Artículos
Predictores de la
identificación de las mujeres con el feminismo en Chile
Predictors of
identification of women with feminism in Chile
Patricia Obreque Oviedo patricia.obreque@utalca.cl.
Universidad de Talca, Chile
Manuel Cárdenas Castro jose.cardenas@utalca.cl.
Universidad de Talca, Chile
Predictores de la identificación de las mujeres con el feminismo
en Chile
Interdisciplinaria,
vol. 40, núm. 1, pp. 191-208,
2023
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
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Recepción:
18
Febrero 2021
Aprobación:
20
Septiembre 2022
Resumen:
El feminismo es un movimiento que busca
transformar el orden social imperante, establecido a partir de la
jerarquización de la diferencia surgida de una concepción binaria
sexo-génerica, y que ha situado a las mujeres en una situación histórica de
opresión y explotación. A pesar de la vigencia del feminismo y el aporte de
este en las democracias actuales, no todas las personas y, en particular, las
mujeres, se identifican con este movimiento social. El objetivo principal de
este estudio es identificar los predictores de la identificación feminista en
mujeres en Chile. Con base en los resultados de un cuestionario online respondido por 389
mujeres, se realizó un análisis de regresión lineal múltiple (R. = .53, F
(3,385) = 107.1, p < .001) en el que se utilizó como variable dependiente la
identificación feminista. Las variables con mayor poder predictivo fueron: la
predisposición a la participación feminista (. = .54); el sexismo hostil (. =
-.20), y la orientación política (. = -.16). Lo anterior indicaría que aquellas
mujeres dispuestas a participar en actividades feministas, que rechazan las
formas de sexismo hostil y que adhieren a posiciones políticas de izquierda,
son quienes mayormente se identifican con el feminismo en Chile. Este modelo
relacionaría procesos identitarios que involucran una toma de consciencia de la
ilegitimidad que implica que un grupo domine a otro o se encuentre en una
situación de privilegio injustificados respecto de otros, y el consecuente
reconocimiento de la puesta en acción para la transformación social. Esta
relación entre toma de conciencia y acción, a su vez, permitiría explicar la
imbricación de las luchas sociales durante el estallido social de octubre 2019
y el movimiento feminista chileno. Finalmente, se discute sobre las
limitaciones del presente estudio y lineamientos para futuros.
Palabras clave: identidad feminista,
autoidentificación feminista, feminismo, mujeres, Chile.
Abstract: The data obtained were subjected to a descriptive analysis (mean
and standard deviation) and test score reliability (Cronbach´s Alpha). Then,
Pearson´s partial correlations were calculated in order to contrast with the
dependent variable feminist identification. From the total sample, 74.8 %
self-identified with feminism to various degrees (from a form of private
acceptance, but not public; up to activism); while 6 % self-declared as not
feminist, and 19 %, well in-line with the objectives, did not self-identify as
feminist.
Feminism is a movement that looks to transform the current social order, established from the hierarchization based on the difference suggested of a binary sex/gender conception. This order has historically situated women in a position of oppression and exploitation. In spite of the relevance and support for feminism in current democracies, not everyone, in particular women, identify with this social movement. Considering this, the main objective of this study is to identify the predictors of feminist identification in women in Chile.
This study, of quantitative type, has a sample size made up of
389 women. The type of sample was not probabilistic, rather self-selected. The
participants answered an online survey that explored the variables: feminist
identification, political orientation (left-right), support of the movement and
feminist objectives, predisposition to feminist action, ambivalent sexism
(hostile and benevolent sexism) (Glick & Fiske, 1996), social orientation
domination SDO (Prato et al., 1994), right wing authoritarianism RWA
(Altemeyer, 1996), and socio-demographic variables as well. Also, the
participants signed an informed consent form, endorsed by the corresponding
ethics committee. The ages of the participants fluctuated between 18 and 72 (M
= 27.4; DT = 11.52).
The data obtained were subjected to a descriptive analysis (mean
and standard deviation) and test score reliability (Cronbach´s Alpha). Then,
Pearson´s partial correlations were calculated in order to contrast with the
dependent variable feminist identification. From the total sample, 74.8 %
self-identified with feminism to various degrees (from a form of private
acceptance, but not public; up to activism); while 6 % self-declared as not
feminist, and 19 %, well in-line with the objectives, did not self-identify as
feminist.
Later on, the variables that showed a significant relationship
with the dependent variable were subjected to a multiple linear regression
analysis (R2 = .53, F (3,385) = 107.1 p < .001). The variables with the
highest predictive power were predisposition to feminist participation (β =
.54), hostile sexism (β = -.20), and political orientation (β = -.16). This
would indicate that those women willing to participate in feminist activities,
who reject hostile forms of sexism and adhere to leftist political positions
are those who mostly identify with feminism in Chile. This model would relate
identarian processes that involve an awareness of the legitimacy that implies
that one group dominates another or finds itself in a position of unjustified
privilege with respect to others, and the acknowledgement of the need for
transformational social action. This relationship between awareness and action,
likewise, would explain the overlapping social struggles during the social
outbreak of October 2019 and the feminist movement in Chile. Finally,
limitations of the present study are discussed with respect to the difficulty
to generalize the results due to the type of sample (self-selected); and the
characteristics of the sample, referring to the difficult access to women older
than 50. These women presented difficulty in forms of access and in completing
the survey online. Furthermore, it is considered that due to the bias of
explicit attitude studies with regards to social desirability at the moment of
response, it would be of great importance to complete this work with implicit
attitude measures. Also, the study proposes that as future line of research a
study that investigates what do women themselves understand about feminism in
order to make realizations of the plurality of this social movement.
Keywords: Feminist identity,
feminist auto-identification, feminism, women, Chile.
