Artículos
Ser paciente
haitiano/a en Chile y vivir el racismo en centros de la red pública de salud
Being a Haitian
patient in Chile and experiencing racism in centers of the public health
network
María Emilia Tijoux emiliatijoux@uchile.cl
Universidad de Chile,,
Chile
Constanza Ambiado constanza.ambiado@uchile.cl
Universidad Católica de Chile, Chile
Ser paciente haitiano/a en Chile y vivir el racismo en centros
de la red pública de salud
Interdisciplinaria,
vol. 40, núm. 1, pp. 363-377,
2023
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
Afines
Esta obra está bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0
Internacional. La revista no retiene los derechos de reproducción (copyright)
por lo que los autores pueden volver a publicar sus trabajos con la sola
mención a la fuente original de publicación.
Esta obra está bajo una Licencia Creative
Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Recepción:
27
Enero 2021
Aprobación:
15
Julio 2022
Resumen:
El presente trabajo se inscribe en los
estudios sobre las migraciones contemporáneas a Chile, campo iniciado en los
años noventa al momento de una transición democrática y una economía presentada
como exitosa. Expone breves referencias a la migración hacia Chile proveniente
de Haití y algunos elementos de la historia de Haití que conforman una
situación migratoria particular. El objetivo es identificar el racismo presente
en las interacciones entre profesionales de los centros de la red pública de
salud y pacientes haitianos/as que acuden a ellos en Santiago de Chile. Este
trabajo proviene de un proyecto mayor que analizó la sociabilidad y las
competencias culturales de estos profesionales al interactuar con migrantes.
Desde una metodología cualitativa se realizaron entrevistas semiestructuradas a
profesionales de la red pública de salud y grupos focales a pacientes
haitianos. El marco de referencia se centra en el racismo como sistema y como
relación social, en la discriminación racial y sus efectos en las personas. Se
analizan las palabras de los/as pacientes y los/as profesionales, se presentan
algunas conclusiones sobre el racismo y la violencia registradas como forma de
sociabilidad, entendiéndola como el modo en que se da el trato entre dos
actores, uno de ellos en una posición superior. Estos procesos precisan ser
reflexionados para dar cuenta del sufrimiento producido en hombres, mujeres y
niños/as haitianos que buscan atención en la red de salud pública. Por último,
se avanzan algunas orientaciones tendientes a superarlos.
Palabras clave: racismo, raza,
racismo cotidiano, migraciones, paciente haitiano/a.
Abstract: The present work is inscribed within the field of contemporary
migration studies in Chile, a line of investigation initiated during the
nineties. At the time, various people from South America and the Caribbean
arrived to the country, which was undergoing a democratic transition and
presented itself as a successful economic model. Twenty-five years later,
migrants from Haiti began arriving. Despite not constituting the largest group
of migrants, they have become one of the most targeted by Chilean society, the
media, the political class and government authorities. Since the election of
Sebastián Piñera in 2018, certain measures were taken that signaled a policy
aimed towards reducing Haitian presence in the country: namely, a
“humanitarian” return plan exclusively for Haitians and the creation of a
consular visa as the main permit in order to enter the country. During the
COVID-19 pandemic, they were singled out as disobedient to the measures imposed
by the state of emergency and the sanitary restrictions put in place. Chilean
society agrees with restrictive norms and policies and looks with suspicion at
a migrant group that it perceives as different. Chile, a country colonized in
the name of humanist and republican values, which upholds cultural homogeneity,
does not look favorably on the arrival of migrants from elsewhere in the
region, and even less so on a migrant group whose skin color has been
negatively evaluated, to the point of linking it to physical, cultural and
psychological characteristics. This work makes brief references of the context
of migrating to Chile, of doing so from Haiti, and of some elements of Haiti’s
history that make up this particular migratory situation. The proposed
objective is to identify racism present within the interactions between public
health workers and Haitian patients who approach them for help or treatment in
the city of Santiago. This work stems from a larger project that analyzed the
sociability and cultural skills of different public health professionals
interacting with migrants. Employing a qualitative methodology, semi-structured
interviews were conducted with professionals from the public health service and
focus groups were organized with Haitian patients. The frame of reference
focuses on racism as a system and as a social relationship, on racial
discrimination and its effects on people. The words of patients and
professionals are analyzed and conclusions are drawn in regards to racism and
registered violence as forms of sociability, the latter understood as the way
in which two actors interact when one of them is in a position of superiority.
These processes need to be reflected upon in order to account for the damages
caused to Haitian men, women and children seeking care in the public health
network. Considering the importance of the right to migrate in current times
and the multiple obstacles that impede it, Haitian life in Chile emerges as a
“problem” when it comes to being attended, cared for or assisted to by health
professionals, an issue that is linked to the fact that contemporary migrations
have been repeatedly characterized as a “problem” and not as a social
phenomenon that needs to be seriously analyzed with academic accuracy. Racist
criticism emerges violently, offending and harming Haitian migrants who, in order
to avoid it, sometimes prefer not to go public health centers, to look for
alternatives when dealing with the ailments that afflict them, or
straightforwardly abandon the possibility of being attended at all. Finally,
some guidelines are advanced which may help to overcome these situations by
training professionals in order to improve communications between them and
Haitian migrants.
Keywords: racism, race,
everyday racism, migration, Haitian patients, health.
Introducción
La historia reciente de Chile estuvo marcada por la emigración
cuando la dictadura cívico militar violentó la existencia nacional. En la
década de 1990, durante la transición democrática, cuando el país mostraba una
economía calificada como exitosa, Chile se convirtió en país de inmigración.
Personas de la región, debido a diversas crisis, buscaban trabajo para salir
del empobrecimiento, escapar de persecuciones y vivir con dignidad. Primero
llegaron desde Perú, Bolivia y Ecuador buscando refugio, trabajo y residencia.
Años después vinieron desde Colombia, República Dominicana, Haití y Venezuela.
Según estimaciones de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) y de la ONU Migraciones (2019), para el año 1995
la migración era el 1 % de la población total de Chile, cifra que aumentó a 2.2
% en 2010 y a 3.6 % en 2015. Las últimas estimaciones fueron en 2019 y afirman
que la población migrante residente alcanzaba un 5 % de la población total del
país, es decir cerca de un millón y medio de personas.
Este crecimiento, sentido como inesperado, produjo en la
población chilena temor y desconfianza hacia las personas migrantes, que han
sido juzgadas por su color, sus rasgos, su condición económica o su origen. Una
visión negativa reforzada por autoridades de gobierno durante los últimos años,
que calificaron la migración como un problema con el resultado de que fuese
señalada como responsable de las dificultades sociales de los chilenos, y en
tiempos de COVID-19, de los contagios y desobediencia a la salud pública (El Mostrador, 2020). Al mismo tiempo, el
presidente Sebastián Piñera utilizó la incertidumbre generada por la pandemia
para justificar el cierre de fronteras y la represión, posicionando al fenómeno
migratorio como de alto riesgo y generando una política antiinmigrante
observada en expulsiones a ciudadanos haitianos bajo el programa de retorno
humanitario (Stang, Lara y Andrade, 2018)
en el año 2018, y de manera masiva al momento de presentación del presente
artículo (Matus y Ayala, 2021).
