Artículos
Atribuciones hacia
la timidez y la soledad en niños y niñas de diferentes contextos sociales
argentinos
Attributions towards
shyness and unsociability in Argentinian children from different social
contexts
Karen Noel Castillo kcastillo@mendoza-conicet.gob.ar
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), Argentina
Mirta Susana Ison mison@mendoza-conicet.gob.ar
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), Argentina
Carolina Greco cgreco@mendoza-conicet.gob.ar
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), Argentina
Atribuciones hacia la timidez y la soledad en niños y niñas de
diferentes contextos sociales argentinos
Interdisciplinaria,
vol. 40, núm. 1, pp. 433-450,
2023
Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias
Afines
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Recepción:
29
Junio 2021
Aprobación:
26
Julio 2022
Resumen:
Las atribuciones de los niños y las
niñas hacia los comportamientos de retraimiento social suelen estar
determinadas por el entorno sociocultural particular en el que se desarrollan e
influyen en la forma en que reaccionan a las conductas de sus pares durante las
interacciones sociales. El objetivo de este trabajo fue comparar dichas
atribuciones hacia dos subtipos de retraimiento social (timidez y preferencia
por la soledad) referidas por niños y niñas de tres contextos diferentes de
Mendoza (Argentina): urbano, urbano-marginado y rural. Se llevó a cabo un
estudio con 221 niños y niñas abordando jardines de infantes estatales de cada
ámbito (urbano: . = 82, Mmeses= 62.33; urbano-marginado: . = 72, Mmeses=
60.47; rural: . = 67, Mmeses= 63.07). Los escolares fueron entrevistados individualmente con
una serie de viñetas gráficas con personajes hipotéticos desplegando conductas
sociables, tímidas, solitarias y agresivas frente a las cuales respondieron
preguntas sobre sus atribuciones y percepciones en distintos aspectos. Las
diferentes pruebas no paramétricas realizadas señalaron que el personaje tímido
fue percibido con mayor motivación social y menor intencionalidad en su
conducta que el personaje solitario en todos los grupos. No se encontraron
diferencias entre los contextos en la atribución de consecuencias sociales
negativas para estas conductas, aunque el grupo de escolares rurales reportó
mayor preferencia afiliativa y compasión por el personaje tímido en comparación
con el grupo urbano. Se discuten estos resultados considerando cómo las
expectativas de socialización de cada contexto podrían influir en las
percepciones de los escolares hacia el retraimiento social.
Palabras clave: retraimiento social,
timidez, soledad, infancia, atribuciones, contexto social.
Abstract: Children’s attributions towards withdrawn behaviors are usually
determined by the particular social milieu in which they develop and tend to
influence their behaviors and reactions. The aim of this work was to compare
the attributions towards two subtypes of social withdrawal (shyness and
unsociability) referred by children from three different contexts in Mendoza,
Argentina: urban, urban-marginalized and rural. Participants were 221
kindergarten children from these contexts (urban: n = 82, Mmonths = 62.33;
urban-marginalized: n = 72, Mmonths = 60.47; rural: n = 67, Mmonths = 63.07).
Children were individually interviewed with a series of graphic vignettes with
hypothetical characters displaying shy and unsociable behaviors, and for
comparison purposes were also assessed aggressive and socially competent
behaviors. After each vignette, children were asked a series of questions
designed to assess their attributions toward each behavior in six dimensions:
intentionality, social motivation, affiliative preference, social status,
negative impact and sympathy. The results of this study showed that young
children in the three contexts were able to distinguish social withdrawal from
other types of behaviors (i.e., aggressiveness and sociability). Overall,
withdrawn behaviors received more positive attributions (greater affiliative
preference, better social position and less negative impact) than aggressive
behaviors, although they were also perceived negatively in relation to more
socially competent behaviors (the latter were attributed greater affiliative
preference and best position within the peer group). Furthermore, it was
observed that children from the three contexts made clearly distinctions among
the different forms of social withdrawal in terms of intentionality and social
motivation. Specifically, they reported that compared with unsociable
characters, shy ones are more socially motivated and less intentional in their
behavior, evocating greater feelings of compassion. However, some peculiarities
can be appreciated in each context. The results indicated that children in the
urban group reported greater feelings of sympathy for the shy character in
relation to the unsociable, which was not evidenced in the other groups. In
addition, children from the rural sample showed a greater preference for
interact with the hypothetical shy peer than with the unsociable character and
this inclination was also greater when compared with the urban sample. Taken
together, these results may suggest that different socialization norms and
expectations would evoke different meanings and implications to the socially
withdrawn manifestations. It might be possible that in urban contexts
children's socialization expectations highlight extraversion and self-affirming
behaviors which generate more empathetic reactions in front of passive or
fearful manifestations as shyness. On the other hand, rural children may prefer
peers who display shy behaviors possibly because it is in line with
expectations of social cohesion and modesty that are value in this milieu.
Nevertheless, no differences were found between shy and unsociable behaviors in
any of the contexts in terms of social position and negative impact that they
anticipated for the peer group. These results could provide some support for
the idea that social withdrawal tends to be globally perceived as benign at an
early age, and especially in the rural context, where it is a frequent and
valued behavior. Although it is not possible with the limited variables
included in this study to know which are the specific contextual aspects that
affect some attributions and through what mechanisms they do so, these findings
are an important starting point to continue deepening the socialization
processes in urban, urban-marginalized and rural young children. This study is
also one of the first to evaluate the knowledge and attributions of Argentinean
children from different social context toward social withdrawal and provides
new evidence on the differences in the cultural meaning and implications of
withdrawn behaviors in early childhood.
Keywords: social withdrawal,
shyness, unsociability, early childhood, attributions, social context.
Introducción
Las relaciones interpersonales en la infancia son la vía central
para el crecimiento y la diversificación de los procesos cognitivos,
emocionales y sociales (Bukowski,
Castellanos, Vitaro y Brendgen, 2015; Rubin,
Bukowski y Bowker, 2015). Por esta razón, la psicología infantil ha
centrado su interés en las causas y consecuencias que la ausencia de estas
interacciones sociales podría tener en los niños y las niñas, lo que hace del
retraimiento social una de las características individuales más estudiadas
dentro del campo del desarrollo socioemocional infantil actual (Bowker y White, 2021; Rubin et al., 2015).
