Apego, estilos parentales y empatía en
adolescentes
Vínculo de apego, estilos parentales y empatía en adolescentes
Attachment, parental styles and empathy in
adolescent
Amelia Paez1 y
Anna Rovella2
1Licenciada
en Psicología. Auxiliar de Primera del Área Psicobiológica, Facultad de
Psicología (Fapsi), Universidad Nacional
de San Luis (UNSL). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Doctoranda de la
Facultad de Psicología, UNSL. E-mail: aepaez@unsl.edu.ar
2Doctora
en Psicología. Profesora Titular en la Cátedra Psicología General, Facultad de
Psicología, Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Directora de la Maestría
en Psicología Clínica, Mención Cognitiva-Integrativa, UNSL. Directora del
Laboratorio de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento (Fapsi, UNSL).
Presidenta de la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento. E-mail: arovella@unsl.edu.ar
Facultad de Psicología, Universidad Nacional de San Luis.
Ciudad de San Luis,
Argentina.
Resumen
El objetivo de la
presente investigación fue estudiar las relaciones entre la percepción del
vínculo del apego, de las relaciones parentales y los aspectos cognitivos y
emocionales de la empatía en un grupo de adolescentes. Se utilizaron los
formatos para madre y padre de las adaptaciones argentinas de la Escala de
Seguridad de Kerns y de la versión abreviada del Inventario de la percepción de
los hijos acerca de las relaciones con sus padres para adolescentes (CRPBI;
subescalas: aceptación, control patológico y autonomía extrema). Se utilizó
como medida de empatía, la validación argentina del Índice de Reactividad
Interpersonal (componente cognitivo: Toma de Perspectiva y Fantasía; componente
emocional: Preocupación Empática y Malestar Personal). Los varones manifestaron
menores puntajes totales en el IRI respecto de las mujeres (p ≤ .001).
Los adolescentes que experimentaron un apego alto hacia su madre y padre
percibieron más aceptación en la relación parental con ellos (p ≤ .001; p ≤ .001) y presentaron mayor
empatía (p = .018; p = .016). Al igual que los
adolescentes que percibieron un estilo parental caracterizado por la aceptación
con su madre y padre (p = .008; p = .001). Experimentar un apego
seguro en la adolescencia podría depender de percibir una relación
interpersonal con los progenitores basada en la aceptación de su individualidad
e implicación positiva. El establecimiento de un vínculo de apego seguro y
percibir la aceptación como práctica parental permite el desarrollo de la empatía.
Palabras clave:
Apego; Estilos parentales; Empatía cognitiva; Empatía emocional; Adolescentes.
Abstract
The aim of this investigation was to study the relationship among the
perception of attachment, parenting relationships, and emotional and cognitive
aspects of empathy in a group of adolescents. In order to measure adolescents’
perception of the relationship with their parents we used the formats for
mother and father of the Argentinean adaptations: (1) Kerns’ safety scale, and
(2) the abbreviated version of the Children's Report on Parent Behavior (CRPBI);
subscales: acceptance, pathological control and extreme autonomy. The Argentine
validation of the Interpersonal Reactivity Index (cognitive component: Taking
Perspective and Fantasy, emotional component: Empathic Concern and Personal
Distress) was used as the empathy measure. Considering the total score obtained
on the Kerns safety scale, respect to the maternal and paternal figures, high
attachment perception groups (mean ≥ + 1 SD) and low attachment perception
groups (mean ≤ - 1 SD) were formed. Correlations between parental styles and
empathy with the Spearman test were evaluated. Mean comparisons were made with
the Mann Whitney U test: on the one hand, between gender and empathy; on
the other, among adolescents who perceived a low and high attachment with both
parents in relation with empathy and parental styles. Males reported lower
total IRI scores in the subscales: fantasy, empathic concern and personal
distress (respectively: p ≤ .001; p ≤ .001; p ≤ .001; p ≤ .001) as compared to adolescent
women. The females that experienced a high attachment towards their parents
perceived higher acceptance rate in the relationship with them (p ≤ .001; p ≤
.001). They also showed higher empathy (p = .018; p = .016) and obtained higher
scores in the dimensions of the IRI: perspective taking (p ≤ .001; p = .006)
and empathic concern (p = .024; p = .022). The adolescents who perceived a more
tolerant parenting style showed themselves more empathic (p = .008; p = .001).
In addition, the parental style of extreme autonomy with their mother and their
father was negatively associated with the total scores of the IRI (p = .006, p
≤ .001), fantasy (p = .011; p = .017) and empathic concern (p ≤ .001; p ≤
.001). Parents with less years of schooling use parenting practices based on
punitive and coercive control. The female gender was characterized by an
empathic emotional response, although both genders have a similar cognitive
ability to understand or take the perspective of the other. However, women
react more affectively. These differences can be attributed to socialization
stereotyped patterns of male and female parenting that assign to women greater
emotional sensitivity. Experiencing a secure attachment in adolescence may
depend on perceiving an interpersonal relationship with parents based on the
acceptance of their individuality and positive involvement. These results match
with several investigations, which show that parents perceived as available and
with democratic parenting styles, based on the acceptance of adolescents,
establish with their children a secure attachment bond, which is associated
with a greater psychosocial adjustment. Experiencing a relationship based on
acceptance, on affective and committed reciprocity with significant adults that
show first empathy and emotional attunement with their children, is a requisite
for adolescents to understand the perspective of others and identify with
experience, to feel compassion and concern the discomfort of others.