En este escenario hostil, la existencia se complica para las
personas migrantes debido a los obstáculos para la protección de sus derechos
fundamentales y al racismo que les afecta cotidianamente. El acceso a la salud
pública es una gran preocupación, pues este derecho se les garantiza únicamente
ante urgencias o protección especial, por ejemplo, a embarazadas y a niños/as
(de ahora en adelante, niños). Otras situaciones quedan supeditadas a la
posesión de un documento de identidad nacional. Estimaciones de la Encuesta de
Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN,
2017) señalan que un 65.1 % de las personas migrantes contaba con el
Sistema Previsional del Fondo Nacional de Salud (FONASA) mientras que un 15.8 %
no lo tenía, cifra que aumentaba a 20.2 % en menores de 18 años. Además, en
investigaciones recientes y denuncias de organizaciones sociales se advierte
que en los últimos años la irregularidad migratoria ha aumentado por una
deficiente administración del sistema de visas (en el país de origen como en
Chile). Estas restricciones tienden a detener y a reprimir la inmigración (Observatorio de Políticas Migratorias, 2020;
Ortiz Cetra y Pacecca, 2020).
La ley migratoria recientemente aprobada (Ministerio del Interior y Seguridad Pública,
2021), que reemplazó al DL 1 094 del año 1975, presenta deficiencias en
materia de garantías de derechos al mantener un enfoque centrado en la
seguridad de las fronteras y las condicionalidades para el acceso a derechos de
las personas migrantes. La ley queda abierta a la discrecionalidad del
reglamento dictado por el ejecutivo en la aplicación de lo que ella misma
señala. Los beneficios sociales que otorga tienen un tiempo de espera de 24
meses y comprenden exclusivamente a personas regularizadas, lo cual impide que
migrantes irregulares accedan a derechos. El articulado sobre el acceso al
sistema de salud que la ley señala como derecho universal amarra su ejercicio a
la discrecionalidad de las autoridades que regulan el acceso de manera
infralegal. Esto mantiene problemas institucionales que advierten de múltiples
dificultades para el acceso a la salud (Cabieses,
Bernales y McIntyre, 2017; Calderón y
Saffirio, 2017) y develan problemas administrativos: discrecionalidad de
profesionales y funcionarios sobre el ingreso y obtención de atenciones en
salud, dificultades de difusión de información sobre la normativa existente y
la protección de derechos de las personas migrantes (Cabieses et al., 2016). También se
advierte que la discriminación de instituciones y funcionarios son importantes
barreras debido a la recurrencia del maltrato que impide comprender y dar
respuesta a las dificultades que ocurren durante las atenciones de salud (Liberona y Mansilla, 2017).
En este marco de no protección de derechos, se observan con
inquietud actos y discursos contra personas migrantes, en los que la comunidad
haitiana resulta la más afectada por la discriminación de profesionales de
centros de salud pública cuando dicen que los/as migrantes abusan de la
generosidad del estado, y que se expresa en una retórica del humanismo
seguritario (Geisser, 2019). Dicha
generosidad refiere a la acogida chilena, pero solo si se selecciona y
disminuye el número de migrantes que ingresan. Las lógicas desplegadas por los
servicios de salud pública en los relatos de estos profesionales muestran que
la condición de migrante opera por sobre la de paciente, dando cuenta del
racismo que los categoriza y castiga.
Migración haitiana y racismo en Chile
Poco se conoce en Chile de Haití, a pesar de ser una comunidad
que reside y trabaja en el país, y que necesita de un acercamiento que evite y
enfrente prejuicios sin fundamentos. Para la persona haitiana la vida en Chile
es dura. El trato que se les ha dado precisa de una reflexión mayor que debiera
examinarse a la luz de los relatos provenientes de la sociedad chilena. Tal
como se ha estudiado en los últimos años (Tijoux
y Riveros, 2019; Tijoux, 2018, 2019), su origen y color son marcadores
raciales que los hacen objeto de acciones violentas que dificultan su inclusión
social (Rojas Pedemonte, Amode y Vásquez
Rencoret, 2015). Este rechazo se inscribe en una configuración cultural más
amplia desde la que resurgen conflictos heredados de la situación colonial.
Dada la escasa producción científica sobre lo que podría llamarse “la cuestión
haitiana” en este contexto migratorio, se mencionan algunas cuestiones de
interés, por ejemplo, preguntarse por qué individuos que fueron símbolo de
emancipación son actualmente objeto de discursos de exclusión (Nicolas, 2017). Esta marginalización va
unida a la discriminación de carácter racista expresada en la atención a la
salud, objeto de este trabajo.
La independencia de Haití en 1804 marcó una época indeleble en
la modernidad, cuando su emancipación dibujó política y económicamente gran
parte de la Europa colonialista y futuras gestas independentistas bajo su
ejemplo. Pero ser una de las primeras colonias en independizarse y abolir la
esclavitud no libró a su historia de permanentes crisis sociales y políticas
que aún perduran, incluyendo el último magnicidio del presidente Joven el Moïse (2021). Un siglo XIX de
conspiraciones, revueltas y golpes de Estado; un siglo XX durante el cual el
país estuvo controlado por intervenciones extranjeras y un largo periodo
dictatorial con François Duvalier y posteriormente su sucesor. Entre 1988 y
1994 Haití tuvo gobiernos democráticos y golpes de Estado; en 2010, un
terremoto que dejó cerca de 200 mil víctimas y dos millones de desplazados
internos y en 2016, el huracán Matthew. Además, Haití experimentó desde el año
2004 trece años de tutela bajo las fuerzas de la misión de estabilización de
las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), cuyas consecuencias negativas han sido
reconocidas por las propias Naciones Unidas.
En 2019 se estimó la población de Haití en 11 263 077 de
personas, basándose en datos del 2007, último censo realizado. En 2020, el Banco Mundial destacaba una alta densidad
poblacional de 403.6 personas por km., un crecimiento demográfico de 1.2 %
anual y exportaciones de bienes y servicios de un 16.9 % (PIB). El informe de desarrollo humano (2021) indica
que, en cuanto a calidad de vida, Haití se encuentra entre los países peor
evaluados, al ubicarse en el número 169 de un ranking de 189 países. Estos
diagnósticos señalan que posee una economía precaria de un país empobrecido
debido a la historia que ha transitado, circunstancia que lo transforma en un
país expulsor de su población y que lo sitúa entre los veinte de la región de
donde más se emigra.
La migración haitiana hacia Chile aumentó posteriormente al
terremoto de 2010 y creció desde 2016. El
Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Departamento de Extranjería y Migración
(DEM, 2020) estimaron que el total de ciudadanos haitianos residentes en
Chile al 31 de diciembre de 2019 era de 185 865. Al comparar esta cifra con
otros flujos migratorios, está muy por debajo de los 455 494 ciudadanos
venezolanos o de los 235 165 peruanos que hasta la fecha residen en Chile. No
obstante, la presencia de personas haitianas ha adquirido notoriedad en la
opinión pública y en las políticas estatales: se creó una visa consular para
ciudadanos haitianos (González, 2019) y
se propuso un programa de retorno asistido –llamado “retorno humanitario”–
exclusivamente para haitianos (Andrade,
2019), ambos en el contexto del lanzamiento del plan “ordenar la casa” del
presidente Piñera (El Tipógrafo, 2018),
y en el año 2020, en el contexto de la pandemia por COVID-19. Discriminación,
negligencia y ausencia de protocolos de atención a las comunidades haitianas en
los servicios públicos muestran deficiencias, racismo y ausencia de humanidad,
como ha ocurrido en casos de gran cobertura mediática con las muertes de Joane
Florvil (Revista Sur, 2018), Benito
Lalane (González, 2017), Joseph Henry (Emol, 2018) y Rebeka Pierre (Fundación Educación Popular en Salud, 2019),
entre otras.
