Atención + memoria = ser capaz?

Atención + memoria = ser capaz?

Todo el tiempo y en distintas circunstancias estamos ajustando nuestra conducta ya sea para lograr una meta o para resolver una tarea, o para adaptarnos a una situación social. Pero ¿qué implica este auto-regularse? Qué procesos cognitivos permiten un comportamiento auto-regulado en situaciones específicas? En el Ciipme-Conicet, la doctora Mariel Musso busca respuestas a estas preguntas investigando específicamente los distintos roles de la memoria de trabajo, la atención y otros factores que se ponen en juego cuando la persona se enfrenta a un aprendizaje nuevo o a una tarea compleja.

El ser humano controla sus propios impulsos, emociones, pensamientos y conducta para lograr una meta, para ajustarse a normas sociales o a lo que demande una situación. Esto es auto-regularse y, si bien es una definición muy amplia, se aplica a diversas situaciones y se la estudia en distintas disciplinas.

La doctora en Psicología Mariel Musso del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental –Ciipme /Conicet-, está investigando cómo es que el aparato cognitivo se las arregla para procesar múltiple información y auto-regularse, es decir, qué procesos cognitivos están en juego para que la persona pueda controlar y dirigir sus recursos hacia un meta determinada.

“Comencé mis estudios sobre estos procesos en grupos de niños que se encontraban en situación de vulnerabilidad o de pobreza extrema. En ese momento ya trabajaba un programa más amplio de investigación e intervención dirigido por la doctora Cristina Richaud, también del Ciipme, y estaba focalizada en cómo mejorar las funciones ejecutivas desde el trabajo de los docentes en el aula. Los resultados fueron muy interesantes y prometedores, siempre y cuando se trabajara de forma sistemática, a varios niveles simultáneamente y comenzando a edades muy tempranas. Pero de ese primer trabajo, me surgió otro interrogante acerca de los procesos de control cognitivo más básicos que subyacen al comportamiento auto-regulado como la memoria de trabajo y la atención, aplicados a situaciones más específicas, por ejemplo, el desempeño en tareas de matemática. Lo que se observa en estudiantes, es que para tener un buen desempeño en matemática, se necesita una suficiente capacidad de memoria de trabajo. Esta memoria de trabajo es clave y se refiere no solo a la capacidad de retener información, sino también de manipularla y organizarla mentalmente. Y de ahí surgieron nuevos interrogantes y estudios sobre cómo variando la complejidad y la dificultad de la tarea tenemos diferentes desempeños según el perfil cognitivo del estudiante. En esta interacción influyen la motivación por la tarea, la creencia de ser o no capaz, teniendo en cuenta un contexto socio-cultural determinado”, explica la doctora Musso.

Para eso, analizó los datos recolectados de la aplicación de pruebas computarizadas en muestras de estudiantes universitarios, tanto varones como mujeres que asisten a primero o segundo año de la universidad y de diferentes disciplinas. Los estudiantes participan voluntariamente (después de firmar un consentimiento informado) de una batería de pruebas computarizadas que permiten registrar medidas precisas de procesamiento cognitivo (capacidad de memoria de trabajo, redes atencionales y tiempos de reacción). Luego, una vez en el laboratorio, se procesa toda la información con programas estadísticos específicos para analizar cómo influyen estas capacidades junto a otros factores motivacionales en el desempeño. Las tareas de desempeño pueden variar dependiendo del proyecto, incluyendo no solo tareas de matemática sino también tareas de resolución de problemas complejos, rendimiento académico general o desempeño en tareas laborales.

“Es interesante ver cómo el ser humano puede controlar los distractores en distintas situaciones por ejemplo en el aprendizaje, especialmente en matemática” advierte la investigadora.

Atención y distractores

Nuestro aparato cognitivo trabaja así: debemos retener información, representárnosla en la mente y jugar con eso, manipular la información en pos de un objetivo. Por ejemplo, cuando estamos haciendo un cálculo matemático mental, o queremos recordar un número telefónico se está poniendo en juego nuestra memoria de trabajo. La atención ejecutiva es un mecanismo más específico que hace que controlemos los estímulos que distraen y que están interfiriendo.