Establishing a secure attachment bond and perceiving acceptance as a parental
practice allows the development of empathy, protective factor of aggression and
promoter of adolescent prosocial behavior.
Key words: Attachment; Parenting styles; Cognitive
empathy; Emotional empathy; Adolescents.
Introducción
Entre las
funciones de la familia, se encuentra la socialización primaria de los hijos
desarrollada al inculcarle normas, valores y pautas que permitan su inserción
social. Muchas veces la inadecuada socialización conduce a actos de vandalismo
y agresión, donde priman los intereses individuales en detrimento de los
sociales (Mestre-Escrivá, 2014).
A diferencia de los niños y
adolescentes que perciben la relación con sus padres basada en la aceptación,
aquellos que perciben mayor control, autonomía extrema, indiferencia emocional,
rechazo explícito e inconsistencia en la crianza se caracterizan por ser más
inestables a nivel emocional, impulsivos, agresivos y con un menor ajuste
emocional y comportamental (De la Torre-Cruz,
García-Linares y Casanova-Arias, 2014; Oliva, Parra y Arranz, 2008; Richaud de
Minzi, 2006a, 2007a;Tur-Porcar,
Mestre-Escrivá, Samper y Malonda, 2012).
En términos generales, la figura de
apego sirve como base segura (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978) a partir
de la cual el niño experimenta la confianza necesaria para explorar el mundo.
Cuando el niño se siente inseguro y no confía en el cuidador, es probable que
responda con miedo y ansiedad, o de manera defensiva (Brumariu y Kerns, 2008).
Bowlby (2009)
define al apego como cualquier forma de conducta que tiene como resultado el
logro o la conservación de otro individuo identificado y concebido como mejor
capacitado para enfrentar al mundo. El sistema de apego forma parte de una
serie de sistemas conductuales de vinculación que incluyen la exploración,
cuidado y apareamiento sexual diseñado para asegurar la supervivencia y
procreación. Por lo tanto, es más probable que el niño busque la proximidad del
cuidador cuando perciba un peligro en su entorno. La búsqueda de proximidad, la
base segura y el refugio seguro son los tres rasgos definitorios y las tres
funciones de una relación de apego. El llanto o la sonrisa
del niño modifican a través del contagio emocional, las respuestas afectivas y
emocionales de sus cuidadores. El estrés del niño genera en sus cuidadores la
motivación para actuar antes de que se provoque un evento estresante. Estos
lazos emocionales son la base de la empatía en la relación diádica
madre/padre-hijo y pueden servir para generar empatía en otros y conseguir
ayuda de otros individuos que están por fuera de la diada (Preston y de Waal,
2002).
En este
sentido, el contexto familiar es considerado un factor de gran influencia sobre
el desarrollo de comportamientos ajustados o desajustados en la adolescencia
(Oliva et al., 2008). La familia representa uno de los núcleos determinantes en
el desarrollo cognitivo, personal, emocional y socioafectivo de sus hijos, al
proporcionarle todas las señales iniciales, como, por ejemplo, si es amado o
no, aceptado o rechazado hasta que ingresa en la vida escolar (Samper, Cortés,
Mestre-Escrivá, Náchery Tur-Porcar, 2006).
Ciertas
prácticas prototípicas de los padres combinadas dan lugar a una serie de
estilos de crianza. Entre estos comportamientos se incluyen: la aceptación, el
control y el respeto por la individualidad (Richaud de Minzi, 2002).
La aceptación
implica compromiso y afecto. Los padres aceptantes se caracterizan por mantener
una actitud cálida y sensible a las necesidades de sus hijos. Baumrind (1991)
define tres tipos de estilos parentales: democrático, autoritario y permisivo.
Los padres
democráticos son cariñosos, flexibles, comunican las reglas con claridad y
coherencia, tienen
hijos con un mejor ajuste emocional y comportamental (Oliva et al., 2008), así
como menor nivel de estrés cotidiano (García-Linares, de la Torre, Carpio,
Cerezo y Casanova, 2014) y mayores niveles de felicidad (Rodríguez, Contreras y
Merino, 2016).
A diferencia de
este estilo, los padres autoritarios refuerzan la rigidez de las normas, son
exigentes e insensibles ante las necesidades de los hijos, se enfadan
fácilmente y tienden a utilizar un tipo de castigo punitivo y severo. Por
último, los padres permisivos-indulgentes se caracterizan por ser laxos e
inconsistentes en la disciplina, no refuerzan las reglas y permiten la
expresión de impulsos.