En Chile, país colonizado en nombre de valores humanistas y
republicanos, los chilenos y las chilenas no escapan a la construcción de
Occidente que inventó al salvaje para convencer a los blancos sobre su supuesta
superioridad. Esta ausencia de consideración humana caracteriza el racismo, un
sistema de dominación ejercido por el Estado y las instituciones que promueve
desigualdades que se reproducen en las interacciones cotidianas y legitima
relaciones de poder (Van Dijk, 1997).
El racismo adquiere un carácter pluridimensional que lo hace un hecho social
global (De Rudder, 2019), y modela la
realidad al punto de tener poder sobre las vidas. Es lo que Foucault entiende
como tecnología del estado moderno; el racismo produce a las razas para cumplir
dos funciones: fragmentar la humanidad con la mezcla de razas y establecer una
relación de necesidad biológica entre “mi propia vida” y “la muerte del otro”.
Las razas inferiores representan un peligro a eliminar para conseguir una vida
más sana (Foucault, 2004).
El racismo cotidiano (Essed,
1991) es una práctica producida en los encuentros de la vida cotidiana que
visibiliza las diferencias en las interacciones entre nacionales y migrantes.
Los primeros pueden ser funcionarios de instituciones, profesionales o personas
comunes que tratan de manera racista a los migrantes para descalificarlos. Es
así como la raza, aun sin utilidad analítica, tiene efectos violentos al
funcionar como marcador social de diferencias y como medio para controlar a las
personas migrantes planteando las diferencias como hereditarias, al ser eje
central de un sistema jerárquico que las produce y que, por sutiles que sean,
logran separar a las personas (Du Bois,
1970). Este carácter histórico se actualiza desde lo que Hall (2019) examina en los hechos dados
en el contexto de la trata trasatlántica, de los colonialismos y las
migraciones. La raza ha estado presente en discursos de gobernantes y políticos
y ha sido objeto de estudios científicos que clasificaron y diferenciaron a la
humanidad. Fueron miles los cuerpos que se midieron, pesaron y compararon, pues
se suponía que en ellos estaban ancladas las diferencias. Diferencias raciales,
decía Jefferson (1987) cuando luchaba
contra la esclavitud y simultáneamente racializaba a las personas negras.
En Chile, la raza también marcó diferencias. Bello (1843) se preguntaba por el progreso
de la civilización comparando “a la Europa y nuestra afortunada América, con
los sombríos imperios del Asia (…) o con las hordas africanas, en que el
hombre, apenas superior a los brutos es, como ellos, un artículo de tráfico
para sus propios hermanos” (p. 142). Este discurso proliferó destacando la idea
de nación que incorpora a las masas desde la raza al distinguir al país de
otros de la región (Arellano, 2012).
Rosales difundía las bondades de Chile trayendo colonos al sur del país durante
el proyecto modernizador del siglo XIX (Pinedo,
2010) para “mejorar la raza”, y describía a los indios chilenos como
repugnantes, sucios, deformes, borrachos y ladrones.
La herencia de Gobineau predominaba, pero Firmin (2003) respondía con firmeza
desarmando sus teorías racistas al igual que
Fanon (1970), cuando deconstruía la empresa colonial denunciando sus
consecuencias sobre los colonizados, o Césaire
(2008), que erigía a la negritud como reivindicación poética liberadora. Fanon (1965) abordó la situación del
colonizado en los encuentros entre norafricanos y profesionales de la salud;
estos acudían repletos de incertidumbres, su cuerpo les dolía y trataban de
explicar qué les sucedía. Pero sus conceptos de salud y cuerpo diferían con los
del médico que no entendía este dolor ni por qué le hacían tantas preguntas.
Entre el médico europeo y el paciente norafricano, del mismo modo que entre el
médico chileno y el paciente haitiano, parece haber un abismo. Los operativos
discursivos y las acciones violentas construyen universos de sentido que se
manifiestan en distintos campos contra las personas haitianas. Calificarlas
como problema muestra cómo los referentes de sentido y los estereotipos
racistas dan cuenta de esos comportamientos.
Metodología
Nuestra investigación utiliza el concepto de sociabilidad de Simmel (2002) que refiere a la
importancia que tienen los afectos en los individuos que participan en la
interacción y la entienden como un fundamento de las relaciones sociales. La
sociabilidad implica dejar los intereses de lado y construir asociación en
provecho de la comunidad y, en este caso, se trataría de la sociabilidad entre
profesionales de la red de salud pública y usuarios migrantes haitianos.
En el estudio que se presenta se utilizaron dos técnicas de
producción de información. Por un lado, se administró una entrevista
semiestructurada a 32 profesionales de la salud (27 mujeres y 5 hombres) desde
una pauta flexible enfocada a indagar percepciones sobre los migrantes como
pacientes y sobre las barreras y facilitadores para su atención. Por otro lado,
para los usuarios migrantes se formaron ocho grupos focales (28 personas en
total, 12 hombres y 16 mujeres) que debatieron acerca de sus percepciones sobre
la recepción y atención de los profesionales y sus experiencias en las
consultas. La entrada a terreno fue facilitada por la Municipalidad de
Quilicura, que se involucró en las tareas requeridas para contactar a las
personas entrevistadas, pacientes y profesionales de la salud, y realizó
previamente reuniones con el equipo de investigación en las que se presentó y
discutió el proyecto con los directores de los centros. Los grupos focales se
construyeron gracias a la intervención de un trabajador social de la Oficina de
Migraciones de dicha Municipalidad; todos los integrantes eran personas
haitianas residentes en Quilicura que se atendían en cada uno de los centros de
salud descriptos en la muestra.
La muestra estuvo integrada por ocho centros de salud: tres
Centros de Salud Familiar (CESFAM), dos centros Comunitarios de Salud Familiar
(CECOSF), un Servicio de Atención Pública de Urgencia (SAPU) y un Centro de
Salud Mental (COSAM), donde se entrevistaron profesionales de distintas
disciplinas. Para ambas técnicas se obtuvieron consentimientos informados,
visados por el Comité de Ética de la Facultad, que explicaban los objetivos del
estudio y resguardaban la confidencialidad y la voluntariedad de la participación.
El análisis se efectuó mediante el método de Teoría Fundamentada
(Strauss y Corbin, 2002) y comprendió
un microanálisis que generó categorías iniciales y una codificación abierta que
permitió identificar las propiedades de dichas categorías y la emergencia de
otras nuevas, en combinación con una codificación axial para mostrar relaciones
entre categorías (variables cualitativas). El propósito fue construir de manera
sistemática las categorías y luego relacionarlas. Para la codificación se usó
el software Nvivo.