Introducción
El feminismo es un movimiento que busca terminar con el sexismo,
la explotación sexista y la opresión (bell
hooks, 2017, p. 21). El sexismo, atribuido al sistema político-social
patriarcal (bell hooks, 2004; Swirsky y Angelone, 2015), refiere a
prácticas y actitudes que promueven el trato diferenciado de las personas
debido a su sexo biológico y que normativiza sus características y
comportamientos (bell hooks, 2017), y
relega a las mujeres a una posición de subordinación y explotación. Asimismo,
es una corriente política con orígenes rastreables en la Ilustración, cuya
inicial reivindicación era conseguir la igualdad entre mujeres y hombres (Velasco, 2016). Con el paso de los años,
las propuestas teóricas del feminismo han tejido explicaciones cada vez más
complejas y, de esta manera, han empujado los límites de la libertad y la
igualdad, al contribuir a repensar el contenido de las democracias modernas (Cobo, 2013). El feminismo, o los
feminismos, se han expandido hacia los diversos territorios, se han enraizado
con problemáticas locales y han propuesto reivindicaciones y hecho emerger
identidades particulares con el foco puesto en la transformación social. En el
caso chileno, las feministas se han convertido en actrices relevantes para la
democracia en el contexto de posdictadura actual (De Fina y Vidal, 2019). Solo en los
últimos años, a partir de las movilizaciones estudiantiles feministas del 2018,
la lucha por la aprobación del aborto en tres causales (violación, inviabilidad
del feto y peligro de la vida de la madre) y el altísimo poder de convocatoria que
han tenido sus llamados a las diversas marchas y manifestaciones –el 8 de marzo
(2019) movilizó a más de un millón de mujeres solo en Santiago y a otro millón
en todo el país –se ha configurado un escenario político en el cual la consigna
predominante es “Nunca más sin nosotras”. Las luchas del feminismo han
articulado “un cuestionamiento global al modelo de sociedad y de economía
neoliberal heredado de la dictadura y mantenido a lo largo de la posdictadura”
(Forztenzer, 2019, p. 46), tal como se
ha podido observar durante el llamado Estallido Social de Octubre (2019).
A pesar de la gran capacidad de movilización y la enorme
visibilidad que ha alcanzado el movimiento feminista, la literatura ha relevado
lo que Swirsky y Angelone (2015)
llaman la paradoja feminista (p.1), esto es que, a pesar de que las mujeres
apoyan las líneas generales del movimiento, en muchos casos, se distancian de
estas cuando implican autoidentificarse como feministas. Algunas
investigaciones relativamente recientes, desarrolladas principalmente en
mujeres universitarias en EE. UU., se han preguntado por los factores que
predicen la identidad feminista. Por ejemplo, en algunos trabajos, guiados por
la afirmación: “No soy feminista, pero…”, se han estudiado factores predictores
de orientación profeminista (Myaskovsky y
Wittig, 1997; Williams y Wittig, 1997),
la atribución de la etiqueta feminista (Liss
y Erchull, 2010) y la discrepancia entre el apoyo al feminismo y el rechazo
a la autoidentificación (Zucker 2004; Zucker y Bay-Cheng, 2010). En la revisión
de la literatura científica no se han encontrado estudios similares en el
contexto chileno, ni en el latinoamericano; este vacío lleva a plantearse la
pregunta respecto a cuáles son los factores que inciden en la identificación de
las mujeres con el feminismo, particularmente en Chile.
De allí que el objetivo propuesto para este estudio sea explorar
los factores que permitan predecir cuándo las mujeres se identificarán con el
feminismo en Chile. Esta investigación permitirá, a nivel teórico,
problematizar el concepto identidad e identificación feminista a fin de
precisarlos, mientras que, a nivel metodológico, ofrecerá un instrumento válido
y confiable que permita arrojar luces sobre las variables que acercan o alejan
a las mujeres del feminismo, en las condiciones sociohistóricas antes
explicitadas.
De la teoría de la identidad social al relevamiento de
una identidad social feminista
El desarrollo de los estudios sobre identidad feminista es
tributario de la Teoría de la Identidad Social, que, en líneas generales,
afirma que la identidad social corresponde a aquella parte del autoconcepto que
deriva del conocimiento de la pertenencia a un grupo social, junto con el
significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia (Tajfel, 1982, 1984). Se entenderá la identidad
feminista como una identidad social, es decir que involucra el conocimiento de
la pertenencia al feminismo y el significado valorativo y emocional derivado de
dicha pertenencia. Según Ana Velasco
(2016, p.82), “las personas con identidad feminista comparten ideales,
valores y comportamientos/acciones con el resto de las personas identificadas
como tal, y buscan el reconocimiento de las demás personas también
identificadas con este colectivo”.
Los primeros trabajos en esta área son atribuidos a Patricia Gurin en 1985 (Zucker, 2004), quien propuso un
instrumento para operacionalizar y medir el concepto conciencia de género en
mujeres, a través de cuatro medidas: identificación de género /sentido de la
colectividad, orientación colectiva, negación de la legitimidad (withdrawal of legitimacy) y descontento. Dichos estudios
fueron realizados por medio de tres encuestas entre los años 1972 y 1983 (Gurin, 1985). Durante la misma época, Downing y Roush (1985) propusieron un
modelo teórico del desarrollo de la identidad feminista. Este modelo,
desarrollado a partir de los estudios de Cross
(1971) y referidos a la construcción de una escala de identidad racial,
consta de cinco etapas: aceptación pasiva, revelación, apoyo social (valoración
del vínculo), hasta un estado de síntesis entre las creencias feministas y la
propia identidad. Este modelo ha sido la base para numerosos trabajos empíricos
relativos a estudios de actitudes y experiencias de vida en mujeres (Bargad y Hyde, 1991; Fischer et al., 2000; Liss et al., 2001, 2004; Liss
y Erchull, 2010).
En la década del noventa, las investigaciones se interesaron en
el denominado feminismo liberal, concordante con el auge de políticas públicas
pro-igualdad de género, como es el caso de la Escala de ideología y actitud
feminista liberal, propuesta por Betsy
Morgan (1996). La escala contiene tres dominios de actitudes feministas:
roles de género, objetivos feministas, e ideología feminista. Por su parte, el
trabajo de Nancy M. Henley (Henley et al.,
1998) incorpora cierta diversidad de enfoques dentro del feminismo mediante
la Escala de Perspectivas Feministas, (ideología liberal, enfoques radicales,
socialista, cultural y el de las mujeres negras o womanist,
además de una posición conservadora).