Se ha definido el retraimiento social como un constructo teórico
que abarca aquellas manifestaciones en las que los niños y las niñas se
repliegan en sí mismos alejándose de las interacciones sociales por factores
internos que engloban diversos componentes motivacionales y emocionales y dan
lugar a distintos subtipos de retraimiento social. (Rubin, Coplan y Bowker, 2009). Uno de
estos subtipos, denominado preferencia por la soledad,
supone la predilección propia del niño o la niña por permanecer y realizar
actividades en solitario debido a un deseo o interés positivo por estar sin
compañía (Asendorpf, 1990; Coplan y Rubin, 2010). Otro subtipo,
conocido como timidez, implica la reacción de
cautela y ansiedad del niño o la niña frente a situaciones de novedad social y
en las cuales existe la percepción de evaluación por parte de los demás (Coplan y Rubin, 2010). A diferencia de lo
que ocurre en la situación de preferencia por la soledad, en la timidez los
niños y las niñas se retraen de la interacción por temor y sentimientos
negativos de tensión e incomodidad al contacto interpersonal (Schmidt y Buss, 2010).
Gran parte del estudio de esta temática se ha centrado en las
percepciones y atribuciones que las conductas retraídas evocan en los niños y
las niñas dado que estos elementos tienen gran relevancia para comprender las
características de sus experiencias sociales dentro del grupo de pares (Hartup, 2009). Siguiendo la teoría de
las atribuciones de Weiner (1986, 1995), podría suponerse que las
atribuciones motivacionales y causales que los pares hacen sobre los
comportamientos retraídos son factores que anteceden a sus respuestas
conductuales frente a ellos. Al respecto,
Henderson, Green y Wick (2018) han expuesto cómo las reacciones de los
niños y las niñas hacia sus pares con timidez son el resultado de una secuencia
en la cual las inferencias sobre la responsabilidad de la conducta (por
ejemplo, ¿quiere el niño tímido comportarse así?) preceden a respuestas
emocionales y conductuales específicas (como acercamiento o rechazo).
Otros estudios en esta línea han sugerido que los niños y las
niñas aún en edad preescolar realizan evaluaciones precisas sobre las
motivaciones de sus compañeros y que sus atribuciones hacia las conductas
tímidas guardan estrecha relación con sus emociones y comportamientos sociales
posteriores (Barnett, Wadian, Sonnentag y
Nichols, 2015; Chen, 2015; Goossens, Bokhorst, Bruinsma y Van Boxtel,
2002; Graham y Hoehn, 1995; Rubin, Barstead, Smith y Bowker, 2018).
Además, existe evidencia de que a lo largo del desarrollo las conductas
retraídas socialmente se vuelven cada vez más notorias y menos deseables dentro
del grupo de pares, lo que aumenta la dificultad de estos niños y estas niñas
para establecer vínculos de amistad saludables y tener aceptación entre sus
compañeros (Bowker y White, 2021; Gavinski-Molina, Coplan y Younger, 2003; Henderson et al., 2018; Ladd, 2006; Rubin et al., 2018; Younger, Gentile y Burgess, 1993).
En relación a las atribuciones que hacen los pares sobre el
retraimiento social, los estudios más representativos en la temática (Coplan, Girardi, Findlay y Frohlick, 2007; Coplan, Zheng, Weeksy Chen, 2012; Ding et al., 2015; Goossens et al., 2002; Zava et al., 2019) han utilizado viñetas
y dibujos con historias acorde a las capacidades cognitivas de los niños y las
niñas de 4, 5 y 6 años con el fin de evaluar la comprensión y las posibles
reacciones ante personajes (pares hipotéticos) retraídos. Los resultados hasta
el momento han demostrado que, incluso a estas edades tempranas, los niños y
las niñas son capaces de diferenciar claramente entre los personajes que juegan
solos porque son socialmente temerosos (tímidos) y aquellos que prefieren
hacerlo por propio deseo (preferencia por la soledad) en términos de la
intencionalidad y causalidad de sus conductas y reportan reacciones emocionales
y conductuales diferentes según sea el caso (Coplan et al., 2012; Zava et al., 2019).
En consecuencia, cuando se les presentan situaciones con
personajes tímidos y solitarios, los niños y las niñas de edades preescolares
caracterizan más positivamente al personaje tímido, adjudicándole menor intencionalidad
en sus conductas y menor impacto o consecuencias negativas en las interacciones
grupales. Además, le atribuyen al par hipotético tímido un mayor deseo de
acercamiento social que al solitario y sus conductas les generan mayores
niveles de empatía y compasión. Si bien los personajes retraídos en general son
menos elegidos que aquellos más sociables para un posible juego o una potencial
interacción, los niños y las niñas tienden a demostrar preferencias por
establecer vínculos de amistad y juego con el personaje tímido antes que con el
solitario y a considerar que el primero tendría mejor posición social dentro de
un grupo de pares (Coplan et al., 2007; Coplan et al., 2012).
Por otra parte, se ha observado que las percepciones y
atribuciones que los niños y las niñas tienen sobre el retraimiento social de
sus pares tienden a presentar variaciones según las diferencias culturales de
los entornos de desarrollo (Chen, 2015).
Las investigaciones interculturales realizadas en los últimos años han aportado
evidencias de que las conductas retraídas tienen distintas implicancias según
los significados que el entorno social les otorga (Chen, 2018; Coplan et al., 2012; Ding et al., 2015). Bajo ciertos patrones
culturales occidentales, que realzan la autodeterminación y el individualismo,
las manifestaciones de preferencia por la soledad pueden ser percibidas como un
comportamiento infantil deseable, mientras que en culturas que prioricen la
afiliación y la grupalidad, como las orientales (y posiblemente las
latinoamericanas), las conductas de soledad pueden resultar problemáticas y
desajustadas al medio social. De forma inversa, las conductas de timidez
tienden a ser asociadas a dificultades socioemocionales en culturas que valorizan
la competencia y asertividad social, mientras que aparentemente su impacto
negativo en las interacciones es menor en el contexto de culturas gregarias y
cooperativas (Chen, 2018, 2019; Ding
et al., 2015; Liu et al., 2015).
Pese a la mencionada relevancia que la temática del retraimiento
social infantil ha adquirido en el campo de la investigación y al creciente
número de trabajos dedicados al estudio de las atribuciones infantiles sobre
estas conductas, es aún escaso el conocimiento que se tiene de estos aspectos
en los contextos latinoamericanos. Hasta el momento, no se han encontrado
trabajos previos al respecto, con la excepción de un interesante estudio
realizado en Cuba (Álvarez Valdivia et al.,
2005) en el que los autores informaron vínculos entre el retraimiento
social y el rechazo de los pares en niños y niñas de escolaridad primaria.