Resultados
Entre los principales resultados de la presente investigación se
destaca la percepción negativa generalizada de los y las profesionales de la
salud (a partir de ahora, los profesionales) con respecto al paciente migrante.
Lo califican repetidamente como un problema o una carga tanto para el sistema
en general como para ellos en particular, al considerar que su cultura y su
origen ocasionarían distintas dificultades que complican la atención en salud.
Un segundo resultado corresponde a la percepción de los
pacientes migrantes sobre el sistema de salud público y, específicamente, sobre
los centros en los que se atienden, sus profesionales y funcionarios. Frente al
trato que consideran discriminatorio evitan asistir al sistema público y buscan
alternativas para tratarse, optando por remedios tradicionales o por
autoprescribirse medicamentos, de modo que acuden a los servicios de salud
únicamente ante enfermedades graves, o si requieren cirugías o sufren
accidentes o tienen urgencias vinculadas al trabajo o a sus hijos.
Como se señaló, acceder a la salud pública en Chile es un
problema para la comunidad migrante y el estudio que se presenta en este
trabajo, referido particularmente a las personas haitianas, mostró diversas
discriminaciones. Algunas, manifestadas durante las consultas, provienen de
estereotipos culturalistas y biologicistas (estos últimos son los que hacían
del color de piel un marcador racial que suponía especificidades de la salud
que necesitaban de conocimientos y tratamientos específicos distintos a los de
personas de piel clara). Los estereotipos culturalistas, en cambio, aludían a
una cultura extraña que nunca coincidía con la chilena y el/la paciente
haitiano/a (de ahora en adelante, el paciente haitiano) representaba una
otredad no civilizada y alejada tanto del conocimiento como de la buena
educación.
Las discriminaciones emergían desde lo que los profesionales
expresaban como dificultades para atender al paciente haitiano, reeditando
discursos que han difundido a la migración como problema. Específicamente para
ellos, esto es: “un problema que llega para cambiar al sistema de salud
chileno” (Entrevista 2), una sobrecarga “que estresa al sistema” (Entrevista 8)
y para lo cual “no estamos preparados” (Entrevista 32). Aunque atendían a
personas migrantes “casi chilenas” (Entrevista 7), la migración haitiana era la
problemática y el paciente haitiano, el sujeto que invadía los servicios.
Del análisis de estereotipos culturalistas emerge el racismo de
los profesionales frente a una cultura que, aunque desconocían, explicaba los
malos comportamientos de estos pacientes. Sus críticas se focalizaron en las
dificultades para atender, derivadas de las relaciones familiares, de la organización
de la vida, de las condiciones de vivienda, de las cosmovisiones, de los
comportamientos en salud, entre otras, y particularmente del comportamiento de
la mujer haitiana, persistentemente observada y evaluada.
Para los profesionales, el machismo haitiano obstaculizaba la
atención pues decían que los hombres decidían sobre el cuerpo de las mujeres
impidiéndoles el libre ejercicio de su trabajo. Las relaciones de pareja se
consideraron jerárquicas, autoritarias y restrictivas, y las haitianas, mujeres
“sometidas” (Entrevista 19) y “tímidas” (Entrevista 18), que “nunca reclaman,
aunque deberían” (Entrevista 7), “se quedan en sus casas” mientras los hombres
trabajan, les gusta “andar con su marido” para no sentirse “desprotegidas”
(Entrevista 32). Los hombres fueron considerados como sujetos dominantes: “son
los que manejan toda la situación” (Entrevista 31), o de “una cultura donde el
hombre decide” (Entrevista 10), control que se expresaría, por ejemplo, al
traducir a sus parejas durante las consultas. En este punto surgía la crítica
por no hablar español, que consideraban necesario para la administración de
medicamentos o para seguir instrucciones. Entonces decían: “lo mínimo que deben
hacer es manejar el idioma [español]” (Entrevista 31). Algunos profesionales
señalaron que para empujar al empoderamiento de las mujeres les solicitaban
ingresar solas al box de atención, pero al mismo tiempo estaban molestos por la
falta de espacio, porque: “ella, el marido, la guagua, el doctor, es mucho”
(Entrevista 29).
También consideraron alarmante la falta de autonomía de las
mujeres haitianas durante las consultas sobre salud sexual y reproductiva, pues
las decisiones sobre métodos anticonceptivos y planificación familiar quedaban
en manos de los hombres. Y afirmaron que las mujeres no usaban métodos
anticonceptivos pues “no tienen la cultura del cuidarse” (Entrevista 1) dado
que no deseaban la anticoncepción u optaban por métodos como el condón o la
inyección en lugar de métodos recomendados por los profesionales, por ejemplo,
los anticonceptivos orales. Igualmente dijeron que la gran cantidad de hijos
explicaba su deficiente educación en salud sexual y reproductiva, propia de una
sociedad machista que las obligaba a tener muchos hijos. Pero, aunque el
machismo haitiano fue argüido para explicar esta obligación, cuestionaron que
hubiese mujeres haitianas que consultaban para abortar.
Las expresiones de dolor durante el parto fueron reprochadas y
las mujeres vistas como “alharacas” (Entrevista 29) y “extrovertidas”
(Entrevista 31). No obstante, en los grupos de discusión hombres y mujeres
haitianas refirieron las agresiones verbales y las amenazas de profesionales
que les obligaban al silencio, a no gritar ni llorar si deseaban atención
médica. Las expresiones de dolor haitianas no son permitidas y dan cuenta de la
violencia de la diferencia que advierte del racismo expresado en el encuentro
cotidiano. Para los profesionales, el chileno expresaba el dolor de otro modo,
sin aspavientos, a diferencia del paciente haitiano que gritaba y se movía.
Las mujeres haitianas fueron calificadas como irresponsables y
de comportamientos poco afectivos o violentos hacia sus hijos, expresado en el
“desapego aprendido”, que las mostraba como “poco empáticas” (Entrevista 32) y
“frías” (Entrevista 8) con sus hijos. Esta constatación obligaba a los
profesionales a educarlas y en ocasiones también a denunciar situaciones sobre
su forma de criar. Advirtieron que del desapego podían pasar al abandono,
diciendo, por ejemplo: “una mujer que tiene un hijo se lo puede dejar a su
madre porque ella no se siente en condiciones de criarlo” (Entrevista 7), o
“las mujeres dejan a los niños abandonados en cualquier parte, incluso en los
centros de salud” (Entrevista 22). Además, consideraron que normalizaban la
violencia: “los golpean y para ellos está súper normalizado eso, para nosotros
no” (Entrevista 22).
El desapego fue entendido como una costumbre haitiana pues en
Haití sería usual entregar a los niños al cuidado de otras personas, situación
que consideraron afectaba al cuidado de la salud de los niños. Esto lo
reflejaron en “descuidos” como retrasos del ingreso al sistema de salud y
obstáculos para la atención que se debían a la falta de interés de las mujeres
por los tratamientos o los diagnósticos de sus hijos. Entonces, dijeron que los
niños “empeoran en vez de mejorar” (Entrevista 17), obligándoles a una mayor supervisión,
a modificar su protocolo de atención y a agendar seguimientos más continuos, lo
que aumentaba su carga laboral.