Para Baumrind
(1991) los padres que utilizan modelos educativos basados en el autoritarismo,
como los que utilizan modelos permisivos-indulgentes con sus hijos, tienden a
tener hijos con comportamientos de tipo agresivo e impulsivo. El control
implica autoridad, cumplimiento de las demandas y el monitoreo o vigilancia de
las conductas de los hijos. Cuando el control deja de ser autoridad para
convertirse en dominancia, cuando no se lo utiliza para proteger y cuidar, sino
para manipular, se habla de control hostil o patológico (Richaud de Minzi,
2002). En cuanto a la autonomía y la individualidad de los hijos es una
práctica que favorece su buen ajuste psicológico; sin embargo, la excesiva
autonomía guarda relación con experiencias familiares de evitación y
desvinculación afectiva.
En Argentina se
han realizado diversos estudios en niños y adolescentes sobre los estilos
parentales relacionados a variables como el apego, afrontamiento al estrés,
conducta prosocial, empatía, depresión y experiencia de soledad, entre otras
(De la Iglesia, Ongaratoy Fernández, 2010; Meiery Oros, 2012; Richaud de Minzi,
2002, 2005a, 2005b, 2006a, 2006b, 2007a, 2007b, 2009).
Meier y Oros
(2012) destacan que en los adolescentes, percibir un elevado control patológico
como práctica materna, minimiza la experiencia de la tranquilidad, la gratitud
y la satisfacción con la vida. Además, un estilo parental materno caracterizado
por una elevada autonomía extrema minimiza la expresión de la gratitud. Por
otro lado, la percepción de una elevada aceptación paterna junto con un bajo
control patológico y una baja autonomía extrema, propician la tranquilidad.
Cuando el control que se ejerce sobre los adolescentes es exagerado y está
basado en estrategias psicológicas encubiertas, como la culpa y el temor, para
conseguir obediencia, se trata de una forma de control patológica (Richaud de
Minzi, 2002). Además, la promoción de una autonomía extrema por parte de la
madre se asocia a desvinculación e indiferencia afectiva, dificulta la
capacidad de los hijos para reconocer y valorar la bondad ajena y para
percibirse como receptores de favores y beneficios.
En cuanto a la seguridad
en relación al vínculo de apego y los estilos parentales, Richaud de Minzi
(2006a) postula que percibir la aceptación de las madres y los padres se asocia
positivamente con el desarrollo de una base de apego segura, es decir, que para
los hijos, sentirse seguro de sus progenitores, dependerá del grado de
disponibilidad de ellos cuando se los necesita o demanda.
La
manifestación de conductas agresivas en la niñez y adolescencia, se encuentra
estrechamente vinculada a los estilos de educación y crianza empleados por los
padres (Richaud de Minzi, 2007b), a través de los cuales influyen y modelan el
desarrollo empático de los niños y adolescentes, promoviendo la prosocialidad
(Carlo, Mestre-Escrivá, Samper, Tur-Porcary Armenta, 2010; Mestre-Escrivá, 2014).
Diversos
estudios establecen relaciones entre la dimensión afectiva basada en la
aceptación y aplicación de normas coherentes durante la crianza, se asocia con
la conducta empática y prosocial en los adolescentes. Por el contrario,
relaciones caracterizadas por el rechazo hacia el hijo, hostilidad, críticas
excesivas, negligencia y permisividad se asocian con conductas agresivas en los
adolescentes (Tur-Porcar
et al., 2012).
La empatía
consiste en la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprenderlo, a
partir de lo que se observa, de la información verbal y de la respuesta
afectiva de compartir su estado emocional (Eisenberg, 2000). Definida desde una
perspectiva multidimensional, toma en cuenta aspectos cognitivos y afectivos.
Diversas investigaciones
sugieren diferencias entre varones y mujeres respecto de la empatía
(Gorostiaga, Balluerka, y Soroa, 2014; Paez y Ulagnero, 2015).Las mujeres
manifiestan una mayor reacción emocional empática, lo cual se asocia con
estereotipos de género que responden a normativas culturales, donde las mujeres
reciben una crianza orientada al bienestar del otro, mientras que los varones
reciben una educación orientada a promover su autonomía (Mestre-Escrivá,
Samper, Frías y Tur-Porcar, 2009).
La estabilidad
emocional constituye un factor fundamental para establecer relaciones
empáticas. Los adolescentes con adecuado control de impulsos emocionales
manifiestan mayor conformidad social y menos agresión, respetando las normas
sociales (Mestre-Escrivá,
Tur-Porcar, Samper y Latorre, 2010; Ulagnero et
al., 2008). En síntesis, la empatía desempeña una función inhibidora de la
conducta agresiva (Del Barrio, Carrasco, Rodríguez y Gordillo, 2009;
Mestre-Escrivá, 2014) y favorecedora de la conducta prosocial (Rodríguez, Mesurado, Oñate, Guerra y
Menghi, 2017; Ulagnero, Paez, Jofré y De Bortoli,
2008). La conducta prosocial, y las variables cognitivas y emocionales
relacionadas, promueven el desarrollo de habilidades sociales y la adaptación a
diversos entornos interpersonales (Taylor, Eisenberg, Spinrad, Eggum y Sulik,
2013).
El propósito del presente estudio
fue analizar las relaciones entre la percepción del vínculo del apego, de las
relaciones parentales y los aspectos cognitivos y emocionales de la empatía en
un grupo de adolescentes escolarizados.
