Predictores de la identificación de las mujeres con el feminismo en Chile

Artículos

Predictores de la identificación de las mujeres con el feminismo en Chile

Predictors of identification of women with feminism in Chile

Patricia Obreque Oviedo

Universidad de Talca, Chile

Manuel Cárdenas Castro

Universidad de Talca, Chile

Predictores de la identificación de las mujeres con el feminismo en Chile

Interdisciplinaria, vol. 40, núm. 1, pp. 191-208, 2023

Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias Afines

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Recepción: 18 Febrero 2021

Aprobación: 20 Septiembre 2022

Resumen: El feminismo es un movimiento que busca transformar el orden social imperante, establecido a partir de la jerarquización de la diferencia surgida de una concepción binaria sexo-génerica, y que ha situado a las mujeres en una situación histórica de opresión y explotación. A pesar de la vigencia del feminismo y el aporte de este en las democracias actuales, no todas las personas y, en particular, las mujeres, se identifican con este movimiento social. El objetivo principal de este estudio es identificar los predictores de la identificación feminista en mujeres en Chile. Con base en los resultados de un cuestionario online respondido por 389 mujeres, se realizó un análisis de regresión lineal múltiple (R. = .53, F (3,385) = 107.1, p < .001) en el que se utilizó como variable dependiente la identificación feminista. Las variables con mayor poder predictivo fueron: la predisposición a la participación feminista (. = .54); el sexismo hostil (. = -.20), y la orientación política (. = -.16). Lo anterior indicaría que aquellas mujeres dispuestas a participar en actividades feministas, que rechazan las formas de sexismo hostil y que adhieren a posiciones políticas de izquierda, son quienes mayormente se identifican con el feminismo en Chile. Este modelo relacionaría procesos identitarios que involucran una toma de consciencia de la ilegitimidad que implica que un grupo domine a otro o se encuentre en una situación de privilegio injustificados respecto de otros, y el consecuente reconocimiento de la puesta en acción para la transformación social. Esta relación entre toma de conciencia y acción, a su vez, permitiría explicar la imbricación de las luchas sociales durante el estallido social de octubre 2019 y el movimiento feminista chileno. Finalmente, se discute sobre las limitaciones del presente estudio y lineamientos para futuros.

Palabras clave: identidad feminista, autoidentificación feminista, feminismo, mujeres, Chile.

Abstract: The data obtained were subjected to a descriptive analysis (mean and standard deviation) and test score reliability (Cronbach´s Alpha). Then, Pearson´s partial correlations were calculated in order to contrast with the dependent variable feminist identification. From the total sample, 74.8 % self-identified with feminism to various degrees (from a form of private acceptance, but not public; up to activism); while 6 % self-declared as not feminist, and 19 %, well in-line with the objectives, did not self-identify as feminist.

Feminism is a movement that looks to transform the current social order, established from the hierarchization based on the difference suggested of a binary sex/gender conception. This order has historically situated women in a position of oppression and exploitation. In spite of the relevance and support for feminism in current democracies, not everyone, in particular women, identify with this social movement. Considering this, the main objective of this study is to identify the predictors of feminist identification in women in Chile.

This study, of quantitative type, has a sample size made up of 389 women. The type of sample was not probabilistic, rather self-selected. The participants answered an online survey that explored the variables: feminist identification, political orientation (left-right), support of the movement and feminist objectives, predisposition to feminist action, ambivalent sexism (hostile and benevolent sexism) (Glick & Fiske, 1996), social orientation domination SDO (Prato et al., 1994), right wing authoritarianism RWA (Altemeyer, 1996), and socio-demographic variables as well. Also, the participants signed an informed consent form, endorsed by the corresponding ethics committee. The ages of the participants fluctuated between 18 and 72 (M = 27.4; DT = 11.52).

The data obtained were subjected to a descriptive analysis (mean and standard deviation) and test score reliability (Cronbach´s Alpha). Then, Pearson´s partial correlations were calculated in order to contrast with the dependent variable feminist identification. From the total sample, 74.8 % self-identified with feminism to various degrees (from a form of private acceptance, but not public; up to activism); while 6 % self-declared as not feminist, and 19 %, well in-line with the objectives, did not self-identify as feminist.

Later on, the variables that showed a significant relationship with the dependent variable were subjected to a multiple linear regression analysis (R2 = .53, F (3,385) = 107.1 p < .001). The variables with the highest predictive power were predisposition to feminist participation (β = .54), hostile sexism (β = -.20), and political orientation (β = -.16). This would indicate that those women willing to participate in feminist activities, who reject hostile forms of sexism and adhere to leftist political positions are those who mostly identify with feminism in Chile. This model would relate identarian processes that involve an awareness of the legitimacy that implies that one group dominates another or finds itself in a position of unjustified privilege with respect to others, and the acknowledgement of the need for transformational social action. This relationship between awareness and action, likewise, would explain the overlapping social struggles during the social outbreak of October 2019 and the feminist movement in Chile. Finally, limitations of the present study are discussed with respect to the difficulty to generalize the results due to the type of sample (self-selected); and the characteristics of the sample, referring to the difficult access to women older than 50. These women presented difficulty in forms of access and in completing the survey online. Furthermore, it is considered that due to the bias of explicit attitude studies with regards to social desirability at the moment of response, it would be of great importance to complete this work with implicit attitude measures. Also, the study proposes that as future line of research a study that investigates what do women themselves understand about feminism in order to make realizations of the plurality of this social movement.

Keywords: Feminist identity, feminist auto-identification, feminism, women, Chile.