Sumado a ello, escasas investigaciones han explorado
específicamente las formas de retraimiento comparando las características
contextuales de entornos sociales diferentes de los urbanos, como es el caso de
los ámbitos urbano-marginados y rurales. Este aspecto resulta significativo si
se tiene en cuenta que cada uno de dichos entornos suponen un conjunto de
características sociodemográficas particulares que dan lugar a situaciones y
rutinas cotidianas propias que inciden sobre los procesos psicológicos (Keller, 2012; Murry, Hill, Witherspoon, BerkelyBartz, 2015).
De esta manera, es posible que además de las reglas culturales
macrocontextuales, las cualidades valoradas y las normas de cada grupo social
específico también incidan en la evaluación y las atribuciones que hacen los
niños y las niñas de las manifestaciones de timidez y soledad, con diferentes
implicancias en el desarrollo infantil (Chen,
2018, 2019; Rubin et al., 2009).
Por ejemplo, los niños y las niñas estadounidenses de contextos
urbanos con niveles socioeconómicos medios y altos acceden a posibilidades de
interacción con otros adultos y pares tempranamente y estas experiencias son
más variadas en comparación con las de los niños y las niñas de otros grupos
más vulnerables (Lareau, 2000). Estos
niños y estas niñas reciben estimulación para que exploren con interés el mundo
físico y social externo, por lo cual se espera que respondan con independencia,
autonomía y autorregulación (Keller, 2012,
2018;Tamis-LeMonda et al., 2008). En el caso
de los niños y las niñas de China, este mismo énfasis puesto en la exploración
autónoma y la iniciativa social hace que las conductas de timidez y soledad
sean percibidas como inapropiadas, inmaduras o problemáticas y acentúa sus
consecuencias negativas para el desarrollo socioemocional (Chen, 2015, 2019).
Por otra parte, en Argentina los niños y las niñas que habitan
zonas urbano-marginadas tienden a ver más restringidas sus posibilidades de
interacción fuera del núcleo familiar por limitaciones económicas, situaciones
de inseguridad en sus barrios y/o por las formas particulares en que las
configuraciones familiares priorizan la permanencia dentro del espacio del
hogar (Ierullo, 2015; Tuñón, 2019). Esto podría implicar que
las manifestaciones de preferencia por la soledad no fueran percibidas
negativamente por los adultos dentro del hogar ni por los pares, quienes
también podrían estar más acostumbrados a los juegos y a las actividades
solitarias. Asimismo, en un contexto que tiende a exigir predominantemente
respuestas rápidas, prácticas y orientadas a la resolución de problemas
inmediatos (Duncan, Magnuson y
Votruba-Drzal, 2015; Shonkoff y
Phillips, 2000), posiblemente la timidez sea considerada una conducta de
pasividad y cautela no deseada ni promovida por los adultos.
En cuanto a los ambientes rurales, se los ha descripto en
términos de un gran sentimiento de comunidad y cohesión con el grupo social en
comparación con los sectores urbanos (Lev‐Wiesel,
2003). La interdependencia es el modo predominante de vincularse en estos
contextos en los cuales los padres y las madres tienden a transmitir a sus hijos
e hijas la priorización de los objetivos, las normas y los deberes colectivos
de la familia y del grupo social y refuerzan como valores la obediencia, el
respeto y las conductas sociales pasivas, sobre todo en los grupos rurales
africanos y asiáticos cuya actividad predominante es la agricultura (Keller, 2012; Keller, Borke, Yovsi, Lohaus y Jensen, 2005).
Debido a esto, en investigaciones en los contextos rurales de China, los
comportamientos de iniciativa social, exploración y extraversión se evalúan
como no deseables por interferir con la armonía grupal (Chen, 2018, 2019). En cambio, las manifestaciones de
pasividad, cautela y autocontrol son evaluadas positivamente y reforzadas
cuando aparecen (Chen, 2018; Keller, 2012, 2018). De manera inversa, las conductas
de preferencia por la soledad tienden a ser desalentadas y hasta rechazadas por
los adultos y los pares dado que suponen un perjuicio para el objetivo de
cohesión grupal, interdependencia y asertividad social (Chen, 2015; Coplan et al., 2012; Ding et al., 2015).
Pese a lo expuesto, el estudio comparativo del retraimiento
social en estos entornos resulta aún un área pendiente dentro del campo de las
relaciones entre pares en la infancia temprana en Latinoamérica. Si se tiene en
cuenta, tal como se mencionó anteriormente, que las atribuciones de los niños y
las niñas sobre los diferentes comportamientos de sus pares pueden influir en
sus reacciones emocionales y conductuales, es de esperar que las formas en las
cuales sean percibidas las manifestaciones de retraimiento social incidan
posteriormente en el grado de aceptación o rechazo por parte de su grupo de
pares y con ello, en sus indicadores de desarrollo socioemocional (Coplan et al., 2012). En este sentido,
como un primer acercamiento a la exploración de la temática en el ámbito local,
el objetivo de este estudio fue comparar las atribuciones hacia los dos
subtipos de retraimiento social (timidez y preferencia por la soledad) de los
niños y las niñas de contextos urbanos, urbano-marginados y rurales de Mendoza,
Argentina.
En base a las citadas investigaciones previas en la temática, se
planteó como primera hipótesis general que los niños y las niñas de los tres
contextos atribuirían menos intencionalidad y mayor deseo de interacción social
en los pares (hipotéticos) que presentaran conductas tímidas y referirían mayor
compasión y preferencia por interactuar con ellos. Además, se preveía encontrar
diferencias entre los contextos en las atribuciones sobre el impacto negativo
que cada subtipo de retraimiento social podría tener. De esta manera, una
segunda hipótesis fue que los grupos urbano y urbano-marginado considerarían
más problemáticas las conductas de timidez en comparación con los
comportamientos de preferencia por la soledad, mientras que el grupo rural
atribuiría mayor impacto negativo a las conductas de soledad en comparación con
las de timidez.
Método
Participantes
La muestra correspondiente al presente trabajo estuvo conformada
por un total de 221 niños y niñas de 4 y 5 años, de ambos géneros, que asistían
al nivel inicial (salas de 4 y 5 años) en tres instituciones educativas de
gestión estatal de la provincia de Mendoza. Cada institución pertenecía a un
contexto sociocultural considerado urbano, urbano-marginado y rural según
criterios geográficos y demográficos establecidos por la Dirección General de
Escuelas (Ley N° 9031, 2017) y la Dirección de Estadísticas e Investigaciones
Económicas de Mendoza (DEIE, 2017).
El grupo urbano (n = 82, 57.3 % varones, Mmeses=
62.33, DE = 7.88) pertenecía a una escuela ubicada
en el centro de la ciudad de Mendoza. Ambos progenitores presentaron mayormente
estudios universitarios completos (54.9 % de los padres y 73.2 % de las
madres).
