero a partir de la compra
(adquisición/intercambio); y (3) el consumo asociado a las drogas y el alcohol.
Respecto al conjunto SAM de los hombres jóvenes de las Ciencias
Sociales, es posible afirmar que, para estos, el consumo se define a partir del
dinero y la compra. El gasto es considerado como necesidad y, dentro de
aquello, los alimentos tienen una relevancia importante. El conjunto SAM de los
hombres jóvenes de las Ciencias de la Salud se define por la alimentación, por
el dinero y el consumo de alcohol y drogas. Para los hombres jóvenes de las
Ciencias de la Ingeniería, por su parte, el consumo se define a partir de los
gastos, los alimentos y la compra.
Los resultados del conjunto SAM general para la palabra
“consumo” de los jóvenes hombres universitarios que conformaron la muestra
dieron cuenta de una nutrida red semántica formada por 129 palabras, lo que
lleva a considerar múltiples significados para los informantes. En este
sentido, la relevancia de la palabra “alimentarse”, núcleo de la red, es
coincidente con otros estudios en los que la alimentación es una práctica de
consumo relevante en adolescentes y jóvenes (CNTV y McCann, 2005; Denegri et al., 2017). Cabe señalar que
existe evidencia de la relación de los hábitos de alimentación con la
satisfacción con la propia vida, así como con la satisfacción en relación con
su alimentación (Schnettler et al., 2011).
Particularmente en este estudio, se destaca la presencia de la palabra
“alimentarse” con núcleo de la red semántica para los hombres universitarios
del área de Ciencias de la Salud, lo que podría relacionarse con el área de
formación de estos, lo que supone hipotéticamente una preocupación mayor por la
alimentación, debido a la centralidad que asume esta dimensión en el contexto
de formación profesional en el que se desenvuelven.
Ahora bien, en el contexto de la sociedad de consumidores, los
objetos de consumo, como la comida y la alimentación, representan mucho más que
ingerir y digerir, por lo que se incluye en el plano de significado el placer
que esto produce (Bauman, 2014). Es
más: el cuerpo del consumidor es una fuente fecunda de ansiedad inacabable,
movido por un consumismo que gira en torno a la incitación de deseos siempre
nuevos, deseos amparados por un ideal fitness. Si bien los hombres han puesto
tradicionalmente énfasis en la funcionalidad del cuerpo, en la actualidad
prestan más atención al aspecto corporal, a la salud física y a la emocional (Rosenmann et al., 2017). Por lo tanto, la
palabra “alimentarse”, como núcleo de la red semántica, podría relacionarse con
la preocupación por el aspecto corporal en los hombres universitarios. Además,
el vínculo entre la alimentación y la construcción de identidad masculina se
releva en los análisis del problema, en los que, por ejemplo, el consumo de
carne se ha interpretado como un hábito alimentario que es símbolo de consumo
conspicuo, y que puede ser considerado como un símbolo de masculinidad (Stibbe, 2012).
Por otra parte, la definición de “consumo” a partir de palabras
como “gastos”, “dinero” y “comprar”, ubicados en los primeros lugares de la red
semántica general, implica una consideración de consumo asociada al intercambio
a partir de la adquisición de bienes materiales o inmateriales. En ese sentido,
Duarte (2009), en una investigación
con jóvenes chilenos, evidenció la importancia del consumo material (opulento)
como mecanismo para lograr el éxito en jóvenes empobrecidos. Por otra parte, Dittmar (2005) afirma que los valores
fundamentales de la sociedad de consumo son materiales, lo que es un hecho
manifiesto si se considera el alto porcentaje de endeudamiento juvenil en
Chile, fenómeno que aumenta sostenidamente a través del tiempo (INJUV, 2017). Esto demuestra que la
adquisición de bienes de consumo cumple un rol central en la sociedad de
consumidores (Bauman, 2014 y 2016), en la sociedad del hiperconsumo (Lipovetsky y Serroy, 2010), y es el valor
de la novedad lo que prima por sobre lo perdurable, incluso para sociedades
encaminadas a niveles de desarrollo más emergentes. Considerando la variable
género, el significado de consumo asociado a gastos, dinero y comprar de los
hombres entrevistados son coherentes con los reportes de Barros et al. (2019); Cubillas et al. (2016); Eastman et al. (2018); y Kim y Jung (2014), que indican la
valoración de los hombres a las posesiones materiales, lo que puede ser
relacionado con el rol de proveedor económico presente en sus construcciones de
masculinidades.
Cabe señalar que el contexto chileno, asentado sobre el modelo
económico neoliberal, es un ambiente fructífero para el consumo, por lo que se
transforma en un agente ambivalente de individuación (Araujo y Martuccelli, 2012). De este modo,
el consumo como práctica social genera placer y satisfacción, pero además
provoca culpa e insatisfacción. Esto puede evidenciarse en la definición que
construyen respecto del consumo hombres jóvenes, a partir de las palabras
definitorias como “innecesario” y “satisfacción”, contenidos, como se ha
indicado, en la red semántica general; hallazgos coincidentes con los
reportados por Barros et al. (2015).