Entonces, igual desde ahí se ha hecho todo un trabajo de
explicarles, así como: “en su país esto estaba bien pero acá no, entonces si usted
lo sigue haciendo nosotros vamos a tener que avisar a las oficinas que están a
cargo de esto, entonces le pedimos por favor que no lo siga haciendo”. Entonces
se ha hecho como todo un trabajo para como que entiendan también, igual ha sido
difícil como la comunicación también con los papás, pero en general una vez que
entienden como que sí se hacen cargo. (Entrevista 22)
Esta crítica también se focalizó en el control prenatal de las
gestantes haitianas por el ingreso tardío para controles, la ausencia de
exámenes solicitados y los riesgos en el parto. Según los profesionales esto
ocurría porque las pacientes acudían preferentemente a los servicios de
urgencia municipal y no al servicio hospitalario correspondiente, según lo
señala el modelo de salud pública chileno. Estas críticas se transformaron en
acusaciones contra gestantes que retrataron como despreocupadas del niño por
nacer. También reprocharon su indiferencia y desconsideración con el
funcionamiento del sistema público chileno y al idioma español: “no quieren
aprender” o “no saben y no te entienden mucho” (Entrevista 19) y siempre están
esperando que “nosotros les demos todo” (Entrevista 25) porque “ellos no van a
poner ningún esfuerzo” (Entrevista 31).
Las familias haitianas también fueron evaluadas en forma
negativa, manifestando que vivían de manera “aclanada” (Entrevista 6) o “en
común” (Entrevista 5), o que eran demasiado numerosas, lo que tenía
consecuencias en la salud. El hacinamiento y la precariedad habitacional fueron
indicados como causales de riesgos, sin considerar que también son condiciones
de vida chilenas. La crítica a la pobreza fijó su atención en la pobreza
haitiana para asignar características raciales a sus viviendas y a su modo de
vida.
… hay mucho hacinamiento. En casi todos los inmigrantes. De
distintas nacionalidades. Y eso conlleva a muchas enfermedades, ya sean
respiratorias, o higiénicas. O sea, falta intimidad entre ellos mismos, entre
los niños, y eso igual crea muchos factores de riesgo, y creo que es lo más
preocupante hoy en día, y por eso te decía que no se les dé tan fácil el
acceso. (Entrevista 25)
Es de destacar que la evaluación crítica a las viviendas no
provenía de una experiencia personal de los profesionales, sino de información
proveniente de los equipos sociales conformados por trabajadores sociales de
los centros de salud. Asimismo, se advirtió una gran distancia social con las
personas haitianas, tanto por posición económica como educacional. Los
contactos los tenían en los centros de salud y en ocasiones en lugares
públicos, sin embargo, consideraban sus viviendas sucias, desordenadas y de
piezas exiguas y compartidas. Y aunque algunos opinaron sobre sus dificultades
para alquilar y el abuso al que eran sometidos, afirmaron que en Haití estaban
habituados al hacinamiento. Vale señalar que el acceso a la vivienda para la
población haitiana en Chile está lleno de complicaciones debido a la
discriminación, la xenofobia, los precios de arriendo y el color de piel (Rojas Pedemonte y Koechlin, 2017).
En las piezas viven con su marido, con sus hijos, viven en
colchones o viven con la cocina allá adentro, o comparten una cocina. En
general los inmigrantes haitianos ellos tienen ese tipo de vivienda porque yo
creo que es lo único a lo que pueden optar. O sea, tienen sueldos muy bajos,
trabajan en construcción o trabajan vendiendo ambulante. Entonces obviamente
van a pagar por una pieza y para ellos eso, por mientras, está bien.
(Entrevista 7)
La precariedad de la vida del paciente haitiano fue muy
criticada sin considerar condiciones estructurales que los obligan a ello. La
crítica se justificó por supuestos sobre una cultura que declararon no conocer.
Cuando evaluaron la vivienda, criticaron las condiciones higiénicas y también,
veladamente, cuestionaron la intimidad de la familia haitiana. Dada la pequeñez
de la vivienda, compartida en ocasiones con parientes y cercanos, el
hacinamiento fue entendido como probable fuente de promiscuidad, sin que lo
dijeran abiertamente. También, manifestaron temor por una cercanía corporal
excesiva que podría ser causa de violencia de género o abuso de niños al
interior de las familias.
Las creencias sobre las relaciones de pareja y las de padres e
hijos en las que la mujer haitiana fue constantemente cuestionada por lo que
hacía o no orientaban las prácticas de los profesionales y construían
estereotipos que contribuyeron a la mirada racista sobre una comunidad que
solicitaba los servicios. Los entrevistados aseguraron conocer los problemas de
las familias que obstaculizaban la atención de salud: la mujer haitiana no
tenía libertad sobre su cuerpo, la familia era incapaz de cuidar los niños,
todo desde parámetros chilenos que comparaban con parámetros haitianos que
veían marcados por la pobreza, el desconocimiento o el subdesarrollo. Desde la
sospecha, estos profesionales generaban indicadores para detectar situaciones
consideradas como maltratos o abandonos, basados en observaciones y supuestos
sobre la cultura haitiana: una entrevistada advirtió que el niño debía
examinarse para buscar si tenía marcas en el cuello, la cara, los brazos.
También se preocupaba si la niña tenía suficientes pinches en el cabello. Otros
profesionales expresaron inquietud y necesidad de vigilancia por la cercanía
corporal o la cantidad de besos que la madre le daba al hijo durante la
consulta.
Frente a lo señalado por los profesionales, los pacientes
haitianos relataron su necesidad de resistir. Los grupos focales nos
permitieron conocer parte de lo que vivían en los centros, como la negación de
tratamientos para el dolor y la prohibición de expresarlo, al igual que las
amenazas, la negación de atención a sus hijos, o el maltrato y la
discriminación permanente.