El estudio de las relaciones entre
el vínculo de apego, estilos parentales y empatía implica un aporte para el
ámbito clínico y escolar, ya que su análisis es pertinente para la elaboración
de estrategias destinadas a promover el desarrollo de conductas empáticas en
adolescentes desde el núcleo familiar, desembocando en la reducción de los
niveles de violencia en los diferentes ámbitos de interacción interpersonal.
Método
Muestra
La muestra fue
intencional con una selección no probabilística. Estuvo conformada por 518
adolescentes que asistían al nivel de estudio secundario de establecimientos
educativos públicos de la ciudad de San Luis y de la ciudad de Tunuyán,
provincia de Mendoza (Argentina), con un rango de edad entre 13 y 20 años (M =
15.22; DE = 1.69, 65 % mujeres).Se excluyeron
aquellos participantes con
retraso mental, con enfermedad neurológica u orgánica que afectan el funcionamiento
cognitivo y los que recibían terapia psicofarmacológica. Además, se excluyeron
a quienes no recibieron la autorización de
sus padres o tutores y también a aquellos cuyos protocolos estaban deficitarios
o incompletos.
Instrumentos
1.- Versión
madre y padre de la Escala de Seguridad de Kerns (Kerns, Klepac y Cole, 1996;
adaptación argentina de Richaud de Minzi, Sacchi y Moreno, 2001). Esta escala
consta de 18 ítems, con el siguiente formato de enunciación: “Algunos chicos sienten que pueden contar con su
mamá/papá cuando la/o necesitan”. Cada ítem presenta tres opciones de
respuestas: “sí, me parezco”, “me parezco en parte”, “no me parezco”.
Mide las percepciones de los niños y adolescentes sobre la seguridad en el
vínculo de apego en una dimensión única y continua. Sin embargo, Lieberman,
Doyle y Markiewicz (1999) sugirieron una calificación alternativa para obtener
dos dimensiones de la seguridad: disponibilidad y confianza en la figura de
apego. Un alto puntaje se interpreta como un tipo de apego seguro.
En la
validación argentina (N = 1421), se conservaron sólo 10 ítems (5 pertenecientes
a la dimensión confianza y
2.- Versión
abreviada del Inventario de la percepción de los hijos acerca de las relaciones
con sus padres para adolescentes (Richaud de Minzi, 2005b). El inventario
consta de 32 ítems en versiones separadas para la madre y para el padre, y se
responde eligiendo entre tres opciones: Sí, Algo, No. Esta versión es una
adaptación argentina del Children´s
Report of Parental Behavior Inventory (CRPBI) de Schaefer (1965) para
adolescentes de
El coeficiente alfa de Cronbach reportado por Richaud de
Minzi (2005b) para cada uno de los tres factores, fue de .81 en aceptación, .83
en control patológico y .75 en autonomía extrema, para la versión madre, y
de.82 en aceptación, .84 en control patológico y .73 en autonomía extrema, para
la del padre. En la presente investigación el alfa de la versión madre para el
factor aceptación fue de .855, para control patológico, .815 y para autonomía
extrema .587. Para la versión padre en la dimensión aceptación el alfa fue de
.869, en control patológico .828 y en autonomía extrema .553.
3-Validación argentina para adolescentes (Paez,
Ulagnero, Jofré y De Bortoli, 2008) del Índice
de Reactividad Interpersonal (IRI) de Mestre-Escrivá et al. (2004). El
IRI es un instrumento que evalúa la empatía desde una perspectiva
multidimensional que incluye dos factores cognitivos y dos emocionales. Está
compuesto por 28 ítems evaluados en escala tipo Likert (1 a 5), distribuidos en
cuatro subescalas: Toma de perspectiva, Fantasía, Preocupación empática y
Malestar personal. Por un lado, las subescalas Toma de perspectiva y Fantasía
miden los aspectos cognitivos de la empatía. Por otro lado, las subescalas
Preocupación empática y Malestar personal evalúan la dimensión emocional de las
respuestas empáticas (Davis, 1980; Mestre-Escrivá et al., 2004). La subescala
Toma de perspectiva incluye ítems que evalúan la habilidad para adoptar o
comprender el punto de vista de los demás ante situaciones de la vida
cotidiana, por ejemplo: “A menudo
tengo sentimientos de ternura y de
preocupación hacia la gente menos afortunada que yo”. La subescala
Fantasía indica la tendencia a identificarse con personajes ficticios (cine,
literatura) y la capacidad para imaginarse en situaciones irreales (ejemplo: “Me siento identificado/a
con los sentimientos de los personajes de las novelas”). La subescala Preocupación empática
mide los sentimientos de compasión, preocupación y cariño al observar el
malestar de los demás (ejemplo: “Las desgracias de
otras personas,
por lo general, no me perturban
mucho”). La escala de Malestar personal evalúala ansiedad y el malestar ante
situaciones negativas de otras personas (ejemplo: “En las situaciones de emergencia me siento
incómodo/a y temeroso/a”).
La consistencia
interna del instrumento reportada en adolescentes argentinos por Paez et al.