Introducción

El feminismo es un movimiento que busca terminar con el sexismo, la explotación sexista y la opresión (bell hooks, 2017, p. 21). El sexismo, atribuido al sistema político-social patriarcal (bell hooks, 2004; Swirsky y Angelone, 2015), refiere a prácticas y actitudes que promueven el trato diferenciado de las personas debido a su sexo biológico y que normativiza sus características y comportamientos (bell hooks, 2017), y relega a las mujeres a una posición de subordinación y explotación. Asimismo, es una corriente política con orígenes rastreables en la Ilustración, cuya inicial reivindicación era conseguir la igualdad entre mujeres y hombres (Velasco, 2016). Con el paso de los años, las propuestas teóricas del feminismo han tejido explicaciones cada vez más complejas y, de esta manera, han empujado los límites de la libertad y la igualdad, al contribuir a repensar el contenido de las democracias modernas (Cobo, 2013). El feminismo, o los feminismos, se han expandido hacia los diversos territorios, se han enraizado con problemáticas locales y han propuesto reivindicaciones y hecho emerger identidades particulares con el foco puesto en la transformación social. En el caso chileno, las feministas se han convertido en actrices relevantes para la democracia en el contexto de posdictadura actual (De Fina y Vidal, 2019). Solo en los últimos años, a partir de las movilizaciones estudiantiles feministas del 2018, la lucha por la aprobación del aborto en tres causales (violación, inviabilidad del feto y peligro de la vida de la madre) y el altísimo poder de convocatoria que han tenido sus llamados a las diversas marchas y manifestaciones –el 8 de marzo (2019) movilizó a más de un millón de mujeres solo en Santiago y a otro millón en todo el país –se ha configurado un escenario político en el cual la consigna predominante es “Nunca más sin nosotras”. Las luchas del feminismo han articulado “un cuestionamiento global al modelo de sociedad y de economía neoliberal heredado de la dictadura y mantenido a lo largo de la posdictadura” (Forztenzer, 2019, p. 46), tal como se ha podido observar durante el llamado Estallido Social de Octubre (2019).

A pesar de la gran capacidad de movilización y la enorme visibilidad que ha alcanzado el movimiento feminista, la literatura ha relevado lo que Swirsky y Angelone (2015) llaman la paradoja feminista (p.1), esto es que, a pesar de que las mujeres apoyan las líneas generales del movimiento, en muchos casos, se distancian de estas cuando implican autoidentificarse como feministas. Algunas investigaciones relativamente recientes, desarrolladas principalmente en mujeres universitarias en EE. UU., se han preguntado por los factores que predicen la identidad feminista. Por ejemplo, en algunos trabajos, guiados por la afirmación: “No soy feminista, pero…”, se han estudiado factores predictores de orientación profeminista (Myaskovsky y Wittig, 1997; Williams y Wittig, 1997), la atribución de la etiqueta feminista (Liss y Erchull, 2010) y la discrepancia entre el apoyo al feminismo y el rechazo a la autoidentificación (Zucker 2004; Zucker y Bay-Cheng, 2010). En la revisión de la literatura científica no se han encontrado estudios similares en el contexto chileno, ni en el latinoamericano; este vacío lleva a plantearse la pregunta respecto a cuáles son los factores que inciden en la identificación de las mujeres con el feminismo, particularmente en Chile.

De allí que el objetivo propuesto para este estudio sea explorar los factores que permitan predecir cuándo las mujeres se identificarán con el feminismo en Chile. Esta investigación permitirá, a nivel teórico, problematizar el concepto identidad e identificación feminista a fin de precisarlos, mientras que, a nivel metodológico, ofrecerá un instrumento válido y confiable que permita arrojar luces sobre las variables que acercan o alejan a las mujeres del feminismo, en las condiciones sociohistóricas antes explicitadas.

De la teoría de la identidad social al relevamiento de una identidad social feminista

El desarrollo de los estudios sobre identidad feminista es tributario de la Teoría de la Identidad Social, que, en líneas generales, afirma que la identidad social corresponde a aquella parte del autoconcepto que deriva del conocimiento de la pertenencia a un grupo social, junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia (Tajfel, 1982, 1984). Se entenderá la identidad feminista como una identidad social, es decir que involucra el conocimiento de la pertenencia al feminismo y el significado valorativo y emocional derivado de dicha pertenencia. Según Ana Velasco (2016, p.82), “las personas con identidad feminista comparten ideales, valores y comportamientos/acciones con el resto de las personas identificadas como tal, y buscan el reconocimiento de las demás personas también identificadas con este colectivo”.

Los primeros trabajos en esta área son atribuidos a Patricia Gurin en 1985 (Zucker, 2004), quien propuso un instrumento para operacionalizar y medir el concepto conciencia de género en mujeres, a través de cuatro medidas: identificación de género /sentido de la colectividad, orientación colectiva, negación de la legitimidad (withdrawal of legitimacy) y descontento. Dichos estudios fueron realizados por medio de tres encuestas entre los años 1972 y 1983 (Gurin, 1985). Durante la misma época, Downing y Roush (1985) propusieron un modelo teórico del desarrollo de la identidad feminista. Este modelo, desarrollado a partir de los estudios de Cross (1971) y referidos a la construcción de una escala de identidad racial, consta de cinco etapas: aceptación pasiva, revelación, apoyo social (valoración del vínculo), hasta un estado de síntesis entre las creencias feministas y la propia identidad. Este modelo ha sido la base para numerosos trabajos empíricos relativos a estudios de actitudes y experiencias de vida en mujeres (Bargad y Hyde, 1991; Fischer et al., 2000; Liss et al., 2001, 2004; Liss y Erchull, 2010).

En la década del noventa, las investigaciones se interesaron en el denominado feminismo liberal, concordante con el auge de políticas públicas pro-igualdad de género, como es el caso de la Escala de ideología y actitud feminista liberal, propuesta por Betsy Morgan (1996). La escala contiene tres dominios de actitudes feministas: roles de género, objetivos feministas, e ideología feminista. Por su parte, el trabajo de Nancy M. Henley (Henley et al., 1998) incorpora cierta diversidad de enfoques dentro del feminismo mediante la Escala de Perspectivas Feministas, (ideología liberal, enfoques radicales, socialista, cultural y el de las mujeres negras o womanist, además de una posición conservadora).