El grupo urbano-marginado (n = 72, 54.2 % varones, Mmeses= 60.47, DE
= 6.30) asistía a un jardín de infantes situado en la periferia de la ciudad.
En los progenitores predominó el nivel educativo secundario incompleto (34.7 %
de los padres y 37.5 % de las madres) y completo (13.9 % de los padres y 26.4 %
de las madres).
Por su parte, la muestra rural (n = 67, 52.2 % mujeres, Mmeses= 63.07, DE
= 6.99) pertenecía a un jardín de infantes ubicado a 70 km del núcleo urbano
más cercano, en una zona desértica de la provincia. Los padres de estos niños y
estas niñas contaban principalmente con el nivel primario completo (28.4 %),
seguido de los niveles primario incompleto y secundario incompleto y completo
en igualdad de porcentajes (14.9 % cada uno), mientras que las madres
presentaron mayormente estudios secundarios incompletos (29.9 %) y
universitarios completos (19.4 %).
Tanto la elección de las instituciones educativas como la
conformación de los grupos muestrales fueron realizadas de manera no
probabilística e intencional. Previamente, se excluyeron los niños y las niñas
que presentaban padecimientos mentales previamente diagnosticados por
profesionales de salud mental y cuya condición les impedía contestar las
preguntas durante las entrevistas.
Instrumentos
Entrevistas infantiles con viñetas (Coplan et al., 2007)
La técnica consiste en una serie de cuatro viñetas que
representan a pares hipotéticos del mismo sexo que el niño o la niña
entrevistados, desplegando diferentes formas de comportamientos: sociabilidad,
agresión, timidez y preferencia por la soledad. Estas viñetas fueron adaptadas
en base a estudios anteriores sobre atribuciones infantiles hacia
comportamientos agresivos y retraídos (Gavinski-Molina,
Coplan y Younger, 2003;Goossens et
al., 2002; Graham y Hoehn, 1995).
Resultados previos han proporcionado evidencia de la confiabilidad y validez de
este protocolo de evaluación tanto en culturas occidentales como asiáticas (Coplan et al., 2007; Coplan et al., 2012; Ding et al., 2015; Zava et al., 2019).
Cada viñeta tiene un dibujo y un texto breve que lo describe
(por ejemplo, para la viñeta de timidez se le relata al niño o niña: “Este es Martín/ Esta es Julia. Él/Ella tiene miedo de hablar con
otros chicos y chicas. Cuando los otros chicos o chicas juegan, él/ella solo
los observa”). Si bien el interés de este trabajo está centrado en los
subtipos tímido y solitario, se mantuvieron las viñetas de sociabilidad y
agresión originales con el fin de tener un parámetro de comparación de las
conductas de retraimiento con aquellos estilos conductuales más y menos
aceptados en las interacciones sociales. Luego de cada dibujo y su relato
breve, se le realizaba al niño o a la niña una serie de preguntas que respondía
señalando círculos de diferentes tamaños representados en una escala Likert de
tres puntos (no, tal vez/a veces, sí).
Para la adaptación al español de la técnica, las viñetas y las
preguntas fueron traducidas del inglés por un traductor profesional y luego
evaluadas por el equipo de investigación. La versión obtenida fue aplicada en
una prueba piloto a un grupo de niños y niñas (no incluidos en la muestra
final) a los fines de evaluar la comprensión de las viñetas y preguntas y la
adecuación de los términos utilizados. Luego, la entrevista fue traducida
nuevamente al inglés para corroborar la precisión con la versión original.
La versión en español quedó conformada por siete preguntas para
cada viñeta. Una pregunta evaluó las atribuciones de intencionalidad hacia el
par hipotético (“¿Pensás que ___ quiere actuar de esa manera?”). Otra pregunta
evaluó la comprensión sobre las motivaciones sociales del personaje (“¿A___ le
gusta jugar con otros/as niños/as?”). Las siguientes dos preguntas estaban
relacionadas con las preferencias de afiliación de los niños y niñas hacia el
personaje hipotético (“¿Te gustaría jugar con ___?” y “¿Te gustaría ser amigo/a
de ___?”). Dos preguntas se referían a las atribuciones de los niños y niñas
sobre las consecuencias sociales de los comportamientos de los pares
hipotéticos preguntando sobre la posición social del personaje (“Imaginate que
___ va a tu salita, ¿a tus compañeros les gustaría jugar con él/ella?”) y el
impacto negativo en el aula (“Imaginate que ___ está en tu salita ¿haría
lío?”). La última pregunta evaluó la compasión o pena de los niños y niñas
hacia el par hipotético (“¿Te da pena __?”).
La distribución de la presentación de las viñetas fue al azar
para cada escolar a los fines de controlar los efectos del orden de los
estímulos, pero no el orden de las preguntas que siempre permanecieron iguales.
Procedimiento
El estudio recibió aprobación del Comité de Ética en
Investigación del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales
(INCIHUSA-CONICET) y los procedimientos fueron aprobados por la Dirección
General de Escuelas de Mendoza (M22/2017)
y por los supervisores de cada institución correspondiente. Los objetivos y el
procedimiento de la investigación se expusieron a los directores, docentes,
padres/madres y niños/niñas.
Las entrevistas se realizaron como parte de un proyecto de
investigación más amplio, por lo que los padres y las madres ya habían otorgado
el consentimiento informado escrito para la participación de sus hijos/hijas.
Por esta misma razón, los escolares ya habían conocido e interactuado durante meses
previos con las entrevistadoras. Los encuentros se realizaron durante el
horario escolar en un lugar tranquilo sin otros niños ni adultos presentes
durante aproximadamente 20 minutos. Al inicio de cada entrevista, el niño o la
niña también daban su asentimiento para participar y se les recordaba que
podían retirarse de la misma cuando lo desearan. Las respuestas de los niños y
las niñas eran registradas por escrito en los protocolos correspondientes por
cada evaluadora. Tanto los niños como sus padres conocían el carácter
confidencial y anónimo de los datos y su posterior tratamiento.
Análisis estadístico
Debido a que las seis variables de atribuciones
(intencionalidad, motivación social, preferencia afiliativa, posición social,
impacto negativo y compasión) no presentaron una distribución normal y no
dieron cumplimiento a los supuestos de un ANCOVA de medidas repetidas
(normalidad, homocedasticidad, esfericidad e igualdad de las varianzas de
error), se decidió conducir una serie de pruebas no paramétricas.