(2008) indicó para el IRI (puntaje total) un alfa de Cronbach de .736; para
Toma de perspectiva .695, para Fantasía .737, para Malestar personal .657 y
para Preocupación empática .479.
El alfa de
Cronbach de la presente investigación indicó valores de.654 para el puntaje
total de la escala, .661para Toma de perspectiva, .660 para Fantasía, .526 para
Malestar personal y .441 para Preocupación empática.
Procedimiento
Los adolescentes
fueron informados sobre los objetivos, las finalidades de la investigación y el
carácter confidencial de los datos. Posteriormente, se solicitó por escrito el
consentimiento voluntario de los progenitores o tutores a cargo.
Las pruebas
fueron administradas durante el horario escolar, en dos sesiones de 45 minutos,
por miembros del equipo de investigación capacitados en el manejo de los
instrumentos.
Análisis
de datos
Se realizó un
análisis estadístico descriptivo e inferencial y de distribución normal de la
muestra con la prueba de Kolmogorov-Smirnov. Se evaluaron las correlaciones
entre estilos parentales y empatía con la prueba de Spearman. A partir del
puntaje total obtenido en la escala de seguridad de Kerns, se conformaron los
grupos de percepción de apego alto y bajo respecto a la figura materna y
paterna. El grupo de percepción de apego materno alto se conformó por aquellos
adolescentes cuyos puntajes totales en la versión madre de la Escala de Kerns
fueron superiores a 1DE y el grupo de percepción de apego materno bajo se
constituyó con los participantes cuyos puntajes totales de la versión madre de
la Escala de Seguridad de Kerns fueron inferiores a 1DE. El mismo procedimiento
se aplicó para determinar los grupos de apego paterno alto y apego paterno
bajo. Con la prueba U de Mann Withney
se compararon, entre los grupos de percepción de apego alto y bajo (madre y
padre), por un lado, los niveles de empatía, y por otro, los estilos parentales
(aceptación, control patológico y autonomía).
Resultados
Análisis de la
distribución muestral
Al analizar la
distribución muestral con la prueba de Kolmogorov-Smirnov, se observó que no
presentaron una distribución normal las variables apego con sus respectivas
dimensiones, disponibilidad y confianza, el CRPBI y las prácticas de crianza
parentales (autonomía extrema, aceptación y control patológico) y el IRI y sus
subescalas (Toma de perspectiva, Fantasía, Preocupación empática y Malestar
personal).
Estadística descriptiva de apego, CRPBI e IRI
En cuanto a la distribución de acuerdo a la percepción del apego hacia
la madre, el 17 % presentó una percepción baja del apego y el 15 % percibió un
alto apego. En relación al vínculo de apego con el padre, el 17.3 % de los
adolescentes percibió un apego bajo y el 18.7 %, un apego alto.
En la Tabla 1
se muestran los valores descriptivos para ambos progenitores de la variable
apego (Escala de Seguridad de Kerns) y del CRPBI.
Tabla 1
Estadística descriptiva de apego y del CRPBI, versión madre y padre
|
N |
Mín. |
Máx. |
M |
DE |
MADRE Apego (puntaje total) |
491 |
3 |
73 |
45.41 |
6.684 |
Confianza |
491 |
3 |
35 |
23.05 |
3.321 |
Disponibilidad |
490 |
7 |
52 |
22.40 |
3.995 |
CRPBI (puntaje total) |
438 |
31 |
94 |
65.09 |
7.929 |
Aceptación |
438 |
7 |
24 |
19.36 |
4.114 |
Control Patológico |
393 |
6 |
52 |
29.21 |
6.998 |
Autonomía Extrema |
438 |
7 |
24 |
14.41 |
3.132 |
PADRE |
|
|
|
|
|
CRPBI (puntaje total) |
393 |
10 |
94 |
60.79 |
9.172 |
Aceptación |
393 |
3 |
24 |
17.52 |
4.499 |
Control Patológico |
393 |
6 |
52 |
29.21 |
6.998 |
Autonomía Extrema |
393 |
1 |
20 |
12.66 |
2.810 |
Apego (puntaje total) |
475 |
8 |
73 |
44.52 |
6.986 |
Confianza |
475 |
5 |
30 |
22.76 |
3.335 |
Disponibilidad |
475 |
3 |
52 |
21.76 |
4.358 |
En la Tabla 2 se presentan los
valores descriptivos de las dimensiones de la empatía evaluada con el IRI.
Tabla 2
Estadística descriptiva del IRI y de sus sub-escalas PT, FS, EC y PD
|
Mín. |
Máx. |
M |
DE |
IRI (puntaje total) |
46 |
144 |
85.53 |
14.032 |
Toma de Perspectiva |
8 |
35 |
20.93 |
4.846 |
Fantasía |
9 |
37 |
21.19 |
5.334 |
Preocupación Empática |
7 |
90 |
24.39 |
6.025 |
Malestar Personal |
6 |
36 |
19.02 |
5.153 |
Género y empatía
En relación a
las diferencias de media en empatía según el género (Tabla 3), las mujeres se
manifestaron más empáticas al obtener un mayor puntaje total en el IRI y en las
subescalas Fantasía, Preocupación empática y Malestar personal en comparación
con los varones (p ≤ .001 en todos
los casos).