Por otro lado, Claire
Renzetti (1987), a través del estudio de la relación entre las actitudes de
las mujeres hacia los roles de género, la desigualdad de género y el movimiento
de mujeres en estudiantes universitarias, dio cuenta de que, si bien las
mujeres eran conscientes de la desigualdad de género y apoyaban el movimiento
de derechos de las mujeres, eran reacias a identificarse como feministas. La
autora sugiere que el desafío del movimiento feminista no sería transformar el
cambio de actitudes hacia los roles de género, sino crear conciencia de la
necesidad de esfuerzos colectivos, que es la respuesta más efectiva a los
problemas personales que ellas experimentan en sus vidas cotidianas. Esta
investigación fue precursora de una serie de estudios respecto a la cuestión de
la etiqueta feminista, representada en la pregunta ¿Por qué las mujeres no se
identifican con el feminismo aun cuando adhieren a creencias feministas o
presentan actitudes profeministas? En este sentido, Williams y Wittig (1997), al incorporar
en su enfoque la teoría de la acción colectiva, investigan “sobre percepciones,
actitudes, creencias y experiencias que contribuyen a la distinción entre
quienes apoyan los objetivos del movimiento feminista estadounidense, pero
resisten la etiqueta […], de quienes, además de tener una orientación
profeminista, se identifican a sí mismas como tales” (p.886). El estudio dio
como resultado la presencia de cuatro variables predictivas de la aceptación de
la identidad social feminista: el apoyo de los objetivos feministas, la
evaluación positiva de las feministas, la creencia en la acción colectiva y la
exposición al feminismo. Mientras Myaskovsky
y Wittig (1997) sumaron a las variables anteriores, el reconocimiento de la
discriminación contra las mujeres a fin de mejorar la capacidad predictiva del
modelo. Este tipo de estudios avanzó en proponer tipos de identidad feminista,
a partir de la aceptación o rechazo de la etiqueta “no feminista”:
“liberales-igualitaristas” y “feministas”
(Zucker 2004, Zucker y Bay-Cheng, 2010),
y dentro de las “no autoetiquetadas” (non-labelers),
cuasi feministas y neoliberales (Fitz, et
al. 2012).
Respecto a los estudios más actuales, en una revisión
sistemática sobre artículos publicados en la base de datos WoS entre 2015 y 2020
(Obreque, 2020) con base en los
descriptores feminism identity, feminist identification
y feminism, se encontraron 12 publicaciones: seis
del paradigma cuantitativo, cuatro del cualitativo y dos de enfoque mixto, y
constataron la tendencia a utilizar escalas ya existentes y que la más popular
es la Escala de ideología y actitud feminista liberal (LFAIS) de Morgan (1996), la cual se focaliza en los
objetivos feministas respecto a la igualdad de género (Charter y Mogro-Wilson, 2015; Moore y Stathi, 2019; Valentine et al, 2017), seguida por la Feminist Identity Composite (FIC) de Fisher (Charter, 2017;McCullought et al. 2020), que consiste en
una operacionalización del modelo teórico de Downing y Rush (1985).
Sin embargo, en estos desarrollos teóricos y empíricos se ha
observado una ambigüedad relativa a los usos de identidad e identificación
feminista. Se ha seguido la propuesta de Ana Velasco, basada en que “las
personas disponemos de una identidad múltiple conformada por la interconexión
de identidades parciales […] estas fracciones cambiantes, flexibles y dinámicas
de la propia identidad es lo que se entiende por identificaciones” (Velasco, 2016, p. 90). Es decir, las
identificaciones, de forma combinada, darían lugar a la composición de la
identidad.
Sobre los predictores de adopción de identificación
feminista
El objetivo principal de este trabajo es explorar las variables
que predicen la identificación de mujeres con el feminismo en Chile, en el
marco de la situación sociohistórica particular en la sociedad chilena, atravesada
por el llamado Estallido social de octubre (2019) y la pandemia mundial del
COVID-19. La literatura científica ha provisto evidencia sobre las variables
que permiten predecir la adhesión a la identificación con el feminismo en el
contexto estadounidense (Charter y
Mogro-Wilson, 2015; Charter, 2017;
Fitz et al., 2012; Liss et al., 2001; Liss y Erchull, 2010; Myaskovsky y Wittig, 1997; McLaughlin y Aikman, 2020; Moore y Stathi, 2019; Weis at al., 2018; Williams y Wittig, 1997; Zucker y Bay-Cheng, 2010, entre otros),
que servirá como marco de referencia para este estudio.
En primer lugar, se ha encontrado evidencia empírica que
relaciona la identificación feminista con el sexismo. Glick y Fiske (1996) conceptualizaron y
operacionalizaron una medida para el sexismo a través del Inventario de Sexismo
Ambivalente (ASI). El sexismo es un constructo de dos dimensiones: por una
parte, el sexismo hostil –que correspondería a una serie de actitudes
prejuiciosas y conductas discriminatorias basadas en la supuesta inferioridad
de las mujeres– y el sexismo benevolente –caracterizado por una actitud
aparentemente no prejuiciosa, en un tono afectivamente positivo, que permite
describir a la mujer como una persona frágil, que necesita cuidado y
protección– (Cárdenas et al., 2010a).
Por su parte, Zucker y Bay-Cheng (2010)
consideran este constructo como proxi para
actitudes feministas, es decir, como medida indirecta de esta variable y
mostraron que las mujeres identificadas como feministas estuvieron menos de
acuerdo con el sexismo hostil que las non-labelers y
las no feministas, mientras que las non-labelers
tuvieron los valores más altos de aceptación del sexismo benevolente. El
inventario ASI –Appearance Schemas Inventory–
también fue usado por McLaughlin y Aikman
(2020) quienes buscaron desarrollar una medida actitudinal del feminismo
que reflejara su naturaleza multifacética.
En este sentido, las mujeres que no se autoidentifican con el
feminismo (non-labelers) y adhieren a la ideología
neoliberal, reportaron mayores niveles de sexismo benevolente que quienes no se
identifican, pero son “no feministas” o “casi feministas”. Esta forma de
sexismo, percibida como natural, cumple una función paliativa y tiene como
propósito la justificación del sistema y el reforzamiento de la perspectiva de
que “todo está bien” (Fitz et al., 2012).