Sí, yo fui y me estaban sacando la muela y yo –porque me dolía
mucho y yo sentía de que mi cara estaba como no sé exactamente– y empiezo a
gritar un poquito, como me dolía eso, y el doctor me dijo ‘pero si tú sigues
gritando, yo te voy a poner afuera, porque ustedes los haitianos por cualquier
cosa gritan, siempre gritan, con lo que sea, por lo que sea, gritan, si tú
sigues así yo te voy a poner afuera’ así me dijo, y yo encuentro eso injusto
porque somos personas y tenemos como, sensación podemos sentir las cosas,
aunque sea no sé, sí, yo soy haitiana, pero no por eso no tengo sensación, no
puedo sentir, no me puede doler algo, no puedo gritar, no puedo como decir lo
que siento, yo ese día me fui muy decepcionada porque encuentro que eso muy
injusto, de que me dijera eso. (Grupo Focal 4)
Otras mujeres señalaban respecto al parto y a experiencias
vividas con sus hijos: “Es un dolor fuerte nacer un niño, yo aún no tengo, pero
me imagino que es un dolor muy fuerte. Sí, me contaban mis amigas que ellos se
molestan mucho de que uno grite, que no tiene que gritar”. (Grupo Focal 3)
A mí me pasó, yo tenía mucho dolor… Cuando iba a tener a mi
hijo, yo tenía mucho dolor, mucho dolor, ay, no puedo, no puedo, y la enfermera
me dice ‘nunca te voy a mirar, si no paras de gritar’. No, y yo acumulando el
dolor, para que me mire, porque… no eso no. Ellos dicen que tienes que hacer
‘fuuu’ [sonido de botar aire]. (Grupo Focal 4)
Y yo sufriendo para mi hijo que tenía 3 meses […] que tenía una
fiebre como más de 37 grados subiendo. Yo fui con él en consultorio y resulta
que yo tengo en la noche que el doctor acompañar con la farmacia que le da un
medicamento equivocado de un adulto de 18 años, casi matar a mi hijo. En esa
misma noche yo fui a trabajar, mi señora queda en la casa con mi hijo y un
primo […] igual ellos tienen miedo para que salir en la calle en esa hora como
esta hora de 11, casi 12 de la noche porque vivimos en un sector de
traficantes, igual ellos se levantan y fue al consultorio antes de las 12 de la
noche y el guardia no dejan entrar, no dejan entrar. Ellos volvieron a su casa
hasta que yo como en la mañana, como a las 7 pa’ que corre con mi hijo, antes
que se muere. Llego en el consultorio y me atendió y me mandan y le llevaron a
mi hijo de traslado al hospital… atendió al tiro porque para mí después un
segundo mi hijo va fallecido. Gracias a Dios mi hijo está bien. Pero atendió
hospitalizado como más de 25 días, pa’ que limpiar su sangre, darle remedio y
volver al consultorio y resulta que dijeron ellos no es su culpa. (Grupo Focal
1)
Los pacientes mencionaron lejanía hacia las instituciones de
salud, en particular hospitales y médicos, a quienes veían como personas
indiferentes y negligentes que los humillaban. Sentían que no les prestaban
atención ni los trataban dignamente, empujándolos a buscar otros medios para resolver
sus problemas de salud: ahorrar o conseguir dinero para la salud privada,
acudir a la medicina tradicional, optar por no enfermarse y cuando eso ocurría
esperar que el malestar pasara:
A veces ellos no… bueno siempre hay personas que entienden, porque
un ejemplo, un idioma si no es español no es el idioma de nosotros, pero
aprende ¿Cómo puedo decir? Defendernos, pero cuando llegué hay personas que aún
no habla perfectamente, hay otro que no tienen paciencia y que no entiende, y
tiene que buscar. (Grupo Focal 7)
Una vez mi esposo fue con mi hijo, yo estaba trabajando y una
matrona, no sé si una doctora, una enfermera o una matrona si lo trató de negro
a mi niño y mi esposo le dijo él es chileno, no, no es chileno es
haitiano-chileno. (Grupo Focal 1)
[…] estaba embarazada, yo soy consciente que llego tarde, llego
5 minutos tarde de la hora que debería atenderme, y yo paso igual, señora llego
tarde, y ella ‘no, no te va a atender la matrona’ y paso al lado, como si ella
me va a llamar, y estaba esperando, esperando y venía otra persona yo no sé qué
nacionalidad era, de raza blanca, y la señora estaba embarazada igual, teníamos
la misma hora y yo llegaba primero que ella, y cuando pasó la señora, la
funcionaria le dice ‘ya, anda a sentarte, de ahí lo van a pesar’ y le dijo
pero, señora si yo y ella teníamos la misma, hora y ¿por qué le hace pasar y yo
no? ‘Ah, no ustedes son muy negligentes no vienen a la hora’. Ya, fue mi
segunda, yo salgo del consultorio llorando, porque esas cosas me parecen muy,
muy, muy mal. (Grupo Focal 4)
Consciente de que es el color de piel y su raza por lo que es
señalada para el maltrato, una paciente dice:
Bueno, yo puedo decir que, por lo de inmigrantes a veces, bueno
por la raza negra, porque la raza negra, es más, la raza negra es más visible,
me entiendes, yo debo decir que a veces hay negligencia, más de parte de los
inmigrantes negros, pero también el tema de salud, también no solamente nos
afecta sino también afecta a los chilenos. […] Sí, pero si como, es igual a
nosotros a veces, no todas las personas, pero la mayoría de la gente si trata,
que vio que tú eres negra, te tratan de otra forma, más mal, no sé, por qué, no
sé, por qué. Pero a veces son así. No te atienden a veces; muchas veces ni te
hacen caso, por ejemplo, tú puedes ver que un chileno viene, tú ves las
personas están hablando con esa persona y a ti así no más, pasa rápido, sin
atención, sin hacerte caso, así. […] Sí, a veces mi hijo, tiene como tos,
gripe, no, no vaya al consultorio, yo voy a la feria, en los peruanos le compro
unas hierbas y después, después paso”. (Grupo Focal 8)
Reflexiones finales
¿Migrar es un derecho humano? Y ¿lo es la atención en salud para
una persona migrante?
La vida de una persona haitiana es una vida “nuda” (Agamben, 1997) que la reduce a una
corporeidad deshumanizada, que adquiere plena visibilidad en el trato recibido
en los servicios de salud pública. Su figura contemporánea de migrante forma
parte de un nuevo paradigma y apunta a una indefinición que generaliza lo
singular para contarlo en cifras de flujos y de desplazamientos fronterizos. La
intensidad de la precariedad de sus vidas y el espesor de sus heridas son
inmensas, lo que convierte su presencia y hábitos culturales en amenazas
permanentes para los profesionales de la red pública de salud, que titubean
frente a ellos, pues incomodan su autoridad, su seguridad y la de su nación que
expresan como la necesidad de resguardar la salud de la población chilena.
Se puede advertir en los profesionales la existencia de una
creencia sentida respecto a sus “dificultades” para encontrarse y atender a
migrantes haitianos. Se trata de creencias construidas en el campo de la salud
que les coloca en un lugar superior que les permitiría evaluar y también
decidir sobre sus cuerpos y sus formas de ser. En palabras de los
profesionales, los migrantes haitianos son pacientes que no hablan, no saben o
no entienden.
Innumerables son las críticas, si bien solo se mencionan algunas
a las que se les podrían sumar muchas otras, por su similitud, a lo que se ha
observado en la educación o el trabajo o en cualquier otro campo de la
sociedad. El problema de la migración ha tocado profundamente a las personas
haitianas y las ha hecho chivos expiatorios de una visibilidad política y
mediática dada sobre una masa de cuerpos iguales, que suscitan el miedo, la
curiosidad y el rechazo por parte de estos profesionales, al mismo tiempo que
desaparecen o se diluyen las responsabilidades políticas e institucionales por
su emigración/inmigración.
Una de las conclusiones derivadas de los resultados advierte de
la repetición generalizada y/o reiteración en los discursos sobre los males de
las migraciones y sobre lo malo que la mujer o el hombre haitiano dejan ver en
los encuentros cotidianos con los profesionales de la salud devela y refuerza
un racismo cotidiano manifiesto en las críticas explícitas e implícitas, a la
vez que conduce a buscar su raíz en el racismo institucional, cuya violencia
simbólica atañe a las instituciones de salud objeto de estudio. Nada queda
fuera de esta crítica racista que se supone sabia. Hagan lo que hagan o digan
lo que digan, los pacientes haitianos serán cuestionados, al punto que, cuando
se observan declaraciones verbales que contienen algo positivo, son
seguidamente acompañadas del “pero”, que las torna una potente afirmación
racista. Son las mujeres las más atacadas, pues ellas viven procesos de
racialización sexualizada de sus cuerpos, atados a los imaginarios de una
erotización de la esclava negra vinculada al pecado, que les impide ser buenas
madres. Por eso deben ser educadas y vigiladas por el saber médico para el
correcto cuidado de sí mismas y de sus hijos, ejerciendo una forma de biopoder
que busca educar disciplinando los cuerpos haitianos de hombres y mujeres,
quienes también deben hacer frente a la explotación económica.