Tabla 3
Diferencias de medias en empatía entre varones y mujeres
|
|
|||||
|
Sexo |
N |
M |
DE |
z |
p |
IRI (puntaje total) |
F |
308 |
87.44 |
13.935 |
-4.379 |
.000 |
M |
153 |
81.32 |
13.173 |
|||
Toma de Perspectiva |
F |
308 |
20.82 |
4.789 |
-. 414 |
.679 |
M |
153 |
21.06 |
4.970 |
|||
Fantasía |
F |
308 |
21.79 |
5.489 |
-3.498 |
.000 |
M |
153 |
19.87 |
4.758 |
|||
Preocupación Empática |
F |
308 |
25.11 |
6.129 |
-3.693 |
.000 |
M |
153 |
22.89 |
5.600 |
|||
Malestar Personal |
F |
308 |
19.72 |
5.198 |
-4.286 |
.000 |
M |
153 |
17.50 |
4.778 |
Diferencias de medias en
empatía entre mujeres con apego alto y bajo (materno y paterno).
Al analizarse las diferencias de medias entre las adolescentes con apego
alto y bajo hacia su madre, el primer grupo manifestó una mayor toma de
perspectiva (p = .004) respecto de las que presentaban un apego bajo. En cuanto
a la figura paterna, no se hallaron diferencias significativas entre los grupos
de mujeres con apego alto y bajo en relación a las subescalas del IRI.
Análisis correlacional entre
estilos parentales (materno y paterno) y empatía en el grupo de mujeres.
En las adolescentes, percibir un estilo parental materno de aceptación
se asoció positivamente con un mayor puntaje total en el IRI y en las
subescalas Toma de perspectiva y Fantasía (respectivamente, r = .152, p = .004; r = .137, p = .009; r =.136, p = .009). La
práctica materna de control patológico correlacionó positivamente con mayores
puntajes totales en el IRI y en la subescala Malestar personal (r = .112, p = .042; r = .207, p ≤ .001). Por último, la autonomía
extrema como práctica materna se asoció negativamente con fantasía (r = -.117, p = .026).
Apego,
estilos parentales y empatía en varones. Diferencias de medias en empatía entre
varones con apego alto y bajo (materno y paterno).
Respecto al grupo de varones, aquellos que percibieron un apego materno
alto manifestaron un mayor puntaje promedio en preocupación empática que los
que experimentaron un apego materno bajo (p = .018). Por otro lado, en los varones que experimentaron un apego
paterno alto se observó un mayor puntaje total del IRI y en la subescala
Preocupación empática (p = .038, p = .044).
Análisis
correlacional entre estilos parentales (materno y paterno) y empatía en el
grupo de varones.
En el grupo de varones, al correlacionarse
las variables práctica de crianza materna y empatía, se observó por un lado,
que la aceptación materna se asoció positivamente con la preocupación empática
(r = .163, p =.024). Por otro lado, la práctica paterna
de aceptación correlacionó positivamente con la toma de perspectiva (r =.158, p =.038).
Diferencias de medias en estilos parentales entre
el total de adolescentes con apego alto y bajo
Al compararse la percepción del apego (bajo y alto) con las prácticas
parentales, se determinó
la existencia de diferencias estadísticamente significativas entre el grupo de
adolescentes que perciben un nivel de apego alto con su madre respecto de la
práctica materna Aceptación evaluada con el CRPBI (z = -7.093, p
≤ .001). Así, los valores de las medias indican que el grupo
con un apego alto hacia sus madres perciben más aceptación en la relación con
ellas (M = 21.01; DE = 2.87),
que aquellos adolescentes con apego bajo (M
= 15.62; DE = 5.07).
Los adolescentes con apego alto
hacia su padre percibieron una relación con él basada en la aceptación (z = -6.614; p ≤ .001) en comparación con el grupo con apego bajo.
Análisis
correlacional entre apego y estilos parentales
Además, el análisis correlacional con la prueba
de Spearman, indicó que a mayor calidad en el vínculo de apego (confianza y
disponibilidad) con la madre (r =
.375; p ≤ .001) y con el padre (r = .377; p ≤ .001), aumenta la percepción de una relación parental basada en
la aceptación con ambos progenitores.
Diferencias de medias en empatía entre adolescentes
con apego alto y bajo
Al analizarse las diferencias
entre las percepciones de apego materno (alto y bajo) y empatía, el grupo que percibió baja
calidad en el vínculo de apego materno presentó menor nivel de empatía (p = .018), de toma de perspectiva (p ≤ .001) y de preocupación empática (p = .024) que el grupo con apego alto
hacia sus madres (Tabla 4).