Por otro lado, la identificación de las mujeres con el feminismo
posee una relación con la toma de conciencia de inequidades de género, asociadas
al status quo en las relaciones sociales (Liss y Erchull, 2010; Myaskovsky y Wittig, 1997) y se
correlaciona con la intención de participar en acciones por el cambio social (Moore y Stathi, 2019; Yoder et al., 2011). En este sentido,
esto podría significar que altos niveles de conciencia de la injusticia social
se correlacionarían con bajos niveles de justificación del sistema (Jost et al., 2003), ya que esta se
entiende como la tendencia psicológica a racionalizar el status
quo, que será, entonces, percibido como justo, bueno, legítimo y
deseable (Jost y Kay, 2005). En
consonancia con lo anterior, se ha encontrado evidencia que indica una relación
entre la identidad feminista y la orientación a la dominancia social (SDO; Pratto et al., 1994). La SDO refiere a
la creencia de que las jerarquías son aceptables, naturales y justificadas y,
por lo tanto, preferibles a la igualdad de estatus entre los grupos. En el
estudio de Zucker y Bay-Cheng (2010)
se observa cómo, quienes se identifican como feministas fueron quienes
obtuvieron niveles más bajos en dominancia social y expresaron menos fe en la
existencia de un sistema meritocrático, en comparación con las non-labelers y con quienes no son feministas y rechazan
los objetivos feministas. Otra variable relacionada es el autoritarismo de ala
derecha (RWA), caracterizado por un sistema actitudinal compuesto por la
sumisión a la autoridad, la agresión autoritaria y el convencionalismo (Altemeyer, 1996), el cual correlaciona
positivamente con la aceptación de roles tradicionales de género (Duncan et al., 1999).
Del mismo modo, se ha encontrado relación entre el apoyo a los
objetivos feministas como predictor de la identidad social feminista (Williams y Wittig, 1997) y del feminismo
liberal (Morgan, 1996). Cowan et al. (1992), por su parte,
muestran que las actitudes positivas hacia el movimiento feminista y hacia los
objetivos feministas, serían las que explican en mayor medida la aceptación de
la etiqueta feminista. Por otra parte, la autoidentificación con un grupo ha
sido altamente correlacionada con la acción colectiva (Nelson et al., 2008; Weis at al., 2018) y, particularmente, ha
sido enfocada a la aceptación de la autoidentificación feminista, ya que
quienes aceptan la identidad están más predispuestas a comprometerse en
actividades feministas, que quienes la rechazan (Liss et al., 2001).
Método
Este estudio, de carácter cuantitativo, siguió un diseño no
experimental de tipo transversal, cuyo alcance es exploratorio (Hernández Sampieri y Mendoza., 2018).
Participantes
La muestra, de tipo no probabilística y de conveniencia
(autoseleccionada), quedó compuesta por 389 participantes, quienes se
identificaron como mujeres cisgénero (concordancia entre el sexo asignado al
nacer y la identidad de género). Las edades fluctuaron entre los 18 y 72 años.
(M = 27.4; DT = 11.52). Un 17.1 % se identificó con algún pueblo originario. El
73 % de las mujeres encuestadas accedió a educación superior de manera completa
o incompleta (técnica, universitaria o posgrado). Respecto a la distribución geográfica,
el 34.5 % declaró vivir en la región Metropolitana, un 26 % en la región del
Maule, el 8 % en la región de Valparaíso, el 4 % en la de O´Higgins y el 2.1 %
en la de Coquimbo, el 25.4 % corresponde a otras regiones chilenas.
Procedimiento
La invitación a participar en la encuesta fue hecha por
integrantes del equipo de investigación a través de correo electrónico y redes
sociales (WhatsApp, Instagram y Facebook) con enlace a un cuestionario alojado
en la plataforma Survey Monkey. Los criterios de inclusión fueron los
siguientes: ser mayor de 18 años, vivir en cualquier lugar del territorio
chileno e identificarse como mujer. Como ya se indicó, las participantes se
autoseleccionaron, pues las personas se proponen como participantes en un
estudio o responden activamente a una invitación (Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018), y se
les solicitó la aceptación de los términos explicitados en un consentimiento
informado en el que se garantizaba el anonimato y la confidencialidad, que fue
visado por el Comité de Ética de la Universidad de la Universidad de
Valparaíso, Chile. Las medidas para este estudio fueron incluidas dentro de un
cuestionario mayor en el marco del proyecto Anillos de Investigación en Ciencias
Sociales y Humanidades SOC 180007 (PIA-ANID, Chile). Los datos fueron
recolectados entre mayo y junio de 2020.
Instrumento
Autoidentificación Feminista
Se seleccionó la pregunta de Myaskovsky
y Wittig (1997): ¿Con qué afirmación se siente más identificada?, la cual
fue traducida y adaptada para este estudio, y se presentó con seis opciones de
respuesta, que fueron desde 1 (No me considero feminista y
no estoy de acuerdo con el feminismo) hasta 6 (Me
llamo en público feminista y participo activamente en grupos y actividades de
todo tipo).
Orientación Política
Se midió a través de un ítem en formato Likert cuyas opciones de
respuesta fueron entre 1 (extrema izquierda) y 6 (extrema derecha): En asuntos políticos la gente habla
frecuentemente de izquierda y derecha, por lo que se les preguntó ¿Dónde
situaría sus ideas en la siguiente escala?
Apoyo a los objetivos y al movimiento feminista
Se midió a través de diez ítems que recogieron, por un lado, un
espectro de demandas feministas en Chile en los últimos años y, por otro, el
apoyo al feminismo como movimiento político (Obreque, 2019). Estos fueron medidos en
escala Likert con opciones de respuesta entre 1 (muy en desacuerdo)
y 6 (muy de acuerdo). El coeficiente de fiabilidad
para la presente aplicación fue de .86 (alfa de Cronbach). Ejemplos de ítems:
El movimiento feminista en Chile es un aporte para la democracia; El feminismo
ha permitido a las personas rechazar imposiciones sobre cómo deben ser sus
cuerpos o cómo deben vestirse.