Por otra parte, las palabras “drogas”, “alcohol”, “dependencia”,
“tomar”/“beber”, “vicios”, presentes en la red semántica de los informantes,
indican un rol protagónico de los significados asociados al consumo en estos
jóvenes. Cabe mencionar que, en el caso de estudiantes de Ciencias de la Salud,
la existencia de palabras definitorias de consumo en relación con el alcohol y
las drogas se encuentra en los primeros lugares de la red, a diferencia de los
estudiantes de las Ciencias Sociales y Ciencias de la Ingeniería. Ahora bien,
esto no es un resultado inesperado si se considera que el consumo de drogas y
alcohol es un fenómeno relevante en Chile. Solo considerando el consumo de
marihuana, se aprecia un aumento significativo, de un 24 % en 2014 a un 33.8 %
en el 2016, en el grupo de jóvenes de entre 19 a 25 años. Asimismo, cabe
señalar que el consumo de alcohol en el mismo tramo de edad llegó a un 56.7 %
hace pocos años, siendo mayor el porcentaje en varones (SENDA, 2017). Los hallazgos anteriores,
con ayuda de antecedentes ya existentes, muestran que es posible considerar el
vínculo entre la masculinidad y el consumo de alcohol, a partir de la evidencia
que sugiere que el uso de alcohol en jóvenes tiende a transformarse en una estrategia
de validación y reconocimiento entre pares (Toquero
y Sarguero, 2013; Vásquez y Castro,
2009).
La palabra “ropa” forma parte de la definición de consumo de los
hombres universitarios, presente en el conjunto SAM de los estudiantes de
Ciencias de la Salud. En ese sentido, la apariencia se ha reportado como un
aspecto central para los hombres jóvenes (Fuller,
2018; Villa, 2015), más aún en el
contexto de sociedad de consumidores, en el que los objetos materiales
adquieren centralidad junto al estilo, y pueden asociarse a las pretensiones de
éxito (McNeill y McKay, 2016). Los
hombres jóvenes, hoy, parecen estar poniendo más atención a este espacio
atribuido tradicionalmente a las mujeres (McNeill
y McKay, 2016). Al respecto, Pallavicini
(2008) destaca la búsqueda de la personalización que se da a través del
consumo de objetos en serie y de moda. Cabe señalar que, en esta misma línea, Isaksen y Roper (2008, 2012) revelaron que las marcas son
fundamentales para la formación y expresión de la identidad de los
adolescentes. De esta forma, la vestimenta y el modo en que se cubre el cuerpo
masculino constituyen construcciones sociohistóricas que comunican información
sobre los sujetos (Enguix, 2013) y que
constituyen expresiones de sus masculinidades.
Como limitación de este estudio puede señalarse el número
reducido de la muestra, lo que implica que el carácter intencionado para
conformarla permite remitir los resultados solo a la muestra seleccionada y sus
sujetos. Sin embargo, este estudio constituye una primera aproximación a la
relación entre el consumo y los hombres jóvenes, y aporta a la identificación
áreas de indagaciones futuras. Respecto de los temas emergentes, se identifica
el consumo de los alimentos en hombres. Otra área de indagación propuesta
muestra la asociación del consumo con las palabras “gastos”, “dinero” y
“comprar”, en relación con la valoración de la materialidad y la centralidad
que tiene el consumo y las prácticas de consumo para la exploración identitaria
de hombres jóvenes. El consumo de drogas y alcohol, asimismo, es un ámbito de
exploración de interés para el grupo etario en cuestión, razón por la cual
puede considerarse una preocupación recurrente en términos de investigación
empírica.
A la luz de los resultados de este estudio, la relación entre
las masculinidades y el consumo resulta un desafío investigativo interesante,
considerando los contextos culturales, económicos y sociales particulares de un
espacio regional, el cual ejemplifica lo que puede estar sucediendo en otros
planos y contextos de la sociedad actual. A esto se añade el fenómeno de las
juventudes, ambos analizados como espacios de articulación entre prácticas,
sentidos y valores (Elizalde, 2018).
Los estudios sobre masculinidades, como un marco necesario de exploración para
comprender el consumo y sus prácticas en nuestras sociedades, emergen como un
campo de abordaje empírico por parte de las ciencias sociales actuales, para
las cuales los grupos sociales emergentes, como los jóvenes, asumen un interés
difícil de encontrar en tiempos anteriores.
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Notas
[1] En Chile, la palabra
“carrete” es un término coloquial utilizado para referirse a la fiesta o
parranda.
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