Por otro lado, Claire Renzetti (1987), a través del estudio de la relación entre las actitudes de las mujeres hacia los roles de género, la desigualdad de género y el movimiento de mujeres en estudiantes universitarias, dio cuenta de que, si bien las mujeres eran conscientes de la desigualdad de género y apoyaban el movimiento de derechos de las mujeres, eran reacias a identificarse como feministas. La autora sugiere que el desafío del movimiento feminista no sería transformar el cambio de actitudes hacia los roles de género, sino crear conciencia de la necesidad de esfuerzos colectivos, que es la respuesta más efectiva a los problemas personales que ellas experimentan en sus vidas cotidianas. Esta investigación fue precursora de una serie de estudios respecto a la cuestión de la etiqueta feminista, representada en la pregunta ¿Por qué las mujeres no se identifican con el feminismo aun cuando adhieren a creencias feministas o presentan actitudes profeministas? En este sentido, Williams y Wittig (1997), al incorporar en su enfoque la teoría de la acción colectiva, investigan “sobre percepciones, actitudes, creencias y experiencias que contribuyen a la distinción entre quienes apoyan los objetivos del movimiento feminista estadounidense, pero resisten la etiqueta […], de quienes, además de tener una orientación profeminista, se identifican a sí mismas como tales” (p.886). El estudio dio como resultado la presencia de cuatro variables predictivas de la aceptación de la identidad social feminista: el apoyo de los objetivos feministas, la evaluación positiva de las feministas, la creencia en la acción colectiva y la exposición al feminismo. Mientras Myaskovsky y Wittig (1997) sumaron a las variables anteriores, el reconocimiento de la discriminación contra las mujeres a fin de mejorar la capacidad predictiva del modelo. Este tipo de estudios avanzó en proponer tipos de identidad feminista, a partir de la aceptación o rechazo de la etiqueta “no feminista”: “liberales-igualitaristas” y “feministas” (Zucker 2004, Zucker y Bay-Cheng, 2010), y dentro de las “no autoetiquetadas” (non-labelers), cuasi feministas y neoliberales (Fitz, et al. 2012).

Respecto a los estudios más actuales, en una revisión sistemática sobre artículos publicados en la base de datos WoS entre 2015 y 2020 (Obreque, 2020) con base en los descriptores feminism identity, feminist identification y feminism, se encontraron 12 publicaciones: seis del paradigma cuantitativo, cuatro del cualitativo y dos de enfoque mixto, y constataron la tendencia a utilizar escalas ya existentes y que la más popular es la Escala de ideología y actitud feminista liberal (LFAIS) de Morgan (1996), la cual se focaliza en los objetivos feministas respecto a la igualdad de género (Charter y Mogro-Wilson, 2015; Moore y Stathi, 2019; Valentine et al, 2017), seguida por la Feminist Identity Composite (FIC) de Fisher (Charter, 2017;McCullought et al. 2020), que consiste en una operacionalización del modelo teórico de Downing y Rush (1985).

Sin embargo, en estos desarrollos teóricos y empíricos se ha observado una ambigüedad relativa a los usos de identidad e identificación feminista. Se ha seguido la propuesta de Ana Velasco, basada en que “las personas disponemos de una identidad múltiple conformada por la interconexión de identidades parciales […] estas fracciones cambiantes, flexibles y dinámicas de la propia identidad es lo que se entiende por identificaciones” (Velasco, 2016, p. 90). Es decir, las identificaciones, de forma combinada, darían lugar a la composición de la identidad.

Sobre los predictores de adopción de identificación feminista

El objetivo principal de este trabajo es explorar las variables que predicen la identificación de mujeres con el feminismo en Chile, en el marco de la situación sociohistórica particular en la sociedad chilena, atravesada por el llamado Estallido social de octubre (2019) y la pandemia mundial del COVID-19. La literatura científica ha provisto evidencia sobre las variables que permiten predecir la adhesión a la identificación con el feminismo en el contexto estadounidense (Charter y Mogro-Wilson, 2015; Charter, 2017; Fitz et al., 2012; Liss et al., 2001; Liss y Erchull, 2010; Myaskovsky y Wittig, 1997; McLaughlin y Aikman, 2020; Moore y Stathi, 2019; Weis at al., 2018; Williams y Wittig, 1997; Zucker y Bay-Cheng, 2010, entre otros), que servirá como marco de referencia para este estudio.

En primer lugar, se ha encontrado evidencia empírica que relaciona la identificación feminista con el sexismo. Glick y Fiske (1996) conceptualizaron y operacionalizaron una medida para el sexismo a través del Inventario de Sexismo Ambivalente (ASI). El sexismo es un constructo de dos dimensiones: por una parte, el sexismo hostil –que correspondería a una serie de actitudes prejuiciosas y conductas discriminatorias basadas en la supuesta inferioridad de las mujeres– y el sexismo benevolente –caracterizado por una actitud aparentemente no prejuiciosa, en un tono afectivamente positivo, que permite describir a la mujer como una persona frágil, que necesita cuidado y protección– (Cárdenas et al., 2010a). Por su parte, Zucker y Bay-Cheng (2010) consideran este constructo como proxi para actitudes feministas, es decir, como medida indirecta de esta variable y mostraron que las mujeres identificadas como feministas estuvieron menos de acuerdo con el sexismo hostil que las non-labelers y las no feministas, mientras que las non-labelers tuvieron los valores más altos de aceptación del sexismo benevolente. El inventario ASI –Appearance Schemas Inventory– también fue usado por McLaughlin y Aikman (2020) quienes buscaron desarrollar una medida actitudinal del feminismo que reflejara su naturaleza multifacética.