Predisposición a la Participación Feminista
Consistió en una pregunta que midió la inclinación a participar
en acciones o grupos feministas. ¿Qué tan dispuesta estaría a participar en un
grupo o colectiva feminista? El rango de respuesta varió en escala Likert de 1
(nada dispuesta) a 6 puntos (totalmente dispuesta).
Medida de Sexismo Ambivalente
Se seleccionaron dos ítems de la escala de sexismo hostil y dos
de sexismo benevolente incluidas en esta medida. (Glick y Fiske, 1996). Los ítems fueron
seleccionados por presentar las mayores correlaciones ítem-total y en conjunto,
mayor fiabilidad, que reduce con ello la extensión del instrumento total. Se
presentaron en formato de escala Likert de 6 puntos (1 = completamente
en desacuerdo y 6 = completamente de acuerdo).
Las puntuaciones altas indican mayores niveles de sexismo hacia las mujeres. La
versión de esta escala fue traducida y validada en Chile por Cárdenas et al (2010a). Los ejemplos de
los ítems utilizados fueron los siguientes: “Las feministas intentan que las
mujeres tengan más poder que los hombres y Las mujeres deberían ser queridas y protegidas
por los hombres”. El coeficiente de fiabilidad para esta aplicación fue de .61
(alfa de Cronbach).
Justificación del Sistema
Se utilizaron cuatro ítems de la escala de justificación general
del sistema (Jost et al., 2003); estos
presentaron las mayores correlaciones ítem-total y en conjunto, mayor
fiabilidad. Se presentaron en formato de escala Likert de 1 (fuertemente en
desacuerdo) a 6 puntos (muy de acuerdo). La versión de esta escala fue adaptada,
traducida y validada en Chile por Cárdenas
et al (2022). El coeficiente de fiabilidad fue de .74 (α de Cronbach). Los
ejemplos de ítems fueron: “Creo que la sociedad en que vivo es justa”, “Esta
sociedad está organizada de tal modo que la gente usualmente consigue lo que
merece”.
Autoritarismo de derechas
Fue medida a partir de cuatro ítems de la escala original de Altemeyer (1996); esta selección se debió
a que presentaron mayores correlaciones ítem-total y en conjunto, mayor
fiabilidad. Se presentó en formato de escala Likert cuyos valores fluctuaron
entre 1 (fuertemente en desacuerdo) y 6 puntos (muy de acuerdo). El coeficiente de fiabilidad para la
presente aplicación fue de .65 (α de Cronbach). La versión de esta escala fue
adaptada, traducida y validada en Chile por Cárdenas
y Parra (2010). Ejemplos de ítems incluidos: “Nuestra sociedad sería mejor
si mostráramos tolerancia y comprensión por las ideas y valores diferentes”;
“Nuestra sociedad necesita líderes fuertes que puedan erradicar el extremismo y
la inmoralidad que prevalecen actualmente”.
Orientación a la Dominancia Social
Fue medida mediante cuatro ítems de la escala SDO (Pratto et al., 1994). Estos ítems, en
conjunto, presentaron las mayores correlaciones ítem-total y en conjunto, mayor
fiabilidad. Se presentó en formato de escala Likert con seis opciones de
respuesta (1 = fuertemente en desacuerdo y 6 = muy de acuerdo). La versión de
esta escala fue traducida y validada en Chile por Cárdenas et al (2010b). El coeficiente de
fiabilidad para la presente aplicación fue de .64 (alfa de Cronbach). Entre los
ítems incluidos se encuentran: “Resulta normal y positivo que ciertos grupos
estén en una posición superior y otros en una posición inferior dentro de la
sociedad”; “Todos los grupos deberían tener las mismas oportunidades”.
Variables sociodemográficas
Se incluyeron, además, otras variables que permitan segmentar la
muestra y describirla: edad (número de años cumplidos), identificación con
algún pueblo originario (¿Se identifica usted con algún pueblo originario?;
Sí/No), nivel de estudios (¿Cuál es el nivel de estudios más alto alcanzado por
usted?; opciones: básica, secundaria, superior técnica completa/incompleta,
superior universitaria completa/ incompleta, posgrado) y religiosidad,
expresada en formato de escala Likert de 6 puntos (1 = nada
religiosa y 6 = muy religiosa).
Plan de análisis de datos
El programa utilizado para todos los análisis fue SPSS 27 (IBM
Corp., 2020). Se realizaron análisis descriptivos (media, desviación típica),
análisis de fiabilidad (alfa de Cronbach). Luego, se calcularon correlaciones
lineales de Pearson para contrastar con la variable dependiente identificación
feminista. Las variables que presentaron correlaciones significativas con esta
última fueron ingresadas a un análisis de regresión lineal múltiple por pasos
sucesivos; la elección de estos permite confeccionar un modelo de regresión a
través de la autoselección de las variables con mayor peso y la eliminación de
las variables que no presentan aporte estadísticamente significativo.
Resultados
Análisis preliminares
Se comenzó por un análisis del cumplimiento de los supuestos que
muestra la existencia de relaciones lineales entre variables, analizado
mediante gráficas de dispersión parcial. El supuesto de no colinealidad fue
chequeado por medio de la revisión de la matriz de correlaciones (no existen
correlaciones muy elevadas entre variables); tampoco existió incongruencia
entre la significación del estadístico F y la de los coeficientes de regresión
(F es significativo y también hay variables con coeficientes de regresión
significativos); no existen coeficientes de regresión con signo diferente del
esperado (mismo signo que los coeficientes de regresión de orden cero) y
ninguno posee valor absoluto mayor que 1. Del mismo modo, los índices de
tolerancia son apropiados (rango entre .71 y .88) al igual que los factores de
inflación de la varianza (entre 1.31 y 1.38). El estadístico Durbin-Watson toma
un valor de 2.0, lo que indicaría que se cumple el supuesto de independencia.
En el histograma de los residuos no se observa que se alejen de las colas de
distribución y en el diagrama de distribución normal no hay observaciones que
se alejen de la normalidad en la distribución. Por último, la presentación de
los residuos tipificados indica que se cumple el supuesto de homocedasticidad.