En primer lugar, se realizaron estudios segmentados para
observar si las atribuciones de los niños y las niñas variaban en función de
los diferentes tipos de comportamientos (agresivo, tímido, solitario y
sociable) en cada contexto. Para ello se utilizó la prueba de Friedman para
muestras relacionadas con un nivel de significación de .05 y en las
comparaciones post hoc se utilizó la prueba de
rangos de Wilcoxon para muestras relacionadas con un nivel de significación de
.05.
A continuación, se realizó un estudio para cada comportamiento
infantil (en este caso, tímido y solitario) para analizar si las atribuciones
referidas por los niños y las niñas variaban de acuerdo al contexto de
pertenencia. En este caso, se empleó la prueba de Kruskal-Wallis para muestras
independientes con un nivel de significación de .05 y en las comparaciones post hoc se empleó la prueba U de Mann-Whitney con un
nivel de significación de .05. En dichas comparaciones post
hoc se calculó el tamaño del efecto de las diferencias, para lo cual la
magnitud de las diferencias obtenidas fue estimada utilizando el coeficiente de
correlación biserial (Domínguez-Lara, 2017).
Resultados
Tipo de comportamiento por contexto
En un primer momento, se analizó si las atribuciones que los
niños y las niñas realizaron variaban de acuerdo al tipo de comportamiento en
cada contexto. Los resultados obtenidos se presentan en las Tablas 1a4.
En el contexto urbano, todas las atribuciones que los niños y
las niñas realizaron variaron en función del tipo de comportamiento (ver Tabla 1). Sin embargo, entre los comportamientos tímidos y
solitarios, las pruebas post hoc mostraron que este
grupo reportó puntuaciones similares en las atribuciones de preferencia
afiliativa (z = -1.52, p = .128, rbis =
.17), posición social (z = -.08, p =.935, rbis
= .01) e impacto negativo (z = -.10, p = .919, rbis
= .01). Las principales diferencias se encontraron en las atribuciones de
intencionalidad, que fueron mayores para el comportamiento solitario en
comparación con el tímido (z = -3.83, p < .001, rbis
= .26), y en las percepciones de compasión, que fueron mayores para el
comportamiento tímido en relación al solitario (z = -1.95, p = .041, rbis = .22).
Tabla 1
Diferencias en
atribuciones de los niños y las niñas según el tipo de comportamiento en el
contexto urbano
Variable |
Agresión |
Timidez |
Soledad |
Sociable |
X2(3) |
M(DE) |
M(DE) |
M(DE) |
M(DE) |
||
Intencionalidad |
2.49(.84) |
1.98(.92) |
2.46(.79) |
2.84(.48) |
52.50 |
Motiv. Social |
1.45(.76) |
2.23(.88) |
1.67(.86) |
2.83(.47) |
100.18 |
Pref. Afiliativa |
1.15(.41) |
2.40(.72) |
2.26(.81) |
2.64(.65) |
126.84 |
Posición Social |
1.16(.48) |
2.17(.80) |
2.20(.87) |
2.63(.64) |
112.32 |
Impacto Negativo |
2.74(.58) |
1.33(.63) |
1.34(.65) |
1.27(.61) |
140.72 |
Compasión |
1.28(.57) |
1.77(.84) |
1.52(.82) |
1.26(.62) |
28.28 |
n = 82
En el contexto urbano-marginado también se observó que el tipo
de comportamiento moduló las seis atribuciones de los niños y las niñas (ver Tabla 2). Especialmente, las principales diferencias entre los
comportamientos tímido y solitario estuvieron en las atribuciones de
intencionalidad, que fueron mayores para las manifestaciones de soledad (z =
-3.46, p < .001, rbis = .41), y en
las atribuciones de motivación, que resultaron mayores para las conductas
tímidas (z = -2.75, p = .006, rbis =
.32). No se registraron diferencias entre ambos tipos de comportamiento en las
atribuciones de preferencia afiliativa (z = -1.46, p = .145, rbis = .17), posición social (z = -.73, p =
.467, rbis = .09), impacto negativo (z =
-.45, p = .656, rbis= .05) ni compasión
(z = -1.76, p = .074, rbis = .21).
Tabla 2
Diferencias en
atribuciones de los niños y las niñas según el tipo de comportamiento en el
contexto urbano-marginado
Variable |
Agresión |
Timidez |
Soledad |
Sociable |
X2(3) |
M(DE) |
M(DE) |
M(DE) |
M(DE) |
||
Intencionalidad |
2.67(.71) |
2.11(.93) |
2.60(.76) |
2.94(.23) |
41.58 |
Motiv. Social |
1.88(.90) |
2.36(.79) |
2.04(88) |
2.89(.43) |
57.93 |
Pref. Afiliativa |
1.46(.72) |
2.57(.68) |
2.43(.77) |
2.74(.54) |
90.17 |
Posición Social |
1.68(.84) |
2.13(.84) |
2.24(.78) |
2.67(.71) |
56.27 |
Impacto Negativo |
2.68(.65) |
1.49(.73) |
1.43(.73) |
1.22(.56) |
116.23 |
Compasión |
1.43(.71) |
1.81(.82) |
1.57(.75) |
1.13(.37) |
35.51 |
n = 72
En el contexto rural se observó que el tipo de comportamiento
moduló las seis atribuciones de los niños y las niñas (ver Tabla
3). Específicamente, en comparación con el comportamiento solitario, la
manifestación de timidez recibió mayores atribuciones de motivación social (z =
-3.28, p < .001, rbis = .15) y
preferencia afiliativa (z = -2.38, p = .017, rbis
= .29), y menores atribuciones de intencionalidad (z = -4.38, p < 0.001, rbis = 0.53). No se encontraron diferencias
entre los comportamientos mencionados en las atribuciones de posición social (z
= -1.28, p = .202, rbis = .16), impacto
negativo (z = -1.87, p = .061, rbis =
.23) y compasión (z = -1.11, p = .266, rbis
= .14).
Tabla 3
Diferencias en
atribuciones de los niños y las niñas según el tipo de comportamiento, en el
contexto rural
Variable |
Agresión |
Timidez |
Soledad |
Sociable |
X2(3) |
M(DE) |
M(DE) |
M(DE) |
M(DE) |
||
Intencionalidad |
2.57(.78) |
1.99(.96) |
2.73(.66) |
2.97(.17) |
55.12 |
Motiv. Social |
1.75(.80) |
2.09(.84) |
1.57(.78) |
2.96(.21) |
92.88 |
Pref. Afiliativa |
1.27(.55) |
2.59(.71) |
2.34(.76) |
2.91(.34) |
126.12 |
Posición Social |
1.28(.55) |
2.18(.82) |
2.04(.81) |
2.91(.34) |
111.66 |
Impacto Negativo |
2.87(.42) |
1.28(.60) |
1.48(.80) |
1.04(.21) |
131.44 |
Compasión |
1.36(.67) |
1.43(.72) |
1.33(.59) |
1.03(.24) |
23.00 |
n = 67
Tipo de contexto
En un segundo momento, se analizó si las atribuciones de
intencionalidad, motivación social, preferencia afiliativa, posición social,
impacto negativo y compasión, que los niños y las niñas realizaron hacia cada
uno de los comportamientos infantiles, diferían según el contexto de
pertenencia (ver Tabla 4).