En este sentido, las mujeres que no se autoidentifican con el feminismo (non-labelers) y adhieren a la ideología neoliberal, reportaron mayores niveles de sexismo benevolente que quienes no se identifican, pero son “no feministas” o “casi feministas”. Esta forma de sexismo, percibida como natural, cumple una función paliativa y tiene como propósito la justificación del sistema y el reforzamiento de la perspectiva de que “todo está bien” (Fitz et al., 2012).

Por otro lado, la identificación de las mujeres con el feminismo posee una relación con la toma de conciencia de inequidades de género, asociadas al status quo en las relaciones sociales (Liss y Erchull, 2010; Myaskovsky y Wittig, 1997) y se correlaciona con la intención de participar en acciones por el cambio social (Moore y Stathi, 2019; Yoder et al., 2011). En este sentido, esto podría significar que altos niveles de conciencia de la injusticia social se correlacionarían con bajos niveles de justificación del sistema (Jost et al., 2003), ya que esta se entiende como la tendencia psicológica a racionalizar el status quo, que será, entonces, percibido como justo, bueno, legítimo y deseable (Jost y Kay, 2005). En consonancia con lo anterior, se ha encontrado evidencia que indica una relación entre la identidad feminista y la orientación a la dominancia social (SDO; Pratto et al., 1994). La SDO refiere a la creencia de que las jerarquías son aceptables, naturales y justificadas y, por lo tanto, preferibles a la igualdad de estatus entre los grupos. En el estudio de Zucker y Bay-Cheng (2010) se observa cómo, quienes se identifican como feministas fueron quienes obtuvieron niveles más bajos en dominancia social y expresaron menos fe en la existencia de un sistema meritocrático, en comparación con las non-labelers y con quienes no son feministas y rechazan los objetivos feministas. Otra variable relacionada es el autoritarismo de ala derecha (RWA), caracterizado por un sistema actitudinal compuesto por la sumisión a la autoridad, la agresión autoritaria y el convencionalismo (Altemeyer, 1996), el cual correlaciona positivamente con la aceptación de roles tradicionales de género (Duncan et al., 1999).

Del mismo modo, se ha encontrado relación entre el apoyo a los objetivos feministas como predictor de la identidad social feminista (Williams y Wittig, 1997) y del feminismo liberal (Morgan, 1996). Cowan et al. (1992), por su parte, muestran que las actitudes positivas hacia el movimiento feminista y hacia los objetivos feministas, serían las que explican en mayor medida la aceptación de la etiqueta feminista. Por otra parte, la autoidentificación con un grupo ha sido altamente correlacionada con la acción colectiva (Nelson et al., 2008; Weis at al., 2018) y, particularmente, ha sido enfocada a la aceptación de la autoidentificación feminista, ya que quienes aceptan la identidad están más predispuestas a comprometerse en actividades feministas, que quienes la rechazan (Liss et al., 2001).

Método

Este estudio, de carácter cuantitativo, siguió un diseño no experimental de tipo transversal, cuyo alcance es exploratorio (Hernández Sampieri y Mendoza., 2018).

Participantes

La muestra, de tipo no probabilística y de conveniencia (autoseleccionada), quedó compuesta por 389 participantes, quienes se identificaron como mujeres cisgénero (concordancia entre el sexo asignado al nacer y la identidad de género). Las edades fluctuaron entre los 18 y 72 años. (M = 27.4; DT = 11.52). Un 17.1 % se identificó con algún pueblo originario. El 73 % de las mujeres encuestadas accedió a educación superior de manera completa o incompleta (técnica, universitaria o posgrado). Respecto a la distribución geográfica, el 34.5 % declaró vivir en la región Metropolitana, un 26 % en la región del Maule, el 8 % en la región de Valparaíso, el 4 % en la de O´Higgins y el 2.1 % en la de Coquimbo, el 25.4 % corresponde a otras regiones chilenas.

Procedimiento

La invitación a participar en la encuesta fue hecha por integrantes del equipo de investigación a través de correo electrónico y redes sociales (WhatsApp, Instagram y Facebook) con enlace a un cuestionario alojado en la plataforma Survey Monkey. Los criterios de inclusión fueron los siguientes: ser mayor de 18 años, vivir en cualquier lugar del territorio chileno e identificarse como mujer. Como ya se indicó, las participantes se autoseleccionaron, pues las personas se proponen como participantes en un estudio o responden activamente a una invitación (Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018), y se les solicitó la aceptación de los términos explicitados en un consentimiento informado en el que se garantizaba el anonimato y la confidencialidad, que fue visado por el Comité de Ética de la Universidad de la Universidad de Valparaíso, Chile. Las medidas para este estudio fueron incluidas dentro de un cuestionario mayor en el marco del proyecto Anillos de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades SOC 180007 (PIA-ANID, Chile). Los datos fueron recolectados entre mayo y junio de 2020.

Instrumento

Autoidentificación Feminista

Se seleccionó la pregunta de Myaskovsky y Wittig (1997): ¿Con qué afirmación se siente más identificada?, la cual fue traducida y adaptada para este estudio, y se presentó con seis opciones de respuesta, que fueron desde 1 (No me considero feminista y no estoy de acuerdo con el feminismo) hasta 6 (Me llamo en público feminista y participo activamente en grupos y actividades de todo tipo).

Orientación Política

Se midió a través de un ítem en formato Likert cuyas opciones de respuesta fueron entre 1 (extrema izquierda) y 6 (extrema derecha): En asuntos políticos la gente habla frecuentemente de izquierda y derecha, por lo que se les preguntó ¿Dónde situaría sus ideas en la siguiente escala?

Apoyo a los objetivos y al movimiento feminista

Se midió a través de diez ítems que recogieron, por un lado, un espectro de demandas feministas en Chile en los últimos años y, por otro, el apoyo al feminismo como movimiento político (Obreque, 2019). Estos fueron medidos en escala Likert con opciones de respuesta entre 1 (muy en desacuerdo) y 6 (muy de acuerdo). El coeficiente de fiabilidad para la presente aplicación fue de .86 (alfa de Cronbach). Ejemplos de ítems: El movimiento feminista en Chile es un aporte para la democracia; El feminismo ha permitido a las personas rechazar imposiciones sobre cómo deben ser sus cuerpos o cómo deben vestirse.