Estadísticos descriptivos
Un análisis descriptivo fue realizado para todas las variables
utilizadas en los análisis. Resulta importante destacar que la muestra valora
positivamente al movimiento feminista chileno (M = 5.40, DT = .77), así como la
participación en acciones relacionadas con este movimiento (M = 4.40, DT =
1.80). Por otro lado, las medidas de orientación a la dominancia social (M
=1.30, DT = .58), justificación del sistema (M = 1.54; DT = .75) y sexismo
hostil (M = 1.57, DT = 1.02) se consideran como puntajes bajos. Lo anterior
indicaría que se trata de una muestra que presenta un sesgo en sentido de
aprobación de la movilización feminista y una baja adhesión al sistema, a la
dominancia social y a las formas más tradicionales de sexismo. Del mismo modo,
las variables autoritarismo de derechas (M = 2.50, DT = .80) y sexismo
benevolente (M = 2.90, DT = 1.43) representan puntajes medios dentro del
espectro de valores de respuesta de los instrumentos. En conjunto, para todas
las variables, la dispersión de respuestas es relativamente baja (Tabla
1).
Por otro lado, los resultados de la variable dependiente
seleccionada, identificación feminista, muestran que el 74.8 % se considera
feminista en grados diversos, desde la identificación como feministas de manera
privada, con un 14.2 % (“En privado me considero feminista, pero no me llamo en
público ’feminista’ porque no soy lo suficientemente ’buena feminista’”); la
identificación de manera pública (13.2 %); la identificación pública con
participación ocasional en actividades de grupos o colectivas feministas (38.1
%), hasta la participación comprometida (9.2 %). En contraparte, el 6 % se
declara no feminista, mientras que el 19.2 %, si bien concuerda con objetivos
feministas, no acepta la etiqueta.
Tabla 1
Estadísticos
descriptivos y correlaciones parciales entre variables
Media |
Desv. Estándar |
1 |
2 |
3 |
4 |
5 |
6 |
7 |
8 |
9 |
10 |
11 |
12 |
||
1.Identificación
feminista |
3.86 |
1.5 |
_ |
-.30** |
-.07 |
-.27** |
-.36** |
.54** |
-.52** |
-.35** |
-.15 |
.01 |
-.12* |
.68** |
|
2. Edad |
27.4 |
11.52 |
_ |
.02 |
.16** |
.14** |
-.27** |
.31** |
.18** |
.06 |
.04 |
-.40 |
|||
3.Identificación con
pueblo originario |
1.82 |
.38 |
-.07 |
.02 |
_ |
.02 |
-.09 |
-.01 |
-.01 |
.14** |
.08 |
-.09 |
|||
4.Religiosidad |
2.1 |
1.4 |
-.27** |
.16** |
.02 |
_ |
.34** |
-.24** |
.23** |
.17** |
.13** |
.12 |
.09 |
-.27** |
|
5.Orientación
política |
2.6 |
.84 |
-.36** |
.13** |
.17** |
.34** |
_ |
-.42** |
.30** |
.20** |
.37** |
.13* |
.31** |
-.27** |
|
6.Objetivos
Feministas |
5.4 |
.77 |
.54** |
-.27** |
-.90 |
-.24** |
-.42** |
_ |
-.54** |
-.25** |
-.33** |
-.14** |
-.36** |
.58** |
|
7. Sexismo hostil |
1.57 |
1.02 |
-.52** |
-.01 |
.23** |
.30** |
-.54** |
_ |
.40** |
.23** |
.04 |
.19** |
-.51** |
||
8. Sexismo
benevolente |
2.90 |
1.43 |
-.35** |
.18** |
-.01 |
.17** |
.20** |
-.25** |
.40** |
_ |
.16* |
-.06 |
.12* |
-.33** |
|
9.Justificación del
Sistema |
1.54 |
.75 |
-.15** |
.06 |
.14** |
.13** |
.23** |
.12* |
_ |
.21** |
.50** |
-.15** |
|||
10. Autoritarismo |
2.5 |
.80 |
.01 |
-.12* |
.09 |
.08 |
.13* |
-.14 |
.04 |
-.06 |
.21** |
_ |
.03 |
||
11.Dominancia Social |
1.30 |
.58 |
.04 |
.14** |
.09 |
.31** |
-.36** |
.19** |
.12* |
.50** |
.25** |
_ |
-.13** |
||
12. Predisposición a
participación feminista |
4.40 |
1.80 |
.68** |
-.40** |
-.09 |
-.27** |
-.27** |
.58** |
-.51** |
-.33** |
-.15** |
.03 |
-.13** |
_ |
* p < .05**
p < .01
Análisis de correlaciones lineales
En la Tabla 2 pueden observarse los
resultados de los grados de variación conjunta entre las variables
seleccionadas con la variable autoidentificación feminista. Las variables
predisposición a la participación feminista (r = .68, p = < .001), objetivos
feministas (r = .54, p = < .001) y sexismo hostil (r = -.52, p < .001)
presentaron el mayor grado de variación conjunta con autoidentificación
feminista. Mientras que las variables orientación política (r = -.36, p= <
.001), sexismo benevolente (r = -.35, p = <.001), edad (r = -.30, p = <
.001), religiosidad (r = -.27, p = < .001), justificación del sistema (r =
-.15, p = < .001) y predisposición a la dominancia social (r = -.12, p =
.02), presentaron un grado de correlación mediano a débil. Por su parte, autoritarismo
de derecha, nivel de estudios e identificación con pueblo originario no
mostraron correlación significativa.
Tabla 2
Modelo de regresión
lineal múltiple para identificación feminista
Modelo |
Variables
predictoras |
B |
Desv. Error |
β |
t |
p |
95,0% intervalo de
confianza para B |
B |
|||||||
1 |
(Constante) |
1.38 |
1.45 |
9.45 |
.000 |
[1.09; 1.66] |
|
Predisposición a la
participación feminista |
.56 |
0.31 |
.68 |
18.43 |
.000 |
[.50;.62] |
|
2 |
(Constante) |
2.32 |
.22 |
10.53 |
.000 |
[1.89;2.80] |
|
Predisposición a la
participación feminista |
.47 |
.034 |
.57 |
13.66 |
.000 |
[.40;.54] |
|
Sexismo hostil |
-.33 |
.060 |
-.23 |
-5.56 |
.000 |
[-.45; -.22] |
|
3 |
(Constante) |
3.0 |
.27 |
11.04 |
.000 |
[2,51;3.59] |
|
Predisposición a la
participación feminista |
.45 |
.34 |
.54 |
13.18 |
.000 |
[.38;.51] |
|
Sexismo hostil |
-.29 |
.06 |
-.20 |
-4.80 |
.000 |
[-.40; -.17] |
|
Orientación política |
-.28 |
.07 |
-.16 |
-4.23 |
.000 |
[-.41; -15] |
|
Izquierda/derecha |
Notas: Modelo 3: R2 = .53, F (3,385) = 107.1, p < .001
Análisis de regresión lineal múltiple
Se incorporaron al análisis de la regresión lineal múltiple solo
las variables que tenían una relación significativa con la variable
dependiente. Se incluyeron las variables sociodemográficas edad y religiosidad.