En el comportamiento tímido se registró que la preferencia
afiliativa (X2(2) = 6.28, p = .043) y la compasión (X2(2)
= 8.70, p = .013) indicadas por los niños y las niñas variaron en función del
contexto de pertenencia. Los participantes del contexto rural informaron mayor
preferencia afiliativa hacia el comportamiento tímido en comparación con sus
pares del contexto urbano (z = -2.29, p = .022, rbis = .19). No se observaron
diferencias en la preferencia afiliativa hacia el comportamiento tímido entre
los niños y las niñas del contexto urbano y urbano-marginado (z = -1.81, p =
.070, rbis = .15), ni entre los del contexto rural y el urbano-marginado (z =
-.61, p = .540, rbis = .05). Los niños y las niñas del contexto rural
percibieron mayor compasión hacia el comportamiento tímido en comparación con
sus pares del contexto urbano (z = -2.62, p = .009, rbis = .21) y urbano-marginado
(z = -2.93, p = .003, rbis = .24). No se observaron diferencias en compasión
hacia el comportamiento tímido entre el grupo del contexto urbano y el del
urbano-marginado (z = -.34, p = .737, rbis = .03). El resto de las atribuciones
no mostraron diferencias significativas entre los grupos.
En el comportamiento solitario, se observó que la atribución de
intencionalidad (X2(2) = 6.82, p = .033) de los niños y niñas varió
de acuerdo al contexto de pertenencia. Los participantes del contexto rural percibieron
mayor intencionalidad en el comportamiento solitario que sus pares del contexto
urbano (z = -2.58, p = .010, rbis = .21). No se observaron diferencias en
intencionalidad hacia el comportamiento solitario entre los niños y las niñas
del contexto rural y el urbano-marginado (z = -1.23, p = .217, rbis = .10), ni
entre los del contexto urbano-marginado y el urbano (z = -1.35, p = .176, rbis
= .11). El resto de las atribuciones hacia este comportamiento no mostró
diferencias significativas entre los grupos.
Tabla 4
Diferencias en
atribuciones de los niños y las niñas por comportamiento según contexto urbano,
urbano-marginado y rural
Variable |
Urbano (n = 82) |
Urbano-Marginado (n
= 72) |
Rural(n = 67) |
X2(2) |
p |
M(DE) |
M(DE) |
M(DE) |
|||
Timidez |
|||||
Intencionalidad |
1.98(.92) |
2.11(.93) |
1.99(.96) |
.97 |
.617 |
Motiv. Social |
2.23(.88) |
2.36(.79) |
2.09(.85) |
4.081 |
.130 |
Pref. Afiliativa |
2.40(.72) |
2.57(.68) |
2.59(.71) |
6.28 |
.043 |
Posición Social |
2.20(.87) |
2.24(.78) |
2.04(.81) |
.153 |
.926 |
Impacto Negativo |
1.34(.65) |
1.43(.73) |
1.48(.80) |
3.86 |
.146 |
Compasión |
1.77(.84) |
1.81(.82) |
1.43(.72) |
8.70 |
.013 |
Soledad |
|||||
Intencionalidad |
2.46(.79) |
2.60(.76) |
2.73(.66) |
6.82 |
.033 |
Motiv. Social |
1.67(86) |
2.04(.88) |
1.57(.78) |
3.63 |
.163 |
Pref. Afiliativa |
2.26(.81) |
2.43(.77) |
2.34(.76) |
2.26 |
.323 |
Posición Social |
2.17(.80) |
2.13(.84) |
2.18(.82) |
2.22 |
.330 |
Impacto Negativo |
1.33(.63) |
1.49(.73) |
1.28(.60) |
.809 |
.667 |
Compasión |
1.52(.82) |
1.57(.75) |
1.33(.59) |
3.73 |
.155 |
Discusión
Las atribuciones cognitivas que las personas hacen sobre los
diferentes comportamientos desempeñan un papel importante en el establecimiento
de las relaciones con los demás ya que involucran creencias sobre la causalidad
y la estabilidad de la conducta, generan emociones y marcan tendencias de
acción (Balabanian y Lemos, 2020;Chen, 2015; Hartup, 2009). De esta manera, las
atribuciones motivacionales y causales que los niños y las niñas hacen sobre
los comportamientos retraídos son uno de los factores que influyen sobre sus
respuestas ante los pares tímidos y solitarios. El contenido de tales
atribuciones está determinado por el contexto particular en el que tienen lugar
(Miller, Wice y Goyal, 2018; Tamis-LeMonda et al., 2008) en un proceso
en el que las normas culturales propias de cada contexto les brindan a los
niños y las niñas referencias para percibir, juzgar y responder ante los
comportamientos sociales de los demás e inciden en la manera en que evalúan,
exhiben o regulan sus propios comportamientos (Chen, 2012, 2015).
Existe cada vez más evidencia acerca de que las conductas de
retraimiento social responden a este mismo proceso, adquiriendo significados y
atribuciones diferentes de otros comportamientos (como los de agresividad y
prosocialidad, por ejemplo) y variando en sus implicancias en función del
contexto en el que se presenten (Coplan et
al., 2012). Asimismo, dado que los comportamientos de retraimiento social
no son homogéneos, sus variaciones también son percibidas y comprendidas de
maneras particulares (Coplan et al., 2007;
Ding et al., 2015; Wichmann, Coplan y Daniels, 2004).
En consonancia con lo anterior, el objetivo de este trabajo
consistió en comparar las atribuciones hacia los dos subtipos de retraimiento
social (a saber, timidez y preferencia por la soledad) referidas por los niños
y las niñas de 4 y 5 años de tres contextos diferentes: urbano,
urbano-marginado y rural. Para ello, se consideraron seis posibles aspectos que
los niños y las niñas tienen en cuenta al momento de evaluar las conductas de
sus pares: las atribuciones de intencionalidad(cuánto propósito o determinación
atribuyen a la conducta del par), la comprensión sobre las motivaciones
sociales (cuánto consideran que el par desea interactuar con otros niños u
otras niñas), las preferencias de afiliación (cuánto les gustaría interactuar
con el par), las atribuciones sobre las consecuencias sociales de los
comportamientos de los pares en la posición social (cuánto consideran que el
grupo de compañeros desearía interactuar con ese par) y en el impacto negativo
grupal (en qué medida la conducta del par puede resultar problemática o
disruptiva en la sala), y la compasión que la conducta genera (cuánta pena
sienten por el par). Estas seis atribuciones se evaluaron en personajes
hipotéticos que se les presentaron a los niños y las niñas a través de viñetas
con diferentes dibujos e historias.