Predisposición a la Participación Feminista

Consistió en una pregunta que midió la inclinación a participar en acciones o grupos feministas. ¿Qué tan dispuesta estaría a participar en un grupo o colectiva feminista? El rango de respuesta varió en escala Likert de 1 (nada dispuesta) a 6 puntos (totalmente dispuesta).

Medida de Sexismo Ambivalente

Se seleccionaron dos ítems de la escala de sexismo hostil y dos de sexismo benevolente incluidas en esta medida. (Glick y Fiske, 1996). Los ítems fueron seleccionados por presentar las mayores correlaciones ítem-total y en conjunto, mayor fiabilidad, que reduce con ello la extensión del instrumento total. Se presentaron en formato de escala Likert de 6 puntos (1 = completamente en desacuerdo y 6 = completamente de acuerdo). Las puntuaciones altas indican mayores niveles de sexismo hacia las mujeres. La versión de esta escala fue traducida y validada en Chile por Cárdenas et al (2010a). Los ejemplos de los ítems utilizados fueron los siguientes: “Las feministas intentan que las mujeres tengan más poder que los hombres y Las mujeres deberían ser queridas y protegidas por los hombres”. El coeficiente de fiabilidad para esta aplicación fue de .61 (alfa de Cronbach).

Justificación del Sistema

Se utilizaron cuatro ítems de la escala de justificación general del sistema (Jost et al., 2003); estos presentaron las mayores correlaciones ítem-total y en conjunto, mayor fiabilidad. Se presentaron en formato de escala Likert de 1 (fuertemente en desacuerdo) a 6 puntos (muy de acuerdo). La versión de esta escala fue adaptada, traducida y validada en Chile por Cárdenas et al (2022). El coeficiente de fiabilidad fue de .74 (α de Cronbach). Los ejemplos de ítems fueron: “Creo que la sociedad en que vivo es justa”, “Esta sociedad está organizada de tal modo que la gente usualmente consigue lo que merece”.

Autoritarismo de derechas

Fue medida a partir de cuatro ítems de la escala original de Altemeyer (1996); esta selección se debió a que presentaron mayores correlaciones ítem-total y en conjunto, mayor fiabilidad. Se presentó en formato de escala Likert cuyos valores fluctuaron entre 1 (fuertemente en desacuerdo) y 6 puntos (muy de acuerdo). El coeficiente de fiabilidad para la presente aplicación fue de .65 (α de Cronbach). La versión de esta escala fue adaptada, traducida y validada en Chile por Cárdenas y Parra (2010). Ejemplos de ítems incluidos: “Nuestra sociedad sería mejor si mostráramos tolerancia y comprensión por las ideas y valores diferentes”; “Nuestra sociedad necesita líderes fuertes que puedan erradicar el extremismo y la inmoralidad que prevalecen actualmente”.

Orientación a la Dominancia Social

Fue medida mediante cuatro ítems de la escala SDO (Pratto et al., 1994). Estos ítems, en conjunto, presentaron las mayores correlaciones ítem-total y en conjunto, mayor fiabilidad. Se presentó en formato de escala Likert con seis opciones de respuesta (1 = fuertemente en desacuerdo y 6 = muy de acuerdo). La versión de esta escala fue traducida y validada en Chile por Cárdenas et al (2010b). El coeficiente de fiabilidad para la presente aplicación fue de .64 (alfa de Cronbach). Entre los ítems incluidos se encuentran: “Resulta normal y positivo que ciertos grupos estén en una posición superior y otros en una posición inferior dentro de la sociedad”; “Todos los grupos deberían tener las mismas oportunidades”.

Variables sociodemográficas

Se incluyeron, además, otras variables que permitan segmentar la muestra y describirla: edad (número de años cumplidos), identificación con algún pueblo originario (¿Se identifica usted con algún pueblo originario?; Sí/No), nivel de estudios (¿Cuál es el nivel de estudios más alto alcanzado por usted?; opciones: básica, secundaria, superior técnica completa/incompleta, superior universitaria completa/ incompleta, posgrado) y religiosidad, expresada en formato de escala Likert de 6 puntos (1 = nada religiosa y 6 = muy religiosa).

Plan de análisis de datos

El programa utilizado para todos los análisis fue SPSS 27 (IBM Corp., 2020). Se realizaron análisis descriptivos (media, desviación típica), análisis de fiabilidad (alfa de Cronbach). Luego, se calcularon correlaciones lineales de Pearson para contrastar con la variable dependiente identificación feminista. Las variables que presentaron correlaciones significativas con esta última fueron ingresadas a un análisis de regresión lineal múltiple por pasos sucesivos; la elección de estos permite confeccionar un modelo de regresión a través de la autoselección de las variables con mayor peso y la eliminación de las variables que no presentan aporte estadísticamente significativo.

Resultados

Análisis preliminares

Se comenzó por un análisis del cumplimiento de los supuestos que muestra la existencia de relaciones lineales entre variables, analizado mediante gráficas de dispersión parcial. El supuesto de no colinealidad fue chequeado por medio de la revisión de la matriz de correlaciones (no existen correlaciones muy elevadas entre variables); tampoco existió incongruencia entre la significación del estadístico F y la de los coeficientes de regresión (F es significativo y también hay variables con coeficientes de regresión significativos); no existen coeficientes de regresión con signo diferente del esperado (mismo signo que los coeficientes de regresión de orden cero) y ninguno posee valor absoluto mayor que 1. Del mismo modo, los índices de tolerancia son apropiados (rango entre .71 y .88) al igual que los factores de inflación de la varianza (entre 1.31 y 1.38). El estadístico Durbin-Watson toma un valor de 2.0, lo que indicaría que se cumple el supuesto de independencia. En el histograma de los residuos no se observa que se alejen de las colas de distribución y en el diagrama de distribución normal no hay observaciones que se alejen de la normalidad en la distribución. Por último, la presentación de los residuos tipificados indica que se cumple el supuesto de homocedasticidad.