El método de la regresión lineal fue por pasos sucesivos. El resultado arrojado
fue un modelo con tres variables que explican un 53 % de la varianza total de
la variable autoidentificación feminista. El primer factor, predisposición a la
participación feminista, es el que contribuye mayormente a explicar el fenómeno
(β = .54; p < .001), seguido por sexismo hostil (β = -.20; p < .001), y
finalmente, orientación política (izquierda/derecha) (β = -.16; p < .001).
Discusión
En este estudio se han examinado los factores que pueden
predecir la identificación de las mujeres con el feminismo en el contexto
sociohistórico actual en Chile. Del total de variables testeadas, los análisis
han permitido seleccionar un modelo compuesto por tres de ellas.
La primera, corresponde a la predisposición de las mujeres
encuestadas a participar de actividades feministas, por lo tanto, esto puede
ser interpretado en términos de la centralidad de la conducta al momento de
identificarse o rechazar la identificación con el feminismo. Este resultado se
corresponde con otros estudios (Duncan,
1999;Yoder et al., 2011; Moore y Stathi, 2019) que destacan la
asociatividad feminista como un modo de superar problemáticas individuales con
miras a la transformación social. Por otra parte, la toma de conciencia ante la
situación de opresión en la que viven las mujeres por el hecho de serlo y, por
lo tanto, como un fenómeno social y enraizado históricamente, y no como un
problema individual, se corresponde con la etapa final del desarrollo de la
identidad social feminista (Downing y
Rush, 1985), ya que una persona en este estadio considera que la acción
social y el colectivismo grupal son medios efectivos para el cambio social. Al
pensar este resultado en el contexto chileno, se podría plantear que las
movilizaciones feministas estudiantiles del año 2018 marcaron la apertura de un
nuevo ciclo de movilización social cuyos efectos continúan en el presente. Este
efecto tiene relación con el impacto de la aceptación de la etiqueta feminista
de manera pública y la movilización social de mujeres autoconvocadas, es decir,
de manera independiente de las federaciones estudiantiles y de partidos
políticos, lo que podría haber generado una reacción en efecto cascada: la
movilización llama a la movilización. Esto tiene relación con la idea de Tajfel (1984) relativa a que el grupo
contribuye positivamente a la identidad social de quienes se identifican con
él, es decir, obtienen de esta pertenencia alguna satisfacción (p. 293). Por
otro lado, el desarrollo de movilizaciones feministas universitarias a nivel
regional, sin articulación central, habría generado un impulso para la
consolidación de agrupaciones y colectivas en los diversos territorios, cada
cual con problemáticas locales. Estas agrupaciones han continuado trabajando
activamente durante el Estallido Social de octubre de 2019 y la política
institucional ha debido reconocer el poder político creciente del movimiento
feminista chileno, por ejemplo, al asegurar la paridad de género en el proceso
constituyente, que contrasta con la baja representación política de las mujeres
en el Congreso (solo un 24. 4 % según datos del Servicio Electoral de Chile).
El segundo componente del modelo corresponde al sexismo hostil;
esto quiere decir que las mujeres que rechazan este tipo de sexismo son más
proclives a identificarse con el feminismo. En términos de la teoría de la
identidad social, se podría pensar que el rechazo al sexismo sería en términos
de una percepción de la deprivación relativa (Brown, 2010; Tajfel, 1984), al comparar la situación
de las mujeres frente a los privilegios masculinos, es decir, del
incumplimiento de determinadas expectativas. Este proceso de reconocimiento de
situaciones que impiden a las mujeres desarrollar sus vidas en las mismas
condiciones que los hombres y, sobre todo, de la percepción de que estas
diferencias son ilegítimas, empujan a abrazar la lucha por el cambio social, “ya
que el cambio social solo adquiere significado en la comparación con otros
grupos” (Tafjel, 1984). Sin embargo,
no es el caso del sexismo benevolente, lo que podría indicar que las formas más
sutiles de sexismo continúan internalizadas y son más difíciles de superar y
rechazar que las formas sexistas tradicionales. También podría indicar que son
persistentes las formas de sexismo benevolente, incluso dentro del propio
movimiento feminista, sin que por ello las personas se puedan sentir excluidas.
Así, protegen su identidad al decir “yo no soy sexista”, al tiempo que
avalarían formas de violencia sutiles y naturalizadas. De acuerdo con lo
anterior, si bien los bajos niveles de sexismo hostil son un predictor de la
identificación feminista, la identidad pública feminista no es necesariamente
un predictor de nuevas formas de expresión sobre el sexismo.
La orientación política de izquierda constituye el tercer
predictor del modelo, es decir, las mujeres que se identifican con la izquierda
son quienes, además, se identifican con el feminismo, aunque no podemos saber
cuál de estas identidades fue la que se adoptó primero y en qué grado están
imbricadas. Sin embargo, generalmente, la adscripción a grupos sociales diferentes
implica ciertas regularidades socialmente compartidas (Tajfel, 1984). En línea con los otros dos
factores del modelo anteriormente mencionados, se podría pensar en que ambos
involucran un proceso de toma de consciencia de la ilegitimidad que implica que
un grupo domine a otro o se encuentre en una situación de privilegio
injustificados respecto de otros. Esta situación explicaría la imbricación de
las luchas sociales en el Estallido social de octubre de 2019 y el movimiento
feminista chileno y, a su vez, el rol relevante del movimiento feminista en la
democracia chilena (de Fina y Vidal, 2019).