Tabla 4
Diferencias de medias en empatía entre adolescentes con apego materno bajo y
alto
|
Percepción de apego materna |
N |
M |
DE |
z |
p |
IRI (puntaje total) |
Apego bajo |
92 |
82.39 |
14.903 |
-2.367 |
.018 |
Apego alto |
98 |
86.86 |
13.164 |
|||
Toma de Perspectiva |
Apego bajo |
92 |
19.87 |
4.363 |
-3.552 |
.000 |
Apego alto |
98 |
22.13 |
4.558 |
|||
Fantasía |
Apego bajo |
92 |
20.43 |
5.313 |
-1.226 |
.220 |
Apego alto |
98 |
21.41 |
5.466 |
|||
Preocupación Empática |
Apego bajo |
92 |
22.57 |
5.391 |
-2.254 |
.024 |
Apego alto |
98 |
24.43 |
5.487 |
|||
Malestar Personal |
Apego bajo |
92 |
19.52 |
5.200 |
-.717 |
.473 |
Apego alto |
98 |
18.89 |
5.056 |
Al igual que los resultados obtenidos con el nivel de percepción del apego
materno y la empatía, los adolescentes cuyo apego hacia el padre fue bajo
manifestaron una menor empatía (p =
.016), toma de perspectiva (p = .006)
y preocupación empática (p = .022)
que los adolescentes con un nivel de apego alto hacia su padre (Tabla 5).
Tabla 5
Diferencias de medias en empatía entre adolescentes con apego paterno bajo y
alto
|
|
||||||
|
Percepción de apego paterna |
N |
M |
DE |
z |
p |
|
IRI (puntaje total) |
Apego bajo |
88 |
83.44 |
14.280 |
-2.403 |
.016 |
|
Apego alto |
123 |
88.03 |
13.942 |
||||
Toma de Perspectiva |
Apego bajo |
88 |
20.64 |
4.488 |
-2.757 |
.006 |
|
Apego alto |
123 |
22.31 |
4.898 |
||||
Fantasía |
Apego bajo |
88 |
20.53 |
5.137 |
-1.540 |
.124 |
|
Apego alto |
123 |
21.81 |
5.755 |
||||
Preocupación Empática |
Apego bajo |
88 |
23.00 |
5.072 |
-2.299 |
.022 |
|
Apego alto |
123 |
24.78 |
5.459 |
||||
Malestar Personal |
Apego bajo |
88 |
19.27 |
5.347 |
-.037 |
.971 |
|
Apego alto |
123 |
19.13 |
5.136 |
||||
Análisis correlacional entre estilos parentales y
empatía
En cuanto al análisis de las correlaciones entre las prácticas de
crianza parentales y la empatía, en la relación con la madre, los adolescentes
que obtuvieron mayores puntajes totales en el IRI, en toma de perspectiva,
fantasía y preocupación empática percibieron una mayor aceptación por parte de
sus madres (respectivamente: r =
.130, p = .008; r = .133, p = .006; r = .103, p = .034). Además, la práctica parental autonomía extrema se asoció
negativamente con los puntajes totales del IRI, fantasía y preocupación
empática (respectivamente: r = -.133,
p = .006; r = -.123, p = .011; r = -.171; p ≤ .001) y el malestar personal correlacionó positivamente con la
percepción de control patológico en la relación materna (r = .166; p = .001).
En cuanto a la relación con el padre, los adolescentes que obtuvieron
mayores puntajes en toma de perspectiva percibieron una mayor aceptación como
práctica paterna (respectivamente: r
= .171, p = .001). Además, la
práctica de crianza autonomía extrema se asoció negativamente con los puntajes
totales del IRI y con las subescalas Fantasía y Preocupación empática
(respectivamente: r = - .182, p ≤ .001; r = -.122, p = .017; r = -.213; p ≤ .001) y el malestar personal se asoció positivamente con la
percepción de control patológico (r =
.166; p = .001).
Discusión
En cuanto a la
relación entre las dimensiones de la empatía y el género, los resultados del
presente estudio concuerdan con los obtenidos en investigaciones en las que se
ha observado que las mujeres obtienen puntuaciones más elevadas que los varones
en este constructo (Gorostiaga et al., 2014; Mestre-Escrivá et al., 2002, 2004;
Mesurado et al., 2014; Rose y Rudolph, 2006; Sánchez-Queija, Oliva y Parra, 2006). A
partir de estos resultados, se conjetura que el género femenino se caracteriza
por una respuesta emocional empática, y aunque ambos géneros tienen una
capacidad cognitiva similar para comprender o tomar la perspectiva del otro,
las mujeres reaccionan más afectivamente (Mestre-Escrivá et al., 2009). Estas
diferencias pueden ser atribuidas a las divergencias en las pautas de crianza
de hombres y mujeres guiadas por los estereotipos sociales, que atribuyen a la
mujer mayor sensibilidad emocional, cuidados propios del rol materno y mayor
orientación interpersonal respecto de los varones (Garaigordobil y Maganto,
2011).
En relación al
vínculo de apego y los estilos parentales, a partir de los datos obtenidos se
infiere que en la adolescencia, experimentar un apego seguro con ambos
progenitores se asocia a percibir una relación parental, basada en la
aceptación de la individualidad e implicación positiva (Gallarin y Alonso-Arbiol, 2012).
Los
adolescentes que perciben a sus progenitores como una base de apego segura,
disponible emocionalmente y confiable cuando se la necesita o demanda,
experimentan una relación con ellos centrada en la aceptación, caracterizada
por mantener una actitud cálida y sensible a las necesidades de sus hijos.