Estadísticos descriptivos

Un análisis descriptivo fue realizado para todas las variables utilizadas en los análisis. Resulta importante destacar que la muestra valora positivamente al movimiento feminista chileno (M = 5.40, DT = .77), así como la participación en acciones relacionadas con este movimiento (M = 4.40, DT = 1.80). Por otro lado, las medidas de orientación a la dominancia social (M =1.30, DT = .58), justificación del sistema (M = 1.54; DT = .75) y sexismo hostil (M = 1.57, DT = 1.02) se consideran como puntajes bajos. Lo anterior indicaría que se trata de una muestra que presenta un sesgo en sentido de aprobación de la movilización feminista y una baja adhesión al sistema, a la dominancia social y a las formas más tradicionales de sexismo. Del mismo modo, las variables autoritarismo de derechas (M = 2.50, DT = .80) y sexismo benevolente (M = 2.90, DT = 1.43) representan puntajes medios dentro del espectro de valores de respuesta de los instrumentos. En conjunto, para todas las variables, la dispersión de respuestas es relativamente baja (Tabla 1).

Por otro lado, los resultados de la variable dependiente seleccionada, identificación feminista, muestran que el 74.8 % se considera feminista en grados diversos, desde la identificación como feministas de manera privada, con un 14.2 % (“En privado me considero feminista, pero no me llamo en público ’feminista’ porque no soy lo suficientemente ’buena feminista’”); la identificación de manera pública (13.2 %); la identificación pública con participación ocasional en actividades de grupos o colectivas feministas (38.1 %), hasta la participación comprometida (9.2 %). En contraparte, el 6 % se declara no feminista, mientras que el 19.2 %, si bien concuerda con objetivos feministas, no acepta la etiqueta.

Tabla 1

Estadísticos descriptivos y correlaciones parciales entre variables

Media

Desv. Estándar

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

1.Identificación feminista

3.86

1.5

_

-.30**

-.07

-.27**

-.36**

.54**

-.52**

-.35**

-.15

.01

-.12*

.68**

2. Edad

27.4

11.52

_

.02

.16**

.14**

-.27**

.31**

.18**

.06

-.12*

.04

-.40

3.Identificación con pueblo originario

1.82

.38

-.07

.02

_

.02

.17**

-.09

-.01

-.01

.14**

.08

.14**

-.09

4.Religiosidad

2.1

1.4

-.27**

.16**

.02

_

.34**

-.24**

.23**

.17**

.13**

.12

.09

-.27**

5.Orientación política

2.6

.84

-.36**

.13**

.17**

.34**

_

-.42**

.30**

.20**

.37**

.13*

.31**

-.27**

6.Objetivos Feministas

5.4

.77

.54**

-.27**

-.90

-.24**

-.42**

_

-.54**

-.25**

-.33**

-.14**

-.36**

.58**

7. Sexismo hostil

1.57

1.02

-.52**

-.01

.23**

.30**

-.54**

_

.40**

.23**

.04

.19**

-.51**

8. Sexismo benevolente

2.90

1.43

-.35**

.18**

-.01

.17**

.20**

-.25**

.40**

_

.16*

-.06

.12*

-.33**

9.Justificación del Sistema

1.54

.75

-.15**

.06

.14**

.13**

.37**

-.33**

.23**

.12*

_

.21**

.50**

-.15**

10. Autoritarismo

2.5

.80

.01

-.12*

.09

.08

.13*

-.14

.04

-.06

.21**

_

.25**

.03

11.Dominancia Social

1.30

.58

-.12*

.04

.14**

.09

.31**

-.36**

.19**

.12*

.50**

.25**

_

-.13**

12. Predisposición a participación feminista

4.40

1.80

.68**

-.40**

-.09

-.27**

-.27**

.58**

-.51**

-.33**

-.15**

.03

-.13**

_

* p < .05** p < .01

Análisis de correlaciones lineales

En la Tabla 2 pueden observarse los resultados de los grados de variación conjunta entre las variables seleccionadas con la variable autoidentificación feminista. Las variables predisposición a la participación feminista (r = .68, p = < .001), objetivos feministas (r = .54, p = < .001) y sexismo hostil (r = -.52, p < .001) presentaron el mayor grado de variación conjunta con autoidentificación feminista. Mientras que las variables orientación política (r = -.36, p= < .001), sexismo benevolente (r = -.35, p = <.001), edad (r = -.30, p = < .001), religiosidad (r = -.27, p = < .001), justificación del sistema (r = -.15, p = < .001) y predisposición a la dominancia social (r = -.12, p = .02), presentaron un grado de correlación mediano a débil. Por su parte, autoritarismo de derecha, nivel de estudios e identificación con pueblo originario no mostraron correlación significativa.