Como advierte Fassin (2018),
los migrantes deben ser considerados como figuras centrales del mundo
contemporáneo. Vale dar cuenta de la centralidad mundializada de sus
desplazamientos, de los infinitos sacrificios que llevan a cabo para vivir una
verdadera vida, considerada normal, pero negada a quienes llegan de afuera y
que no deben ser miradas únicamente como vidas restringidas solo a sus
necesidades básicas físicas, sino también vidas con valores morales como la
dignidad, que es lo que motiva a las personas haitianas a migrar.
La raza no es solo un velo ideológico que legitima la opresión
sino también un instrumento para controlar las poblaciones. La violencia
ejercida en los centros de salud contra las personas haitianas es una forma de
biopoder que busca disciplinar los cuerpos haitianos para ubicarlos en el orden
de la salud chilena, pero sin lograrlo, y dado que no se consigue, se reitera y
persiste el disciplinamiento racista. Los procesos de racialización gracias a
la raza como marcador de diferencias terminan marcando a las personas migrantes
y particularmente a las personas haitianas como pacientes descuidados o poco
atentos a su salud.
Fanon (1968) ha
abordado la medicina y el colonialismo y ha señalado que es deseable que un país
avanzado brinde sus conocimientos a otros, pues cuando la disciplina refiere a
la salud humana y su objetivo es mitigar el dolor, ninguna conducta negativa
podría justificarse. Pero la situación colonial muestra al médico como parte de
la sociedad dominante. Y aunque hay excepciones, se perpetúa la opresión y el
colonizado se siente prisionero del sistema, evita la hospitalización, recurre
a otros medios para sanarse y teme las consultas (Fanon, 1968). Como Fanon advierte, la
medicina es necesaria para todos y la atención en salud debe orientarse y
efectuarse en igualdad de condiciones.
No basta con que los sistemas de salud pública apliquen medidas
humanitarias cuando siguen mostrando los límites en los que una persona
migrante, y particularmente haitiana, debería saber situarse cuando solicita
ser atendida, pues lo que la mayoría de los profesionales ven no es un paciente
sino un migrante. Este carácter de persona migrante racializada, del que no
consigue liberarse, opera negativamente en los imaginarios nacionales como un
problema, rasgo que predomina sobre su condición de paciente y por lo tanto
sobre su sufrimiento, lo que la convierte en objeto de castigo.
Por esta razón, la propuesta fue abordar el racismo surgido en
los encuentros entre profesionales de la salud pública y los pacientes
haitianos en centros de atención de Santiago de Chile para develar la violencia
que este racismo contenía. A partir de estas conclusiones se proponen algunas
modificaciones en la práctica de la atención de salud a pacientes haitianos,
con capacitaciones en nociones básicas de interculturalidad, características de
la cultura y modos de vida haitianos, y en el derecho a la atención en salud
como derecho humano. También es útil el uso de manuales diseñados con este fin,
así como introducir traductores de creole en los casos que demandan atención.
Pero, ante todo, es necesaria la voluntad de erradicar los valores racistas, la
discriminación y la segregación que dañan la integridad y dignidad que la
persona migrante busca cuando parte de su tierra para ir a Chile.
Referencias
Agamben, G. (1997). Homo sacer I, Le Pouvoir souverain
et la vie nue. Paris: Éditions du Seuil.
Andrade, E. (26 de
febrero 2019). Inmigración selectiva: retorno humanitario
continúa pese a crisis en Haití. Diario Digital Radio Universidad de
Chile. https://radio.uchile.cl/2019/02/26/inmigracion-selectiva-retorno-humanitario-de-haitianos-continua-pese-a-crisis-en-haiti/
Arellano G. J. C.
(2012). Discursos racistas en Chile y Perú durante la Guerra del Pacífico
(1879-1884). Estudios Ibero-Americanos, 38(2), 239-264.
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1346/134625292003
Banco Mundial.
(2020). Banco de datos/Indicadores del desarrollo mundial.
https://databank.bancomundial.org/source/world-development-indicators#
Bello, A. (1843).
Instalación de la Universidad. Anales de la Universidad de
Chile, 139-152. https://doi.org/10.5354/0717-8883.2012.23217
Cabieses B.,
Bernales, M., Obach, A. y Pedrero, V. (Eds.) (2016). Vulnerabilidad
social y su efecto en salud en Chile. Desde la comprensión del fenómeno hacia
la implementación de soluciones. Santiago de Chile: Universidad del
Desarrollo, Equipo de Estudios Sociales en Salud.
Cabieses, B.,
Bernales, M. y Mclntyre, A. (2017). La migración
internacional como determinante social de la salud en Chile: Evidencia y
propuestas para políticas públicas. Santiago de Chile: Universidad del
Desarrollo.
Calderón, F. y
Saffirio, F. (2017). Colectivo haitiano en Chile: Particularidades culturales e
intervención social desde la experiencia del Servicio Jesuita 141 a Migrantes.
En N. Rojas Pedemonte y J. Koechlin (Eds.), Migración
haitiana hacia el sur andino (Vol. 3). Colección OBIMID.
CASEN. (2017). Encuesta Casen 2006-2017. “Inmigrantes. Síntesis de
resultados”. http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/casen-multidimensional
/casen/docs/Resultados_Inmigrantes_casen_2017.pdf
Césaire, A. (2008). Cahiers d’un retour au pays natal. Paris: Présence
africaine. (Obra original publicada en 1939).
De Rudder, V.
(2019). Sociologie du racisme. Paris: Syllepse.
Diario Digital El
Mostrador (21 de abril 2021). Agrupaciones de migrantes,
ONG y académicos acusan a Piñera y Mañalich de discriminar a los migrantes en
crisis del Covid-19. https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2020/04/21/agrupaciones-de-migrantes-ong-y-academicos-acusan-a-pinera-y-manalich-de-discriminar-a-los-migrantes-en-crisis-del-covid-19/
Du Bois, W. (1970).
The Conservation of Races En P. S. Foner (Ed.), W.E.B. Du
Bois Speaks. Speeches and Addresses, 1890-1919. New York: Pathfinder.
El Tipógrafo (8 de
noviembre 2018). "Ordenar la casa": Las
políticas del gobierno en materia de inmigración. https://eltipografo.cl/2018/11/a-partir-del-1-de-enero-san-fernando-contara-con-nueva-ordenanza-para-ferias-libres
Emol (4 de octubre
2018). Fiscalía investiga muerte de extranjero que estuvo
dos días en aeropuerto de Pudahuel tras perder vuelo. https://www.emol.com/noticias/Nacional/2018/10/04/922754/Fiscalia-investiga-muerte-de-haitiano-que-estuvo-dos-dias-en-aeropuerto-de-Pudahuel-tras-perder-vuelo.html
Essed, P. (1991). Understanding Everyday Racism. An Interdisciplinary Theory.