Estos resultados coinciden con diversas investigaciones, donde se evidencia que
los padres percibidos como disponibles y con estilos de crianza democráticos,
en los cuales se destaca la aceptación, la implicancia positiva y normas de
conductas claras, establecen con sus hijos un vínculo de apego seguro, el cual
se asocia con un mayor ajuste psicosocial, sentimientos de seguridad y
estrategias de afrontamiento más adaptativas (Brumariu, Obsuthy Lyons-Ruth,
2013; Lecannelier, Ascanio, Flores y Hoffmann, 2011; Richaud de Minzi, 2006a,
2006b; Richaud de Minzi, 2007a).
Los adolescentes que manifestaron una
mayor capacidad empática percibieron a sus padres como una base de apego segura
y una relación en base a la aceptación de los adolescentes y sus experiencias
afectivas. Richaud de Minzi (2009) afirma que la empatía requiere, para su
desarrollo, de una relación cercana, afectiva y comprometida con adultos
significativos que muestren primero empatía y sintonización emocional con los
hijos. Al observar y vivenciar conductas empáticas por parte de sus padres, los
adolescentes incorporan, mediante modelado, estos comportamientos. Es decir, el
establecimiento de una relación de apego donde los adolescentes puedan expresar
sus sentimientos y vivenciar la reciprocidad afectiva de sus padres,
contribuirá al aprendizaje de conductas empáticas. La internalización de un
vínculo de apego seguro incide en la capacidad de regular las emociones
promoviendo el establecimiento de relaciones interpersonales ajustadas durante
la adolescencia y a lo largo de los cambios del ciclo vital (Balabanian, Lemos
y Vargas Rubilar, 2015; Oliva, 2011; Otiz et al., 1993).
Percibir
durante la adolescencia prácticas parentales de aceptación, dimensión que
conforma el estilo parental autorizativo o democrático, permite desarrollar una
mayor capacidad empática, en cuanto a la comprensión de la perspectiva e
identificación con la experiencia, a sentir compasión y preocupación ante el
malestar ajeno. Por otro lado, en el presente estudio aquellos adolescentes que
percibieron en ambos progenitores la autonomía extrema o negligencia como
práctica parental manifestaron una menor capacidad empática. Estos resultados
expuestos siguen la línea de investigaciones como la de Tur-Porcary colaboradores (2012), quienes
concluyen que los
factores de crianza punitivos, de hostilidad, negligencia y permisividad se
relacionan positivamente con la agresividad de los hijos adolescentes. Los
padres pueden estimular la capacidad empática a través del modelado y la
implementación de pautas de disciplina con orientación afectiva, que permitan a
sus hijos entender y experimentar preocupación ante el malestar de otros. En
este sentido, la autonomía extrema o indiferencia parental genera en sus hijos
indiferencia hacia las demás personas (Richaud de Minzi, Lemos y Mesurado,
2011).
De la Torre-Cruz
y colaboradores(2014) realizaron en España un estudio de tipo correlacional
sobre las relaciones entre estilos educativos parentales y agresividad en
adolescentes, comprobando que la percepción de
un estilo democrático se asocia a un menor grado de expresión de conducta
agresiva e indicando que un estilo parental
caracterizado por el apoyo, la aceptación e implicación positiva promueve el
desarrollo de empatía, conducta predictora de la prosocialidad y amortiguadora
de la agresión (Sánchez-Queija et al., 2006). En
este sentido, Senabre, Ruiz y Murgui
(2012) indican que percibir un estilo educativo democrático, que combina altos niveles de afecto y
comunicación junto con aplicación de normas y pautas de comportamiento, está
vinculado con menores niveles de agresión durante la adolescencia.
La presente
investigación realiza
aportaciones sobre los estilos parentales que resultan más relevantes en el
estudio de la empatía, contribuyendo en el diseño de
programas psicoeducativos de intervención en adolescentes y padres, destinados
a fomentar el establecimiento de un apego seguro, de relaciones
paterno-filiales positivas que promuevan, desde el núcleo familiar, el
desarrollo de la empatía como factor protector de la violencia y promotor de la
prosocialidad. De
acuerdo a lo esperado, y en coincidencia con lo reportado por la literatura
científica, el estilo caracterizado por la aceptación
de ambos progenitores estimula el desarrollo de una conducta empática frente al
estilo caracterizado por la autonomía extrema. Además, en el presente estudio
se esperaba hallar que el estilo caracterizado por el control patológico se
asociara a menores niveles de empatía en los adolescentes. Posiblemente, estos
resultados se deban a la limitación de contar únicamente con la perspectiva de
los adolescentes sobre la relación con sus padres y el carácter transversal del
estudio, el cual no permite determinar la posible relación causal entre las
variables estudiadas. Al margen de dichas limitaciones, este estudio implica un
aporte a nivel académico y clínico sobre el papel que juega la calidad del
vínculo de apego y la aceptación como práctica de crianza en el desarrollo de
la empatía durante la adolescencia.
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de Salud Mental.
Recibido: 2 de octubre de 2017
Aceptado: 26 de agosto de 2019
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