Por otra parte, tanto la orientación política hacia la izquierda
y el feminismo podrían ser considerados, en líneas generales, como corrientes
de pensamiento contrahegemónicos. Ambas cumplen la función de desenmascarar
relaciones sociales de dominación a través de la producción de significados
alternativos a los del orden ideológico imperante, gracias a la puesta en
funcionamiento de nuevas formas de resistencia, conformaciones de sujetos
políticos, relaciones sociales e incluso afectos y deseos, a fin de erosionar
la trama que sostiene la actual hegemonía neoliberal (Laclau y Mouffe, 1987; Mouffe, 2016).
Según Bobbio (1996) la
izquierda y la derecha conforman una díada antitética y excluyente, es decir,
son entidades divergentes que se oponen la una a la otra; a partir de esto, se
puede pensar que feminismo(s) e izquierda(s) constituirían una díada
complementaria, ya que estaría integrada por “entidades convergentes que
tienden a encontrarse y a formar juntas una unidad superior” (p.50). Esta
convergencia sería visible en la imbricación de luchas contra el modelo y
políticas neoliberales, implantados en la dictadura y profundizados en la
posdictadura, que ha salido a la luz durante el Estallido Social de octubre de
2019 en Chile. Sin embargo, esta convergencia es actual, ya que es innegable
que, históricamente, la izquierda muchas veces excluyó y oprimió a las mujeres
y disidencias sexuales, con ideas que pueden llegar a ser tan conservadoras
como las de la derecha.
Según los hallazgos referidos a la identificación con el
feminismo, resultan relevantes las diferencias encontradas en estudios
realizados en España y Estados Unidos (Charter,
2015; Charter y Mogro-Wilson, 2017;
García et al., 2016), en los que se
destaca un bajo porcentaje de mujeres que se autoidentifican como feministas,
probablemente asociados a la existencia de estereotipos negativos (Swirsky y Angelone, 2015; Moore y Stathi, 2019) o por hostilidad
antifeminista (Yeung et al., 2014).
Los resultados de esta investigación se contraponen con los reportes citados,
ya que el 74.8 % de las mujeres se identificaba en algún grado con el feminismo.
Esto se puede explicar debido al contexto de movilizaciones recientes en Chile,
en el que la acción social ha generado cambios que la política institucional ha
debido implementar, por ejemplo, la Convención Constitucional que deberá
escribir una nueva Constitución para el país a partir de junio del 2021.
Diversos estudios indican que un mayor sentido de eficacia (Cefaï, 2009, 2011; McAdams
et al., 1999), es decir, la percepción de que es posible lograr cambios
reales en la sociedad, aumentan la participación en procesos de movilización
colectiva y la consiguiente identificación con los grupos que la patrocinan. Si
bien estos cambios no han sido de tipo estructural, al menos sería posible
plantear que las mujeres en Chile han adquirido una mayor confianza en un
probable cambio social y, por ende, logran identificarse en mayor medida con el
feminismo. A su vez, esto podría llevar a una transformación de estereotipos
negativos, en positivos y la disminución de la hostilidad, al menos declarada,
hacia las feministas (solo un 6 % rechaza al feminismo). Del mismo modo, los
costes asociados a la identificación con el feminismo en Chile se han reducido,
por lo que un creciente número de mujeres pueda utilizar dicha etiqueta para sí
mismas y extraer una identidad positiva de ella.
Este estudio contiene una serie de limitaciones. La principal de
ellas es la escasa capacidad para generalizar los hallazgos debido al tipo de
muestreo (de carácter no representativo y autoseleccionado). En particular, la
mayor problemática correspondió a la dificultad de acceso a un rango etario de
mujeres mayores de 50 años (probablemente debido al tipo de plataforma escogida
dadas las actuales circunstancias de pandemia). Se reportaron dificultades,
tanto para el acceso, como a la posibilidad de completar el cuestionario online (solo se validaron cuestionarios completos). Por
lo tanto, sería interesante desarrollar mecanismos para poder encuestar a un
mayor número de mujeres mayores de 50 años.
Respecto al sesgo que afecta a los estudios de actitudes explícitas,
en cuanto a la conformidad con la deseabilidad social al momento de entregar
las respuestas, sería necesario complementar esta investigación con medidas de
actitudes implícitas (Greenwald y Banaji,
1995), ya que este tipo de estrategia permitirá captar actitudes más allá
de la conciencia de quien responda.
Por otro lado, si bien no se ha considerado al feminismo de
manera monolítica, el foco del estudio no estuvo puesto en la diversidad de
este, por lo tanto, sería interesante incluir en futuros estudios una pregunta
referida a qué entienden por feminismo(s) las propias encuestadas, con el
objetivo de conocer con cuál o cuáles feminismos se identifican las mujeres y
así recoger la diversidad propia de los estos y su especificidad en el contexto
chileno.
Por último, los resultados obtenidos en esta investigación
muestran un panorama sobre la identificación de las mujeres con el feminismo en
el actual contexto sociopolítico chileno. Esta identificación se da en grados
diversos y sin grandes barreras. Se rescata la importancia de llevar a cabo
investigaciones de este tipo que permiten, por una parte, discutir críticamente
conceptos tales como identificación e identidad feminista, para proponer que la
identificación con el feminismo representa un continuo que va desde la no
identificación o el rechazo, hasta la identidad feminista, en la cual existe
una síntesis entre las creencias y la propia identidad (Downing y Rush, 1985). A esto se le suma
la predisposición a la participación en actividades feministas, una mayor
valoración del vínculo con otras mujeres y la creencia en la transformación
social de manera colectiva. Por otro lado, permiten comparar estos resultados
con los hallazgos de estudios realizados en otros contextos socioculturales. En
un futuro deberían permitir precisar la relación existente entre los diversos
significados asociados al/los feminismo/s, los grados de rechazo,
autoidentificación ambivalente (“no soy feminista, pero…” o “soy feminista,
pero”) o aceptación comprometida con este (identidad feminista) y las acciones
concretas; además de las variedades de feminismos (y sus particularidades) que
han emergido en las primeras décadas del siglo XXI en Chile y Latinoamérica.
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