Un primer elemento a resaltar es que los niños y las niñas de
este estudio pudieron distinguir el retraimiento social de otros tipos de
conductas (agresividad y sociabilidad). Globalmente, los comportamientos
retraídos recibieron atribuciones más positivas (mayor preferencia para
interactuar, mejor posición social y menos impacto negativo) que las conductas
agresivas, aunque también fueron percibidos negativamente en relación a los
comportamientos sociables (a estos últimos se les atribuyó mayor preferencia
afiliativa y mejor posición dentro del grupo de pares). De esta manera, aunque
el retraimiento social puede no ser tan llamativo dentro del grupo de pares
como las conductas de agresión, aparentemente contradice ciertas normas sociales
básicas en todos los contextos a partir de las cuales se espera que los niños y
las niñas sean abiertos, comunicativos y gregarios con sus pares (Chen, 2012).
Siguiendo la primera hipótesis planteada, se esperaba que los
niños y las niñas de los tres contextos atribuyeran menos intencionalidad y
mayor deseo de interacción social hacia los pares (hipotéticos) que presentaran
conductas tímidas y refirieran mayor compasión y preferencia por interactuar con
ellos. Los resultados hallados al respecto confirmaron en gran medida esta
hipótesis. Se observó que, en términos generales, los niños y las niñas
pudieron diferenciar entre los subtipos tímido y solitario en sus
características esenciales haciendo atribuciones particulares para cada uno de
ellos. En comparación con los personajes solitarios, aquellos tímidos fueron
percibidos como más motivados socialmente y menos intencionales en su conducta
en los tres contextos. De esta manera, tal como se podía anticipar en base a lo
reportado por investigaciones previas (Coplan
et al., 2012; Coplan et al., 2007;
Ding et al., 2015; Goossens et al., 2002), los niños y las
niñas de este estudio pudieron realizar distinciones entre los pares
hipotéticos tímidos y solitarios, observándose que a la edad de 4-5 años ya son
capaces de percibir las diferentes motivaciones e intenciones centrales que
subyacen a los subtipos de retraimiento social.
Esto significa que los niños y las niñas presentan indicadores
de poder comprender que los pares tímidos tienden a retirarse de las
oportunidades de socialización a pesar del deseo de interactuar, mientras que
los pares solitarios prefieren pasar tiempo jugando a solas. Este dato se
encuentra en consonancia con los modelos teóricos actuales del retraimiento
social para los cuales la timidez se define a partir del temor que genera la
interacción social y su consecuente retirada (conflicto de
acercamiento-evitación social), mientras que la preferencia por la soledad
implica una retracción de los intercambios sociales por genuino interés en
realizar actividades y juegos en solitario (baja tendencia de acercamiento y
evitación social) (Asendorpf, 1990; Coplan y Rubin, 2010).
No obstante, si se observa separadamente cada contexto, pueden
apreciarse algunas particularidades. La hipótesis propuesta para estas
diferencias contextuales fue que los grupos urbano y urbano-marginado
considerarían más problemáticas las conductas de timidez en comparación con los
comportamientos de preferencia por la soledad, mientras que el grupo rural
atribuiría mayor impacto negativo a las conductas de soledad en comparación con
las de timidez. Específicamente, en el grupo urbano se observó además que los
niños y las niñas reportaron mayores sentimientos de compasión por el personaje
tímido en relación al solitario, lo cual no fue evidenciado en los otros
grupos. Es posible que en los contextos urbanos las expectativas de
socialización infantil resalten la extraversión, la exploración autónoma y las
conductas de autoafirmación (Chen, 2015;
Keller, 2012; Tamis-LeMonda et al., 2008) generando en
los niños y las niñas mayores reacciones de empatía y pena frente a
manifestaciones de mayor pasividad y temor al contacto social.
Por otra parte, los participantes del grupo rural refirieron
mayor preferencia por vincularse con el par hipotético tímido que con el par
solitario. De manera contraria al caso urbano, una posibilidad es que para los
contextos rurales las conductas tímidas sean evaluadas positivamente por
concordar con las expectativas de cohesión social, modestia y grupalidad (Chen, 2018; Keller, 2012, 2018) y por ende, los niños y las niñas
que viven en estos ambientes tienden a preferir a pares que presenten estas
cualidades. Inversamente, los pares que desplieguen conductas de preferencia
por la soledad podrían ser menos elegidos dado que no responden a este
parámetro de interdependencia y asertividad social de las comunidades rurales (Chen, 2015; Coplan et al., 2012; Ding et al., 2015).
Sin embargo, los comportamientos tímidos y de preferencia por la
soledad no presentaron diferencias en ninguno de los contextos respecto de las
atribuciones de posición social e impacto negativo. Este dato se mostró
contrario a la hipótesis propuesta y resultó llamativo dado que las
investigaciones previas han demostrado que los pares tímidos suelen ser más
preferidos para las interacciones diádicas y grupales y se los percibe como
menos problemáticos que los pares solitarios (Coplan et al., 2007; Coplan et al., 2012; Ding et al., 2015). Solamente un estudio
reciente reportado por Zava y sus colaboradores (2019) encontró respuestas
similares en preescolares italianos. Los autores asociaron estos resultados a
la posibilidad de que el retraimiento social fuera globalmente percibido como
benigno en la infancia temprana debido a que las actividades solitarias durante
esta etapa aún son frecuentes y, por ende, las expectativas de interacción que
los niños y las niñas tienen hacia sus pares son menores (Coplan et al., 2019; Zava et al., 2019). De esta manera, si
bien los niños y las niñas lograron distinguir los subtipos de retraimiento
social en las motivaciones internas fundamentales que los diferencian, no se
observó que esto modificara sus atribuciones en relación al impacto social que
cada subtipo podría tener en las interacciones diádicas y grupales y, menos
aún, en relación al subtipo de preferencia por la soledad como se esperaba.