Tabla 2

Modelo de regresión lineal múltiple para identificación feminista

Modelo

Variables predictoras

B

Desv. Error

β

t

p

95,0% intervalo de confianza para B

B

1

(Constante)

1.38

1.45

9.45

.000

[1.09; 1.66]

Predisposición a la participación feminista

.56

0.31

.68

18.43

.000

[.50;.62]

2

(Constante)

2.32

.22

10.53

.000

[1.89;2.80]

Predisposición a la participación feminista

.47

.034

.57

13.66

.000

[.40;.54]

Sexismo hostil

-.33

.060

-.23

-5.56

.000

[-.45; -.22]

3

(Constante)

3.0

.27

11.04

.000

[2,51;3.59]

Predisposición a la participación feminista

.45

.34

.54

13.18

.000

[.38;.51]

Sexismo hostil

-.29

.06

-.20

-4.80

.000

[-.40; -.17]

Orientación política

-.28

.07

-.16

-4.23

.000

[-.41; -15]

Izquierda/derecha

Notas: Modelo 3: R2 = .53, F (3,385) = 107.1, p < .001

Análisis de regresión lineal múltiple

Se incorporaron al análisis de la regresión lineal múltiple solo las variables que tenían una relación significativa con la variable dependiente. Se incluyeron las variables sociodemográficas edad y religiosidad. El método de la regresión lineal fue por pasos sucesivos. El resultado arrojado fue un modelo con tres variables que explican un 53 % de la varianza total de la variable autoidentificación feminista. El primer factor, predisposición a la participación feminista, es el que contribuye mayormente a explicar el fenómeno (β = .54; p < .001), seguido por sexismo hostil (β = -.20; p < .001), y finalmente, orientación política (izquierda/derecha) (β = -.16; p < .001).

Discusión

En este estudio se han examinado los factores que pueden predecir la identificación de las mujeres con el feminismo en el contexto sociohistórico actual en Chile. Del total de variables testeadas, los análisis han permitido seleccionar un modelo compuesto por tres de ellas.

La primera, corresponde a la predisposición de las mujeres encuestadas a participar de actividades feministas, por lo tanto, esto puede ser interpretado en términos de la centralidad de la conducta al momento de identificarse o rechazar la identificación con el feminismo. Este resultado se corresponde con otros estudios (Duncan, 1999;Yoder et al., 2011; Moore y Stathi, 2019) que destacan la asociatividad feminista como un modo de superar problemáticas individuales con miras a la transformación social. Por otra parte, la toma de conciencia ante la situación de opresión en la que viven las mujeres por el hecho de serlo y, por lo tanto, como un fenómeno social y enraizado históricamente, y no como un problema individual, se corresponde con la etapa final del desarrollo de la identidad social feminista (Downing y Rush, 1985), ya que una persona en este estadio considera que la acción social y el colectivismo grupal son medios efectivos para el cambio social. Al pensar este resultado en el contexto chileno, se podría plantear que las movilizaciones feministas estudiantiles del año 2018 marcaron la apertura de un nuevo ciclo de movilización social cuyos efectos continúan en el presente. Este efecto tiene relación con el impacto de la aceptación de la etiqueta feminista de manera pública y la movilización social de mujeres autoconvocadas, es decir, de manera independiente de las federaciones estudiantiles y de partidos políticos, lo que podría haber generado una reacción en efecto cascada: la movilización llama a la movilización. Esto tiene relación con la idea de Tajfel (1984) relativa a que el grupo contribuye positivamente a la identidad social de quienes se identifican con él, es decir, obtienen de esta pertenencia alguna satisfacción (p. 293). Por otro lado, el desarrollo de movilizaciones feministas universitarias a nivel regional, sin articulación central, habría generado un impulso para la consolidación de agrupaciones y colectivas en los diversos territorios, cada cual con problemáticas locales. Estas agrupaciones han continuado trabajando activamente durante el Estallido Social de octubre de 2019 y la política institucional ha debido reconocer el poder político creciente del movimiento feminista chileno, por ejemplo, al asegurar la paridad de género en el proceso constituyente, que contrasta con la baja representación política de las mujeres en el Congreso (solo un 24. 4 % según datos del Servicio Electoral de Chile).

El segundo componente del modelo corresponde al sexismo hostil; esto quiere decir que las mujeres que rechazan este tipo de sexismo son más proclives a identificarse con el feminismo. En términos de la teoría de la identidad social, se podría pensar que el rechazo al sexismo sería en términos de una percepción de la deprivación relativa (Brown, 2010; Tajfel, 1984), al comparar la situación de las mujeres frente a los privilegios masculinos, es decir, del incumplimiento de determinadas expectativas. Este proceso de reconocimiento de situaciones que impiden a las mujeres desarrollar sus vidas en las mismas condiciones que los hombres y, sobre todo, de la percepción de que estas diferencias son ilegítimas, empujan a abrazar la lucha por el cambio social, “ya que el cambio social solo adquiere significado en la comparación con otros grupos” (Tafjel, 1984). Sin embargo, no es el caso del sexismo benevolente, lo que podría indicar que las formas más sutiles de sexismo continúan internalizadas y son más difíciles de superar y rechazar que las formas sexistas tradicionales. También podría indicar que son persistentes las formas de sexismo benevolente, incluso dentro del propio movimiento feminista, sin que por ello las personas se puedan sentir excluidas. Así, protegen su identidad al decir “yo no soy sexista”, al tiempo que avalarían formas de violencia sutiles y naturalizadas. De acuerdo con lo anterior, si bien los bajos niveles de sexismo hostil son un predictor de la identificación feminista, la identidad pública feminista no es necesariamente un predictor de nuevas formas de expresión sobre el sexismo.

La orientación política de izquierda constituye el tercer predictor del modelo, es decir, las mujeres que se identifican con la izquierda son quienes, además, se identifican con el feminismo, aunque no podemos saber cuál de estas identidades fue la que se adoptó primero y en qué grado están imbricadas. Sin embargo, generalmente, la adscripción a grupos sociales diferentes implica ciertas regularidades socialmente compartidas (Tajfel, 1984). En línea con los otros dos factores del modelo anteriormente mencionados, se podría pensar en que ambos involucran un proceso de toma de consciencia de la ilegitimidad que implica que un grupo domine a otro o se encuentre en una situación de privilegio injustificados respecto de otros. Esta situación explicaría la imbricación de las luchas sociales en el Estallido social de octubre de 2019 y el movimiento feminista chileno y, a su vez, el rol relevante del movimiento feminista en la democracia chilena (de Fina y Vidal, 2019).