Hablar de distractores, es hablar de cualquier estímulo o información que no es importante para la meta u objetivo que se está persiguiendo y sin embargo aparece en la mente de tal forma que compite con la información que sí es relevante.

Basta pensar por ejemplo, en lo que nos sucede diariamente cuando queremos concentrarnos y nos interrumpen los sonidos de los mensajes del celular, o en aquellos pensamientos que nos distraen de forma automática y que no tienen que ver con la tarea que estamos realizando. Nuestra mente hace un esfuerzo cognitivo para inhibir esos distractores y refocalizar nuestra atención al objetivo que perseguíamos.

Pero, por qué matemática?

La respuesta puede ser más simple de lo que uno imagina: lo cierto es que el desempeño en matemática es primero, una competencia básica en el ser humano necesaria para todo en la vida.

Lo importante que se observa en la investigación poco tiene que ver con el contenido en matemática o si las aman o las odian, sino con el procesamiento involucrado en el pensamiento lógico y el razonamiento. Además en tareas de matemática se ve cómo estos procesos tienen un alto impacto.

“Ya ha sido demostrado que la memoria de trabajo influye muchísimo en el cálculo, la aritmética, y es crucial para el pensamiento lógico y razonamiento”, aclara Musso. “Lo nuevo que tratan de aportar al estudio es cómo interactúa la memoria de trabajo con diferentes mecanismos atencionales, la motivación, la creencia de ser capaz, la perseverancia en la tarea, entre otros factores. Además queremos identificar ciertos patrones individuales y/o grupales que permitan predecir con anticipación ciertos logros o no, el éxito o dificultades académicas, lo cual podría orientar tutorías o programas de intervención mejor focalizadas”.

Como era de esperar, se observaron en los estudiantes altos niveles de ansiedad ante tareas de matemática, lo cual impacta también en su autoeficacia. La autoeficacia es esa creencia de ser capaz o no frente a una tarea y se va construyendo a lo largo de la historia de éxitos y fracasos con dicho tipo de tareas. Por supuesto, en esta historia escolar también participa de forma protagónica un buen profesor de matemática que haya incentivado o no a sus alumnos.

El interés es ver cómo el “chip” humano se las ingenia para procesar información, controlarla y auto-regularse. Estos procesos de memoria de trabajo, atención ejecutiva y autorregulación en la resolución de problemas complejos hacen que en situaciones de la vida diaria una persona se las ingenie para relacionar elementos que parecen desconectados. De esta forma puede encontrar una solución que, en principio no es visible o que aparentemente no se puede resolver.

La persona tiene que poder representarse el problema, pensar qué está pasando, idear una estrategia para visualizar la solución y ejecutar ese plan. Este proceso se llama resolución de problemas complejos porque a simple vista no hay una solución fácil o inmediata.

Por qué es importante?

Los estudios científicos nos indican que los tres primeros años de vida son cruciales para el desarrollo de la memoria de trabajo. Esta es una función que se desarrolla muy tempranamente en la vida de una persona. Se sabe que la nutrición, la estimulación temprana y determinados estresores del entorno afectan el desarrollo de las zonas de cerebro que son claves para los procesos de la atención y la memoria de trabajo.

No se debe descuidar también la influencia de la genética y heredabilidad en el desarrollo de estos procesos cognitivos. Son muy interesantes en este sentido los estudios con bebés del equipo de la doctora Rosario Rueda en la Universidad de Granada.

“En estos momentos estamos llevando adelante un estudio junto a la doctora Rueda, y equipo, y el doctor Eduardo Cascallar de la Universidad de Leuven (Bélgica) para analizar si es posible predecir qué niños se beneficiarán o no de un programa de entrenamiento cognitivo, teniendo en cuenta marcadores genéticos, sexo y edad. Para estos estudios se utilizan sistemas predictivos muy robustos como el de redes neuronales artificiales, los cuales son muy buenos reconocedores de patrones”- explica Musso, al tiempo que aclara que esto implicaría intervenir de forma muy temprana, desarrollando programas cada vez más personalizados y ajustados a los perfiles individuales de distintos contextos.