California: Sage Publications.
Fanon, F. (1965). Por la revolución africana. Escritos políticos.
México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Fanon, F. (1968). Sociología de una revolución. México: Era.
Fanon, F. (1970). Les damnés de la terre. Paris: Maspero.
Fassin, D. (enero
2018). Il faut considérer les migrants comme des figures centrales du monde
contemporain. En Le Nouveau Magazine littéraire. https://www.nouveau-magazine-litteraire.com/idees/didier-fassin-migrantsinegalites-vies-monde-contemporain-.
Firmin, A. (2003). De l’égalité des races humaines. Paris: L’Harmattan.
(Obra original publicada en 1885)
Foucault, M. (2004).
Il faut défendre la société. Cours au College de France
(1975 -1976). Paris: Seuil.
Fundación Educación
Popular en Salud (20 de mayo 2019). Justicia para Rebeka
Pierre: ¡Migrar para florecer, no para morir! http://www.epes.cl/2019/05/justicia-para-rebeka-pierre-migrar-para-florecer-no-para-morir/
Geisser, V. (2019).
Leçons de l’élection européenne de 2019. L’humanisme sécuritaire et néolibéral
du président Macron: antidote ou iatrogénie à la ‘lèpre nationaliste’? En Migrations Société, (176), 3-15. https://doi.org/10.3917/migra.176.0003
González, T. (5 de
marzo 2019). Nuevas visas para ciudadanos haitianos: ¿Por
qué a ellos? Diario Radio Universidad de Chile. https://radio.uchile.cl/2019/03/05/a-diez-meses-de-la-entrada-en-vigencia-de-las-nuevas-visas-para-ciudadanos-haitianos-por-que-a-ellos/
González, V. (13 de
junio 2017). Cuerpo de ciudadano haitiano que murió de
hipotermia en Santiago aún no es repatriado. Radio Bío Bío. https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2017/06/13/cuerpo-de-ciudadano-haitiano-que-murio-de-hipotermia-en-santiago-aun-no-es-repatriado.shtml
Jefferson, T.
(1987). Autobiografía y otros estudios. Madrid:
Tecnos.
Hall, S. (2019). Race, ethnicité, nation. Le triangle fatal. Paris:
Editions Amsterdam.
Instituto Nacional
de Estadísticas (INE) y Departamento de Extranjería y Migración (DEM) (2020). Estimación de personas extranjeras residentes habituales en
Chile al 31 de diciembre 2019. Informe Técnico en Estadísticas
Migratorias, Santiago.
Liberona, N. y
Mansilla, M. A. (2017). Pacientes ilegítimos. Acceso a la salud de los
inmigrantes indocumentados en Chile. Salud Colectiva, 13(3),
507-520. https://doi.org/10.18294/sc.2017.1110
Matus, J. y Ayala,
L. (11 de junio 2021). Gobierno ha expulsado a 1.401
migrantes en cuatro años y los procesos duran dos meses en promedio.
Diario La Tercera. https://www.latercera.com/la-tercera-sabado/noticia/gobierno-ha-expulsado-a-1401-migrantes-en-cuatro-anos-y-los-procesos-duran-dos-meses-en-promedio/GCXFNOMOLZAHXAUNKRDR5TAI2Q/
Ministerio del
Interior y Seguridad Pública (2021). Ley de Migración y
Extranjería. Diario Oficial de la República de Chile (20 de abril 2021).
https://www.doe.cl/alerta/20042021/1930044
Nicolas, S. (2017) Identités raciales et production du politique: la construction
d’Haïti en tant que probleme public dans l’imaginaire social caribéen. Etudes
comparées sur la Jamaïque et la Guadeloupe. (These pour le Doctorat en
Science Politique). Université de Bordeaux, Francia.
Observatorio de
Políticas Migratorias (2020). Boletín n°4 Expulsados y
expulsables: precarización selectiva en la política de frontera. Universidad
Católica Silva Henríquez y Universidad de Chile, Proyecto ANID SOC180008. http://cisju.ucsh.cl/wp-content/uploads/2020/04/Bolet%C3%ADn-N%C2%B0-4-Observatorio-de-pol%C3%ADticas-migratorias.pdf
OIM ONU. (2019). Informe sobre las migraciones en el mundo 2020. Ginebra:
OIM. https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2020_es.pdf
Ortiz Cetra, R. y
Pacecca, M. I. (2020). Informe Laberintos de papel.
Desigualdades y regularización migratoria en América del Sur. Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS) y Comisión Argentina para Refugiados y
Migrantes (CAREF). https://www.cels.org.ar/web/wp-content/uploads/2020/10/CELS_Migrantes_digital_Final-1.pdf
Pinedo, J. (2010). Un hombre de este mundo. Vicente Pérez Rosales y el Ensayo sobre
Chile. Santiago: Biblioteca de la Construcción de Chile.
Revista Sur (2 de
abril 2018). Contra la impunidad ante un crimen de Estado:
Justicia para Joane Florvil. https://www.revistasur.cl/revistasur.cl/2018/04/contra-la-impunidad-ante-un-crimen-de-estado-justicia-para-joane-florvil/
Rojas Pedemonte, N.,
Amode, N. y Vásquez Rencoret, J. (2015). Racismo y matrices de “inclusión” de
la migración haitiana en Chile: Elementos conceptuales y contextuales para la
discusión. Polis (Santiago), 14(42), 217-245. https://doi.org/10.4067/S0718-65682015000300011
Rojas Pedemonte, N.
y Koechlin, J. (2017). Migración haitiana hacia el sur
andino. Santiago: Colección Obimid, Servicio Jesuita a Migrantes.
Simmel, G. 2002. Cuestiones fundamentales de sociología. Barcelona:
Gedisa.
Stang, F., Lara, A.
y Andrade, M. (2018). Retórica humanitaria y expulsabilidad: migrantes
haitianos y gobernabilidad migratoria en Chile. Si Somos
Americanos, 20(1), 176-201.
Strauss, A. L. y
Corbin, J. (2002). Bases de la investigación cualitativa:
técnicas y procedimientos para desarrollar la teoría fundada. Medellín:
Editorial Universidad de Antioquia.
Tijoux, M. E.
(2018). La potencia el racismo cotidiano. Sufrir por el cuerpo. En M. Tapia y
N. Liberona, El afán de cruzar las fronteras. Enfoques
transdisciplinarios sobre migraciones y movilidad en Sudamérica y Chile.
Santiago: RIL Editores.
Tijoux, M. E.
(2019). “Yo no soy racista, pero…”. En J.Vicuña, y N. Rojas, (Eds.), Migración en Chile. Nuevas realidades y mitos. Santiago:
LOM.
Tijoux, M. E. y
Riveros, J. (2019). Cuerpos inmigrantes, cuerpos ideales. El racismo y la
educación en la construcción de la identidad. Estudios
pedagógicos, 45(3), 397-405. https://doi.org/10.4067/S0718-07052019000300397
Van Dijk, V. (1997).
Racismo y análisis crítico de los medios.
Barcelona: Paidós.
HTML generado a partir
de XML-JATS4R por
Refbacks
- No hay Refbacks actualmente.
Añadir comentario