Por otra parte, tanto la orientación política hacia la izquierda y el feminismo podrían ser considerados, en líneas generales, como corrientes de pensamiento contrahegemónicos. Ambas cumplen la función de desenmascarar relaciones sociales de dominación a través de la producción de significados alternativos a los del orden ideológico imperante, gracias a la puesta en funcionamiento de nuevas formas de resistencia, conformaciones de sujetos políticos, relaciones sociales e incluso afectos y deseos, a fin de erosionar la trama que sostiene la actual hegemonía neoliberal (Laclau y Mouffe, 1987; Mouffe, 2016).

Según Bobbio (1996) la izquierda y la derecha conforman una díada antitética y excluyente, es decir, son entidades divergentes que se oponen la una a la otra; a partir de esto, se puede pensar que feminismo(s) e izquierda(s) constituirían una díada complementaria, ya que estaría integrada por “entidades convergentes que tienden a encontrarse y a formar juntas una unidad superior” (p.50). Esta convergencia sería visible en la imbricación de luchas contra el modelo y políticas neoliberales, implantados en la dictadura y profundizados en la posdictadura, que ha salido a la luz durante el Estallido Social de octubre de 2019 en Chile. Sin embargo, esta convergencia es actual, ya que es innegable que, históricamente, la izquierda muchas veces excluyó y oprimió a las mujeres y disidencias sexuales, con ideas que pueden llegar a ser tan conservadoras como las de la derecha.

Según los hallazgos referidos a la identificación con el feminismo, resultan relevantes las diferencias encontradas en estudios realizados en España y Estados Unidos (Charter, 2015; Charter y Mogro-Wilson, 2017; García et al., 2016), en los que se destaca un bajo porcentaje de mujeres que se autoidentifican como feministas, probablemente asociados a la existencia de estereotipos negativos (Swirsky y Angelone, 2015; Moore y Stathi, 2019) o por hostilidad antifeminista (Yeung et al., 2014). Los resultados de esta investigación se contraponen con los reportes citados, ya que el 74.8 % de las mujeres se identificaba en algún grado con el feminismo. Esto se puede explicar debido al contexto de movilizaciones recientes en Chile, en el que la acción social ha generado cambios que la política institucional ha debido implementar, por ejemplo, la Convención Constitucional que deberá escribir una nueva Constitución para el país a partir de junio del 2021. Diversos estudios indican que un mayor sentido de eficacia (Cefaï, 2009, 2011; McAdams et al., 1999), es decir, la percepción de que es posible lograr cambios reales en la sociedad, aumentan la participación en procesos de movilización colectiva y la consiguiente identificación con los grupos que la patrocinan. Si bien estos cambios no han sido de tipo estructural, al menos sería posible plantear que las mujeres en Chile han adquirido una mayor confianza en un probable cambio social y, por ende, logran identificarse en mayor medida con el feminismo. A su vez, esto podría llevar a una transformación de estereotipos negativos, en positivos y la disminución de la hostilidad, al menos declarada, hacia las feministas (solo un 6 % rechaza al feminismo). Del mismo modo, los costes asociados a la identificación con el feminismo en Chile se han reducido, por lo que un creciente número de mujeres pueda utilizar dicha etiqueta para sí mismas y extraer una identidad positiva de ella.

Este estudio contiene una serie de limitaciones. La principal de ellas es la escasa capacidad para generalizar los hallazgos debido al tipo de muestreo (de carácter no representativo y autoseleccionado). En particular, la mayor problemática correspondió a la dificultad de acceso a un rango etario de mujeres mayores de 50 años (probablemente debido al tipo de plataforma escogida dadas las actuales circunstancias de pandemia). Se reportaron dificultades, tanto para el acceso, como a la posibilidad de completar el cuestionario online (solo se validaron cuestionarios completos). Por lo tanto, sería interesante desarrollar mecanismos para poder encuestar a un mayor número de mujeres mayores de 50 años.

Respecto al sesgo que afecta a los estudios de actitudes explícitas, en cuanto a la conformidad con la deseabilidad social al momento de entregar las respuestas, sería necesario complementar esta investigación con medidas de actitudes implícitas (Greenwald y Banaji, 1995), ya que este tipo de estrategia permitirá captar actitudes más allá de la conciencia de quien responda.

Por otro lado, si bien no se ha considerado al feminismo de manera monolítica, el foco del estudio no estuvo puesto en la diversidad de este, por lo tanto, sería interesante incluir en futuros estudios una pregunta referida a qué entienden por feminismo(s) las propias encuestadas, con el objetivo de conocer con cuál o cuáles feminismos se identifican las mujeres y así recoger la diversidad propia de los estos y su especificidad en el contexto chileno.

Por último, los resultados obtenidos en esta investigación muestran un panorama sobre la identificación de las mujeres con el feminismo en el actual contexto sociopolítico chileno. Esta identificación se da en grados diversos y sin grandes barreras. Se rescata la importancia de llevar a cabo investigaciones de este tipo que permiten, por una parte, discutir críticamente conceptos tales como identificación e identidad feminista, para proponer que la identificación con el feminismo representa un continuo que va desde la no identificación o el rechazo, hasta la identidad feminista, en la cual existe una síntesis entre las creencias y la propia identidad (Downing y Rush, 1985). A esto se le suma la predisposición a la participación en actividades feministas, una mayor valoración del vínculo con otras mujeres y la creencia en la transformación social de manera colectiva. Por otro lado, permiten comparar estos resultados con los hallazgos de estudios realizados en otros contextos socioculturales. En un futuro deberían permitir precisar la relación existente entre los diversos significados asociados al/los feminismo/s, los grados de rechazo, autoidentificación ambivalente (“no soy feminista, pero…” o “soy feminista, pero”) o aceptación comprometida con este (identidad feminista) y las acciones concretas; además de las variedades de feminismos (y sus particularidades) que han emergido en las primeras décadas del siglo XXI en Chile y Latinoamérica.

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