Por otra parte, cuando se compararon los grupos de los tres
entornos evaluados entre sí emergieron algunas diferencias no anticipadas en
las hipótesis previas en relación a las atribuciones de preferencia afiliativa
y sentimientos de compasión hacia los diferentes subtipos de retraimiento. Por
ejemplo, no solamente los niños y las niñas rurales refirieron mayor deseo de
interactuar con el personaje tímido que con el personaje solitario como ya fue
comentado, sino que esta preferencia fue incluso mayor en comparación con los
pares del contexto urbano. Además, este grupo reportó mayores sentimientos de
compasión hacia el personaje tímido que los grupos de los contextos urbano y
urbano-marginado.
Nuevamente, una posible interpretación para estos resultados
podría encontrarse en las particularidades de socialización durante la infancia
que se han descripto para los contextos rurales. Estas comunidades tienden a
enfatizar la orientación al grupo y la cohesión social en mayor medida que los
contextos urbanos (Chen, 2018,2019; Lev‐Wiesel,
2003), por lo cual las conductas pasivas, la obediencia y la cautela son
cualidades evaluadas positivamente y promovidas en los espacios de interacción
social (Chen, 2018; Keller, 2012, 2018). Los comportamientos tímidos forman
parte de dichas manifestaciones de modestia y prudencia y esto los vuelve
habituales y valorados dentro de estos contextos desde la infancia. Debido a
ello, no resulta sorprendente que los niños y las niñas que viven en ambientes
rurales tiendan a elegir para sus interacciones a pares que presenten estas
cualidades y sientan más simpatía hacia ellos que los de contextos urbanos o
urbano-marginados.
Asimismo, este aspecto también podría explicar la mayor
intencionalidad atribuida hacia el personaje solitario en el grupo rural en
comparación con el grupo urbano. Es decir, dada la estimulación por interactuar
y participar socialmente a la que responden los niños y las niñas en los
contextos rurales, las conductas de soledad podrían percibirse en mayor grado
como elecciones voluntarias que dependen de las intenciones personales (Álvarez Valdivia et al., 2005).
Contrariamente a lo propuesto en las hipótesis iniciales, no se
observaron diferencias entre los tres grupos en términos de la posición social
y el impacto negativo que los niños y las niñas les atribuyen a los personajes
tímidos y solitarios. Esto implica que ambos personajes fueron percibidos
similarmente atractivos para el grupo de pares y por igual entre los diferentes
contextos. Estos resultados podrían brindar cierto apoyo a la idea de que el
retraimiento social tiende a ser globalmente percibido como benigno en edades
tempranas, y especialmente en el contexto rural, donde es un comportamiento
frecuente y valorado (Chen, 2018; Coplan et al., 2019). No obstante, la
ausencia de trabajos previos sobre la temática en estos entornos hace necesario
que futuras líneas de investigación consideren y profundicen en dichos aspectos
para lograr mayor claridad.
De esta manera, tal como lo demuestra la literatura al respecto,
algunas características centrales que determinan las diferencias entre los
comportamientos retraídos son percibidas por igual en todos los grupos, aunque
es posible observar que ciertas atribuciones de los niños y las niñas varían
según el contexto particular en el que se desarrollan (Chen, 2012; Miller et al., 2018; Tamis-LeMonda et al., 2008). No es
posible discernir con los elementos aquí estudiados cuáles son los aspectos
contextuales específicos que inciden sobre algunas atribuciones y mediante qué
mecanismos lo hacen, aunque estos hallazgos son un punto de partida para
continuar profundizando en las diferencias y similitudes entre los entornos
locales de características urbanas, urbano-marginadas y rurales en los procesos
de interacción infantiles y sus implicancias en el desarrollo socioemocional.
Conclusiones
Este estudio es uno de los primeros en evaluar las atribuciones
hacia el retraimiento social en niños y niñas de diferentes contextos
socioculturales de Argentina, incluyendo un entorno rural. Esto permitió una
aproximación a la evaluación que ellos hacen de los comportamientos tímidos y solitarios
que podría, al menos en parte, estar asociada a las normas de socialización
propias de cada entorno.
No obstante, algunas limitaciones de este trabajo deben ser
consideradas en la interpretación de los resultados. En primer lugar, las
respuestas de los niños y las niñas emitidas ante las viñetas presentadas
podrían no guardar relación directa con las reacciones que tienen o tendrían en
los ambientes reales de interacción ante los pares que presentan efectivamente
conductas retraídas. Las observaciones naturales de las interacciones diarias
de los niños y niñas y el reporte de los padres y docentes también podrían
aportar más información sobre los elementos que los niños y las niñas
consideran en contextos reales cuando evalúan socialmente a sus pares.
En segundo lugar, cabe resaltar que, si bien fueron excluidos
del estudio los niños y las niñas con diagnósticos de padecimientos mentales,
no se realizaron evaluaciones previas sobre el nivel de desarrollo cognitivo y
lingüístico en ninguna de las muestras. Las posibles variaciones en estos
dominios podrían explicar la falta de normalidad en las puntuaciones obtenidas.
Asimismo, dado que la capacidad de los niños y las niñas para comprender los
estados mentales de sus pares se encuentra en progreso durante la edad
preescolar (Querejeta, Romanazzi y Fachal,
2020), podría resultar de utilidad incluir en futuras investigaciones una
medida de evaluación del desarrollo de la Teoría de la Mente.
Por último, otra limitación atañe a la intencionalidad de las
muestras dado que solo se abordó un jardín de infantes por contexto. Los
entornos urbanos, urbano-marginados y rurales son diferentes entre sí en muchos
aspectos, pero también existe una gran heterogeneidad y pluralidad de
“urbanidades” y “ruralidades” (Landini,
2015). En este sentido, sería interesante que estudios futuros replicaran
este trabajo con muestras de diferentes regiones de Argentina y Latinoamérica
para contar con mayores evidencias respecto a las implicancias del contexto en
el retraimiento social durante la infancia, así como también considerar otras
variables socioeconómicas que pudieran influir significativamente en las
diferencias entre los grupos, por ejemplo, el nivel educativo de los padres, el
acceso a tecnología, los recursos educativos y de salud, entre otros.
Pese a las limitaciones mencionadas, este estudio ha permitido
explorar las diferencias y similitudes en la comprensión que tienen los niños y
las niñas de estos comportamientos según sus entornos, poniendo de relieve la
importancia de los aspectos contextuales en el estudio de la socialización
infantil (Chen, 2015). Partiendo de
estos conocimientos, futuras intervenciones en el ámbito de la educación y de
la salud mental infantil podrían ser planificadas considerando las
particularidades que el retraimiento social adquiere en cada contexto y sus
implicancias en los grupos de pares en la infancia temprana.
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